viernes, 27 de noviembre de 2009

La pelea de la vida

El texto corresponde al prólogo que escribí para un libro sobre la vida del pugil Ulises, Archi, Solís en 2007. Con algunas correcciones y adecuaciones lo comparto en este blog para todos ustedes, queridos lectores. CAV


Una de las profesiones que produce la pobreza es el boxeo. Antes de enfrentarse arriba de un cuadrilátero ante miles de espectadores, los pugilistas profesionales, en su mayoría, han peleado desde su infancia contra toda clase de adversidad que se hace presente cuando el dinero no cubre las necesidades básicas de sus hogares. Los ambientes que les rodean muchas veces son hostiles, incluso llegan a ser desgarradores. Si algo existe en el mundo que pone a prueba toda capacidad del ser humano, eso es, precisamente, nacer y crecer sin patrimonio alguno, ni nada parecido a la fortuna.
En países que adolecen de falta de desarrollo económico, cultural, democrático y hasta político, venir a la existencia en condiciones de pobreza o precariamente, es ir contra la corriente: marcado de origen como un ser inferior. Equivale a permanecer invisible ante otras realidades. Es dedicar la vida desde la infancia al trabajo y arriesgarla a que termine súbitamente. Es ser constantemente sospechoso y en ocasiones inculpado, detenido, humillado, torturado, por la simple cara o la ropa que es distinta a la que llevan los dominantes. Es acostumbrarse a vivir entre fieras desalmadas que acechan e irrumpen para arrebatar lo poco que se conserva, aunque sea un par de tenis rotos. Es mantenerse bajo el acoso de pensamientos que sacuden y martirizan al espíritu, aconsejándole muchas veces que se desvíe para hacerse de algo, un botín, para salvar ese desierto.
De ahí que tantos prefieran escapar a como de lugar y muchas veces la salida no es otra cosa que el mismo infierno.
Millones de jóvenes en el mundo se encuentran en esa condición. No son importantes, ni ellos ni lo que hagan, para los gobiernos o para la sociedad. Esto lo podemos ver simplemente en el estado que guardan las unidades y otros centros deportivos y hasta culturales o educativos de carácter público. Seguramente existen excepciones que merecen todo reconocimiento, sin embargo, prevalece más bien la indiferencia hacia todo lo que tiene que ver con espacios juveniles abiertos. Existen muy pocos y los que se cuentan, son todo menos lugares para la práctica de deportes o que sirvan a cualquier tipo de esparcimiento o recreación que aporte a su desarrollo.
No todos van a las universidades al no tener cabida y de los que ingresan, muy pocos llegan a concluir los estudios. Menos aún son los que finalmente encuentran un trabajo en su profesión.
No tengo a la mano estadísticas que me permitan calcular un promedio sobre la cantidad de jóvenes latinoamericanos que diariamente cruzan la frontera hacia EU. Supongo que deben ser cientos o miles. Huyen, literalmente, de un territorio que no ofrece nada para ellos, a menos que tengan padres o alguien dispuesto a costear su crecimiento, su formación.
Muchas veces encuentran trabajos que solamente ayudan a costear el transporte y algunas cosas elementales. Los he visto ahorrar durante largos períodos para comprar cualquier cosa, si es que logran hacerlo. Se les va todo en apenas sobrevivir.
Los jóvenes que no pertenecen a los minoritarios grupos sociales con ingresos medios o altos, representan un gran sector olvidado. Son la mayor parte de todos los jóvenes que tiene México y seguramente muchos países más. Forman enormes contingentes que son incorporados y en muchos casos alienados, en todo ese orden que en teoría existe como tal y que hemos dado en llamar sociedad. Sin embargo, al mismo tiempo de su integración como “clientes”, “públicos” o “consumidores”, se les expulsa como sujetos sociales y se les abandona a su suerte. Sirven en la medida en que compran o consumen, nada más. La sociedad de consumo les ha incorporado de manera tal que puede encausar, si no todas, la mayoría de las expresiones o ideas que les motivan y enseguida se las vende. Cuando no tienen con qué comprar, generalmente se les estigmatiza; se les etiqueta como vándalos, pandilleros, delincuentes, antisociales, drogadictos, lacras y cualquier adjetivo que pueda emplearse, para denigrar a un prójimo con el que no se está dispuesto a compartir el espacio.
Nadie, absolutamente nadie, hace algo por ellos. De ahí que se enganchen a cualquier cosa, como todo eso que brota a raudales por los medios de comunicación, muchas veces en forma de símbolos que les alejan del compromiso y la necesidad de pensar de otra forma la realidad y de pensarse ellos mismos. Me parece que existe suficiente talento y destaca la racionalidad de nuestra juventud, sin embargo, ésta no se toma en consideración de manera que pudiera ser utilizada por los centros de producción u otros que conforman el tejido social. Es un enorme capital de imaginación y sentimientos benévolos, de gran nobleza, los que perdemos al dejar sólos y sin respuestas a los muchachos. Ellos quisieran estar dentro con un empleo, un oficio o un espacio que se les respete y donde pudieran conseguir que su espíritu despliegue su potencial, libremente.
En lugar de recibir algo que les dignifique, los jóvenes son perseguidos. Las policías de todos los cuerpos por regla general se ensañan en ellos, sobre todo cuando los encuentran indefensos y con pocos o ningún testigo. Los vejan y humillan, como si cobraran una venganza ancestral, primitiva, casi degenerada. Todo ello, por lo regular, con la complacencia e inclusive la directriz, de la propia autoridad oficial o simplemente bajo la orden o capricho de algún particular respaldado en su fortuna e influencias.
La falta de atención a este problema explica en buena parte el aumento de los índices delictivos. Los grupos juveniles delincuenciales que siembran terror con su violencia desmedida, han sido desposeídos, parias que no tuvieron oportunidades. La historia de la mayoría de los que conforman sus filas guarda semejanzas. Vivieron en condiciones precarias y muchas veces infrahumanas. Los arrabales, ciudades perdidas, barrios bajos, fueron y son, el mundo que conocen desde la cuna. La gama de ambientes más que humildes en México es tan variada y tan basta, como su geografía. La gente padece en la costa lo mismo que en laderas de cerros que rodean las metrópolis. Se apiñan los caseríos hechos de todo material barato, frágil. Precarios conglomerados que envuelven la vida de millones de individuos de todo género y edad. Son alrededor del cincuenta o más por ciento de habitantes de todo el país, es decir, unos cincuenta millones de mexicanos. En cada ciudad, pueblo y no se diga en el campo, la pobreza se manifiesta de múltiples maneras. La vemos cobrar forma en infinidad de manos que se extienden para pedir comida o unas monedas, en las calles y esquinas de las zonas citadinas más céntricas. Está postrada en las camas de cientos de hospitales, en albergues, centros de readaptación, clínicas para enfermos mentales. Danza en las sombras de los callejones, se cuela en los tugurios y lupanares y finalmente se acuesta a dormir en los cuerpos que se abandonan en los quicios o en los jardines y bancas de los parques.
Mas no toda la pobreza es vencedora, ni llega a dominar hasta reducirlos a sus empobrecidos. En ocasiones sale despavorida cuando un carácter decidido la persigue y acosa. Hay pobrezas derrotadas que vuelan en eterno destierro porque las expulsaron. Los poseídos por ellas o los que las poseían, se deshicieron de ellas, con tanta decisión que la riqueza se posó en sus cabezas. No hablo precisamente de tesoros materiales, que si bien resuelven muchos de nuestros problemas, dejan otros tantos a merced de nuestra inteligencia. Mis palabras se refieren a la riqueza inagotable y muy superior que nos ofrece la mente y el espíritu, cuando se les ha cultivado adecuadamente. Nada nos hace más dichosos que una conciencia en paz y el logro de nuestras metas, por humildes o imposibles que sean.
El amor de la familia y el afecto de los amigos, constituyen bienes invaluables. Nos hacen efectos como si fuesen bendiciones que nos dan la gloria en nuestra propia casa y por donde caminamos.
Nadie es tan feliz como el pobre cuando lucha por dejar de serlo y lo consigue, sin perder la cabeza. Se vuelve un ser que irradia esperanza y una alegría transparente como un cuarzo puro.
Los que vienen desde atrás y llegan más alto o más lejos, siempre terminan en leyenda inspiradora. Refulgen sus hazañas, como soles que iluminan la monotonía y a veces también la oscura apatía que ronda la anónima existencia de las masas. Son pues indispensables los astros luminosos que se abren camino desde los confines olvidados y opacos, para venir a nuestras vidas a dar su luz. Son ejemplo de amistad que conlleva todo el ánimo y afán de triunfo.
Con esa luz propia, mantenida desde pequeño, nuestro admirable amigo Ulises, el Archi Solís, como le llama el mundo del boxeo, a partir del apodo barrial, se propuso llegar a la cúspide y lo consiguió.
En plena juventud logró conquistar una meta mayúscula; el título de campeón del mundo en la división mini-mosca, su especialidad.
Tuvo que sortear innumerables obstáculos y circunstancias que no siempre le favorecieron, sin embargo, la casta que lleva como un sello de la familia, le dio para sacar triunfos que parecían imposibles.
Él reconoce que no todo se lo debe a ese carácter combativo y tenaz que distingue al campeón. Quiso su destino que aparecieran en su horizonte personas que poseían la grandeza necesaria para enseñar a un discípulo de la categoría del Archi. Ellos fueron determinantes para formar, no solamente un gran deportista que dio más preseas de oro para México, si no que también ayudaron a cultivar a un ser humano que tiene en su haber, entre otras cualidades, un singular aprendizaje sobre un tema indispensable en la cultura de toda persona; la literatura. Al campeón Archie Solís, se le enseñó a apreciar la lectura y se aficionó a ella. “El box no tan sólo es tirar golpes”, le repetía uno de sus grandes maestros. Es un deporte severo, a veces demasiado cruel. Exige algo más que un físico en óptimas condiciones y reflejos de felino. Demanda un espíritu guerrero a toda prueba y también frialdad, aplomo, para enfrentar las derrotas.
Es duro como ningún otro deporte. Siempre aparece la sangre, los hematomas, el sudor y una sensación de que se acalambra el cuerpo. No se trata solamente de golpear, si no evitar ser golpeado. Un descuido, un segundo infortunado puede acabar con la pelea, la carrera o la propia vida.
Desde tiempos inmemorables, los hombres miden sus fuerzas y habilidades de múltiples maneras, siendo el pugilato una disciplina ancestral sumamente atractiva para las multitudes. Se le puede ver como uno de tantos deportes, sin embargo también como un espectáculo que pone nuestra circulación sanguínea a fluir con mayor rapidez, contiene emoción. Es una ventana para asomarse y ver un semillero de héroes y gladiadores que se juegan todo sobre la arena.
También se vincula con la parte oscura y subterránea del mundo de las apuestas y las historias negras del hampa alrededor del boxeo. Se han rodado variados temas de Hollywood inspirados en la vida real de este deporte de pasiones y fortunas. Pistoleros, corredores, apostadores, meretrices, traficantes, soplones y toda una caterva de individuos de la más diversa tipología, han sido asociados al mundo boxístico.
Muy contadas son las cosas que pueden hoy sustraerse a los intereses económicos, a las conocidas leyes del mercado. Ni siquiera los deportes, que han evolucionado al tiempo que han sido en alguna forma cooptados por cifras millonarias. En esencia esto lesiona cualquier deporte o deportista, sobretodo cuando las cosas se salen de control. Se trata de asignaturas pendientes, sin duda. La sociología del deporte nos puede dar seguramente mucho más pistas para entender y apreciar este y otros deportes que practica la gente en el comienzo del siglo veintiuno. Saber más sobre sus efectos en las masas y en particular en los jóvenes. Bourdieu (1930-2002) hizo estudios sobre este tema, inclusive de ahí tomó el concepto de “campo”, en el sentido de cancha, para incorporarlo al lenguaje con el que desarrolló una de sus teorías de análisis social.
La importancia y vigencia de la vieja máxima griega “mente sana en cuerpo sano”, es más palpable y necesaria que durante los tiempos en que se acuñó.

