lunes, 27 de junio de 2011

¿Por qué marcha la gente?: Algunas reflexiones sobre los liderazgos espontáneos que surgen de una sociedad en crisis.

La mayoría de las personas jamás ha participado en una marcha. Este dato no requiere cifras para ser admitido. Basta con preguntarse a sí mismo y responder: cuándo, por qué y junto a quién se marchó. ¿Hasta qué punto somos todavía el zôon politikón aristotélico?

Hace unos días alguien expresó el siguiente comentario: “En México, hay 45 mil muertos y nadie asoma a la calle, en cambio, en Argentina hay un muerto y todo mundo sale a marchar”.
Tal vez solamente se trate de una opinión exagerada, sin mayor fundamento, mas no podemos regatearle algo de verdad en cuanto a la forma como reacciona la gente de distinto contexto sociohistórico y geográfico, ante acontecimientos cuyo sentido o la coyuntura en que se presentan, los hace trascender hacia el espacio público. Aún dentro del propio territorio nacional pueden darse formas distintas de respuesta, dado que éste también es un mosaico de variables socioculturales. De acuerdo con Castells, (2010) “La dominación y la resistencia a la dominación cambian de carácter según la estructura social específica en la que se originan y que modifica su acción.”

Se tiene la idea de que en dicha nación sudamericana, es casi como una tradición que las personas adquieran el estatus de ciudadanos en la medida en que tienen conciencia de sus derechos y de la forma en que es necesario actuar cuando éstos son sometidos a voluntades que les superan en recursos de una manera sofocante o hasta tiránica. Nos enteramos por diferentes medios, que la población reconoce (aunque no toda desde luego) porque lo ha sufrido la mayoría de distinta manera, que la única forma de recobrar las prácticas democráticas, aunque solamente sea para sobrevivir, se encuentra en la capacidad de respuesta unificada, es decir, en base a grupos numerosos de individuos que cierran filas, no tan sólo en las calles al salir formando contingentes que dan nuevo significado al acto de presencia, sino que también en las múltiples formas de pensar o ideologías que convergen en el imaginario colectivo. De esta forma fueron logrados los consensos determinantes para el cambio. Éstos sacudieron a la última dictadura militar al costo de terribles y multitudinarios sacrificios, la cifra reconocida oficialmente es de alrededor de 35 mil víctimas entre desaparecidos y muertos. También tuvieron que ver en esta liberación las altas dosis de trabajo intelectual, así como el ingenio y el empuje social con la creatividad que le es inherente al pueblo, sobre todo cuando se le expone a situaciones extremas.

Es importante también señalar que la correlación de fuerzas del mundo capitalista así lo convino, lo aceptó y finalmente lo impulsó. Si no hubiese sido así, los militares tal vez continuarían en el poder, además muchos argentinos estarían conformes con ello. Es frecuente escuchar expresiones en este sentido, principalmente entre las clases media y alta.

La salida del proceso, que es como se conoce a esta etapa, como si se tratara de una lección depuradora, una especie de criba ideológica y política, dio lugar a una forma de democracia que si bien no cristaliza como tal, en términos del canon que señala un auténtico poder ciudadano, al menos da muestras tangibles de inclusión social y medidas redistributivas a través de políticas públicas pensionarias, educativas, comunicativas u otras. Y por supuesto que el desenvolvimiento de las acciones reiteradamente, aunque no como regla establecida, guarda proporción directa con las pautas y los tiempos electorales, siendo esta práctica uno de los vicios que de forma inercial padecen las democracias en vías de formación: las políticas electoreras.

Debido en parte a que persisten las disfunciones y desajustes propios de un modelo de gobierno que aún permanece en su etapa de pruebas, todavía atravesado por los corporativos financieros y empresariales que operan a su vez dentro del concierto neoliberal, además políticamente enfrentado a las contradicciones de origen que subyacen dentro de una de las principales matrices ideológicas, el “peronismo”, y también porque se dieron las condiciones que favorecen la incorporación ciudadana a la esfera pública, se formó una sociedad más activa y participativa políticamente, aunque todavía guarda resistencias y miedos profundos.

