martes, 15 de mayo de 2012

El narcoterrorismo en México estrena formas de salvajismo ensañándose con víctimas débiles e indefensas.




Es difícil de imaginar pero existe, una entidad macabra o muchas, que al disputar entre sí la plaza seleccionan víctimas al azar para darles muerte con toda saña y enseguida profanar los cuerpos, como muestra de carácter sanguinario y perverso.
Se trata de bestias que desean provocar daño a otras bestias y para ello usan métodos bestiales, que igual después son contestados bestialmente. Un sinfín de muerte porque la muerte es nada para la escoria asesina que nada parece poder acabar.
Estas bestias creen que hacen daño a las bestias enemigas destruyendo vidas, cuerpos, familias de inocentes, pero se les olvida que el enemigo es igual que ellos y no le importa si mueren miles más. La muerte y la vida es lo mismo para estos muertos en vida. Cada uno sabe que vive hasta que otro igual de muerto decida matarlo.
¿Quién y por qué despertó y enfrentó a las bestias?
Jamás imaginé que llegaría a vivir en una sociedad donde cualquiera de los que vivimos puede ser llevado por la fuerza, ser torturado y finalmente asesinado por el simple hecho de que alguien disputa el poder de vender drogas, armas, o lo que sea en que se transmute el poder para hacer el mal. O simplemente sin razón alguna.
Los asesinos matan a mansalva, escogiendo víctimas inocentes e indefensas al azar, solamente para demostrar a sus enemigos que son bestias temibles. Entonces, los enemigos en lugar de creer que están frente a unas bestias superiores y contener la sed de sangre, repiten la misma fórmula y los únicos que sufren son los martirizados y sus familiares. Las bestias continúan sin tocarse un pelo. Son tan bestias que el sufrimiento que creen causar al enemigo en realidad le causa hilaridad. Éste se queda campante, planeando tranquilamente su siguiente venganza, aunque no tenga nada ni a nadie qué vengar. Matan pensando que se hacen daño y no se hacen nada entre ellos. Matan con miedo que es como morirse en el acto. Así son estos muertos vivientes que matan la esperanza en México.
Esta espiral del terror tiene artífices, seguramente, no brotó como la grama después de la tormenta, sino que es la consecuencia de un plan estratégico en el que se pretende socavar la confianza ciudadana, reducir a la nada los derechos, para finalmente traer el placebo, un ejército flamantemente bestial que se introduzca al territorio a perseguir bestias y cuando acabe con ellas se quedará para exigir su paga. ¿Es por ahí la cosa?, nos preguntamos. 