lunes, 23 de noviembre de 2009

México ya no resiste más

Andrés Manuel López Obrador es un mexicano inteligente y con principios morales que van más allá de una rectitud incuestionable: también es prudente y su apego a la ley, al orden, puede dar margen a que le ganen los tiempos y el país se acabe de romper. Con esto quiero decir que la desesperación de los millones de desempleados y hambrientos, los enfermos sin medicinas ni seguridad social, se abalancen y busquen por sus propios medios hacerse justicia. A ellos se sumarían los despojados de sus tierras por la artera modificación constitucional (Art. 27) que llevó acabo uno de los que comenzaron el destrozo de México; Carlos Salinas. Individuo políticamente pervertido, que evidentemente no conoce escrúpulos ni principios de ninguna clase y que conformara una camarilla que operó como un clan siniestro, llevándose al país a la ruina. Le siguió Ernesto Zedillo, el beneficiario del crimen de Colosio e igualmente incondicional de la política neoliberal impuesta desde Estados Unidos. Esta es la causa innegable de la catástrofe social y económica que padecemos: El modelo devastador y antidemocrático que enriquece más a los ricos. Implantado en nuestro país gracias a la cobarde y traidora postura de esos presidentes que condenará la historia. Después vino el desgraciado sexenio de Fox, cuya ignorancia estuvo aparejada del complejo que padecen históricamente tantos mexicanos: someterse y hasta sentirse parte de los gringos. No sería su enfermedad tan peligrosa si no dañara tantos destinos, como ha sido el caso de estos sujetos que arrastraron al país hasta rebajarlo al nivel del suelo: en lo económico, en lo moral, lo educativo, en casi todos los órdenes. Somos ejemplo de corrupción y atrasos. Vicente nos exhibió ante el mundo como torpes desparpajados igual que su persona. Pero también como sociedad inmutable ante los abusos del poder que permiten a sus gobernantes hacer fortunas en menos tiempo del que lleva hacer una escuela, un hospital o una biblioteca. Una vez más los mexicanos fuimos el pueblo que acepta ultrajes y saqueos autografiados por sus presidentes y sus familias. Hemos aceptado, inclusive por medio de los votos, que continúe el desastre social, el saqueo, la burla. Cual masoquistas adictos a la desgracia, muchos mexicanos creyeron e increíblemente siguen fieles a tipos como Felipe Calderón, que demuestran ser todo lo contrario a lo que un país requiere para salir adelante, como sucede en otras latitudes.
Por más que les ayuden los nefastos medios de comunicación convertidos en agencias de mentiras y autismo, estos individuos no sirven para nada más que para ser instrumentos de los caza fortunas, de las mafias de toda clase, desde narcos hasta los evasores de impuestos. Vivimos en el extra límite de la resistencia de una nación a punto de estallar, 2012 queda demasiado lejos como para llegar sanos, enteros, unidos y pacíficos. ¿Lo verá así López Obrador?

domingo, 22 de noviembre de 2009

No natos

Los portazos se escuchaban en batería por todo el edificio. Algunos vecinos se apeñuscaron en el departamento de las dos mujeres que vivían solas; unos, por ver qué averiguaban, seguramente para contárselo a quien fuera, otros, simplemente se apresuraron a prestar ayuda, aunque no sabían exactamente de qué se trataba. El llamado de auxilio de la madre, ante los síntomas de la hija, alertó a la gente del condominio. Sólo unos breves instantes duró aquello y la muchacha entró en shok después de arrojar un feto. La asistencia médica tardó minutos que parecieron muy prolongados, pero lograron finalmente salvar su vida. Carla recuperó la conciencia después de cinco días. El problema es que estos casos comenzaron a multiplicarse por toda la ciudad y el número de abortos involuntarios alcanzó cifras que nunca se habían registrado. Las autoridades sanitarias mostraron tener reflejos bastante rápidos y después de cientos de dictámenes, tuvieron la inquietante certeza de que algo insólito tenía lugar en las mujeres preñadas. Los partes médicos, acompañados de extensos protocolos clínicos, pronto llegaron a las máximas autoridades del país, sin embargo, se dictaron órdenes de no participar a la población de lo que ocurría, en tanto no se tuviera la investigación completa, el expediente científico que explicara el fenómeno y sobretodo, mientras no se estuviera en condiciones de garantizar ayuda a quienes veían frustrado el deseo de concebir.
El secreto le duró al Estado cuatro semanas. La noticia desbordó sus contenedores y de inmediato se pusieron en sintonía multitud de emisoras de radio y televisoras que incrementaron la incertidumbre. La prensa investigó, documentó y publicó miles de casos que día a día se extendían a otras regiones.
Cuando el pandemonium tenía cinco semanas de haber aparecido, fue solicitada la ayuda internacional. La desoladora respuesta llegó en unas cuantas horas: la comunidad científica se encontraba conmocionada ante algo sumamente extraño que se manifestaba en distintos puntos del planeta. Los primeros reportes sobre un flagelo intempestivo, llenaban varios miles de páginas en Internet. ¿Qué le sucede al género humano? ¿Por qué ha dejado de concebir nuestra especie? ¿Es el principio de su final? Estas y otras preguntas aparecían en los encabezados de los diarios de todo el mundo.
No había mujer que lograra mantener el estado de preñez más allá de ocho o nueve semanas y se observaba que cada día las expulsiones sucedían más temprano. Fueron aplicados infinidad de métodos en todos los países y nada, absolutamente nada impedía el llanto y la angustia de millones de mujeres de distinta edad y raza.
Ninguna alarma que tuvo la humanidad en su historia sonó tan fuerte. El miedo a la extinción se apoderó de la especie. Los días estaban visiblemente contados. ¿Quién será el último en morir para que no quede nadie?, se preguntaba la gente.
Los más encumbrados genetistas y expertos en reproducción humana, congelados en sus teorías, se desesperaban sin lograr dar un paso orientador. Un poeta se refirió a los árboles, cuando éstos pierden sus frutos y no los vuelven a recuperar. La tierra, ¿o quién?, decidió quedarse sin la que supuestamente había sido su mayor obra, es decir nosotros, los seres superiores. Esta interrogante se escuchaba todos los días en las conversaciones de infinidad de personas.

Las maternidades cerraron y todos los cuneros del mundo fueron quedándose vacíos. Nadie más volvió a nacer desde ese día en que se escucharon tantas voces y gritos, en el edificio desde donde se ven las calles, cada hora más huecas y silentes.
Los niños continuaban su crecimiento de manera normal y en muy pocos años la infancia se perdería tal vez para siempre. Decenas de miles de jardines escolares y guarderías cerraban sus puertas. Las educadoras, despedidas, trataban de acomodarse en grados superiores y buscaban la capacitación para ello. Todos se preparaban para enfrentar una sociedad cabalmente adulta, que envejecía, envejecía, envejecía, sin nadie detrás.
Ya no había una generación atrás empujando y la última se hacía grande en años vividos.
La ciencia, tenaz como siempre, soberbia, no cejaba en realizar experimentos, ni tenía límites para invertir los recursos para salir del agujero negro en que alguien, o algo nos puso a todos.
Ahora se sabía lo que el tigre blanco sintió cuando se dio cuenta que ya no tenía hembras para procrear, convirtiéndose en un solitario perseguido por fragmentos de metal. La naturaleza enseñó, a su manera, a percibir la realidad, como sucedió a los rebaños de búfalos, a los clanes de osos, manadas de ciervos, los grupos de caimanes y miles de criaturas, que se vieron morir entre sí, ante el implacable paso del homo ¿sapiens?.
Llegó la hora en que se tuvo que decir que no somos ningunos reyes de la creación, ni tampoco hijos predilectos de nadie y mucho menos perfectos. Estamos hechos únicamente a imagen y semejanza de los padres, de nosotros mismos y de la naturaleza. En nuestras manos se encuentra ahora lo que somos y el tiempo que nos queda.
Los últimos niños que habían nacido se acercaban rápidamente a la adolescencia: las jugueterías se convirtieron en otra cosa y los juguetes, cada vez más escasos, comenzaron a ser artículos de colección.
Los dulces fueron borrándose de las tiendas y los parques quedaron desiertos. Los pocos infantes que aún no crecían, eran adorados por el resto de la humanidad, pero en cuanto daban señales de desarrollo, disminuía su atractivo. El cambio de voz y la aparición del bello, eran las señales que les incluían al resto de sus congéneres.
Los padres de los niños no tenían que gastar un solo centavo en ellos, todo se les daba por medio del Estado y de millones de altruistas: el vestido, los materiales escolares, los artículos deportivos, juguetes, parques y diversiones, todo era absolutamente gratuito para los niños que aún quedaban en el mundo. Las compañías aéreas ofrecían viajes sin costo para las familias que tuvieran hijos menores de doce años.
Los últimos que habían venido al mundo antes de la hora fatal en que ya no hubo quien naciera, eran atendidos desmedidamente, al margen de su condición social, raza o color de piel. Literalmente los niños llegaron a valer su peso en oro, ya que si no se tenía en el corto plazo una respuesta a la parálisis reproductiva, serían los últimos niños de la Tierra.
Ni siquiera las mujeres catalogadas como potencialmente fértiles, que tenían relaciones sexuales con hombres sanos y viriles, eran capaces de lograr gestaciones más allá de cuatro o cinco semanas.
Fueron experimentadas todas las alternativas que ofrecían las clínicas de fertilidad y reproducción humana, incluso se hicieron experimentos en el espacio, sin mejores resultados. El ser humano, la especie, perdía su lugar en el universo.
Necesariamente la vida tuvo que cambiar, el comportamiento comenzó a hacerse distinto y la sociología, en sus distintas especializaciones, trató de ser la disciplina que coadyuvara en la solución del mayor enigma de la época contemporánea.
Pero el asunto iba mucho más allá de aspectos disciplinarios y científicos, era un tema que desafiaba cualquier terreno cognoscitivo. La ciencia entonces y por primera vez, se vio vencida. Fueron súbitamente frenadas las investigaciones y se suspendieron totalmente los proyectos de laboratorios que buscaban la respuesta.
El estado de ánimo de la gente fluctuaba de acuerdo a su condición: los viejos, en su mayoría parecían indiferentes, sin embargo los matrimonios jóvenes estaban totalmente decaídos y se les adivinaba de qué manera serían felices si tuvieran la posibilidad de concebir aunque fuera un hijo.
Pasó una década y dejaron de ser niños todos los que quedaban en el planeta, ni un solo infante jugaba o gritaba en la calle, en los parques. Cerraron las escuelas primarias y salvo algunos casos, todos los jovencitos fueron pasados a secundaria. Los últimos en nacer ya habían rebasado los doce años.
Todo ser vivo se reproducía igual, excepto el género humano.
Unos estudios recientes, revelaron que las mujeres perdieron paulatinamente la fertilidad, hasta que llegó un momento en que se precipitó el mal, generalizándose, como si se tratara de una epidemia. Las estadísticas no tomaron en cuenta de manera suficiente la tendencia que se hizo notar desde dos décadas atrás. Estaba anunciado que la gente disminuiría su reproductividad, aunque jamás se sospechó que fuera a ser algo demasiado intempestivo, como una atrocidad apocalíptica.
Muchas familias tuvieron que conformarse con uno o dos descendientes y fueron muy afortunadas junto a millones que perdían la esperanza de ser padres alguna vez en su vida.
Hubo quien prometió embarazos muy próximos y se hicieron fortunas explotando el supuesto elíxir que devolvía la fertilidad. Marcas reconocidas estuvieron a punto de perder juicios por supuestos medicamentos que curaban el “mal del no poder tener hijos”.
Conforme a la edad y número de mujeres que entraban en la pubertad, la ciencia se planteaba soluciones que tenían que dar resultados en un plazo no mayor a veinticinco años. Después de este cuarto de siglo, difícilmente se encontrarían mujeres en condiciones de procrear un hijo sano. Entonces tendría lugar el principio de la extinción de la especie científicamente comprobado.
Un poco más de dos décadas para actuar, pareció un plazo bastante holgado para la sabiduría científica, sin embargo, los hombres y mujeres de ciencia estaban preocupados como nunca antes lo había estado alguien que se supone debe tener las respuestas a la mano.
La única solución aparente era la reproducción “in vitro” y se comenzaron a construir laboratorios complejos que sirvieron para continuar la especie de manera artificial. Sin embargo, quienes elaboraron los primeros experimentos no imaginaron que las criaturas no vivirían más allá de tres semanas después de su “alumbramiento”: algo sucedió también con estos procedimientos reproductores y no pudieron funcionar. Se alejaban las posibilidades de trascender la reproducción humana a como diera lugar y por primera vez en su historia la humanidad se unió para una sola causa: continuar en el planeta.
Quienes habían sido los últimos en nacer llegaban ya al límite de su edad reproductiva y no aparecían señales de encontrar la solución. Las cada día, menos mujeres teóricamente fértiles, cuidaban sus efímeros embarazos vigiladas por contingentes enteros de especialistas que luchaban frenéticamente por continuar la gestación. Siempre perdieron la batalla los ejércitos de personas que invirtieron su vida en buscar alternativas y que, agotadas, se fueron dando por vencidas
La falta de niños en la humanidad tuvo un efecto que podía percibirse como si de pronto fuéramos mucho menos y de hecho así sucedía: la gente moría, pero nadie la suplía. Uno podía pararse en cualquier sitio de una ciudad y observar que la gente iba más lento y casi nadie llevaba compañía Qué extraño comenzó a ser todo: una lenta despedida donde los más jóvenes decían adiós desde un tren que tenía millones de años de recorrer el universo.
Nos vamos para siempre, se decía muchas veces en múltiples idiomas. Antes del final, que será aproximadamente dentro de cincuenta años, debemos dejar el mundo en condiciones que pueda hacer surgir, o recibir de nuevo, una especie como la nuestra. Este enunciado apareció traducido a todas las lenguas y de inmediato comenzaron a abandonarse las tareas que tuvieran que ver con el daño a la ecología. Ya no fue necesaria tanta productividad. En muchos lugares, ya nadie estaba para mover millares de fábricas, ni para obtener frutos de la tierra o el mar. Cada quien se procuraba lo necesario para vivir. La población global, en cuatro décadas, descendió en setenta por ciento. Las ciudades, en gran parte deshabitadas, se volvían fantasmales El dinero perdió totalmente su valor, al igual que todo lo demás: comer, vestir y quitarse el frío o el calor, era todo lo que tenían que hacer los cerca de cuatrocientos millones de seres humanos que aún poblaban la tierra.
Nadie cobraba ni un centavo por trabajar, puesto que todo se hacía solamente para satisfacer lo necesario y ninguna persona tenía lo que no le era posible consumir o mantener. Todo quedó a mereced de quien le viera alguna utilidad o beneficio y la verdad es que muy pocas cosas tuvieron esta cualidad.
Contra toda la resignación que se había alcanzado, un grupo de científicos llegaron a la conclusión de que todavía se tenía alguna posibilidad entre unas diez mil mujeres que tal vez estaban en condiciones de embarazarse y cumplir con los nueve meses de gestación, de acuerdo a los más recientes informes que se concentraban en un laboratorio especial de genoma humano.
Estas mujeres, teóricamente debían pertenecer a etnias cuya mezcla se hubiera mantenido al margen de otras razas, es decir, con un alto grado de pureza tal que les permitiría, por la diferencia de cromosomas, hacer el intento de implantar uterinamente un embrión con ADN perteneciente a un individuo de antecedentes híbridos en su sangre.
El cálculo sobre la cifra de mujeres susceptibles de salvar a la raza humana, no era tan exacto, ya que en pleno siglo XXI, una gran cantidad de comunidades permanecía en total distanciamiento del resto de la civilización.
Quienes tenían a su cargo el manejo de las estadísticas, concebían ideas aproximadas sobre la ubicación de las posibles madres en los distintos países donde se consideraba que estuvieran, de manera que fueron en su búsqueda los que no descansaban en la lucha tenaz por sobrevivir como género.
Era preciso tratar de localizar mujeres de aproximadamente cuarenta y tres años, capaces de procrear y eso no era una empresa fácil en las circunstancias en las que se hallaban quienes temían por un desenlace previsto.
Las ideas científicas, por eso puedo contarlo, estaban cerca de la razón, aunque les faltó el elemento sustancial. Quienes tuvieron la iluminación para llevar a cabo el gran paso y salvar al hombre, no fueron los genetistas occidentales, ni tampoco los expertos orientales. La idea le vino a un anciano, viejo curandero de una tribu americana, que veía con demasiada tristeza la inminente extinción del clan. El indio tomó una mujer madura y la casó en una ceremonia que duró tres días con sus noches. Cuando la pareja se retiró a su pequeña choza de adobe y madera, el más viejo y sabio del pueblo y por tanto el jefe, se recostó junto a la fogata para leer las constelaciones.
A las pocas horas de adentrarse con la mente y con su mirada en la profundidad del cielo estrellado, entendió porqué ya no nacía la gente.
Pidió, con humildad y fervor, descendencia para la pareja que se acariciaba en el lecho y, junto con ello, solicitó el perdón de los dioses que se alejaban de nosotros hacia el infinito.
La aldea donde tuvo lugar el único parto en casi medio siglo, está en el norte de Jalisco y la esconden del mundo cientos de montañas y abismos. Pertenece al cosmos wirrárika y su gente se dirige a todo lo que le rodea por medio del color, Ahí nació una niña que cuando creció pudo ser madre y vio jugar a sus hijos en las colinas y arroyos donde el viento los esparció por el mundo para que naciéramos nosotros y se conociera esta historia. En otras comunidades del mundo, donde se mantuvo la sangre en estado de pureza, gracias a la lucha de los individuos por sobrevivir a través de los siglos, entre esa gente humilde y genéticamente acosada, se repitió el mismo fenómeno, sólo ellos fueron los elegidos para continuar.
Después de cien años de los acontecimientos que describen estas páginas, los niños han vuelto a ser los verdaderos reyes de la creación.
También es necesario decir que esos mismos niños aman el mundo al igual que el mundo les ama a ellos.