La protesta social argentina muchas veces es definida con el estigma aplicado a las dinámicas con tintes corporativistas y populistas que, bajo el calificativo de “movimientos piqueteros”, ha sido constantemente objeto de crítica por parte de actores que ven en ello una forma acostumbrada de comprar voluntades a los líderes que se especializan en organizar y encabezar marchas, las cuales por lo regular terminan en catarsis colectivas, o en un discrecional reparto de “ayudas”. De esta forma es como se consigue apaciguar la inconformidad permitiéndose dichos líderes, entre otras facultades que incrementan sus ingresos o los posicionan con mejores expectativas políticas, elevar los decibeles de las calles y enfurecer a los automovilistas.

Con esta estrategia se disipan fuerzas entre dominadores y dominados, o para expresarlo sin caer en una visión dicotómica, entre grupos de sujetos con distintos márgenes de acción y representatividad que se traslapan dentro del ámbito nacional y cuyos intereses, como en cualquier sociedad, forcejean entre sí por ser diferentes o francamente contrapuestos. Sin embargo, al parecer son los mismos intereses los que enfrentan a los sujetos o grupos, según lo que más comúnmente es posible observar. Si los intereses fuesen auténticamente distintos tal vez el conflicto fuera menor. Precisamente la lucha por los mismos objetos, es lo que mantiene a la sociedad en permanente tensión. Esto es, la mayoría busca mayor y más fácil acceso a la posesión y el consumo de bienes materiales, máxime cuando el auge electrónico de la comunicación se especializa en provocar o exacerbar estas reacciones, lo cual antepone sobre cualquier otro móvil de carácter ideológico, moral, solidario, etcétera. Reflexionar sobre ello nos remite a los andamiajes de la teoría social, la filosofía política o los estudios socioculturales, en sus diferentes perspectivas, así como planteamientos y métodos de análisis, algo que es sumamente complejo e interminable.

Debido al reducido espacio que ofrece un artículo, evito profundizar al respecto y me permito a su vez resarcir la falta haciendo mención de algunas ideas de Foucault, que sugieren una Teoría de la dominación que analice “la relación de la dominación en lo que tiene de fáctico, de efectivo y ver cómo es ella la que determina los elementos sobre los que recae”.


En consecuencia, no preguntar a los sujetos cómo, por qué y en nombre de qué derechos pueden aceptar dejarse someter, sino mostrar cómo los fabrican las relaciones de sometimiento concretas. Segundo, se trataría de poner de manifiesto las relaciones de dominación y dejarlas valer en su multiplicidad, su diferencia, su especificad o su reversibilidad, no buscar, por consiguiente, una especie de soberanía fuente de los poderes; al contrario, mostrar cómo los diferentes operadores de dominación se apoyan unos en otros, remiten unos a los otros, en algunos casos se refuerzan y convergen, en otros se niegan o tienden a anularse. (Foucault, 2002:p.51)

Mas no por tales facetas propias de la lucha por el poder ha de soslayarse o restar méritos democráticos a la inconformidad civil que una vez convertida en protesta pública, sea como marcha, plantón, mitin o cualquier otra manifestación legitimada por la acción colectiva dentro del marco constitucional, busca ser socialmente visible como condición que le permite enviar mensajes o lograr uno o varios propósitos, definidos muchas veces en pliegos petitorios o consignas que resumen una visión de lucha contra el sometimiento. “En este sentido, un movimiento social es aquel tipo de acción colectiva que cuestiona la historicidad, es decir, el núcleo sociocultural del orden establecido, o sea, las instituciones y los valores del Estado capitalista y del mercado, en el caso de las sociedades capitalistas tradicionales, y del monopolio de la información en la sociedad posindustrial”. (Olvera, 2003)

