lunes, 17 de octubre de 2011

Amigos

Para Manuel Rojo Montis, mi amigo.



“El azul es el color de los amigos porque es la llama más pura”. Octavio Paz



¿Qué sentido tiene hablar hoy de lo que son los amigos? En este mundo enfermizo por la indiferencia, ¿qué lugar le quedó a la amistad? ¿Alguien se acuerda del valor de esa relación humana tan extraña y a la vez tan familiar que en ocasiones es más fuerte que un lazo de sangre? ¿Por qué elegimos amigos y cómo es que ellos nos eligen?

La amistad nos puede llevar a momentos de dicha que se imprimen para siempre en la conciencia. Durante la infancia, cosechamos el cereal dulce de los amigos con quienes en complicidad derrochamos las horas, haciendo cualquier travesura. Nos asomamos desde entonces al mundo de quienes elegimos en un mutuo acuerdo de elección, para ser nuestros compañeros de juegos y andanzas, a su vez que ellos asomaron en nuestras vidas. Convivieron con la familia como uno más que se agrega a la intimidad y le toca ser testigo de todo aquello que traslucen las almas, para bien o para mal, dentro de los muros que las resguardan y que es muchas veces distinto a lo que éstas proyectan hacia afuera.

Más tarde, los verdaderos amigos se quedan en el círculo armonioso que envuelve y proteje de las vicisitudes las perlas imaginarias que hacen a los amigos durar como tales toda la vida. Se trata de trozos del tiempo que se vuelven guardianes de cosas acontecidas que se llevan atadas en el alma y nos hacen más luminosa la existencia. Unidos porque afrontaron sin separarse lo que trajo el destino, los amigos son los protagonistas de las vivencias que jalamos del recuerdo como retratos que poco a poco se borran de la memoria. Nos recrean así las ocurrencias pueriles que registramos y aunque lánguidas no dejan de latir.

Los amigos, aprenden un lenguaje propio de su contexto de amistad que es de dos, tres, cuatro y a lo sumo cinco, porque rara vez son más grandes los círculos de amigos que lo sonen toda la extensión de la palabra. Se cuentan con los dedos de una mano, dice la conseja popular. Es que los amigos nos miran con rayos X, no les podemos ocultar nada y tampoco es de amigos hacerlo. Nos ven el alma, dirigen la mirada hacia nuestros pensamientos y nos entendemos con ellos sobre todo a base de sentimientos más que con palabras. Con los amigos no calculamos cómo caminar a su lado porque nos ocupamos de cuidar su andar. Los amigos nos acompañan, por algo son compañeros, la mejor compañía en la vida después de los padres,consortes e hijos, que igual en ocasiones no llegan a ser tan blandos como la amistad.

La humanidad le debe engran parte su existencia a la amistad. Y sin embargo, la historia ha sido ingrata al omitir el tributo que debiera para con este valor espiritual que pudiera ser tomado como otro distintivo de la razón e inteligencia de la especie, cuando ésta puede mostrar algo de razón e inteligencia.

No es posible concebir los grandes cambios, las revoluciones que transforman constantemente a las sociedades y al mundo, sin grupos de amigos que se hacen fuertes entre sí y emprenden las hazañas más fabulosas. Es imposible imaginar que el mismo Jesús,quien se acompañó de otros hombres para llevar a cabo su plan de transformar a los seres por medio del amor que llevaba en su mensaje, no haya tenido con ellos una relación de amistad, la cual sirvió para sellar el compromiso que los inmortalizó. Antes de ser su guía, el maestro, era el amigo.

Colón viajó acompañado de excarcelados, rufianes de toda laya, pero también amigos, sin lo cual no hubiese sido posible avanzar ni cien leguas en ultramar. Lo mismo se puede decir de los expedicionarios que fueron revelando el mundo y también de otros que, unidos por la ciencia, además de la amistad, hicieron posible toda esta realidad que conocemos, tal es el caso de los inventores y desarrolladores de la Internet.

Hasta el fiero y a la vez taimado Hernán Cortés, también se acompañó de individuos que de alguna manera fueron sus amigos, además de compañeros de armas y de conquista. Aunque el poder suele alejar a los amigos.

El Ché, los hermanosFidel y Raúl Castro, Camilo Cienfuegos y otros que se alinearon a combatir contra la dictadura de Batista a finales de los 50 en la isla de Cuba, seguro que fueron buenos camaradas. Un camarada jamás deja a otro en el campo debatalla abandonado a su suerte. Si es herido busca la forma de rescatarlo y hasta el cuerpo, cuando se trata de una baja, lo buscan temerariamente los amigos para entregarlo en casa. El amigo en la guerra muere por el amigo. Es común que así sea.

A través de los años comprobé que a través de los años los amigos también nos pueden dar el tesoro de la cordura, pues por ellos se eleva la autoestima y salen del fondo del alma las ideas que alertan al pensamiento. Se puede decir que son un aliciente básico de nuestro despertar, ellos nos propinan la primera sacudida que nos despeja la cabeza de cosas nebulosas e incomprendidas. Los amigos nos enseñan de esta manera a calzarnos la dignidad.

Sin embargo, muchas veces nos encontramos rodeados de amigos sintiéndonos totalmente solos, vacíos y angustiados. Quizá por eso, hace muchos siglos, hubo quien teniendo amigos, íntimos amigos, pasó por esa pesadilla de abandono y su conciencia le dictó que imaginara un amigo que siempre estuviese presente, a cualquier hora y en todo lugar. Alguien que velase por él, que le acompañara y peleara a su lado contra todo enemigo, que no lo dejara jamás en ningún peligro, pero a la vez buscó quien lo inspirara con ideas para salir airoso de la aventura de vivir y de ser posible conquistar el mundo, entonces imaginó a Dios.