El síntoma

El hombre se acomodó el saco y entregó un recado a la secretaria: “Diga a la señorita que me entrevistó que si no obtengo el empleo hoy mismo, me voy a tener que matar”
Las cuatro o cinco tazas de café bebidas en un par de horas, le aceleraron el pulso. Su andar era incierto. Las siete de la noche se notaban en el cielo amarillento y en la cantidad de autos apeñuscados en las calles. En espera del trolebús fumó el último cigarro de la cajetilla. En una tarde dejó tres solicitudes y fue entrevistado una sola vez.
Encontró la casa en silencio, se dirigió hacia la hornilla de la estufa. Con la ayuda de un poco de luz lunar que entraba, preparó café. Sorbió el líquido casi hirviente.
En el cuarto a oscuras la mujer dormía con los niños. Se acomodó en el sofá escudriñando la penumbra.
Antes del amanecer salió. Caminó de nuevo hasta la otra orilla y cuando sintió hambre y cansancio, volvió a donde la familia pasó el día con los últimos diez pesos.
Quedaba poco que vender o empeñar. Dormían sobre un colchón y había que entregar el ropero al vecino.
Una vez más, con el estómago vacío, se fue a la ciudad, a recorrer fábricas, almacenes, oficinas de gobierno. Visitó repetidas veces algunos sitios solamente para escuchar que no tenían puestos vacantes.
Al regresar, encontró al administrador de rentas dialogando con su esposa que tenía al pequeño en los brazos. Se le han juntado varios recibos y el dueño me exige su dinero. Tendré que meter otros inquilinos. Por favor le ruego que busque un lugar. Le doy el mes corriente de gracia.
Mi esposo no encuentra empleo, pero yo buscaré dónde acomodarme a trabajar. Para mí es más fácil en alguna casa o donde sea. Eso creo, porque ya lo hice antes y no se me dificultó. Ténganos un poco de paciencia. Nos pondremos al corriente, ya verá.
Los de la Comisión desconectaron otra vez la luz, se terminó el gas. El monedero completamente vacío, la cuenta en la tienda hasta el tope.
Se bañó con agua fría y salió con una idea fija. Sin dinero para el autobús tuvo que ir a pie. Entró al primer edificio que tenía abiertas sus puertas. Revisó la entrada a las oficinas, se dirigió hacia la más concurrida. Encontró una recepcionista que escuchó su desesperada petición. Siéntese, lo van a entrevistar en recursos humanos. Llenó formularios, escuchó a los tres entrevistadores, fue y regresó con papeles, hizo cita con el médico de la empresa y al final le pidieron esperar.
Esperó un mes y por eso volvió con el recado en la mano y lo entregó.
La chica lo remitió a la oficina de personal y la jefa se alarmó. Localicen a ese hombre, denle algo. Busquemos un puesto en el área de mantenimiento, o donde sea.
Mandaron un mensajero, pero la casa estaba vacía.

Cuéntele

Cuéntele, cuéntele, ingeniero, aquí le dejo dos sobres más, con setenta mil pesos cada uno. El regidor ecologista ya se conformó con lo que le di en la mañana, me firmó un papel y con eso lo tenemos agarrado. El que me preocupa es el síndico, no quiso aceptar ni un centavo. Le salió lo honrado, no se de dónde, si ya sabemos de qué parte agarró lana pa’ hacer su casa de dos pisos y la que construyó para la suegra en las afueras.
A los del periódico ese que nomás se la pasa tirando chingadazos, también les invité su cena y después se quisieron ir con las chamacas del bule que está ahí junto a la vía. La cuenta subió como a tres mil pesos, pero ya no van a molestarnos, ingeniero.
Ahora que usted ya no asiste a la oficina, por lo del nombramiento nuevo que le acaban de dar, me fui hasta su escritorio y me traje el sello y los oficios. Si quiere desde mi casa podemos seguir con el trámite de los permisos para los fraccionadores. Esos dejan más dinero que ni los dueños de los potreros, que son, ya ve usted, bien ladinos los canijos. Nos quedan como tres meses para seguir repartiéndonos dinero, mientras entregan la administración y toma posesión el nuevo gobierno ¿qué le parece?
¿Qué por qué me escondí unos días? Lo que sucede es que me mandó llamar el presidente, con su compadre Ezequiel.
Me presenté con él, preguntó por usted y por unos papeles que le había encargado. Le contesté que no lo veía desde las fiestas y de los asuntos de ustedes yo no me enteraba. Como que no me creía el viejo porque se quedó callado y luego me despachó diciendo: ya vete pues, no vaya a pensar aquél que te estás dando a la fuga.
Por eso me fui unas semanas a mi rancho, para que se calmara la cosa. Al cabo que si la gente quiere hacer negocio, me busca donde sea. Allá también se realizan buenas movidas, ingeniero, con los avigeos. Si viera usted cuánto ganado se roban y nos lo ofrecen en el potrero. Si uno se arregla con ellos, le llevan los animales en canal hasta donde les ordene. Tienen su rastro escondido en el monte. Trasladan las reses en camiones cerrados y ni quien les diga nada.
Lo mismo sucede con los bosques, ingeniero; ese es negocio como ninguno. Conozco a unos acerradores que le bajan lo que quiera, por mil quinientos pesos el viaje, más lo que cuesta la madera en pie. Ellos mismos le consiguen las guías y las trocas.
Me han ofrecido otra clase de negocios que dejan mucho más, pero yo no le entro a eso. No tengo necesidad de arriesgarme a una metida al bote, o que me den de plomazos. Para qué le buscamos, me gusta más mi trabajo que es hasta cierto punto decente, porque a nadie se le quita nada, ni al pueblo.
Quienes ofrecen dinero, lo hacen para poder trabajar, si no ¿cómo habría tanto progreso? A ver, dígame cómo, ingeniero.
El gobierno pone las reglas difíciles para que la gente se moleste con tanto trámite y batalle más para salir adelante. Hasta un permiso para un puesto de tacos, cuesta varias vueltas y mentadas de madre. ¿Usted cree que eso no le agote la paciencia hasta a los curas? Por eso hemos hecho un buen equipo, porque no somos como esos burócratas que para todo ponen trabas y no dan una. En cambio, nosotros somos prácticos y arreglamos las cosas como debe ser: nos dirigimos con los jefes, untándoles billetes hasta que se les pelen las manos. A ver qué permiso nos niegan, ¡carajos estos!
Qué bueno que lo ascendieron, ingeniero, y me da gusto que ganó otra vez su partido, la gente está conforme con el cambio. Además, si uno la lleva tranquilo, bajita la mano, no hay por qué andar a las escondidas, no le digo.
Si usted hace bien su papel en la secretaría, seguramente le van a caer muy buenos centavos, ya verá, déjeme pensar en algo que se pueda hacer en estos meses que faltan. Tengo un compadre en Hacienda y él está mucho más enterado que yo en estas cuestiones, con decirle que lleva tres sexenios allí y cada año le va mejor.
¿Me dijo usted que su nuevo nombramiento tiene que ver con medio ambiente y ecología? Seguramente muchos andan mal con eso, ya ve usted cuánta fábrica sin permisos. Ahí sí que vamos a ganar muy buenos billetes, pero tenemos que convencer al delegado que eleve las multas para que se acalambren los empresarios, si no cómo van a aflojar. A veces se mochan más arriba y ya no alcanzamos los que estamos comenzando, ni nos reciben los mendigos ricos estos.
Tengo una idea, voy a buscar a un amigo que está muy bien relacionado con un grupo de periodistas que se emborrachan en su casa cada semana. Hay que convencerlos de que hagan ruido diciendo que la nueva administración aplicará mano dura contra toda industria, o taller, que contamine el ambiente ¿qué tal? Dejamos correr la bola y después comenzamos a visitarlos uno por uno. Aquí hay varias empresas que van a ser fáciles de ordeñar, porque ni drenaje tienen, todo lo riegan al campo.