Antes de volverse interlocutores cuestionados o cuestionables, es decir, en el momento previo a que les impregne cierto aire de duda y por tanto se cuestione si llegaron a pactar acuerdos en forma unipersonal (el simple diálogo con la contraparte los puede hacer ver como tales, máxime cuando los ánimos se hallan alterados por el choque frontal de intereses entre representantes del régimen o el Estado y de los sectores que demandan atención y acción gubernamental) por lo regular quienes generan los movimientos civiles que se forman de manera espontánea, como rápida respuesta ante abusos de autoridad u otro móviles, mantienen cierta autoridad moral en cuanto al espíritu que los instila, por lo que asumen la investidura de líderes que dirimen una legítima búsqueda de acatamiento sobre exigencias concretas que pueden ser desde iniciativas de ley, hasta remoción de funcionarios que se les comprueben ilícitos, actos denigrantes o abiertamente criminales.

De acuerdo con lo que anota James C. Scott en su libro “Los dominados y el arte de la resistencia”, (2004.p.32) “Un individuo que es ofendido puede elaborar una fantasía personal de venganza y enfrentamiento, pero cuando el insulto no es sino una variante de las ofensas que sufre sistemáticamente toda una raza, una clase o una capa social, entonces la fantasía se puede convertir en un producto cultural colectivo”.

Las marchas o las “caravanas” como la que hizo el recorrido hace unos días a través de varios estados del norte de México, constituyen, según este ángulo de análisis, acciones políticas desde la sociedad civil que se llevan a cabo sin que llegue a ser esta representada. La reciente actividad ciudadana conocida como “Caravana del consuelo”, difiere además de otras que pretenden influir sobre el sistema político “apelando a la crítica, a la movilización y al convencimiento”, mismas que tampoco logran trascender de manera significativa.

Sin tener elementos como para descifrar qué pretende este agente social, sobre lo que obtuvo de la entrevista con el presidente, lo que resulte será una forma más de representación que asumen determinados actores para sí mismos y para aquellos a quienes suponen en igualdad de circunstancias. La sociedad civil como tal es irrepresentable. Olvera nos explica las razones:


Naturalmente, esta forma de acción es limitada y poco eficiente, pues por definición construye escenarios múltiples, tantos como diversos sean los actores e intereses en juego. (…) Los componentes gremiales de la sociedad civil (sindicatos, asociaciones patronales y profesionales, organizaciones campesinas, organizaciones de colonos, pobladores urbanos) reclaman la representación de los intereses económicos de sus miembros, pero no tienen la legitimidad (en una época tendencialmente poscorporativa) para reclamar la representación política de los mismos. Las asociaciones culturales, deportivas y recreacionales no tienen vocación alguna por la representación de intereses, siendo como son, asociaciones privadas. Las asociaciones civiles tipo ONG tampoco pueden reclamar representación alguna, pues si bien son asociaciones privadas con fines públicos, sus opiniones y propuestas tratan de influir en la opinión pública y en las políticas públicas a partir de criterios de eficacia y justicia y no de derechos sectoriales. Los grupos de derechos humanos y los movimientos sociales prodemocráticos tampoco reclaman una representación, sino que apelan a la aplicación real de los derechos ciudadanos en general por motivos de moralidad pública. Las asociaciones religiosas también son de carácter privado. Es por ello que la sociedad civil en cuanto tal, es irrepresentable en términos convencionales. (Olvera, 2003:p. 32)


El personaje que figura como líder de la llamada “Caravana del consuelo”, rechazó ser asociado con otras resistencias o luchas civiles, y dio razones por las cuales no es pertinente que dicho movimiento civil fuese relacionado con cualquier clase de corriente u organización política ni de carácter alguno. Se trata simplemente de un llamado a la sociedad civil para hacer un reclamo conjunto. Vuelvo a Olvera para explicar cuál ha sido la visión y la estrategia de quien ante todo se define como poeta.

