miércoles, 31 de mayo de 2017

Delfina, MORENA y AMLO ganarán el domingo

El próximo 4 de junio será un día decisivo para la política y la lucha por el poder entre las distintas corrientes y partidos, ya que se disputarán 212 ayuntamientos en Veracruz, además de las gubernaturas de Coahuila, Nayarit y el Estado de México. Este último es clave para el escenario electoral de 2018, debido a que el triunfo de la candidata de Morena, la profesora Delfina Gómez Álvarez, significaría estar más cerca de lograr la presidencia por parte del líder de su partido Andrés Manuel López Obrador. Con ello también subiría en la próxima elección federal la votación favorable a esta opción política en la totalidad de los estados, principalmente en los del centro del país. Esto configuraría grandes cambios hacia el 2019. Es previsible un triunfo contundente el próximo fin de semana por parte de la candidata de MORENA, que dejará a sus contrincantes muy lejos de obtener la cantidad necesaria de votos como para estar en condiciones de hacer algún reclamo. Sin duda será rotundo y arrollador el triunfo. Habrá motivos de celebración para este partido al tiempo que se marcará el comienzo de la debacle del resto que no hagan alianzas. Es más, ya comenzó la fuga. A lo largo de unos veinte años, el ex candidato presidencial en dos ocasiones, ha demostrado una habilidad especial para el manejo de las agendas. Cuando fue gobernante de la Ciudad de México, acostumbró hacer ruedas de prensa diarias a las seis de la mañana y ahí estaban los reporteros puntuales para no perderse la nota del día. Eso fue una impecable imposición de agenda, un marcador de lo que a su conveniencia debía estar en las noticias locales y en muchas ocasiones en el ámbito nacional, donde se elevó el interés de lo que acontecía alrededor del Peje. Con ese mismo ritmo estratégico volvió a tomar la batuta de la política nacional, desde fuera del tablero, sin cargo alguno y su popularidad no deja de aumentar. El vaciamiento de ideas, principios y cualquier atisbo de ética, en la forma como operan los partidos políticos, han fortalecido más que ninguna otra cosa la imagen de esta corriente que encabeza el tabasqueño, aunque sea otro partido más. El anti PRI se volvió viral en las redes sociales al igual que en el espacio de la vida diaria de millones de mexicanos. Peña Nieto en gran medida es responsable de este desmoronamiento de credibilidad y empatía que sufre el tricolor. Todos los factores de baja economía, alzas, falta de oportunidades, empleo, etcétera, no alcanzan a inflamar tanto el ánimo de la gente como el tema de la inseguridad junto con la impunidad. La total y absoluta falta de justicia agobia a la población y se acusa al presidente. Ante el descontento, el coraje y el desánimo que muestran los ciudadanos, no hay forma de que gane el PRI en el Estado de México. Esto quiere decir que en el 2018 tampoco estará en el ánimo de los votantes dar oportunidad de que ocupen cargos los candidatos de esta filiación. El error de haber elegido y lanzado por medio de Televisa al candidato presidencial, ha costado demasiado caro a las aspiraciones del instituto político que perderá el Estado de México y unos meses después la presidencia de la República. Les dolerá a sus cuadros que no podrán conservarla más de un sexenio, con toda la oportunidad que se tuvo de mantenerla durante muchos años a lo largo del siglo, como sucedió en el anterior. Así culmina el efímero regreso del PRI y quizá ya el último, pues las cosas cambiarán desde la raíz. El gobierno de López Obrador desmantelará las redes de corrupción, el clientelismo utilizado para engrosar filas, los conflictos de interés y todo aquello que le ha servido siempre al partido para conquistar y ocupar el poder, incluida la sucia connivencia con los medios de comunicación agrupados en monopolios desinformadores enriquecidos con el erario público y las componendas bajo la mesa de donde obtienen su inmunidad. Del que no se sabe bien qué pasa ahora y qué va a pasar, es el del PAN. Se quedó sin líneas de ataque y defensa. Con una dirigencia reducida al berrinchudo carácter de un joven que actúa como rudo pero que se queda en prepotencia simple, demasiado pueril y errática, disparos de salva, además con cartuchos viejos. Esta opción partidista no puede ofrecer mucho de momento para la competición política, a no ser la puesta en oferta de sus adherentes y simpatizantes para que apoyen a candidatos oponentes a López Obrador, amén de que consigan aspirantes de donde sea con tal de mantener el control de la enorme geografía política que todavía ostenta. El compromiso de alguien para imponer a Josefina Vázquez como candidata para el Estado de México, fracasó de forma estrepitosa. El 4 de julio habrá una candidata hundida que, junto con otros en la misma condición, servirán de utilería y escenario para el triunfo de Delfina. De su parte Del Mazo y sus huestes se encabritarán y harán escándalo con el apoyo de los medios que compra por anticipado el aparato priista para que como siempre lancen diatribas contra todo lo que lleve la marca AMLO. Pero finalmente acabará este capítulo de la novela negra que es la política mexicana, al perderse el bastión más importante para la estructura comicial (el Estado de México, con sus 45 distritos locales, representa casi el 14% de la fuerza electoral de la República Mexicana) que apoya al PRI a nivel nacional. Atrás quedarán los tiempos del otrora poderoso grupo Atlacomulco y sus familias comportándose como dueñas de los cargos públicos. Se les hizo el sueño mayor con un presidente, pero se convirtió muy pronto en la peor pesadilla de su historia reciente y en la tumba imaginaria en el ánimo popular. Ahí descansarán los restos estatales del partido a partir del próximo domingo y hasta después de lo que suceda en el 2018, que no le pinta nada bien.