Qué suerte que ganamos las elecciones, si no, quién sabe. Me quiero construir una casa y otra para mi hija, antes de que se vaya con el novio. Además tengo otros compromisos que no he podido resolver, por más que hago enjuagues.
Los ranchos están perdiendo porque nadie compra bien lo que sembramos, así que no me queda más que seguir pegado a las ubres de la presidencia y lo que deja por ahí el Gobierno del Estado y el Federal.
Por eso no me separo de su lado, ingeniero,¿usted cree? me las vería difíciles, si no se hacer otra cosa que manejar trámites y cobrarlos bien.
No me diga que el puesto es en otro estado. No puedo creerlo, ingeniero, ¿cómo que se nos va?
Y quién le arrimará los buenos negocios donde se encuentre, ingeniero, si para eso se necesita gente de confianza. ¿Qué vamos a hacer si se aleja de aquí?
Va a ser muy difícil hallar con quien trabajar, con esa cualidad ¿cómo le diré? es porque usted tiene un aire de gente íntegra, honrada. No se vaya a ofender, pero quien lo ve, piensa que está tratando con un funcionario intachable y no con un empresario que no deja ir una, usted me entiende, ¿verdad?
Es que así debe ser su apariencia, para que le ofrezcan toda la confianza. Los grandes políticos se han distinguido por eso.
Bueno, ingeniero, ¿ya acabó de contar? ¿ que no es suficiente? Le doy mi palabra: dividimos en tres partes iguales, después de darle algo a la gente que nos ayudó. ¿Cómo? ¿No me lo cree? Por favor, ingeniero, pregunte a los muchachos, todos estaban presentes cuando nos entregaron la caja con los sobres.
¿Más cajas? ¿Duda acaso de lo que estoy diciendo? Mire, le voy a decir una cosa; cuando hablo de frente, dejo el dinero a un lado. Si no me cree, entonces para qué seguimos en esto: usted me acusa de algo que no puede probarme, en cambio yo si puedo demostrar que la carretera nueva la hizo la constructora que tiene a nombre de su primo. Además sus cuñados se quedaron con los terrenos que atravesó ese camino, después de expropiarlos a los ejidos. Eso sí es verdad y no lo que me trata usted de insinuar, ingeniero. Eso lo sabe medio mundo aquí en Las Llanuras y se sabe también que su esposa le prestó el nombre al obispo para que hiciera el fraccionamiento para la gente rica de por estos rumbos. Y usted me señala por menos de cien mil pesos que según eso le faltan a la cuenta. Ahora que, si no le parece suficiente lo que le traigo, pues muy fácil, ingeniero, se lo cambio por unos cuantos plomos ¿cómo la ve? ¿verdad que se siente feo que lo apunten a uno? Usted me acusó con el dedo y yo le pongo el ojo de mi prieta, ¿Qué le parece? ¿Qué no era su intención? Entonces no ande de hablador y confórmese que no lo mate aquí mismo, pero ya no le va a tocar nada y si lo vuelvo a ver, a lo mejor sí me lo echo. En vez de agradecerme todo lo que se ganó por mis contactos, me quiere llamar ventajoso ¿Qué pasó? No se le olvide que fueron varios años de jalar parejo y las cosas no tenían por qué acabar de esta manera, ingeniero. Yo siempre lo respeté y nunca me pasé de listo. Entonces no entiendo por qué desconfía de mi palabra. Ahora sí que me hizo enojar y discúlpeme si le hablé golpeado y hasta lo persigné con mi pistola, estaba embotado de coraje y la verdad uno no sabe cuándo puede cometer un acto serio.

¿Seguirle igual? Después de esto, quien sabe cómo nos vallamos a entender, ya no va a ser lo mismo. Tan bien que estábamos haciendo nuestro futuro.
¿Una copa para platicar? Hasta dos, ingeniero, sí hace falta, la verdad, brindar con los amigos para que se olviden los agravios. ¿a “La “Pascualita”? ¿Con las “Meches”? Donde guste, ingeniero ¿Qué le parece si nos vamos al “As de copas”? Ahí dan botana de chanfaina.
¡Ah! qué mi estimado ingeniero, tan centavero, ¡salud!

Cabo corrientes

Cenaron comida fresca y sabrosa. Carne enchilada, frijoles negros, queso, café cultivado en la región, dicen que le revuelven capomo para rebajarle lo hipnótico, leche hervida con pan del horno y calabaza endulzada.
¿Y nos darán crédito, licenciado? Para engordar toretes. Aquí hay buen agostadero.
La noche estrelladísima y muy serena, era como para pensar. Ni quien se hubiera imaginado nunca el destino: ¿Qué hacía en el campo, sin antecedentes y experiencia alguna fuera de los boy scouts? Conjeturaba y al final de las interminables cavilaciones, sentía satisfacción por decidir lo que hizo: Se tomó en serio el papel de enlace del gobierno con las comunidades campesinas en asuntos crediticios de la Banca Oficial: técnico de campo. La primera misión, pese al “fracaso” de cruzar la corriente, resultó estimulante para los meses venideros. En unas cuantas excursiones conoció la zona de servicio: la formaban más de veinte comunidades, ejidos y nuevos centros de población ejidal.

Repartidos en un amplio municipio donde desciende la Sierra Madre Occidental hasta formar colinas espesas de verdura junto al Océano Pacífico, los paisajes acicatean la imaginación. Se forman con la selva, las cañadas y ventanas de follaje donde asoma el mar dorado por soles que se pierden en la curvatura del horizonte, apenas visible entre enormes tules y parotas. Los campesinos; los acreditados, viven al día, de su siembra y animales. Poco a poco los conocía, su apariencia daba cuenta de una vida ardua: rostros cenizos, surcados por enmarañadas arrugas alrededor de los ojos que brillaban bajo sombreros ajados y manchados de lodo y estiércol. Llevaban ropajes descoloridos que apenas les cubrían y las manos de venas recias, inflamadas del esfuerzo sobre las bridas, sobre los yugos, el arado, las reatas y demás aperos del trabajo, lo mismo sabían del áspero terrón, que de las blandas ubres de las vacas. Igual amarraban un cincho, que hurgaban bajo la falda de sus mujeres.
En las asambleas que más tarde presidió Carlos, como funcionario de la banca oficial, observaba el salón saturado de humores y pensaba que aquélla gente estaba condenada en la tierra. Sus genes eran seguramente diferentes a los de la gente que es de ciudad, pues se le figuraban de pobres atormentados por alguna cuestión de índole espiritual, medio karmática. Por alguna razón nacieron aquí, pensaba.
Caras que podían gesticular de manera grotesca. Cuerpos con huellas de enfermedades y accidentes propios de su vida ruda, a menudo mostraban mutilaciones o malformaciones. Las cruzas sanguíneas dejaron en ellos reminiscencias de pasados tormentosos. Muy poco se advertía la sangre indígena pura. Más bien la mezcla era la que seguramente daba a las reuniones el aire surrealista que tanto impactaba; como si cobrara vida una pesadilla colectiva en medio de un paraje remoto y abandonado a su suerte. ¿Qué circunstancia les confinó? ¿La historia? ¿El azar? Eran producto del abuso del poder, o herederos de tierras inhóspitas por las que nadie peleó jamás. O ambas cosas. Lo tosco de sus facciones poco tiene que ver con el trato bondadoso que regalan a quienes creen su deber hacerlo. A su manera muestran siempre modales buenos que en todo buscan complacer y servir. Nobleza y sumisión al destino parecen ser su letra de cambio ante la vida. Ejidatarios, comuneros, peones de campo; qué más da. Son individuos que sobreviven con sus familias trabajando una parcela. Pero eso sí: la comunidad es en realidad algo común; valga la expresión. Nadie enferma sólo, ni se queda sin comer. Comparten siempre. Las puertas de las fincas son humildes adornos que solamente cierran de noche para contener el viento frío. Hasta el perro es solidario, les cuida a todos.
El ingenio curioso que tiene la gente rural permite estar al tanto de casi todo lo que se sabe. Llegan noticias de boca en boca y si son cosas de importancia, se arriman un radio. Así son todos ellos: Benigno, delgado, con aire jarocho. Teodosio, fue aquél que en una reunión se puso de pie para gritar que la plaga de langosta lo dejó sin el sustento familiar…”No estoy llorando, me están sudando los ojos”.
“A Yelapa se llega también por el Tuíto. Se baja a pie o en macho. Hay que pasar Chacala, la Congre y después, meterse en el monte. Es cosa de un día o dos. Allá arriba destilan el raicilla. Las pencas maduras se majan y hierven con panocha. Después el puro alcohol pasa por el alambique y así se da el vino que se toma por acá. Transparente y con burbuja; una perlita que se forma si agitan la botella. Espirituoso. Se comercia hasta muy lejanamente. Antes, en las damajuanas que se ponían en las mulas: Cargas y cargas, por el embarcadero de Tehua, o de Chimo. Ahora en los envases que se consigan; sellados con olotes y plástico. Sin raicilla no hay fiesta y sin fiesta no hay nada aquí.
En Cabo Corrientes no pasa nada desde que los indios se comieron a unos españoles que llegaron hace cuatrocientos años. No pasó nada extraño después. La gente vino y los indios se fueron, se acabaron. Quedan unos cuantos por ahí, separados de los pueblos grandes. Se alcanzaron a salvar de los frailes que los querían convencer para que fueran mansos. Ni huella dejaron aquéllas gentes. Por eso se fueron extinguiendo y porque les quitaron, cada vez más, la tierra. Los carros llegaron hasta hace poco y no a todas partes. La luz tiene un año. Lo único distinto que ocurrió por aquí, lo verdaderamente que sí se vino a sentir, es el gobierno. Ese sí que se ensañó porque le partió la madre a toda la gente del campo. Antes se vivía mejor, no faltaba a nadie una tierrita, un trabajo aunque fuera de peón. Podía uno comer a la hora que sea: un taco, dos, unos frijolitos, chile, usted sabe. Había cantidad de animalitos que se cazaban. Ya no, hoy es pura incertidumbre y miedo a la autoridad. El gobierno nos perjudicó, porque nos trajo dizque unos créditos. Firmamos unos papeles y los que no supieron poner su nombre, pintaron el dedo. Con eso firmado nos trajeron siempre bien agarrados los del banco. No pudimos pagar. ¿Cómo? si los fierros esos que arrimaron nunca supimos para qué servían.
Ahí están. Mire como se trepan los chivos en los tambos de aceite. Es pura grasa para las motobombas que arrimaron los técnicos de la secretaría y las echaron aquí. Pero no entienden que nosotros no podemos pagar esa deuda, si no ha sido bueno para nadie que se queden las cosas a que les de el sol. ¿Entiende licenciado por qué nos oponemos a que vengan los representantes como usted? No es que no nos guste que se acerquen para acá las visitas. De todos modos son pocos quienes se atreven a venir así nomás. Ya probó cómo son los caminos. Apenas en su carrito con doble tracción y a veces ni esos pasan, como cuando están crecidos los arroyos, ya ve, licenciado. Mire allá: tramos y tramos de tuberías desperdiciadas en abandono de años. Equipo agrícola importado. Una bofetada oficial a la gente más pobre de México. Hasta el lubricante, la grasa, fue traída de Inglaterra para descansar junto con los fierros, a la intemperie, bajo el sol de la costa jalisciense. Los bandidos de las secretarías, como un carrusel de animalitos de la burocracia, se quedaron con el capital y los campesinos con la deuda. Esto es real y comprobable aquí, en el Nuevo Centro de Población Morelos, municipio de Cabo Corrientes, Jalisco, licenciado”.
La manada de cabríos retozaba sobre las pilas de tambores de doscientos litros. Las bolitas de sus excrementos cubrían las tapas.
“Mañana es la asamblea, pero no pienso ir, licenciado. Para qué, ya ve usted cuánta mentira nos manejan”.
–Tienes razón, Jesús, pero si no asistes no te anotan para el crédito.
“Que hagan lo que gusten con el maldito crédito. La gente de aquí podemos vivir mejor sin que el gobierno se meta con nosotros”.
–De acuerdo contigo, pero necesito que estés por ahí. Ayúdame a dirigir la junta para destrabar lo de la cartera vencida.
“Así déjelo, no se puede hacer nada. Ya lo han visto varios representantes y hasta un diputado. Estamos jodidos por ignorantes y borregos, es la verdad. Eso de las asambleas son puros discursos bonitos, de ustedes y del comisariado. Mejor váyase, licenciado, aquí la gente ya no quiere muy bien a los del gobierno. Se lo digo porque me lo han venido a pedir: Ya no aceptan que reciba a nadie. Se les figura que los van a hacer que firmen otra vez y que puedan perder las parcelas. Lo han visto en otros lugares: Donde quitaron milpas y cocoteros para hacer jardines de hoteles y campos de golfo, o como se diga; todo eso que ustedes llaman el turismo, licenciado”.

Cualquier evidencia

Más allá de este mundo, pero insospechadamente mucho más lejos de lo que vemos y pensamos, existe otro mundo; uno de entre muchos mundos que viven sus propias vidas tan ajenas al nuestro. Si no fuera por una casualidad, nunca me hubiera enterado de ellos, me refiero a “esas personas” ¿cómo decirlo? de ese “remotísimo lugar”, a quienes conocí recientemente mientras me hallaba haciendo unas reparaciones en la azotea de la casa.