Sólo en un terreno altamente simbólico y en coyunturas extraordinarias la “sociedad civil” puede reclamar una representación moral colectiva: en campañas contra las dictaduras, contra la delincuencia, contra la violación de los derechos políticos, contra la impunidad de la clase política, contra el hambre, por elecciones libres y equilibradas, por los derechos indígenas, por la paz, por una vida digna. Fuera de estas circunstancias, que un grupo, red o sector de organizaciones civiles reclame una supuesta representación de la sociedad civil es un error político que puede traer serias consecuencias. (Olvera, 2003:p. 32)

Pese a este propósito expuesto por el señor Sicilia, el reclamo quedó lejos de una representación moral suficientemente amplia, debido quizá a la forma en la que se dio el acercamiento de este actor con el gabinete presidencial, casi en tono coloquial e inclusive amistoso. Se terminó demasiado aprisa con una expectativa sumatoria que pusiera en juicio político al ejecutivo y su estrategia bélica y policial. Se escindió así de golpe la iniciativa, quedando únicamente el poeta y algunos seguidores frente a la opinión pública. Ahora falta que explique cuál va a ser la siguiente acción y qué pretende lograr, ya que se ha desmarcado de las peticiones elaboradas en las mesas de trabajo que se efectuaron en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Por cierto se muestra como un actor político más en la escena y por lo visto tiene experiencia en ello, participó en las mesas de negociación en Chiapas cuando el conflicto Zapatista, además de alguna intensión que no es todavía suficientemente clara, a no ser que derive en un nuevo partido político o en la adhesión a algún movimiento de los que han surgido en años recientes.

Nuevamente transcribo algunas ideas de Castells, que ayudan a enfocarnos sobre algo que pudiera ser indispensable para ser tomado en cuenta a la hora de convocar a la gente a que deje sus rutinas habituales y preste su presencia en actividades civiles que demandan la fuerza de la reunión:

Resistirse a la programación e interrumpir las conexiones para defender valores e intereses alternativos son las formas de contrapoder que ejercen los movimientos sociales y la sociedad civil - local, nacional y global – con la dificultad de que las redes de poder son normalmente globales mientras que la resistencia del contrapoder suele ser local. De qué forma alcanzar lo global desde lo local, mediante la conexión en red con otros lugares, cómo arraigar el espacio de flujos, es la cuestión estratégica clave para los movimientos sociales de nuestro tiempo. (Castells, 2010: p.84)

¿El espontáneo dirigente social representa mucho menos que hace tres semanas, cuando dio a conocer su plan? ¿Por qué marchó entonces y por qué le acompañaron los demás? ¿Por qué marcha la gente hoy en México, y por qué no?

Para concluir comparto estas reflexiones aristotélicas cuya vigencia se mantiene intacta.
ARISTÓTELES, POLÍTICA (1253A):
"Según esto es, pues, evidente, que la ciudad-estado es una cosa natural y que el hombre es por naturaleza un animal político o social; [....] Y la razón por la que el hombre es un animal político (zôon politikón) en mayor grado que cualquier abeja o cualquier animal gregario es evidente. La naturaleza, en efecto, según decimos, no hace nada sin un fin determinado; y el hombre es el único entre los animales que posee el don del lenguaje. La simple voz, es verdad, puede indicar pena y placer y, por tanto, la poseen también los demás animales -ya que su naturaleza se ha desarrollado hasta el punto de tener sensaciones de lo que es penoso o agradable y de poder significar esto los unos a los otros-; pero el lenguaje tiene el fin de indicar lo provechoso y lo nocivo y, por consiguiente, también lo justo y lo injusto, ya que es particular propiedad del hombre, que lo distingue de los demás animales, el ser el único que tiene la percepción del bien y del mal, de lo justo y lo injusto y de las demás cualidades morales, y es la comunidad y participación en estas cosas lo que hace una familia y una ciudad-estado."


BIBLIOGRAFÍA


CASTELLS Manuel, (2010) “Comunicación y poder”. Alianza Editorial. Madrid. P.84.

FOUCAULT Michel, (2002) “Defender la sociedad”. Fondo de Cultura Económica. México. P.51.
OLVERA Alberto J. (Coordinador) (2003) “Sociedad civil, esfera pública y democratización en América Latina: México”. Fondo de Cultura Económica, México. Pp.31-32

Scott James C. (2004) “Los dominados y el arte de la resistencia”. Discursos ocultos. Colección Problemas de México Ediciones Era. P.32.

viernes, 24 de junio de 2011

El fraude de 2006, los medios de comunicación y el escenario de 2012.

