martes, 23 de septiembre de 2008

Crimen e inseguiridad en México

I

La masacre de inocentes la noche del grito en Morelia, tiene visos de haber sido perpetrada por un grupo radical que pretende poner en aprietos a sus enemigos.

Preguntémonos entonces a quién le interesa obtener los beneficios de semejante acción y tendremos quizá más posibilidad de identificar a los responsables.

Los asesinos asestaron el golpe donde más laceran a la sociedad.
Cometieron semejante infamia cebándose en gente inocente que se divertía; eso es lo único que tenemos en firme. Sin embargo, aparecen más versiones y pruebas de algo escondido en los entretelones del horrendo episodio.

Elegir las víctimas al azar es propio de terroristas como la ETA, ERI, Al Quaeda y otros grupos extremistas violentos.

El ataque terrorista del quince de septiembre busca agraviar a la sociedad. ¿Con qué fin?

A continuación, algunas hipótesis:

a) Para que ésta reclame con mayor énfasis que se le de seguridad

b) Para que nadie se sienta a salvo y aprobemos que nos cuiden, sin objetar en las medidas que se tomen para ello

c) Una banda de las muchas que operan en Michoacán y en el resto del país, pretende cargar muertos a otra para que el gobierno cobre venganza y acabe con sus enemigos. (Esta hipótesis es la que menos se sustenta, dado el modus operandi de estos grupos, que no encaja con lo que se vivió en la capital michoacana)

No es una casualidad la pretensión que simultáneamente a lo ocurrido tiene Calderón de elevar el presupuesto para militarizar aún más al país. Días antes, había declarado una “guerra en serio” contra la delincuencia organizada. Ante todo esto, surge la pregunta de si alguien le quiso hacer el favor de llevar las cosas a tal extremo que, “cualquier sacrificio por la patria vale la pena”, (hasta se pidió perdón por ello, de acuerdo a lo que informan testigos que dieron datos sobre el “hombre de negro, medio calvo, con bigote ralo”, que soltó una de las granadas) con tal de liquidar a la oposición.

La tragedia que se montó en la ciudad de Morelia deja varias interrogantes, algunas de ellas esenciales para las investigaciones posteriores, si es que las hay. Los testigos hablan de la presencia del ejército a sólo diez minutos de las explosiones. Los soldados aparecieron de pronto en las bocacalles y cerraban las salidas. Ordenaban a la gente que se replegara a las paredes.

Esto significa que el ejército se encontraba en el lugar y dejó escapar a los agresores; circunstancia bastante extraña por donde se observe.

Otra rareza fue que las granadas explotaron en sitios cercanos a la entrada de dos iglesias distantes entre sí. ¿Se trata de un mensaje o de escoger a las víctimas?

Los empresarios han hecho mutis y el presidente titubeó para visitar a los deudos. Cosas separadas que al juntarse señalan para otro lado lejos del duelo que se vive en Morelia.

Por el crimen del hijo del empresario Martí, fueron organizadas marchas con gente vestida de blanco, además, los medios de comunicación alineados hicieron una enorme alaraca para blanquear todo, en cambio ahora permanecen callados. ¿Por qué?

El crimen y la inseguridad que dominan el ambiente mexicano, no se pueden reducir a ajustes de cuentas entre grupos de narcotraficantes o bandas delincuenciales.

Estamos ante una realidad compuesta por múltiples elementos que conforman una lista que comienza con el histórico atraso sociocultural y económico del pueblo, que se ha hecho propenso al delito y continúa con la mención de causas como la corrupción de las instituciones encargadas de la procuración e impartición de justicia.

Se añade a este conglomerado de razones que propician la descomposición del sistema y las consecuentes manifestaciones violentas, la cercanía fronteriza con EU, país que nos ha complicado la existencia desde que ambas naciones comenzaron a formarse.

Apropiados de nuestra economía, vía endeudamientos y acuerdos comerciales, no tan sólo rigen nuestra balanza comercial, sino que han practicado en detrimento de nuestros productores, políticas proteccionistas de sus mercados y hasta embargos, como aquel que sufrieron los empacadores de atún o los ahuacateros michoacanos, con lo que dejan en la quiebra a miles de familias.