Fue muy curioso encontrarlos de pronto, parloteando totalmente quitados de la pena junto al tinaco. Pude observarlos, sin que me vieran, durante unos quince minutos.
Aquellas graves siluetas que el crepúsculo recortaba encima de mi casa, no parecían gente normal y tampoco había justificación para decir que fueran anormales; simplemente eran diferentes y parecían unos verdaderos extraterrestres, es decir; gente que evidentemente no es de aquí, ni de África, ni de la India. No tenían aspecto de orientales, tampoco de europeos y definitivamente no se parecían a nadie de este mundo.
Teniendo la misma estatura promedio del género humano y las mismas proporciones de extremidades; tamaño de ojos, nariz, algo de pelo, en fin, siendo básicamente lo mismo que nosotros, quiero decir: humanos; tenían todo igual pero al mismo tiempo distinto y bien distinto: El cabello no era exactamente como el nuestro y ni siquiera parecido a todas las cabelleras que se conocen en el mundo. Y así era en todo lo demás: las uñas, los dientes, la voz....
Me parecieron los tipos más extraños que había visto en mi vida. Sin embargo, me inspiraron confianza, llamaron poderosamente mi atención desde el principio. En lugar de alejarme a buscar a la policía, traté de escuchar su conversación. Repito: no dijeron nada importante, o que pudiera darme una idea de su procedencia, hasta que finalmente brilló en uno de ellos, algo como una araña prendida en la especie de chamarra azul marino que llevaba. Esa cosa seguramente les avisó de mi presencia, porque voltearon a verme al mismo tiempo y abrieron más sus respectivos ojos raros que me veían como preguntando: ¿ y este?
Evidentemente les parecí extraño, yo también fui un intruso en su conversación, incluso pude advertir cierto enfado encima de su desconcierto. No podía durar mucho tiempo el silencio y el turno de romperlo fue para ellos que al unísono dijeron “Buenas tardes”, aunque me parece que uno de ellos pronunció “¿noches?”. Después simplemente sonrieron porque yo hice lo mismo al ver su turbación.
Continuamos en silencio, admirándonos mutuamente, sin mucha emoción pero sí algo de confusión. Pensé que casi cada ser humano tendría alguna pregunta que hacerles y buscaba la mía, hasta que se me ocurrió tratar de averiguar en qué forma pensaban bajar de la azotea, ya que no vi nave voladora alguna a la redonda. ¿ Bajar? ¿ Le molestamos aquí ? Preguntaron sorprendidos y me hicieron sentir mal, por lo que traté de comportarme más amable. Si lo desean, puedo traerles algo de comer, les dije con sinceridad.
Tal vez necesiten cobijas, repetí en tono cordial. Sin embargo, cada cosa que les ofrecía, los hacía sorprenderse aun más. Estaban atónitos con mi hospitalidad y yo me encontraba francamente turbado, abochornado y me disculpé.
Después de todo, yo fui quien interrumpió su coloquio, así que bajé enseguida a ver la televisión y como siempre, el sueño me dejó “espaldas planas” en quince minutos.
En cuanto me despertó la voz de mi mujer corrí hacia la azotea. Todo estaba igual: el impermeabilizante. las cubetas, los cepillos... Comenzé a creer que la cena me había afectado y en eso escuché una voz que venía de la parte posterior del tinaco:
” Vecino, ¿qué anda haciendo tan temprano en la azotea; no escuchó los ruidos anoche?”.

Celia

Papá acomoda las maletas en la cajuela. Refunfuña porque mamá no ha dejado de hablar cosas como si le estuviera auditando: “Que si ya cerraste la perilla del gas”, “que le parece necesario llamar a la vecina para dejar la llave”, “que si va a quedar solamente una luz encendida”...
El vehículo se mantiene con el motor prendido, desde hace rato. Me desespero adentro, instalado con mi walkman a todo volumen. Procuro desconectarme del lío que arman ellos.
¿La historia? Siempre es la misma en cada salida de viaje: a los dos se les pasa la adrenalina. A cada momento repiten que “cancelemos todo”, “que no vamos a ninguna parte”, “que con esta familia no se puede ir ni al supermercado”, “te dije que era mejor mandar a la muchacha en el camión”. “pues me lo hubieras recordado”...
Celia apareció en la puerta con su escaso equipaje. – ¡Súbete a la camioneta,
Niña !– indica mi madre. Guardan sus cosas y nos acomodamos todos. Por fin
rodamos por las calles, comenzamos a dejar, poco a poco, la ciudad.

Me llega su olor mientras mira por la ventana, pensativa. Algunos cabellos se le untan en la cara. Está limpia, como que acaba de salir del baño. Percibo la frescura, pero también el aroma a ella; cierto humor que me recuerda los objetos de su cuarto: el colchón, la cómoda y lo mínimo de prendas que posee.
Es delgada, todavía muy joven, no llega a los quince. Vino hace poco de su pueblo, mi madre dice que es aún chica, que no sabe cocinar. De todas maneras se ha quedado en casa y ahora sale de vacaciones con nosotros. Yo no estaba enterado de que vendría hasta que la llamaron para sentarse junto de mi. No sé qué haremos con ella en Disneylandia, pero ese es asunto de mis papás.

Paramos a comer y mi compañera de asiento no quiso probar bocado. Quizá presentía que el camino se iba a convertir en un tobogán que le haría expulsar todo, como vino a suceder para su infortunio: Nos orillábamos y la pobre bajaba y deponía el estómago hasta que se lo vació. El resto del trayecto lo pasó con una bolsa de plástico en la mano, medio dormida.
Yo también me quedé dormido, hasta que me despertó la voz de mamá que nos llamó para descender del automóvil a descansar en un hotel.
No supe dónde le dieron alojamiento a Celia. En la mañana, estuvo antes que nosotros para desayunar. Nos esperaba en la mesa, sonrió cuando llegamos a su lado.
Después del almuerzo, mi padre fue a comprar algo al mercado para llevarlo de regalo. Regresó con varios bultos y continuamos el viaje. Me recargué un poquito en ella, enseguida acomodé mi cabeza sobre sus piernas. Acarició mi pelo, sentí delicioso.
Hicimos otra escala, forzada, porque el vehículo tuvo que dejarse para una revisión mecánica. Pasamos otra noche en una posada. Esta vez no fue posible que Celia durmiera aparte, de manera que estuvimos los cuatro en una recámara. Se veía incómoda, pero no le quedó más que soportar la presión de estar demasiado cerca de los patrones. Lo bueno fue que estábamos próximos a la playa, y al día siguiente aprovechamos el agua del mar. Ella no lo conocía; al principio tenía miedo hasta de mojar sus pies. Jugamos y recogimos algunos objetos pulidos por las olas.
Seguimos la ruta sin volvernos a detener, cruzamos el desierto hasta que llegamos a ver las luces de la frontera. A la media noche llegamos a Tijuana.
Fuimos alojados en la casa de mis tíos. De inmediato comencé a esconderme con los primos y algunas primas. Uno de ellos, que es mayor y tiene fama de vago, le apuntó con los ojos a Celia y en cuanto pudo la invitó a subir a su coche. Yo escuché cuando le propuso llevarla a Ensenada. Pero ella lo dejó con las palabras en la boca y desde ese momento procuró no separarse de mi madre.
Alguien nos comunicó que ya habían arreglado los papeles de Celia y venía en camino un tío para llevarla a San Francisco. A los dos días llegaron por ella. La acompañamos al aeropuerto, entregamos sus documentos en la oficina de migración. Nos despedimos. Mi madre dijo que se pondría en contacto con alguna de sus hermanas, para avisar en el pueblo que ya la habían recogido los nuevos patrones de Estados Unidos. Comenzaron a rodársele algunas lágrimas, la tuvieron que abrazar. Me puse triste también, sobretodo cuando dejé de verla entre la gente. Me había dado un beso y un caramelo que guardé en mi pantalón.
El estruendo de un avión que pasó sobre nuestras cabezas me hizo pensar en Celia. La imaginé alejándose para siempre, volando, sin posibilidad de volver a su gente, a su vida de antes.
Conocí el lugar que soñé, por haberlo visto tantas veces en la televisión, los juegos son enormes, pero todo es en inglés. Mis papás siguieron peleando por todo, me divertí algo durante el paseo, pero, cómo hubiera deseado regresar a casa al lado de Celia.

Periodismo pobre y peligroso

El periodismo puede ser también bastante pobre en calidad y eso es dañino en todos los sentidos, pues ayuda a incrementar el clima de ajuste de cuentas que flota en el ambiente. Julio Hernández, periodista que se ha destacado por sus argumentos ironizados al utilizar un lenguaje de doble sentido, con ingenio que acompaña de verdades, ha caído lamentablemente en la trampa de utilizar su espacio en la Jornada para escribir, en su estilo, un ataque verbal en contra de la dirigencia de la Universidad de Guadalajara. “Mafias universitarias” fue el título de su columna (2009-11-20) aprovechando el ruido que había tras la muerte que por medio del suicidio se produjo el ex rector destituido Carlos Briceño. Con todo simplismo el periodista acusó a los directivos de la universidad y en especial a Raúl Padilla López, de mafiosos que hacen mal uso de los recursos universitarios, en tanto que utilizan el poder para sus propios fines, entre otras mentiras que sin fundamento alguno, vierte en su diatriba. El verdadero periodista investiga y se fundamenta en datos que pueda comprobar. Está obligado a demostrar que sus argumentos tienen sustento para que lo publicado tenga utilidad como información. Si, por el contrario, quiere hacer un favor a los amigos, en este caso menciona a Marco Levario, un personaje que estuvo muy cerca del grupo briseñista, a quien por cierto se le despidió de un cargo universitario precisamente por deshonesto, (este individuo recibía apoyos para financiar su revista Etcétera, desde que Briceño era Secretario general de la UdG) es bastante nocivo que utilice un medio de circulación nacional.
La opinión de Julio Hernández desde luego que no la comparte la comunidad universitaria que se compone de unos doscientos ochenta mil individuos, ni tampoco es la opinión pública de los jaliscienses. Es simplemente un descargo, tal vez por compromiso o quizá por flojera de escribir con veracidad, ya que requiere un mínimo de investigación y comprobación acerca de lo que piensa publicar.
Si la universidad fuera realmente un coto de mafias, como acusa sin razonamiento alguno el susodicho periodista, obviamente no estaría en el sitio donde se encuentra en todos los renglones académicos. Inclusive, podemos presumir que la Universidad de Guadalajara rebasa con mucho los estándares de otras universidades públicas del país y no tan sólo eso, sino que afortunadamente para la cultura y las artes, tiene para México la mejor feria internacional del libro que existe en el mundo, solamente superada por la da Frankfurt, que por cierto tiene una vocación distinta ya que su enfoque es principalmente hacia el mundo de los negocios de la industria editorial. Con todo y sus deficiencias, ya que es imposible no tenerlas en un espectro tan amplio, la universidad es más que otra cosa un motivo de orgullo para los jaliscienses y Julio Hernández lo pudiera comprobar si se desprende de su capital y viaja a la provincia de Jalisco a conocer los seis centros universitarios que operan en ele interior del estado, más los cinco centros temáticos en la zona metropolitana de Guadalajara, sin dejar de asomarse por el Museo de las Artes, donde se tiene una gran colección de obra pictórica. Para información de este periodista que se dejó influenciar o quizá es ya parte de su imaginario, los logros, el avance que ha tenido esta universidad, ha sido dirigido desde la perspectiva visionaria de la gente que acompaña a Padilla López. Ahí se encontrará con antiguos y modernos universitarios de diferentes capacidades profesionales.
Es penoso que alguien que es leído por tanta gente que tiene en la Jornada su diario favorito, haya escrito semejantes mentiras. En nada abona a la objetividad que es la esencia de esta noble profesión.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Haikú

俳句, haiku, derivado del haikai, consiste en un poema breve de tres versos de cinco, siete y cinco sílabas respectivamente...


1.


Bebo en la copa
las últimas gotas
la savia del día

2

Amo el silencio
y la calma
que no es todavía

3

Untan las monedas
la mano del pobre
se aleja solitario

4

Busco de la noche
dónde abre sus puertas
al reposo del silencio

5

Era de día
volvió mi gato
con el maullido cansado

6

Casi amanece
despiertan mis pensamientos
al aroma de tu pelo


7

Basta ser comprendido
ver que amaneció
Que al menos tengo dos amigos

8

Sé que estás conmigo
escucho tu risa en mi
al cerrar los ojos te veo

9

Atuendo de espiral
veo las galaxias
los rizos de tu pelo

lunes, 16 de noviembre de 2009

La Saga de Tehuantepec: Una trama geopolítica y su impacto en la historia no escrita del siglo 21 mexicano y latinoamericano

Introdución.