Cada vez que se hace mención del aparatoso fraude electoral que puso a gobernar a quienes ya se les puede culpar de la severa crisis en que se encuentra sumido el país, yo me repito la pregunta: ¿por qué la gente se deja influenciar de forma tan sumisa por las campañas de los medios de comunicación? ¿Qué hubiera sucedido si se controlara la propaganda electoral y no se hubiese permitido la invasión de anuncios en contra de la imagen del candidato más fuertemente posicionado en dicha contienda? ¿Hubiera triunfado la candidatura de López Obrador y con ello el panorama social y político sería muy distinto?

Con la elección de Fox y de Calderón, quedó demostrado que los procesos electorales ya son asunto casi exclusivamente de los medios de comunicación, principalmente las televisoras y cadenas de radio que monopolizan los circuitos por donde fluye y se presenta la información. Estas agencias fueron reiteradamente señaladas como responsables de instalar el miedo como estrategia comunicativa, gracias a que una elite de empresarios se empeña en conservar sus privilegios a costa de lo que sea, ya que éstos no son nada despreciables, como por ejemplo la exención de impuestos. De acuerdo con Castells, “La capacidad para lograr el consentimiento o al menos instilar miedo y resignación respecto al orden existente es fundamental para imponer las reglas que gobiernan las instituciones y las organizaciones de la sociedad”.

En el imaginario político de los mexicanos se resume la visión sobre la alternancia como un simple cambio de mandos, que no llega a tocar las estructuras, ni tampoco permite que se reformen o alteren sustancialmente las relaciones de poder.
Sin dedicar mayor razonamiento cuando se le interroga sobre su opinión acerca de las ofertas políticas, es común que la gente responda que le de da lo mismo quien gane o hasta por quien emitir el sufragio. La decisión se dificulta o de plano se abandona la intención de votar porque finalmente desde esta postura se percibe que, quien resulte triunfador en la contienda hará lo mismo que el anterior, auque fuese de distinto partido.

Por otra parte, en los niveles superiores de toma de decisiones del ámbito nacional pero también en las cúpulas del poder trasnacional, no se concibe que llegue a gobernar alguien que lleve a cabo cambios profundos siempre y cuando éstos resulten benéficos para las mayorías. Tal posibilidad sería en primer término anticlimática para el guardián de México, que ancla su poderío en cualquier nación que muestre flancos débiles como la nuestra, que los tiene debilitados en su totalidad.

Y si, es muy importante que la gente, al menos la que tiene interés en acudir a las urnas, tenga una noción definida sobre el programa político que presentan las distintas opciones partidistas. Es necesario que la sociedad conozca que el operativo que se montó a nivel Estado en contubernio con grupos empresariales, el clero, entre otros, para impedir el triunfo de López Obrador, trajo como consecuencia un país militarizado, con un régimen apoyado en el uso de la fuerza como única respuesta ante la grave crisis que amenaza a las instituciones, a la sociedad civil y a la viabilidad misma del país.

Aún no se sabe con certeza quienes irán a la contienda en 2012, y cuando esta información sea del domino público, lo ideal será recordar lo acontecido en 2006, para evitar que se repita.

Sin embargo, eso no es todo ni tampoco lo peor: Ha comenzado una imparable fuga de capitales al extranjero que posiblemente lleven a tomar medidas que devalúen el peso, trasladándolo de la línea de flotación actual que alcanzó hoy 12 pesos, a una por encima de los veinte pesos por dólar.

“Resulta que la exportación de capitales mexicanos crece a paso veloz, y en este sentido los mexicanos con mayor capacidad económica enviaron más de 93 mil millones de dólares al exterior durante el gobierno en curso para ser depositados en bancos, como inversión directa o para su colocación en otros activos en diversos países, indican informes del Banco de México. El envío de recursos al exterior bajo estas tres formas significó que 94 de cada 100 dólares que ingresaron a México por las remesas de mexicanos que trabajan en el exterior volvieron a salir del país en el mismo periodo. El monto de las remesas fue de 98 mil 801.6 millones de dólares en los 17 trimestres transcurridos entre 2007 y 2011 (La Jornada, Juan Antonio Zúñiga).

