viernes, 13 de noviembre de 2009

A pesar de los medios

¿Es posible construir o mantener favorablemente la imagen pública que represente alguna variable de liderazgo político, a pesar de la oposición de los medios masivos de comunicación?


Un fenómeno frecuentemente estudiado por las ciencias sociales en nuestra época, tiene su eje en las relaciones y formas de poder que han acumulado y ejercen los medios masivos de comunicación, principalmente la televisión.
A esta dinámica que se vuelve cada día más global, se le atribuye capacidad suficiente como para determinar comportamientos, crear y transformar sentidos, reconstruir o cambiar la significación de contextos que por diversas razones han sido modificados, es decir, puede orientar la opinión pública.
En las investigaciones que se dedican a este campo se ha observado y se sostiene, que el poder mediático muchas veces inclina, estimula, inhibe o cambia, las preferencias o tendencias políticas de los sujetos.
Existe un considerable número de trabajos que explican, con diferentes argumentos teóricos, al igual que métodos de comprobación que los validan, la forma en que los medios de comunicación, sobre todo los que captan y transmiten imágenes, son capaces de construir aquello que les permite influir en los imaginarios, por tanto en la ideología, en las conductas de los receptores y en la manera cómo éstos se apropian, además de reproducir los símbolos contenidos en los mensajes que son creados y puestos en circulación con fines predeterminados.
Durante cerca de medio siglo, un poco más o menos, se ha desarrollado una potente industria audiovisual que ha cobrado forma de trasnacionales dedicadas distribuir información, que a su vez reciben cientos o miles de millones de individuos que conforman las audiencias o públicos, sin que éstos lleguen a tener la posibilidad de emitir sus propios mensajes a través de los mismos canales o frecuencias, que a la fecha transmiten en forma unidireccional.
Desde hace aproximadamente dos décadas, este proceso ha comenzado a transformarse con el crecimiento de los multimedia, que superan a los mass media, en cuanto a la avanzada tecnología que utilizan y la expansiva multiplicidad que les caracteriza. Sin embargo, el acceso a ellos todavía es limitado en comparación al que se tiene hacia la Tv. en sus distintas modalidades, tanto de paga por contratación, en señal abierta, y/o televisión pública y privada.
Uno de los usos de la televisión en su forma tradicional, es decir, lo que no se ha modificado de esta industria, que es únicamente transmitir, tiene que ver con la promoción del discurso y la imagen política, conocida como el marketing político. A esta mediación se le atribuye desde sus orígenes, la característica de generar convencimiento y coadyuvar así en las estrategias persuasivas que logran vender productos o establecer criterios, mediante la insistencia estratégica que permite determinar pautas de consumo o formas de pensar y actuar. Tarea que ha estado a cargo de agencias que se especializan en ingeniar y configurar narrativas audiovisuales que sirven para alcanzar tales fines.
Los asuntos de la vida política ofrecen un gran teatro donde la televisión interactúa con guiones que buscan y muchas veces consiguen, la suma de simpatizantes como potenciales electores. Este recurso genera grandes dividendos a las televisoras y con ello acrecientan un poder que rebasa lo económico, toda vez que equivale a tener “la sartén por el mango”. Ganar prácticamente sin correr riesgos, gracias a sus enormes reflejos o cálculos muy precisos, que la inclinan a tiempo hacia el lado de los vencedores de las contiendas políticas.
Eso al menos es lo que sucede en las llamadas democracias consolidadas y también en los ámbitos de las que aparentemente se hallan en vías de serlo.
La divulgación de material político, ya sea como discursos textuales o imágenes compuestas, en términos de competencia por el poder, que no de una libre discusión de ideas o debates abiertos, por cierto casi nulos por ser generalmente inducidos desde las esferas que mantienen el control sobre lo económico y político, como partes integradas a un solo objeto, son generalmente entendidos como campañas mediáticas, en el lenguaje de los productores o creativos especializados en estos renglones. Es, en efecto, lo que se transmite en los medios audiovisuales, independientemente de que se haga algo parecido por otros medios, una parte de las campañas que se realizan con la finalidad de vender un proyecto político a través de quienes lo representan en la sociedad, la cual se mira de una forma no muy distinta a como se ve la clientela. De ahí que se inviertan enormes sumas de dinero en la producción de mensajes, al igual que la adquisición de “tiempo aire”, que sirve para emitir con diversos formatos entendidos como programas, entrevistas, anuncios, espoteo, noticias sesgadas a favor o en contra de los contendientes, etcétera. Esto sin contar la paga hacia los llamados asesores de medios, con toda su entelequia de recursos que se montan en la tele y en los imaginarios de la gente que los recibe y en consecuencia, aunque no siempre, los incorpora, por tanto reacciona como se pretende que lo haga.
De todo este entramado se desprende una nueva forma de socialización de los temas considerados como del ámbito de la política. Diariamente se montan blogs que tienen como finalidad la libre circulación de ideas. En esta nueva dinámica quedan de lado los aspectos de color partidista, inclusive lo que llamamos comúnmente ideología, dado que ésta se encuadra dentro de marcos referenciales que señalan hacia conceptos tales como lo popular, los olvidados, excluidos, los de abajo o simplemente de la izquierda. En contraste, todo lo que apunta hacia arriba se denomina de derecha o elitista, los que tienen, los que mandan.
La irrupción de las nuevas identidades de Internet, generalmente gente joven, ya no están ceñidos a estas denominaciones, no las aceptan, en cambio prefieren ser simplemente diferentes, inconformarse por el estado de cosas que guarda el mundo contemporáneo es su marca de divisa. Desean y se proponen cambiar el estado de cosas a través de un ejercicio proactivo de la comunicación, sin menoscabo de su posición socioeconómica o al margen de ella. Sorprende realmente el surgimiento de una nueva solidaridad y encuentro humano, definido por el poder de la comunicación a partir de la marcha tecnológica que permite situar distintos contextos en un solo lugar: la magia de la ubicuidad toca la puerta.
Bajo estos esquemas emergentes, la participación, la inclusión, los deseos y deberes compartidos parecen por fin estar al alcance de estas nuevas territorialidades donde el lugar de cada quién está dado en la medida en que logre enchufarse en el todo común. ¿Será esta la respuesta a lo que los políticos dejaron de lado por el individualismo y el ansia de poder que les llevó al descrédito y al mundo a estados exacerbados de abandono e incertidumbre? Los internautas tienen la palabra. El mundo cambia, sin duda y las cosas se mueven, junto con nuevas formas de Lenguaje e interacción. Los líderes del cambio van, sin duda, a transformar las sociedades, con los medios, sin los medios o a pesar de los medios.

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