Hace poco más de una docena de años, durante mis primeras visitas a Oaxaca, un guía explicaba a cierto grupo de turistas acerca de la posible relación de los grabados sobre las rocas que cubren los muros de Mitla, -el mictlán o lugar del “descanso eterno” de los señores zapotecas- con rasgos de antiguos caracteres procedentes, quizá, de China.
La imaginación y posible acierto histórico del que hablaba ante los visitantes, sugería intercambios que se dieron, hace milenios, entre culturas distantes y separadas por un enorme océano, mucho más grande aún que toda la tierra conocida por occidente en esa época.
La simetría de los relieves esculpidos en los muros de dicha ciudad sagrada, representa símbolos labrados en piezas que a su vez fueron talladas, cada una, para ocupar un determinado espacio en las sorprendentes edificaciones.
Se trata de una técnica de construcción que se acopla a las ondas de los frecuentes movimientos sísmicos que ocurren en la región. Las piedras quedan en su lugar después de las sacudidas, por lo que las representaciones de los bajorrelieves no han sufrido alteraciones por esta causa.
Algunos restos de pintura todavía cubren los recovecos y túneles que pudieron conservarse por siglos con esa sobriedad. Las escalinatas dominan patios que seguramente en las reuniones rituales saturaba el humo del copal. El aire que respiraban quienes se acomodaban en el Palacio de las Columnas, era impregnado de mezclas aromáticas que se revolvían con el olor de la gente que entraba y abandonaba los recintos durante las prolongadas reuniones. Estas se extendían en ocasiones durante varios días y noches en que no se callaba el bullicio de instrumentos, cánticos y conversaciones, en medio de la algarabía de los niños que correteaban por ahí o los llamados de los vendedores para que se arrimaran los marchantes a ver la mercancía y posiblemente llevarla.
Los adornos de los atuendos lanzaban destellos a la luz de las antorchas durante rituales nocturnos.
Cuando las ceremonias o fiestas tenían lugar en pleno día, la actividad parecía flotar entre nubes de penachos y flores.
Los juegos que se practicaban tuvieron un lugar destacado en la antigua sociedad zapoteca, al igual que en el resto de las culturas de Mesoamérica.
Aún se conservan grandes espacios rectangulares que estaban delimitados con muros que, en algunos sitios, fueron cóncavos y sostenían aros de piedra colocados en distintas posiciones y niveles.
Las variantes en las dimensiones y formas de estos lugares dan idea de los estilos de juego. Algunos cronistas mencionan que en ocasiones los enfrentamientos culminaban con la muerte del o, los vencidos.
Una gran cantidad de rocas de toda clase y tamaño, fueron transportadas y labradas durante cientos de años por las manos de incontables individuos que las colocaron para dar forma a las pirámides, así como las murallas, los patios y las viviendas de la gente que habitó, desde épocas tempranas, el Valle de Oaxaca. (5 mil a 3 mil AC)
Ubicándose en Montealbán, es posible contemplar las planicies donde se aprecian las huellas de otras poblaciones ocultas por la acción del tiempo.
Ésta metrópoli de la antigua América, antecede a otras como Tenochtitlán y fue contemporánea de Tula y quizá lo halla sido en un tiempo de Teotihuacan, la ciudad que veneraron ochocientos años después de abandonada, los aztecas.
Lo elevado de su ubicación y lo recio de su arquitectura, nos hacen pensar en una ciudad construida en función de la guerra. Las atalayas dominan lejanías donde no podían pasar inadvertidos los forasteros o invasores.
La ciudad prehispánica hoy re bautizada en idioma castizo como Montealbán, se construyó para que sobrevivieran sus habitantes ante las constantes guerras, quienes finalmente se dispersaron por los valles. Las muchedumbres dominaron y fueron dominadas por distintos agrupamientos emparentados entre sí y con otros extranjeros provenientes de la región del golfo de México, donde habitaron los Olmecas y otros grupos procedentes del norte. Cuando hicieron su aparición los europeos, la ciudad ya se había despoblado de tiempo atrás.
En la parte baja de la colina donde se erigen las pirámides se extiende la actual ciudad de Oaxaca, bautizada por los españoles del siglo XVI como “La Verde Antequera”.
Es la actual capital de una región multiétnica y gastronómicamente suculenta, que además nos maravilla con su tradición de bordados y arte plasmado en variedad de figuras y tonos que reinventan la luz sobre las telas y objetos.
Singulares formas artesanales, lúdicas, como para establecer contactos fuera de este tiempo y a través de la creatividad que nos lleva a otro mundo.
De pronto aparecemos ataviados con ropa de algodón y sandalias entre una multitud que hace lo mismo. La gente estrena atuendos y adornos mientras se deleita con las vendimias del tianguis que rebosa de acento indígena.
Para comer, las tlayudas, para beber es el mezcal. Además, el clima de Oaxaca trajo la tradición de hacer nieve: bocado de sabor afrutado y melosamente sabroso.
El quesillo se estira como liga y fundido lo untan en el maíz convertido en tlayuda, o sea; la tortilla de Oaxaca, tostada y bañada de caldo de frijol.
Un tamal oaxaqueño es la masa de maíz con carne enchilada y envuelta en hojas de plátano.
El mole es un lujo presentado como pasta achocolatada, ligeramente picante, que se acompaña con carne, generalmente de pollo, aunque puede ser de cerdo.
El chocolate se bebe casi hervido con agua. El agrio sabor del chapulín y el gusano de maguey, nutren y condimentan, junto con hierba santa, los platillos de esta región.
De tales características es tal maravilloso lugar. Y podemos hablar de la genética autóctona, repartida en quinientos setenta municipios habitados por más de veinte etnias subdivididas en ocho regiones: La cuenca del Papaluapan, (Tuxtepec), La cañada, (Huautla de Jiménez) La Mixteca , Sierra Norte, Sierra Sur, La costa, Los Valles Centrales y el codiciado Istmo de Tehuantepec.
Este istmo, significó en el pasado un objeto imprescindible para el desarrollo de los estadounidenses. La historia de ambos países registra las presiones que ejercieron los distintos gobiernos de los vecinos para controlar el estrecho interoceánico. En 1914 se inauguró el Canal de Panamá y el Istmo de Tehuantepec fue temporalmente olvidado.
Ahora el mundo es muy distinto; los recursos como la biodiversidad y los energéticos, adquieren un significado estratégico, cuya posesión y control han desatado una carrera sorda, insensible y cruel, que cambió radicalmente las reglas del juego geopolítico.
Las fronteras geográficas pasan a otra categoría, debido a los numerosos tratados comerciales; la soberanía se pone bajo la acosadora presión de las exigencias de los capitales que operan bajo sus propios esquemas globales.
No es remoto que pudiera desencadenarse una transformación que diluya el pacto federal en el corto plazo y pierda el país su actual fisonomía para dar lugar a dos o tres regiones, con características socioculturales y económicas específicas. A un costo político, económico y social imposible de calcular.
El impacto de lo que se decidió hacer veladamente en el Istmo, es de consecuencias tales que afectan en todos los renglones constitucionales y en la sociedad contemporánea, principalmente en la vida de los ciudadanos mexicanos que habitan en dicha región.
Me preocupan y a la vez me decepcionan los gobiernos de nuestro país, que permitieron que los intereses extranjeros, por medio de las trasnacionales y los políticos enriquecidos en el poder, se apropien nuevamente de una parte del suelo de la patria. Esta zona fue defendida históricamente por individuos íntegros, de la estatura y dignidad del presidente Benito Juárez y el general Lázaro Cárdenas, en cuyo gobierno fue rescatado el istmo que hasta entonces estaba concesionado a los estadounidenses por un acuerdo que se tuvo en fecha cercana a la primera mitad del siglo XIX, y que no se había anulado cuando el michoacano asumió la presidencia.
El istmo de Tehuantepec representa una zona de gran relevancia para los planes de control político-militar y expansión de EU hacia Centro América y América del Sur.
Además, Junto con el canal de Panamá, conformaría la ruta por donde pudiera desplazarse más del diez por ciento de la mercancía del comercio que se ejerce mundialmente y es el puente de la droga que viaja hacia el norte por tierra.
Evidentemente los presidentes mexicanos, al menos durante los últimos cuatro sexenios, obedecieron a intereses que dieron y darán beneficios a los inversionistas de Estados Unidos y europeos, principalmente.
A partir del periodo de Miguel de la Madrid, han actuado como si los conciudadanos fueran gente de otra categoría, que puede servir en los empleos de las trasnacionales cuyos salarios no cubren siquiera necesidades básicas.
El lugar donde estudiaron, su educación, entrenamiento y quizá algunos rasgos de su idiosincrasia, les hicieron abrazar el llamado Universalismo Europeo y la dinámica sajona nortemericana, subordinaron la política nacional de sus sexenios al discurso del poder estadounidense.
Amenazados, real o imaginariamente por alguien, o convencidos de las bondades de la cultura del dólar, el caso es que han traicionado con lujo de hipocresía, una y otra vez, al pueblo. Le han mentido y lo han rebajado a la condición de esclavo del nuevo colonialismo. Con la misma veleidad comprometieron los recursos como el agua, el petróleo, la biodiversidad y la cultura milenaria de los pueblos de la región y del país.
¿Qué clase de gobernantes ha tenido México y algunos países latinoamericanos que cada día son más pobres y menos dueños de sus recursos? (Haití, Colombia, Argentina, Chile, Panamá, Nicaragua, Ecuador, y otros)
Gente ambiciosa, que trata de llevar la fiesta en paz con los sucesivos gobiernos estadounidenses, que les permiten a su vez acumular una envidiable fortuna sin ser molestados, pero siempre bajo la amenaza de fuerzas desestabilizadoras o derrocamientos.
Han asimilado domesticación pro yanqui, de tal suerte que firman tratados ominosos que desencadenan estallidos sociales, por rebajar tanto la calidad de vida de sus gobernados, que bien harían en llamarse víctimas. Sometidos a los organismos financieros internacionales, al igual que a las mafias que operan las trasnacionales, como si fuesen empleados de categoría muy inferior, arriesgan todo el edificio de nuestra sociedad. Ávidos de poder y sin dominio muchas veces de sí mismos, suelen exhibirse como bufones ante el mundo y al mismo tiempo son contrabandistas de la riqueza de su país.
No han faltado en la historia, desde Santa Ana, hasta los cuatro jinetes del Apocalipsis mexicano: De la Madrid, Salinas, Cedillo y Fox.
El que tenemos ahora va por la misma línea: condicionó el apoyo que le dieron para conservar la presidencia pese al fraude, a cambio de toda facilidad posible a la transformación que sufre el istmo de Tehuantepec y más que nada la militarización yanqui en nuestro territorio, por medio de maquillajes y membretes de planes y proyectos motivados por los aviesos capitalistas convencidos de que el mundo solamente es para ellos y el resto no debe aspirar más que a ser la fuerza de trabajo.
El presente estudio comenzó hace aproximadamente diez años en forma de tarea escolar de la Escuela Normal Superior de Jalisco y a partir de entonces no he dejado de comprobar que las acciones de los gobiernos de América del Norte apuntan en esa dirección.
En el año 2002, envié ingenuamente una carta en respuesta a una convocatoria que realizó el entonces presidente Vicente Fox, para diseñar el Plan Nacional de Desarrollo. Hablé claro de este asunto, sugiriendo que el negocio del canal seco, transoceánico, multimodal, que se construyó en Oaxaca, fuese para beneficio de los mexicanos por medio de obras sociales, tan requeridas en todos los rubros.
Jamás obtuve respuesta. Ellos ya tenían y conservan su plan que no es otro que plegarse al plan de los norteamericanos. Una vez más en esta historia cíclica.
No sabía a quién acudir para tratar de motivar una investigación y posibles foros o debates para ventilar este asunto, por cierto demasiado ocultado por las autoridades o, mejor dicho, bastante maquillado con argumentos y nombres rimbombantes como: Plan de las Américas, Plan de Desarrollo 2000, Plan Puebla Panamá, Plan Mérida y el abominable ASPAN.
Todos son engendros de una sola bestia, agazapada en el discurso del progreso y las oportunidades. Palabrería abiertamente neoliberal que se empeña en articular a la humanidad bajo el dominio del mercado y de las armas que lo custodian.
Decidí darme a la tarea de documentar y continuar por mi cuenta con estas reflexiones que ya es necesario sacar a la luz.
Agradezco a todas las personas que comprendieron su importancia y contribuyeron para el presente trabajo.