Acción Nacional no fue ni mucho menos, la respuesta al deterioro que sufre la nación en todos los órdenes. Las élites del partido vieron con buenos ojos algo que ya venía construyendo el PRI: la derechización del país. Por tanto continuaron la tarea sirviéndose de paso con los jugosos beneficios del poder.

Hoy que las expectativas de conservar el enorme privilegio de gobernar un país moldeado por la corrupción, se ven amenazadas por la movilización de la sociedad en varios frentes y con distinta estrategia, los grupos oligárquicos tratan de mantenerse a toda costa. Para ello seguramente preparan otro golpe a la democracia. Estemos atentos.

miércoles, 22 de junio de 2011

La crisis en México

Si bien tiene fundamento la tesis de que los problemas de cada país no son de su exclusividad, dado que la gran mayoría forman parte de un concierto capitalista global, que por demás está decir que ha entrado en una trepidante crisis, en mucho, lo que se resuelva o no, es algo que compete en primer término a los responsables del gobierno, de la administración pública y de los grupos que influyen en la toma de decisiones de cada nación.
Hace meses fuimos testigos de que el mundo financiero se cimbra, los capitales que viven del capital, es decir el mercado del dinero, entraron en una fase que muchos describen como terminal, donde el exceso de oferta destruyó la demanda generando más pobreza y desigualdad. Tan sólo en América Latina, donde las medidas de ajuste estructural y de estabilización económica prescriptas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) hundieron a la población en la miseria, la cantidad de pobres se duplicó entre 1980 y 2001 pasando de 120, a 220 millones.
Desde que fueron abandonadas o francamente despreciadas las políticas sociales y quedó la economía bajo la égida del Banco Mundial (BM) y el Consenso de Washington de los años 1980-1990, cualquier consideración ligada a la asistencia o ayuda social, aquello que se entiende como compromiso presupuestario hacia el pueblo, al igual que toda medida redistributiva, han sido fuertemente atacados, siendo los propios gobernantes, quienes repuntan este modelo emblemático del capitalismo moderno y ponen todo el aparato del Estado a su servicio. Por supuesto que la agudización de la crisis actual tiene que ver además con presiones o intereses mancomunados con los lobbies del país vecino, que a últimas fechas ha presentado síntomas de pérdida de liderazgo entre las naciones, principalmente en Europa y no se diga ante China, nación cuyo poderío industrial y comercial se hace evidente por medio de una expansión mundial que cada día es más importante en Latinoamérica.
Esta y otras situaciones adversas han obligado a que Estados Unidos reaccione en la forma acostumbrada, utilizando la ley del garrote, lo cual agudiza la problemática mexicana junto con las dificultades que muestran los gobiernos para entenderse con sus pares, a pesar de que en las tres décadas recientes han sido complacientes hasta la abyección, para cumplir con los dictados estadounidenses, principalmente en materia económica, migratoria y de seguridad. La sujeción del país por parte del Consejo de Washington nos priva por ahora de cualquier independencia económica y política. La manera como se formuló y se lleva a cabo el TLC y el Plan Mérida, son ejemplos claros.
Es importante también señalar que al depender los Estados Unidos de las drogas, tanto a niveles de consumo como del negocio que éstas ofrecen, su “socio comercial” México, tiene que jugar un triple rol bastante complejo como proveedor, puente y justiciero de quienes operen por fuera del círculo protegido por ambos gobiernos. Eso explica los más de 40 mil muertos relacionados con esta política de Estado, en lo que lleva la administración de Felipe Calderón, más lo que se sumen de aquí a que sea relevado del cargo.
La severa crisis no es otra cosa sino la consecuencia de sucesivos gobiernos cleptócratas, conformados por gente acostumbrada a servirse del poder, por ínfimo que sea, sin la menor consideración hacia gobernados. Cualquier puesto en los tres niveles de gobierno en México, es entendido como sinónimo de oportunidad. El Estado es percibido como una gran agencia de empleos y negocios a la cual los dos regímenes surgidos de la pseudo transición democrática, impusieron su propia dinámica con la misma fórmula de: a mayores escrúpulos menores posibilidades de hacer fortuna. Por su parte los partidos en lugar de tener desarrollo para favorecer la calidad de la democracia, se revelan como instituciones que enlistan gente ávida de llegar a cualquier cargo de la función pública, a costa de lo que sea y después disfrutar los beneficios de ese golpe de suerte. El pueblo expresa una sentencia que al respecto dice: “a mi no me den, sino pónganme donde haya”.
Igualmente aquella frase porfiriana de “más administración y menos política”, hoy pudiera ser sustituida por “más concentración del poder y menos política”.
Así se inscribe nuestra realidad como nación subdesarrollada que en ocasiones retrocede en la práctica democrática.