miércoles, 2 de mayo de 2012

Primer debate entre candidatos al gobierno de Jalisco 2012



Los debates son ventanas por donde es posible asomar un poco al juego democrático.
Ver y escuchar la forma como los debatientes exponen y promocionan sus ideas, al tiempo que restan sustancia o procuran evidenciar las carencias e inconvenientes que conlleva votar por los opositores, nos puede ayudar a conocerlos de forma distinta a lo que muestran los espots. Sin embargo, presenciar debates se antoja más como espectáculo que como una forma que verdaderamente abone para definir la intención del voto.
Los debates en torno a que si varía o no la intensión de voto después de un debate, se mantienen abiertos, no hay resultados convincentes ni estudios que avalen una determinada tendencia. Lo que sí se utiliza como ejemplo son algunos casos que marcaron momentos en que había gran expectativa por los resultados, tal como sucedió con el debate transmitido por radio y televisión entre Richrad Nixon y John F. Kennedy en 1960. Los que lo vieron por la televisión le dieron el triunfo a Kennedy, en tanto que los radioescuchas le adjudicaron el triunfo a Nixon. Obviamente éstos últimos ganaron al ser la radio un medio mucho más masivo. Sin embargo la elección fue cerrada: Richard Nixon (49.9%) frente a John Kenedy (50.1) por lo que difícilmente se puede aseverar que los debates inclinaron finalmente la elección en favor de alguno de los contendientes. En realidad hubo cuatro debates, el primero lo ganó Kennedy, el segundo lo empataron, el tercero Nixon y el cuarto igualmente fue empatado.
Los debates pueden ser analizados y comprendidos al menos desde tres enfoques; a) un enfoque democrático, es decir; tienen, entre otros, el objetivo de atender a la función básica de una campaña que consiste en legitimar el sistema democrático. Para ello es necesario dotar de información tanto a los potenciales votantes partidarios como aquellos otros desinformados o indecisos; b) un enfoque mediático-tecnológico que se relaciona con los componentes tecnológicos, las innovaciones y el potencial creativo de los soportes o plataformas sobre las cuales se monta el debate. “Suele suponerse que si alguien va ganando en los sondeos previos, no hace falta presentarse a un debate. No obstante ello, pareciera que esa regla rígida, en algunos contextos, es cada vez más permeable a una demanda pública y democrática para participar de un debate” (Crespo et al, 2010:201. Y finalmente un enfoque de “marketing político”, el cual analiza las prácticas que subyacen en los debates, considerando especialmente a los actores que participan, sus niveles de emoción, el dramatismo y en sí el montaje escénico que busca la seducción, motivar en favor de lo que se ofrece.
Lo que vimos el día de ayer fue una transmisión con un estilo propio del medio y el contexto local: imágenes centradas exclusivamente en el conductor y en los debatientes, cuando les tocó el turno de participar. Ninguna cámara portátil que mostrara las reacciones en la gestualidad de quienes eran aludidos. Ni un set con mamparas, un bag, decorados, nada. Un exceso de sobriedad que rayó en frialdad. Los de la audiencia nunca vimos cómo estaban dispuestos los candidatos, con quienes se acompañaron ni qué hacían  fuera de su turno para hablar.  Lo que sucedió en el estudio quedó totalmente oculto para los que se quedaron fuera. Obviamente ese era el formato, pero, pareciera que el IFE peca de austero. Si la idea es quitar espectacularidad en aras de que hable la democracia por voz de los candidatos, me parece que la medida adolece totalmente de creatividad. Es como el policía que encierra y reprime antes a los sospechosos para evitar desordenes. Muy severo el árbitro y riguroso para algo tan noble como es la televisión.
Quizá por ello los cuatro se manifestaron nerviosos, sobre todo al inicio. Se les veía como si estuviesen en el banquillo de los acusados en lugar de ir listos para polemizar, atacar verbalmente y defenderse de la misma manera, desde luego acatando las reglas. No hubo la frescura que propiciara una actitud más suelta y por tanto natural o espontánea. Todo fue exageradamente preparado, previsto, calculado, estudiado, lo cual generó finalmente  tanta desconfianza en sí mismos, que hasta se pusieron a leer. Vaya, hasta el conductor se puso rígido y poco faltó para que también se pusiera a leer las reglas. Qué solemnidad chingado.
La mención de un texto aprendido de memoria por parte de Aristóteles cuando inició, no traslució ninguna emoción, era un acto reflejo, que no fijó ninguna idea por su originalidad, espontaneidad ni nada parecido. Movió excesivamente los brazos y las manos, sin que tampoco transmitieran emoción alguna dichos movimientos, más bien eran como para disimular nerviosismo. Utilizó una impostura de la voz y ademanes que se vieron exagerados. Lejos de insinuar algo debatible, se dedicó a actuar un espot ampliado.
Como acierto tuvo la capacidad de no caer en las provocaciones que le hicieron y tampoco perdió compostura para defenderse.