I Vuelven sobre el Istmo de Tehuantepec

En momentos de agudización de problemas sociales y crisis políticas, como la que vivimos en estos días, es necesario mirar de frente la historia y hacer nuevamente las preguntas que no han sido del todo contestadas y cuyas respuestas quizá contienen aún mucho material, que nos puede servir para descifrar el entramado que se encuentra detrás de los conflictos y que no nos permite ver hacia el fondo, tratándose éste de esconder y disimular por los sucesivos poderes que se han servido de los bienes de nuestros países, en lugar de servir a sus habitantes.
Es preciso recordar aquél siniestro “pacto de la embajada”, que desencadenó la usurpación de Huerta y el crimen de Madero el 22 de febrero de 1913: todo por el control del petróleo mexicano. El gobierno de Estados Unidos una vez más irrumpió en la vida política de este país y con ello no tan sólo precipitó la caída y muerte de un revolucionario, sino que su intromisión, que incluyó la venta de armas a las distintas facciones, tuvo que ver profundamente con una guerra civil de consecuencias terribles en pérdidas humanas y materiales, cuya recuperación significó endeudamientos y pactos penosos.
Enseguida fue vendida la paz a cambio de una desastrosa dependencia económica y tecnológica, que en gran medida ha dificultado el desarrollo, como una de las causales del atraso sociocultural que padece la población y que se agrega a la histórica falta de un auténtico compromiso social por parte del Estado.
¿Qué hay detrás de los puntos medulares de los endeudamientos con el FMI y los tratados comerciales de América del Norte (TLC, ALCA, ASPAN) y qué similitud guardan en su lógica con los decisivos acuerdos llamados de Bucareli, signados durante el gobierno de Álvaro Obregón? ¿Está el país entrampado en una espiral de neocolonialismo?
Lo que aconteció entre 1901 y 1941, comenzó a trazar el rumbo de la política hasta nuestros días, configurándose ésta cada vez más a favor de los grupos capitalistas estadounidenses. Aparecen registrados en este lapso los crímenes y las expropiaciones de tierras en la “Faja de Oro” y de las Huastecas, al igual que las conversaciones y acuerdos del embajador Lane Wilson con Victoriano Huerta, con la idea de hacerse del poder desconociendo a Francisco I. Madero, quien fuera asesinado al igual que su hermano Gustavo.
Toda una trama para extraer la riqueza, sin obstáculos y con la venia de los cómplices de la época.
A casi un siglo de distancia de la “revuelta” de 1910, nuevamente nos mueven vientos de cambio revolucionario y no tan sólo las estructuras institucionales muestran agotamiento, al igual que las viejas prácticas del ejercicio del poder. Vemos que el gobierno de Estados Unidos aparece en la escena y no precisamente como extra de la trama, sino con el papel estelar. Siempre ha estado ahí, invariablemente; como “socio”, cliente, proveedor, espía y beneficiario de nuestras crisis.
Desafortunadamente, ha dominado el terreno como fuerza que es el llamado “Imperio Norteamericano”. No está nuestro país exento de su determinismo en todos los renglones bilaterales, tanto en lo comercial, como en lo político e ideológico, hasta en lo moral y no se diga en lo cultural. La influencia es enorme y no es exagerado decir que la historia de México, durante casi doscientos años, ha estado ligada en forma dependiente, incluso sumisa en ocasiones como la presente, al poderío y expansionismo del país que es vecino en el norte. No es cosa que pudiera enorgullecer llamarse oficialmente los “Estados Unidos Mexicanos”.
La presión en nuestro tiempo, se ha intensificado al grado de operar “ellos” la decisión política más importante del país que es la sucesión presidencial. Ahora, no es imprescindible que los embajadores hagan largas estadías en nuestro territorio para afianzar acuerdos, sino que los ex presidentes como Ernesto Zedillo y Carlos Salinas cursaron estudios en universidades norteamericanas y despachan en sendas oficinas en los centros financieros de allá, del norte. No es una ocurrencia popular llamarles gerentes en lugar de presidentes, es la realidad. El control hacia México se ejecuta vía la presidencia de la república y ya ni siquiera es necesaria la carrera política sino que basta con haber dirigido la sucursal de una trasnacional como la Coca Cola, para contar con el visto bueno de Washington. Así se formó Vicente Fox, quien contó además con el aval capitalista del clero.
México vive un pre-estallido social generalizado que puede ser de funestas consecuencias. Grupos de los Estados Unidos en combinación con mexicanos, lo instigan como beneficiarios. Esa es la tesis que sostengo a partir del análisis documental y en base a la observación del desenvolvimiento de los acontecimientos actuales: Desde Estados Unidos se pretende el control absoluto del paso interoceánico en el Istmo de Tehuantepec y con ello crear una “zona de seguridad” en la región.
El desmantelamiento del artículo 27 Constitucional llevado a efecto por el ex presidente Salinas ya apuntaba en esa orientación: se negoció la posesión de la zona ístmica y únicamente falta la crisis social y política para consumarlo en hechos. De Chiapas se pasó a Oaxaca y tal vez veremos el sureste sumergido en esta vorágine provocada. Ahora vamos a tratar de responder ¿Por qué?
Lo que llamo “conspiración del Cerro del Tigre” o “Tehuantepec”, en idioma Náhuatl, es un plan que desde mi perspectiva implica antecedentes políticos y una evolución histórica, que es posible que tenga una vinculación muy directa con lo que se vive en el país en estos días; inestabilidad que en breve pudiera desembocar en ingobernabilidad.
La parte angosta del sur de la República Mexicana; lo que llamamos Istmo de Tehuantepec, es una región sumamente estratégica en términos de riquezas naturales, recursos: agua, petróleo, uranio y una gran riqueza biótica. Además ofrece la posibilidad de rutas comerciales desde el norte al sur del continente o viceversa, así como entre ambos océanos (Pacífico y Atlántico) que divide dicha zona ístmica.
Un paso interoceánico ha sido concebido y discutido por los gobiernos de México y EU, desde las épocas de López de Santana y Benito Juárez.
En algún momento los vecinos norteños exigieron el libre paso a través del istmo (afortunadamente no se dio esta situación) y se llegó a construir un ferrocarril cuando gobernaba Porfirio Díaz: “El Tehuano”, inaugurado en 1907 y cuyo tendido de vías aún perdura.
Al finalizar el siglo XIX, fue enviado por el gobierno francés monsieur Lesceps, (El contratista del Canal de Suez) quien sugirió como lugar idóneo para la realización del canal el Istmo de Tehuantepec. Sin embargo, las condiciones sociales del país no estaban como para ceder el paso a los franceses y estadounidenses quienes pretendían asociarse, por lo que éstos últimos buscaron otra alternativa: La gran Colombia, en una parte muy angosta, con abundantes recursos hidrológicos; Panamá, entonces departamento colombiano.
La previsible negativa de los colombianos devino en una guerra que se conoce como la “Guerra de los mil días”. En ella murieron alrededor de noventa mil colombianos. Finalmente fue tomada esta parte del país y los estadounidenses “inventaron” la “independencia” de Panamá para construir el canal.

El nudo gordiano lo rompió el primero de los Rooseveltes, con el famoso I took Panamá and talked about it afterwards, la arrebató desmembrando a Colombia y disputándola después con el negocio de la indemnización. Por lo demás así quedó cerrado en América el capítulo de la construcción de la vía interoceánica. González (1973) p.123.

En 1903 se firman unos tratados a perpetuidad entre ambos países para ceder el istmo panameño para la construcción del canal que se realiza entre 1903 y 1914.
Hacia 1908 se reconoce plenamente la independencia de esta nueva república, después de entregar E.U. ochenta mil dólares al congreso colombiano. A partir de ese año y hasta finales de 1999, fue cruzado por alrededor de 800 mil navíos de diferentes calados y procedencias, hasta que comenzaron a construirse los barcos “Pos-panamax”, de los cuales existen actualmente unos 300 navegando los mares del planeta y cuyas dimensiones hacen imposible atravesar de un océano a otro, a través de dicho canal.
La importancia que tuvo el canal de Panamá comercial y militarmente, durante un siglo, está fuera de toda duda. Sin embargo, esta compleja obra de ingeniería que continúa brindando un importante servicio, al ser la única posibilidad de paso interoceánico, (además del Estrecho de Magallanes) fue “devuelta” a los panameños el 31 de diciembre de 1999 en una ceremonia pomposa y al mismo tiempo discreta.
Años antes tuvieron lugar los “acuerdos Torrijos-Carter” (1977), por medio de lo cual se retiró la cláusula de perpetuidad del tratado anterior, así como los conflictos que desembocaron en las invasiones de Granada y Colón. Surgieron las protestas y brutales represiones estudiantiles. Fueron construidas las bases militares (La base aérea Howard y la estación naval Rodem) en las islas panameñas y posteriormente vino el secuestro y encarcelamiento de Noriega, la sangrienta invasión y bombardeo por parte de las tropas navales y aviación estadounidense, (1986) entre otros hechos que tuvieron lugar en esta región latinoamericana. La llamada operación “Causa Justa”, defendida por el clero panameño y las clases acomodadas, quienes argumentaron que la presencia y los crímenes que cometió el ejército norteamericano en Panamá, fueron no una invasión, sino una “liberación”.
Ya iniciado el siglo XXI, las grandes transnacionales y los gobiernos de Estados Unidos y España, principalmente, voltean nuevamente hacia México, específicamente hacia Tehuantepec, al tiempo en que en Panamá se programó un referendo que tuvo lugar el 22 de octubre de 2006, donde los ciudadanos decidieron sobre el futuro del canal como principal recurso económico del país.
Setenta por ciento de los panameños votaron a favor de la opción de una ampliación, cuyo costo ascendería a unos 5 mil 250 millones de dólares y los trabajos de construcción llevarían unos siete años.
Tuvieron que movilizarse las autoridades del canal, ya que se estima que su vida útil concluye en el año 2012, sin que ello signifique que quedara en desuso.
La tecnología de canales secos multimodales que emprende EU, aplicadas a las facilidades geográficas y políticas que se presentan en Centroamérica (Nicaragua) y el Istmo de Tehuantepec en México, pudieran significar una fuerte competencia para la ACP (Administración del Canal de Panamá).
El istmo mexicano ofrece condiciones idóneas para abrir, no ya un canal como ruta navegable, sino que puede abrigarse un megaproyecto que contemple la construcción de vías ultra rápidas de ferrocarril, así como autopistas (ya existe la primera) para conectar los puertos de Coatzacoalcos, en el estado de Veracruz y Salina Cruz, Oaxaca, y entre ellos las conexiones hacia el norte y hacia el sur de América. Este nuevo plan se dio a conocer en el inicio del sexenio de Fox con el nombre de: Plan Puebla Panamá.
Pude comprobar con los viajes realizados en 2004, que todo lo que había supuesto a partir de las lecturas y de observar el curso de la política neoliberal en México, está a la vista.
Las autopistas ahí se encuentran y el artículo 27 constitucional fue modificado por Carlos Salinas para facilitar la reconversión socio-geográfica de esta región. Pudiera abundar más en otros detalles como lo es la energía eólica que ofrece esta “cintura” del país, convirtiendo la zona en un lugar privilegiado para aprovechar las potentes y constantes corrientes de aire que cruzan de uno a otro océano, específicamente en un área cercana a un lugar que se conoce como “La Ventosa”.

Una de las grandes modificaciones se efectuó en 1992, con Carlos Salinas de Gortari, cuando se reformó el artículo 27 Constitucional en materia de tenencia de la tierra, donde se convirtió la propiedad social en propiedad enajenable, así se legaliza que el ejido y la propiedad comunal puedan rentarse o venderse a particulares, restándole además importancia a la asamblea ejidal. En la ley agraria reformada en 1993 debido a esta modificación, se establecen los mecanismos por los cuales se pueden comercializar las tierras ejidales. Almeyra y Alonso (2002) P.66

Artículo 45.- Las tierras ejidales podrán ser objeto de contrato de asociación o aprovechamiento celebrado por el núcleo de población ejidal, o por los ejidatarios titulares, según se trate de tierras de uso común o parceladas, respectivamente. Los contratos que impliquen el uso de tierras por terceros tendrán una duración acorde al proyecto correspondiente, no mayor a treinta años.