lunes, 13 de junio de 2011

La crisis de los medios en México

"Quien tiene la capacidad de decir qué y quién es visible y qué y quién es invisible tiene poder" J. Ramoneda


Se muestran vigorosos, nadie duda de su poder, sin embargo, los medios de comunicación pasan por una severa crisis. Quizá ni sus propios directivos hayan dimensionado de manera suficiente lo que comenzaron a enfrentar.

Por mucho tiempo los medios han mantenido un estaus quo privilegiado. Nadie o casi nadie se mete con ellos y en cambio, ellos se inmiscuyen en lo que les plazca, sin pudor alguno escarban en lo público o privado siempre que reditúe puntos a su favor.

Nos acostumbraron a esa suerte de soberanía discursiva que despliegan sobre el acontecer cotidiano, donde los emisarios o reporteros se abren paso, como si llevaran un cáliz o un arma que todos miran con respeto o cierto temor. El logo de la difusora envuelve con una cubierta de plástico el micrófono que llevan en la mano. Los identifica como acólitos de la noticia que contribuyen diariamente al ritual que escenifica el repaso de los acontecimientos, en un vertiginoso resumen de imágenes y frases cortas que enjuician lo que sucede y a quienes lo protagonizan.

“Ya llegaron los de la tele”, es un lugar común que se escucha en las aglomeraciones que se forman alrededor de un evento, un hecho, cualquier cosa de distinto orden, entre las muchas cosas que le dan sentido al tiempo y al espacio que habitamos. Como que sin la presencia de los de la tele aquello no estuviera sucediendo o no hubiera pasado. Es hasta cuando llegan que las cosas toman relieve. Cuando comienzan a grabar o transmitir los técnicos aquello que los locutores o comunicadores dicen o hacen, es entonces que se percibe esa singular sensación de que todo el conjunto, es decir, locutores y espectadores, pasan a la otra dimensión, la de las pantallas. Hay algo de emoción en el ambiente. Todo mundo se está viendo en la tele.
Lo mismo sucede o sucedía, hasta hace poco, con la prensa. Ninguna actividad podía quedar al margen de la presencia de periodistas. Los salones de hoteles u otros espacios quizá todavía generan buenos dividendos todos los días, al organizarse desayunos que en realidad son lanzamientos de noticias, aunque no todas tienen la suerte de ser publicadas o si acaso en forma muy superficial.
Sin embargo, las convocatorias por Internet ya ganan bastante terreno desafiando las reglas del oficio del periodismo presencial. Esto que se conoce como “la fuente”.