Por si fuera poco el intervencionismo militar, comercial, político y hasta religioso, que han operado los estadounidenses hacia nuestro país durante siglos, ahora tenemos el problema mayúsculo de su elevada demanda de drogas y petróleo, en una época donde se juntan varias circunstancias desfavorables para los pueblos más débiles, como el nuestro.

El asunto de las drogas conlleva el problema enorme del trasiego de las mismas, es decir, el narcotráfico. Múltiples operaciones que suman billones de dólares, se realizan para este fin constantemente a lo largo y ancho de los territorios de los países involucrados en esta región del mundo, donde se incluye además Centroamérica y por supuesto Colombia.

Los capitales generados por esta actividad entran en las economías respectivas en forma de “inversiones para el desarrollo”.

Como parte del fenómeno capitalista de lavado de dinero, las operaciones del narcotráfico financian campañas políticas, bancos y hasta movimientos sociales represivos; esos que son capaces de acribillar inocentes con tal de proteger la marcha de los negocios.



II El crimen y la historia mexicana

La historia de México de por si es criminal, en tanto que la cubren hechos de sangre que se repiten en el tiempo. Los siglos XIX y XX registran guerras fraticidas, como las que libraron conservadores y liberales poco después de consumada la independencia.

Hace casi cien años, estalló la revolución en forma de choques de facciones que se disputaban el control militar y político del país. Nada que ver en realidad con una verdadera emancipación de las mayorías explotadas o simplemente marginadas.

Una década de luchas que cobraron alrededor de un millón de vidas, paralizaron la producción y los transportes, se vivió en medio de fusilamientos, al igual que cargas de caballería y metralla, principalmente en el norte, centro y sur, del territorio nacional.

Lo mismo árboles que postes del telégrafo, servían para colgar a las víctimas caídas en manos de los verdugos de los diferentes bandos que componían los ejércitos enfrentados, sin saber a ciencia cierta por qué, más allá de la razón de imponerse la voluntad de los cabecillas que eran auténticos caciques de sus respectivas regiones.

No se acababa de definir del todo un clima que permitiera continuar el progreso sin que lo interrumpieran los conflictos, cuando el general triunfador de la revolución Álvaro Obregón, fue asesinado por León Toral, un fanático ligado al clero, que pretendió según él salvar al país de la conducción de herejes, como éste sonorense y su compadre Plutarco Elías Calles, a quien le estalló la llamada Guerra Cristera, durante su mandato presidencial.

La guerra religiosa conocida como Cristiada, arrastró miles de campesinos; peones y hacendados, que combatieron al gobierno por considerarlo enemigo de la iglesia y por tanto de la fe cristiana. Pocas páginas son tan brutales como los días de los enfrentamientos donde se aniquilaban batallones completos, cuyos soldados eran ahorcados o fusilados entre múltiples vejaciones que practicaban en sus personas las turbas azuzadas por curas y párrocos.

En respuesta, el gobierno enviaba tropas que daban escarmientos no menos cruentos a cuanto individuo sospechoso hallaban en los pueblos o en las soledades de los caminos y montes. No se diga cuando encontraban partidas de cristeros que podían cazar como huilotas para darles soga o almuerzo de balas. ¡Viva Cristo Rey! Era el grito de batalla de estas partidas de gente que conformaban aquellas filas, donde no faltaban adinerados e individuos con sotana. Todos llevaban escapularios, medallas y todo tipo de insignias alusivas a la religión. Inclusive las colocaban en los sombreros o sobre las monturas.

De esta guerra absurda y excesivamente sanguinaria, se recuerdan líderes como Anacleto Morones, convertido recientemente en mártir por el clero. También figura el obispo Francisco Orozco Jiménez, estratega e instigador de la lucha que manchó de sangre inútilmente la historia de los estados donde se escenificaron las masacres.

La entrada de México en la Segunda Guerra Mundial, con aquel escuadrón de aviación 201, marca el abandono del discurso revolucionario por parte del Estado, para dejarlo relegado a ceremonias cívicas. El socialismo de Cárdenas es dejado por los presidentes sucesivos quienes se manejaron obedeciendo simultáneamente a las logias masónicas y a la CIA, que representaba la voluntad e intereses de los de la Casa Blanca.

El petróleo mexicano juega desde entonces un papel primordial en las relaciones entre ambos países. A EU le preocupa que México llegue a negociar con otros el crudo que tiene contemplado para sí, como reserva y abastecimiento para mover su flota.