El error más claro es no haber mencionado que encabeza las encuestas que realizan tiros y troyanos, y que esa es la mejor calificación que puede él tener y una de las opiniones a considerar, ya que es la voz de pueblo. No ponderó esa ventaja, tanto de él como de Peña Nieto. Debió agradecer públicamente ese respaldo y comprometerse a ser recíproco. Dejó ir el argumento esencial, su mejor arma política hasta ahora. La gente es fiel al PRI como al Atlas o las chivas. Unas flores al partido hubieran venido bastante bien. Señal de que le faltan buenos asesores en estrategias de comunicación política.
Enrique Alfaro era la figura que todos querían y esperaban ver. Comenzó nervioso igual que el resto de los aspirantes. Se le vio con más edad de la que en realidad tiene, tal vez porque sus asesores le informan de que sus seguidores aumentan entre los jóvenes y requiere ir por votos de personas con más edad. Es una suposición simplemente. Como sea, denota dominio del ambiente político que pretende gobernar, es inteligente, aunque le gana demasiado su visceralidad. Cuando refiere sus fobias políticas, en concreto a quien ha convertido públicamente en su enemigo, RPL, denota un sentimiento muy profundo de rencor y eso seguro que resta puntaje. Como estrategia fue buena en principio, dada la enorme enemistad que se le guarda al líder político que controla la UdG. Sin embargo, la comunidad no se mide por los liderazgos antiguos y recientes, sino por la diversidad que caracteriza a la universidad. Que el poder se concentre y sirva más para unos que para otros, es uno de los grandes problemas nacionales, incluso dentro de las filas de los propios candidatos donde siempre hay dolidos y premiados.
Traer a colación el nombre de este político, sin que viniera al caso, de seguro le acarreará más reacciones negativas que positivas en el pos debate. Los pos debates suelen ser más trascendentes que los mismos debates.
Los universitarios, aunque no simpaticen con el líder en cuestión, no creo que aprueben que alguien meta bronca en la universidad porque quiere cambiar los mandos. La figura de un gobernador tratando de intervenir en los asuntos medulares de la institución como es la remoción de cuadros, lo único que genera es rechazo. El recuerdo de Briseño sacudiendo a la universidad está muy fresco y cualquier acción en ese sentido es percibida como de ultratumba y por tanto causa inquietud.
Los contactos y las llamadas que comencé a recibir coincidían en ello; les pareció muy bien Alfaro hasta que se vino abajo con esas frases, inclusive criticando la Fil. Una de las actividades que produce la mayor derrama económica en el estado. Por muy proyecto padillista que sea, es de lo poco que podemos presumir culturalmente en el país.
Es probable que, como dicen las encuestas, la parte rijosa e inclinación a las rupturas mostradas por Enrique Alfaro lo tengan en último lugar.
Otro error fue no mencionar a López Obrador, ahora que su imagen crece y logra adherentes que en 2006 le dieron la espalda. Debió ser congruente con el discurso de Morena, con énfasis en la justicia social.
Fernando Guzmán y la señora Martínez fueron como la caricatura del debate. Él, con un look como de payaso desmaquillado se veía cómico. ¿Qué ocurrencias de teñirse el cabello como si fuera nacido en Noruega? ¿Por qué darse un aire nórdico tan artificial que parecía que iba disfrazado de algo? No vimos al Fernando Guzmán de la publicidad, lo trocaron por un actor que tampoco sabía de política.
Fue el único que comenzó seguro de sí mismo, hasta parecía que iba para más. Ya ni se fijaba uno en los pelos pintados que le resaltaban por el efecto de la luz. Pero zas, comienza con sus diatribas acusatorias, con todo y enumeración de apodos de los supuestos o reales acompañantes o ayudantes de Aristóteles.  Un discurso pobre, descafeinado, sin propuestas concretas. Padece el efecto Josefina.
La señora Ángeles Martínez? Ya no recuerdo muy bien el nombre. Es un ejemplo de lo ridículo que puede ser un proceso electoral. No por ella, que como mujer y ciudadana merece todo mi respeto, sino por su impreparación para una actividad tan delicada como es la política. Ni siquiera mostró habilidad para leer. ¿El Ife no puede aplicar exámenes a los candidatos antes de que se les dedique fuertes sumas en anuncios, giras, etcétera?
No tiene caso hablar de las propuestas de esta señora o lo que dijo, no recuerdo absolutamente nada. Ni creo que alguien más recuerde algo.
Qué extraño que ninguno de los debatientes mencionó a los candidatos a la presidencia de sus respectivos partidos, máxime quienes están mejor posicionados.
Tampoco denotaron conocer absolutamente nada de las problemáticas regionales del estado; los problemas de los indígenas, de la sequía que azota el norte del estado, de los problemas agrarios por el abuso de los desarrolladores, de la falta de seguridad en las carreteras, de la contaminación en las playas, del potencial económico de lugares como los pueblos mágicos, de la artesanía de Jalisco, como equipales, alafarería, cuchillería, etc.
Pareciera que no han recorrido Jalisco, ni mucho menos conocen sus rasgos culturales e históricos. Como que no han salido de Guadalajara.