Indicadores primarios de la crisis mediática:

1 Los diarios tienen dificultad para mantener o han bajado sus ventas
2 La credibilidad en los noticieros televisivos se ha desplomado
3 La competencia entre agencias mediáticas crece sin que mejore la oferta hacia las audiencias
4 El Estado se contrae y con ello sus gastos publicitarios
5 Los procesos electorales han tenido modificaciones que tienden a limitar la compra de espacio en los medios
6 La Internet se transforma aceleradamente como la mejor herramienta de comunicación e información
7 Los medios han sido incapaces de crear sus propias redes sociales
8 Han perdido respeto en la sociedad
9 Se han autocensurado ante la escalada de violencia contra comunicadores y en general la que atraviesa el país
10 Se contaminaron con el “mundillo” de los escándalos políticos y de toda clase, que presentan como productos
11 Se revelaron como extorsionadores o cómplices de políticos u otros actores sociales, que les compran protección para no ser exhibidos
12 Los niveles de profesionalización de los comunicadores dejaron de tomarse en cuenta, principalmente en radio y televisión
13 El ingreso al país de canales de televisión extranjeros que superan con mucho en calidad a los nacionales (Discovery, Disney, History, People and arts, Animal Planet, etcétera) les recorta mercados y espectadores. (Hablando exclusivamente de TV)
14 La piratería e irrupción de opciones para obtener a bajo costo o en forma gratuita géneros musicales, los mp3, Ipod, u otros, vuelven menos atractivo el radio para esta actividad
15 La crisis financiera mundial impacta negativamente en sus balances, al depender los medios de tecnología fabricada en el extranjero
16 Los sindicatos de los trabajadores de los medios de comunicación son totalmente blancos, quedando el personal vulnerable, en estado de indefensión ante despidos, abusos o falta de cumplimiento de contratos. Un número importante de trabajadores o empleados de las empresas de medios, operan bajo la forma de “free lance”, sin prestaciones, ni derechos de antigüedad u otros
17 Persiste un desequilibrio de género, dado que los titulares de los principales noticieros, así como directivos y personal, continúa siendo por mucho, mayoritariamente masculino
18 La pluralidad del Congreso inhibe en alguna medida, aunque no de manera suficiente, el avance del poder de los medios al amparo de un marco legal instrumentado para salir beneficiados
19 La democracia ha tenido avances significativos, por lo que en las Cámaras es frecuente escuchar críticas puntuales hacia el comportamiento de los monopolios de la comunicación que operan en México, principalmente las dos televisoras privadas
20 La internacionalización de las noticias ofrece alternativas interesantes como CNN

Después de reflexionar acerca de cada uno de los veinte puntos enunciados, nos parece notorio que algo sucede al respecto, una crisis mediática.
Quizá faltan otras observaciones que pudieran respaldar aún más lo hasta aquí expresado, o bien, matizar la crítica. Tal vez existen más señales de esta crisis que nos afecta como ciudadanía expuesta o de alguna manera en contacto con los flujos mediáticos. Por otra parte, seguramente hay quien no lo considere de esta manera y puede ser que tuviera razón, en todo caso tómese este artículo como un ejercicio de análisis que superficialmente despliega una mirada hacia los medios en el contexto donde operan y los otros multiplicados y dispersos, donde llegan sus mensajes.

¿Esto es benéfico o negativo para la sociedad que depende de los medios para tener contacto con el mundo, en términos de estar al día en informaciones?
Ni lo uno ni lo otro, es decir, en lo que siempre ha sucedido y que haya tenido que ver con medios de comunicación, los receptores escasamente han sido tomados en cuenta. Más allá de conocer si están o no al pendiente de lo que se les transmite, para comprobar el raiting, las audiencias no tienen mayor importancia para los que dirigen los medios de comunicación. Por lo mismo, al no estar ligados a los medios electrónicos de una forma más interactiva, los televidentes o radioescuchas, permanecen hasta cierto punto indiferentes a lo que sucede en el espacio interno de los medios, de ahí que la crisis que se menciona en este artículo, ni siquiera sea percibida por ellos. Si quiebra una empresa o se fusiona con otra, (algo que sucede con más frecuencia que antes) si desaparece del cuadrante o aparece con otro nombre, si Slim entra o no al mercado de la televisión porque se lo pueda impedir Televisa a través del control de las instancias oficiales, es algo que a la gente no le causa mayor interés, o si acaso se comenta sin darle mucha importancia. Se trata de un tema más de conversación intrascendente que a nadie le quita el sueño. Aquí es donde surge la sospecha de que los medios se encuentran sumergidos en una crisis profunda.