Los presidentes se vuelven o son de antemano pro-estadounidenses, con la única excepción quizá de Adolfo López Mateos, quien no mostró gran simpatía por ellos. No obstante tuvo que ser el anfitrión del matrimonio Kennedy.

El sometimiento a Washington figura como factor de la llamada guerra sucia del sexenio de Luis Echeverría y el antecedente del sesenta y ocho. Se trata de mantener a México lo más lejos posible de la revolución cubana, al igual que de cualquier síntoma de golpe de timón hacia la izquierda.

La matanza de civiles desarmados que hizo el ejército mexicano la noche del dos de octubre del 68, quedó como un cuadro colocado en el altar que hace la memoria del pueblo a los suyos que mueren como héroes.

Echeverría aplicó la misma receta de asesinar con la represión del jueves de Corpus de 1971.

Nos ha quedado para siempre plasmada la imagen de soldados que están para reprimir y asesinar, por órdenes contrarias a lo que es la razón de ser del ejército: proteger al pueblo, en lugar de reprimirlo y arrebatarle la vida.

A esas víctimas les llaman agitadores o enemigos sociales, cuando sabemos que se trata de individuos que prefirieron morir antes de callar o vender su ideología, que no es sino vivir la justicia hecha realidad para todos por igual.

Se castraron en nuestro país las esperanzas de vivir sin la tutela de los gringos, gracias sobre todo a la americanización de los connacionales, a su veleidad y ambición de poder. Vende patrias les llama la historia. No fueron pocos, ni han sido los últimos quienes sepultaron al PRI; tienen sucesores más pérfidos aún.

La frialdad que cerró ese capítulo con el asesinato de Donaldo Colosio es emblemática; distingue a una clase en el poder que es capaz de abrirse a tratos con toda clase de agencias, incluidas las que viven del crimen y el terror, con tal de ver fluir la riqueza. Entramos así de lleno entonces en la etapa Colombianizada que ya adquirió sello de la casa.

La irrupción del PAN como grupo en el poder que llegó para hacer negocios, que no régimen que vela por la democracia y la justicia social, se combina con la era tecnológica de las armas sofisticadas, los equipos de espionaje ultramodernos, los automóviles blindados, telecomunicación con claves especiales, ordenadores, videocámaras satelitales, posicionadores GPS, cultivos hidropónicos, biología molecular y transgénica, entre un sinfín de artículos y dispositivos desarrollados para distintos usos de la vida moderna, pero que se aplican para que el crimen organizado trabaje mejor.

El crimen organizado es global como la economía, pero a la vez es neoliberal en tanto que se mimetiza con el sistema económico que rige por cuenta de las trasnacionales y sus socios.

A los capitalistas no les importa realmente el origen del dinero con tal de que fluya sin altibajos que espanten la clientela y sus fortunas.

Abundan las lavanderías gigantescas ante las cuales los casinos e hipódromos son cosa del pasado. Se trata de grandes desarrollos turísticos e inmobiliarios, empresas privatizadas que fueron del Estado, aerolíneas y empresas de seguridad, transporte y hasta medios de comunicación. El mundo financiero es el purgatorio y finalmente el paraíso del delito.

Lo que vemos ocurrir en México se explica de varias formas: Por una parte las bandas sacan provecho de un Estado débil y corrupto, al que le hacen la guerra lo mismo con el fin de debilitarlo causándole bajas para acrecentar el imperio delictivo, que también con la idea de desmotivarlo a perseguirles y puedan trabajar en paz.

En respuesta, el gobierno se organiza desde la lógica militar y emprende una campaña que con el tiempo la vuelven guerra contra estos grupos armados que son hostiles porque defienden su negocio. Logra así, desde su perspectiva, legitimar su cuestionado origen y presencia, a la vez que al permitir que se deshagan entre si las bandas criminales, se resten delincuentes que le cuesten al Estado su aprehensión y confinamiento en cárceles.

Por todo esto, vemos como algo imposible salir de esta espiral de violencia, que en mucho se relaciona con el sistema económico elegido por los gobernantes abrazados al neoliberalismo desde hace unos treinta años, aproximadamente.

