sábado, 16 de junio de 2012

#YoSoy132




Si el agrupamiento estudiantil #Yo Soy132 hubiera acudido a una agencia de comunicación con el fin de recibir asesoría que ayudara a encontrar un nombre idóneo para esta manifestación colectiva de jóvenes universitarios, los creativos quizá no tendrían mejor idea acerca de cómo llamarlos, que esta que surgió gracias a la espontaneidad y las circunstancias.

Los del #Yo Soy132 se auto proclaman de esa manera cuando una de las formas del autoritarismo del sistema, los redujo a un dígito inferior a 132, es decir; únicamente 131 jóvenes que se grabaron en un vídeo mostrando su credencial de estudiantes. Ellos simplemente quisieron quitar el estigma que trató de imponer la cúpula priista, tildándolos de “manipulados”. “Son 131, no son estudiantes y los tenemos ubicados”. Con palabras más o palabras menos, esto es lo que dijo el presidente nacional del Partido Revolucionario Institucional PRI, en respuesta a la manifestación que tuvo lugar hace unas semanas en la Universidad Iberoamericana.

Como un resorte apareció el # 132 y estos dígitos se imprimieron en el imaginario social, no como una cifra sino como un símbolo: ahora son 132 multiplicados por decenas de miles.

¿Qué buscan?

Todo fue tan espontáneo que no se tuvieron en principio respuestas precisas, cuando interrogaba la prensa a los muchachos, solamente era claro que las aspas que impulsaron desde el primer segundo de vida a este consenso de jóvenes, consistieron en el rechazo a la figura de Enrique Peña Nieto, candidato por el PRI a la presidencia de la República. La chispa se dio en el campus cuando el candidato en calidad de conferencista, fue interpelado por universitarios que ya alimentaban su encono hacia él y otros miembros de su partido, como fue posible apreciar en las máscaras que tenían los estudiantes y que probablemente estuvieron guardadas de antemano en la misma facultad. Sería demasiada coincidencia que ese día a varios de ellos se les haya ocurrido llevar cada uno por su lado la máscara con el rostro caricaturizado de Carlos Salinas de Gortari. Con esos objetos escondían sus propios rostros, pero no pueden ocultar que algunos tenían preparada la trama ¿trampa? contra el invitado.

La sorpresa desencadenó un movimiento nacional, que si bien los organizadores argumentan con demandas legítimas, su grupo nació con algunas contradicciones y hasta cierta ingenuidad como pensar que puede haber democracia en los medios de comunicación que existen en México y en el mundo. Es como pedir que los bancos dejen disponible el dinero que deseen o necesiten sus clientes, o sea, democratizar sus activos y el negocio.

Acabar con el cáncer mediático: la socialización de la comunicación.

Lo que sí es posible realizar, además de ser urgente, es inventar otros medios; como única opción para estabilizar al país. Es impostergable que se cancele el permiso que tienen los dueños de las fábricas de conciencias, para que el pensamiento de la sociedad sea producto de la propia sociedad y no un fruto, por lo regular contaminado o totalmente descompuesto, de las élites oligárquicas.

Esto equivale a la socialización de la comunicación y de los medios que hacen posible que ésta sea masiva;  para que el potencial estratégico que representa la comunicación realmente sirva a los distintos sectores de la población y no solamente a la visión mercantil, reduccionista, moralina, en todo sentido antidemocrática, que distingue a la comunicación que padecemos.

Que la televisión no prime la ignorancia bajo el supuesto de que se dirige hacia audiencias igualmente ignorantes, como es su perfil, sería uno de los avances de la socialización de la comunicación y los medios. El principal de ellos sería conseguir que la política y lo político, incluyendo a los políticos, ya no sean manipulados por el monopolio televisivo, sino que respondan al objeto para el cual están destinados, que es el mayor bienestar posible para el mayor número posible de ciudadanos, durante el mayor tiempo que se pueda continuar. En esencia ese es el fin de la democracia.

Aquí ya hay unas ideas para que aquellos que piensan y discuten el rumbo de ésta expresión política de ciudadanos jóvenes, se ayuden a tomar decisiones. Es importante que conozcan las entrañas del monstruo mediático, sus orígenes y trabazones con el sistema que lo vuelven un actor estratégico, cuyo poder es urgente que sea desactivado para rehacer otra comunicación que igualmente produzca dividendos a las mujeres y hombres de negocios interesados en la industria mediática, pero que sirva fundamentalmente a la cultura y el crecimiento integral de los sujetos en igualdad.

La televisión continúa siendo el medio de mayor cobertura e impacto social, por lo que los jóvenes que integran #Yo Soy 132, saben que es el factótum que estorba a la democracia, más que cualquier otra entidad o movimiento social. Esto en parte porque los grupos que controlan la comunicación en México, controlan a su vez el gobierno, y son quienes mantienen el modelo económico de libre mercado que asfixió a las clases en su conjunto, excepto las élites. A tal grado que la presión acumulada durante tres décadas de ajustes, han generado descontentos a gran escala; la gente se muestra sensible y fastidiada de estas formas de control social que han llevado el estado de cosas a niveles altamente peligrosos: Un México quebrantado por  niveles de corrupción y violencia nunca vista.

Un país sin medios de comunicación democráticos es un país como México. Siempre habrá injusticias y protección mediática para quienes las cometen. El gobierno de Calderón ha acumulado más de 60 mil muertes y Televisa no le ha dedicado ni un segundo de crítica. Ese poder mediático encarna un poder fáctico en connivencia con un Estado fallido. Lo cual inconforma y enciende el ánimo de los jóvenes y de otros actores sociales igualmente al límite de su tolerancia, con justa razón.