Si no cambia la política y el sistema económico, no cambiará el destino del país que cada día se ve más sombrío. Nos ahogamos en un caos de injusticia, desigualdad, delincuencia y miseria. Los más pobres se aferran a lo que pueden pero ya no resisten más. La gente prácticamente no come, como lo requiere un ser humano. ¿Y todavía tienen el cinismo de pedir unidad? Es de retraso mental esta ocurrencia, como lo fue responsabilizar a toda la sociedad de los secuestros y asesinatos que se cometen a diario. Son disfuncionales o de plano tarados quienes dirigen el país. A los hechos me remito, están a la vista sus desatinos y falta de ética. ¿Y, qué creen? Ya pusieron la mira y echaron a andar la maquinaria para quedarse en el poder. No traen otra cosa en la cabeza que diseñar y organizar otro fraude en el 2009. Pobre México con este PAN con pócima.

lunes, 22 de septiembre de 2008

México con eme de muerte

El terror que se posesionó de México sin duda guarda relación con la descomposición del aparato que gobierna. Los delincuentes más sanguinarios son algunos de sus productos. Vía ejército o grupos policíacos, se les da el adiestramiento y las armas que después utilizan contra ciudadanos que son sorprendidos y convertidos en sus víctimas. Quién sabe en qué mundo viven los uniformados que no se han dado cuenta de que el pueblo, la sociedad, esa ciudadanía que les da de comer a ellos y sus familias, les tenemos miedo o absoluta desconfianza. Estamos informados de sus vínculos con el crimen organizado. Hemos atestiguado muchas veces de qué manera se hacen justicia por sus propias armas. Definitivamente no hay razón para congratularse con estos “cuerpos” adiestrados para matar. ¿Que sirven para ayudar en casos de desastre? Sin duda, pero ya sería el colmo que no fuera así, aunque ésta no es la función de un ejército: esperar a qué hora la naturaleza se excede para actuar. Habrá que desmantelar y reorganizar esta maquinaria ya que se convirtió en parte del problema en vez de solución.
En las comunidades muchas veces la gente prefiere apoyar a los narcotraficantes, porque al menos ofrecen algo de empleo y ayuda económica cuando requieren, en lugar de dirigirse con la tropa que viola, mata y arrebata lo que puede. La CNDH cuenta con numerosos expedientes sobre tales atropellos. Ya vimos lo sucedido en Atenco, Oaxaca y las comunidades indígenas zapatistas, entre otros grupos étnicos, que por siglos han padecido las incursiones de gente armada oficial y no oficial.
De la misma manera en que ignoramos a ciencia cierta que se proponían los que a costa de todo, incluida la seguridad nacional, “aiga sido como aiga sido”, llegaron al poder, tampoco sabemos exactamente por qué se mata tanta gente todos los días con excesivo salvajismo.
Por la forma tan necia en que Calderón y sus compinches actúan para entregar el petróleo a la voluntad de los gringos, podemos inferir que se trata de un compromiso a cambio de la ayuda prestada para desactivar al principal adversario político de la pandilla, lo cual le permitió ponerse ahí y finalmente acelerar el desastre.
La postura militarizada y autoritaria como forma de asumir el “combate al narcotráfico y el secuestro”, igualmente tiene rasgos de arreglo con los mismos vecinos, ya que el pentágono es el proveedor principal de armamento y “logística”, por supuesto de modelo atrasado, de estas fuerzas mexicanas. No olvidemos tampoco el estatus de gran consumidor de drogas que tiene la sociedad estadounidense y que si se le cortan las vías de abastecimiento aquello se volvería un pandemónium.
Nunca se nos dijo cómo se piensa sacar el país del atolladero sangriento en que lo metió Acción Nacional. Solamente escuchamos palabrería de la que podemos deducir la capacidad y calidad de gobernantes que padecemos. Un guión de películas como los que se escribieron para las de Clavillazo, Tin tán o Cantinflas, tiene mucho más lógica y sustancia que las cosas que salen por la boca de estos humoristas involuntarios que son Fox, Calderón y ni hablar del resto de los que han formado sendos gabinetazos. (Con honrosas excepciones, desde luego, como el doctor Frenk, ex secretario de salud) El problema es que la comicidad residual de la ignorancia que muestran estos ilusos, principalmente los que infortunadamente se colocaron la banda presidencial, se revuelve con la perversidad que convierte a las respectivas familias, socios e invitados al festín, en seres privilegiados para los cuales la ley es letra muerta, igual que la parca que anda en pos de las víctimas de un sistema organizado desde la visión de los más rapaces en lugar de los más capaces.
Era evidente que las acciones fraudulentas de los coludidos para imponer a Calderón, llevarían al país a este callejón siniestro. De ahí que se movilizaran cientos de miles de ciudadanos que a la fecha se mantienen con firmeza para defender a la patria. Espero que no respondan al justo reclamo del pueblo acribillado por la pésima política, con baños de sangre, como parece anunciar el discurso de los que se parapetan en la simulada legalidad y constitucionalidad, con la que urden sus negocios y los llevan a cabo, ante el pasmo de la sociedad.
En lugar de abatir la pobreza y combatir la desigualdad, se persigue a los que se manifiestan para evitar las ruinas en que convierten a las instituciones y al propio Estado.
En vez de operar con política social, investigación sobre el origen de fortunas y otras medidas coadyuvantes para recuperar la estabilidad, se eleva el presupuesto en armas y elementos que las utilicen.
Ni un solo funcionario corrupto o familiares beneficiados fue tocado por la justicia de estos gobiernos que propusieron un cambio y realmente lo llevaron a cabo pero en sentido inverso. ¿Así cómo creer en sus dichos y aspavientos?

Atentados

En México abunda gente capaz de secuestrar, torturar, descuartizar y abandonar pedazos de sus víctimas. Sube el nivel del horror a medida que las mentes más enfermas se especializan y encuentran lo nuevo para hacer sufrir a los que cayeron en sus manos y de paso a la sociedad que tiembla ya de miedo.
Nunca fue un país seguro, de acuerdo a la fama internacional y local ganada a pulso, sin embargo, es necesario reconocer que los yerros en la política económica y en todo el aparato gubernamental, incapaz de organizarse y responder a la altura de un Estado soberano, agravaron la situación.
Las políticas empleadas y la forma de conducirse de estos gobernantes se perciben pusilánimes y convenencieras con los extranjeros y extremadamente insensibles y burdas hacia las bases sociales. El repudio popular es otro ingrediente de la crisis.
Lo único que tiene consenso entre los distintos grupos y/o actores sociales, incluido el clero, es la sensación de que el país se deshace.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Cuenta regresiva: ¿renunciará Felipe Calderón?

En memoria de Pepe Zamarripa de la Peña, ciudadano ejemplar. Que se cumplan sus anhelos de cambio para el país.
¡Hasta siempre, compañero!


El rumor de la renuncia de Calderón se instala en los imaginarios colectivos como si se tratara de algo inminente. El próximo desastre natural o matanza colectiva del crimen organizado e impunizado, situaciones que no parecen lejanas en medio de tanta precariedad, puede arrastrar la presidencia que nunca debió llegar a ser. Algo extraño se cocina en el ambiente y huele a trama internacional, concretamente a gringada.
Sacar algunas cuentas del malogrado período de ésta presidencia particularmente enemistada con la mayoría de ciudadanos, ayuda a ver el balance y comprender que esto se cae porque se cae.
En primer lugar tenemos la economía estancada apenas arriba del dos por ciento de movimiento del PIB y con amenazas de retroceso que no hay por dónde atajar.
La crisis financiera estadounidense, que por cierto no ha llegado aún a su momento más álgido, nos arrastra hacia mayor incertidumbre. Los precios se disparan al tiempo en que los salarios se resquebrajan.
La cartera vencida por créditos al consumo es alarmante puesto que se ubica cerca del 60% de los usuarios. Más de la mitad de ellos han dejado de abonar a las tarjetas y enfrentan juicios que repercuten negativamente en su economía. Rondan los fantasmas del Fovaproa.
Los precios de la “canasta básica” se duplicaron en año y medio, en tanto que el salario promedio no ha tenido incrementos más allá de cuatro por ciento. Es asombroso cómo ha resistido la población este embate de los millonarios, muchos de ellos extranjeros, que la exprimen al amparo del gobierno que debiera ayudarla en su desarrollo, en lugar de esquilmarla y entregarla a la voracidad de las trasnacionales.
Descarrila el tren de las manos limpias en un caos de corrupción, impunidad, crimen. Lo único que se mantiene a salvo todavía es la gran riqueza petrolera; seguro pretexto para la intervención yanqui que se fragua allá y aquí.
En auxilio del incapaz funcionario impuesto por los capitales nacionales y extranjeros que tienen intervenido a México, vendrán seguramente los marines y demás fauna militarizada para combinarse con las fuerzas o lo que quede de ellas, después de las batallas internas contra jóvenes caídos en la delincuencia local, es decir, los de las bandas o cárteles, al igual y principalmente contra los grupos en resistencia conformados por ciudadanos que repudiaron el fraude electoral de 2006, entre otros de la izquierda divididos en corrientes y movimientos campesinos, estudiantiles, indígenas, trabajadores, maestros, ciudadanos afectados por desastres o negligencia gubernamental y otros organismos civiles inconformes que se manifiestan por desesperanza o agravio, en todo el territorio nacional.
El hartazgo es sumario, por lo que los escenarios violentos van en aumento. Desde secuestros en todas sus variantes, hasta saqueos al erario como modalidad refinada (amparada con bendiciones) por la clase gobernante actual.
La moral se desmoronó revuelta con la inhabilidad para el manejo de la representatividad popular. Hay un cráter institucional que es reemplazado o rellenado por grupos de poder fáctico, de gran peligrosidad para la menguada estabilidad. La debilidad del Estado compromete la soberanía y la paz. Es la cuenta de la política regresiva.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Cocinar con rescoldos

La parte álgida del incendio universitario, que dejó al que lo prendió más chamuscado que un judas después de Semana Santa, ha transcurrido sin mayor novedad que los exagerados calificativos que algunos editorialistas experimentados y otros advenedizos que apenas balbucean dos o tres ideas que canjean por chayos, han vertido en distintos medios.
De los primeros, cito a Diego Petersen, quien utilizó también el calificativo de “golpe de Estado”, a lo acontecido en el Paraninfo universitario durante el curso de las horas del viernes último del mes de agosto. “Los golpistas” les llama la prensa amarillista.
Nada que ver en realidad con un verdadero golpe de Estado, La universidad ni es Estado, ni lo que vimos fue propiamente un golpe. Al rector destituido, sea cual haya sido el desenlace de la reunión que él mismo convocó, se le hubiera hecho imposible manejar una situación totalmente adversa, reflejada en el ánimo de casi la totalidad de los integrantes del Consejo General Universitario. Aquí se confunden los analistas que ven influjos de Padilla moviendo voluntades, cuando las aspas que hicieron girar el engranaje que provocó la caída de Briseño se activaron desde su propio estado mayor, (para utilizar términos ajenos a la jerga propiamente universitaria).
Lo que caló y finalmente desencadenó la animadversión de un grupo de universitarios representativo, constituido como el órgano superior de gobierno de la institución, fueron varios factores provenientes del propio funcionario caído y su grupo. En primer lugar su afán de ir por más en la piñata de la política. También hubo enfrentamientos constantes con directivos al imponer en sus decisiones el antipadillismo que le llevó a donde está. Se acorraló en sus propios desplantes, ocurrencias y discursos, de los que después se desdecía. Patético.
Al parecer, nadie estaba informado de que precisamente quien lo sostenía, a pesar de tanta información que le llevaban en contra de su pupilo, amigo, compadre, sucesor, etcétera, era quien se convirtió finalmente en el blanco principal de sus ataques. Raúl Padilla se negaba a aceptar lo que le comunicaban. El de la Ciénega había sido su apuesta, por tanto, hizo todo lo posible por mantenerlo en el cargo, pese a que su estilo personal chocaba con todos los demás del equipo. Lo defendió hasta donde pudo o mejor dicho, hasta donde se dejó defender antes de volverse converso.
El momento clave fue cuando el licenciado los dejó hacer su voluntad, ya no metió las manos por él e inclusive se le hizo invisible, como suele hacerlo cuando lo indica la estrategia. Le jugó al teléfono descompuesto. No más interlocución. El jefe del clan se lavó las manos y se dedicó a sus asuntos, hasta que los alaridos mediáticos lo regresaron al redondel; la faena comenzaba en la medida en que el burel enloquecía.
Lo demás fue dejarlo hacer y decir. Tanto que les dio miedo a propios y extraños, entre los cuales hubo excelentes prospectos para convertirse en aliados.
La agresividad fue mucho más atropellada que objetiva. La verborrea generó efecto contrario, es decir; desconfianza. Al que se le oye maldecir y pelear o se le teme o se le cobra distancia y eso sucedió. Ya se desmarcó la mayoría; pintaron su raya para no verse en la foto con Briseño. El gobierno del Estado encabezó la lista.
Algunos no tuvieron tiempo o de plano están muy comprometidos, no se hicieron a un lado. Ya los captó la imagen instantánea que guarda para siempre lo que se vio.
Es tan cimarrona la política que el más encumbrado puede amanecer un día como apestado. Cada quien se labra su sitio.
Crítica a “Crítica”.
Entre las desproporciones más simpáticas de la jornada mediática que se vivió en suelo tapatío y jalisciense, me llama la atención un encabezado que publica un semanario golpeador que dice así: “El día que calló el muro de Padilla”. Cual si fuese el muro de Berlín. ¡Zas! El incólume “muro” está más fuerte después de la gimnasia que tuvo que hacer. Según lo que resultó del sainete briseñista, éste se encuentra en forma, “le hicieron lo que el viento a Juárez”. A propósito, la expresión se originó en la ciudad de Campeche, donde se tiene un enorme monumento erigido a la memoria y honra del benemérito. Ahí soplan vientos huracanados que en ocasiones sacan el mar hasta las mismas calles de la ciudad, llevándose infinidad de objetos por los aires o provocando desbordamientos por las crecientes de los ríos. Al monumento no le ha pasado nada en medio siglo que lleva en su pedestal.
El director de dicha joya del periodismo local, según tengo entendido se trata de un restaurantero que le ha dado por escribir de política y cobrar, por supuesto, los espacios que le dedica el pasquín a los que no les queda otra más que pagar por que los alquilen, se fue más lejos: dice en un sesudo editorial que titula “Universidad secuestrada” que presenció un “proceso oscuro y un tanto violento”, donde “alrededor de 140 de 158 presentes tomaron una decisión histórica sin razonamiento alguno, enfrentados a sus más primitivas emociones tribales. Ese salvajismo duró sólo unos segundos”. ¡Sopas! Como analista es muy buen cocinero de mariscos este señor que seguramente no está enterado de la resolución del Tribunal Colegiado que revoca a Briseño Torres la suspensión provisional que el Juez Tercero de Distrito le otorgó el lunes pasado. El mismo Tribunal declara fundados los argumentos del nuevo rector y pide al Juzgado de Distrito retractarse.
No vaya a escribir este empresario articulista que la universidad está secuestrada por la ley. Ni modo, no más chayos de la coordinación de medios UdG, para este “medio informativo” que ha proliferado como hongo por tanta pastura que dan los políticos de la pradera.
Lo que sigue.
Algunos le van a seguir el juego a Briseño hasta donde se le acabe la chequera. Hasta la lujosa suburban negra que se llevó ya se la reclaman. Es patrimonio que debe regresar. Por cierto, si le sigue buscando puede ir a parar hasta Puente Grande. De ese tamaño es la derrota que se fabricó a pulso. Debería saber que también le han armado un buen expediente donde aparecen desde apoyos a campañas de políticos, hasta el uso de la nómina para cubrir gastos que no tienen nada que ver con “las funciones sustantivas de la universidad que son la difusión de la ciencia y la cultura, bla, bla, bla, etc.”.
No le quedan más que dos cosas: conseguir alojamiento y trasladarse con su familia a una ciudad remota, que le puede acoger en un autodestierro donde al menos encontraría la tranquilidad de la compañía de los suyos o bien, unirse a las filas de los resentidos de siempre. Quienes lamentablemente quieren “recuperar” la institución con saliva y aspavientos. Incapaces de generar un proyecto universitario siquiera en papel, mucho menos van a poder realizar lo que sea necesario para forjar un rumbo acorde a los tiempos. De esa madera no salen más que astillas.
La experiencia sirvió para que apareciera el verdadero rostro de muchos actores. Se mostraron en su tinta las motivaciones de algunos y nos dimos cuenta de que entre la fauna que acudió al llamado del escándalo, había varios lobos con piel de oveja.
La universidad, sus líderes, la asamblea de gobierno, retoman el rumbo y enfilan hacia el porvenir. Qué mejor que en manos de académicos la rectoría y vicerrectoría, para equilibrar las fuerzas que se disputan el timòn de la nave.