Ya se han instalado cientos de generadores eólicos con los que se pretende alimentar de energía a las industrias que se posicionen y comiencen a invertir como Aurrerá-Walmart, Bimbo, Repsol, Monsanto, entre otras.
Considero que no debe ser visto de forma negativa el progreso, siempre y cuando el país se vea beneficiado directamente del mismo. Al decir “el país”, me refiero a la gente de toda condición que pueda recibir dicho beneficio traducido en servicios y oportunidades de desarrollo, al igual que una mejoría sustancial en la calidad de vida.
El problema surge cuando los beneficiarios son los dueños de los capitales privados que pretenden apropiarse de estos recursos y en este caso dichos inversores pudieran ser en su mayoría extranjeros que trasladen las ganancias a sus respectivas naciones. De hecho, en su mayoría son compañías españolas, alemanas y estadounidenses, las que inicialmente han invertido.
Hasta el momento prevalece una decidida resistencia por parte de las agrupaciones civiles; comisariados y otras representaciones populares, para que se lleve a cabo este plan concebido desde la óptica global y sobretodo neoliberal. Por otra parte, las condiciones económicas recesivas en E.U han impedido mayores flujos de capital hacia la zona a través de los organismos financieros que acostumbran endeudar a los países en desarrollo.
Pero no debemos descartar que pudiera llegar el momento en que el hilo se rompa y sea inminente la apropiación del Istmo. Para ello es necesario una crisis mayor aún que las que hemos vivido recientemente, para que; ahí está la historia que lo registra, negociemos en condiciones desfavorables y dejemos para el otro, el poderoso, las ventajas de los acuerdos.
Estas fechas me recuerdan mucho a los años anteriores e inmediatamente posteriores a 1910, cuando el petróleo se convirtió en el detonante de la guerra revolucionaria tras el crimen de Madero. Enseguida vinieron los “Acuerdos de Bucareli” con el gobierno obregonista y no hemos dejado de estar de alguna manera, sometidos a los intereses de los organismos financieros internacionales, por medio de créditos impagables, acuerdos de libre comercio, entre otras medidas bastante difíciles para la vida de un ciudadano que vive del salario y absolutamente cruentas y despiadadas, para los millones que ni siquiera salario tienen.
Volviendo al motivo de la presente consideración, quisiera mencionar un artículo de Walter Goobar (Buenos Aires) titulado “Confesiones de un golpeador económico”, (Público-24-05-2005) en el que habla de un libro escrito por un tal John Perkins, quien por muchos años trabajó al servicio del gobierno de Estados Unidos para introducirse a países pobres y mediante indicadores económicos falsos y otras truculencias, lograba involucrarlos en créditos imposibles de pagar. Con ello se desestabilizaban las respectivas economías, por lo que se recurría a métodos de cobranza bastante extremos. El autor narra que Indira Gandhi fue visitada por un representante de E.U, quien le llevó un mensaje donde se le decía que 70 inversionistas estadounidenses, con contratos de inversión de 30 mil millones de dólares, viajarían a Nueva Delhi en cuestión de horas si ella aceptaba un crédito por la misma cifra del FMI.

Gandhi recibió al representante en su despacho del parlamento, pero rechazó la oferta con el argumento de que con dificultades acababa de pagar un empréstito de dos mil millones de dólares y no veía cómo aceptar este “negocio”. Según un alto funcionario, ella pagó con su vida este rechazo.
Así actúan estos monstruos del dinero. Por eso no dudo que una crisis que se agudice con elementos explosivos, tales como el crimen organizado y el no organizado, la corrupción desmedida en los distintos niveles de gobierno, la inoperancia del Estado, etc., viene a la medida para consumar planes como la enajenación del istmo de Tehuantepec.
Más que nunca debemos informarnos sobre lo que se tramó y negociaron los gobiernos recientes en el contexto neoliberal que se ha instalado políticamente en el país y que ha comprometido no tan sólo recursos naturales, como bienes de la nación que no de las corporaciones, sino también la soberanía sobre espacios geográficos como lo son las playas y otros lugares estratégicos por la cercanía de yacimientos o rutas de comercio internacional.
Las señales sobre una intención que opera desde los centros del poder son múltiples y lo que sucede en el sureste y en Oaxaca, no es espontáneo.

II De océano a océano a través de una “Franja” de tierra

Vasco Núñez de Balboa divisó el que conocemos como Océano Pacífico el 24 de septiembre de 1513, junto con los expedicionarios que le acompañaron en la exploración que le llevó cuatro meses y medio hasta su regreso a la Antigua, el 19 de enero de 1514.
El hallazgo de otro mar hacia el sur despertó el interés de encontrar una ruta navegable a partir de la costa, ya reconocida por los españoles desde la Florida hasta el Darién. Fue la aventura de Fernando de Magallanes la que finalmente demostró la inexistencia del paso interoceánico a través de la masa del continente, después de navegar los Ríos y afluentes que desembocan en el Atlántico, como el Amazonas y el Río de la Plata.
La castigada expedición circunnavegó por primera vez el globo logrando pasar los mares agitados y los vientos, del estrecho que divide el cono del sur de América, de los archipiélagos antárticos y que por tal motivo recibe el nombre de “Estrecho de Magallanes”, (1519-1521) según nos lo hacen saber los apuntes de la bitácora que llevaba el piloto Pigafetta, quien sobrevivió a Magallanes al ser éste emboscado y muerto por los nativos de una de las islas Polinesias.
Desde el siglo XVI, se pensó en la forma de abrir un canal en la parte angosta del continente, empero el desgarrado devenir de los pueblos que la conforman en lo que se llama Centroamérica, imposibilitó la organización y fuerza económica necesaria para semejante empresa. En su lugar, Estados Unidos capitalizó la angostura para garantizarse el anhelado paso. Con Panamá materializó el plan a través de la construcción de una obra de ingeniería, cuya magnitud queda para las páginas que dedica la historia a las empresas titánicas.
Fue necesaria la guerra y la ruptura de una soberanía emanada de un movimiento independentista, consumado desde el siglo XIX, a un elevado costo en vidas.
A la gran Colombia le cercenaron Panamá con la idea de “abrir” la tierra y permitir que los barcos fuesen de un mar a otro y de ahí a cualquier puerto del mundo.
Evitar el largo y penoso viaje marítimo hasta la Tierra de Fuego, para llevarse lo que fuera desde New York al puerto de San Pedro, cercano a la ciudad de Los Ángeles, o hasta San Francisco, o viceversa, era y es algo sustancial para la vida de los Estados Unidos, si tomamos en cuenta que las costas de ambos océanos se hayan alejadísimas entre sí y no todo es transportable por aire.
Una de las imágenes más difundidas por el cine de Hollywood, representa las caravanas de carretas y jinetes que cruzaban desde la costa del Este, para alcanzar las tierras conquistadas del Oeste, a las que la imaginación de la época atribuía riquezas auríferas, que finalmente fueron ciertas, valles fértiles y otras bellezas, como sus alegres salones y abundantes oportunidades de emprender cualquier cosa.
Mas era necesario vencer a las tribus autóctonas y al clima inhóspito de las montañas y los desiertos, además de sortear las crecidas de los caudalosos ríos. Éstos llegan a tener en algunas zonas grandes ensanchamientos, pero también rugen dentro de profundos cañones.
Cruzar Norteamérica, desde el Atlántico al Pacífico, era (y es todavía) una aventura que muchos solamente experimentaron una sola vez en su vida: cruzaron y no volvieron. Se convirtieron en colonos del Oeste de los Estados Unidos.
El cómo llegar al Oeste de manara más rápida y segura, se convirtió en una búsqueda obligada para las empresas y para el gobierno de esta potencia económica. La red de ferrocarriles desarrollada desde la segunda mitad del siglo XIX, pronto se extendió por el territorio, sin embargo, es mucha la distancia en millas terrestres. De ahí que se buscara la ruta a través del mar, siendo el Istmo de Tehuantepec el paso idóneo para ir de una costa a otra del país, por lo que “negociaron” con el gobierno de Santa Anna, después de haber invadido y finalmente despojado a México de la mitad de su territorio entre 1847 y 1848.
Este gobernante concertó con los vecinos norteamericanos un pacto en 1842 y ratificado en 1853, conocido con el nombre de Tratado de La Mesilla, en el cual se asienta que fue otorgado a los estadounidenses, además de este territorio, la servidumbre de paso por el Istmo.
Afortunadamente no fue llevado a la práctica el acuerdo que hubiera significado seguramente la presencia de tropas y algunas bases para resguardar el tránsito de los vecinos. Tendríamos por ello quizá fronteras estadounidenses en el norte y en el sur.
Casi un siglo después, cuando Lázaro Cárdenas tomó posesión como presidente de la República, el 1º de diciembre de 1934, una de las primeras acciones que realizó su gobierno fue buscar y finalmente encontrar la manera de nulificar el Tratado de La Mesilla; a través del recurso de la denuncia (anulación).
Los altos funcionarios de la Secretaría de Relaciones Exteriores le pusieron al tanto detalladamente de los asuntos pendientes con los Estados Unidos. Entre los datos que le fueron presentados se encontraba la vigencia del artículo VIII de dicho tratado y cuyo cumplimiento podía ser reclamado en cualquier momento.

En la lista que se le proporcionó estaba en primer lugar la vigencia del artículo VIII del Tratado de La Mesilla. Se le informó que Santa Anna lo había ratificado y que, por ello, los norteamericanos podían exigir, en cualquier momento, el paso por el istmo de Tehuantepec, y que México, por tanto, no le quedaba otro recurso que acceder a tales demandas de nuestros vecinos si hacían valer la obligación concertada en el pacto de 1853(…) González (1973) p.9.

Cárdenas instruyó a quien por entonces era embajador ante el gobierno de Washington, el Doctor Francisco Castillo Nájera, para que llevara a cabo la negociación que librara a México de la obligación de permitir irrestrictamente el paso de los viajeros estadounidenses, con sus mercancías y valijas de correo, por la ruta del Istmo de Tehuantepec.
Sin duda se trataba de una misión que exigía además de habilidad diplomática, condiciones favorables y éstas se dieron en parte gracias a la política de buen vecino que mantuvo el presidente Franklin Delano Roosevelt.
La encomiable actitud del embajador mexicano tuvo en cuenta este factor y se aprovechó de un viaje que fue necesario realizar para asistir a la Conferencia de la Paz, celebrada en Buenos Aires.
A bordo del barco que lo transportaba, junto con otros funcionarios, encontró el momento para conversar con el subsecretario de Estado de Estados Unidos, Sumner Welles. El doctor Castillo le solicitó durante la charla que su gobierno considerara dejar sin efecto los derechos del artículo VIII del tratado. Argumentó que en los años transcurridos desde la época en que dicho tratado fue signado, jamás fue utilizado el paso por el Istmo de Tehuantepec, de manera que no tenía sentido mantenerse en el acuerdo, además la reunión hacia donde viajaban en la capital Argentina tenía el espíritu de la buena voluntad entre los vecinos del continente, ocasión que hacía propicia la suspensión o “denuncia” que dejara sin efecto el acuerdo.

La competencia argentino-norteamericana se manifestó a las claras en las negociaciones que la diplomacia de una y otra nación llevaron a cabo para terminar la guerra del Chaco (1932-1935) entre los gobiernos de Bolivia y Paraguay. Finalmente, se impuso el criterio argentino, ya que la Conferencia de Paz se celebró en Buenos Aires y no en Washington. Asimismo, la rivalidad reaparecería al poco tiempo, en la Conferencia Interamericana de 1936 en Buenos Aires, donde tuvo lugar un verdadero duelo entre un Saavedra Lamas en el pináculo de su prestigio internacional y el secretario de Estado norteamericano Cordell Hull. (Historia General de las Relaciones Exteriores de la República Argentina)

Así se le hizo ver a Welles, quien estuvo a favor de la idea y pidió tiempo para consultarlo con el secretario Cordell Hull. Durante los trabajos de la reunión nuestro embajador insistió con su petición ante el pleno donde se encontraba el presidente Rossevelt, quien ofreció analizar la propuesta y ponerla a consideración del Departamento de Marina. Sin embargo el esfuerzo diplomático mexicano no había logrado un documento escrito, donde quedara asentado el avance que se tuvo con la aceptación de Welles, Hull y el propio presidente, quienes desde el principio vieron con simpatía la idea.
Esta situación motivó a Castillo Nájera a elaborar un memorándum que mencionaba algunos asuntos bilaterales, dejando a propósito en segundo término lo concerniente a la anulación de los derechos concedidos en el artículo VIII del Tratado de La Mesilla.
En el documento se argumentaba que la demora del Departamento de Marina impedía el cumplimiento de los acuerdos, porque aún no se daba respuesta a la consulta formulada al respecto.
Después de algunos meses de espera en la Misión diplomática mexicana en Washington, fue recibida la noticia favorable a la gestión que realizó el doctor Castillo Nájera, con lo cual se liberaba el compromiso de permitir a los estadounidenses el libre paso de personas, mercancías y correspondencia, por el Istmo de Tehuantepec, compromiso que fue ratificado por Santa Anna y el jefe de los conservadores Manuel Díez Bonilla en 1853.
La anulación del acuerdo está fechada el 14 de abril de 1937, es decir, transcurrieron ochenta y cuatro años sin que se ejerciera el derecho pactado.
Los hombres ligados al Istmo de Tehuantepec, a uno y otro lado de la frontera, de Santa Anna a Polk.
Juarez, Buchanan, Ocampo, Mc clane, entre otros, tuvieron sus motivos y visiones para ambicionar, vender o defender esta angostura geográfica como paso estratégico, que además ofrece riquezas naturales gracias al variado clima, suelos, subsuelos y los caudales de sus ríos.
Cuando el petróleo se convirtió en la sustancia más codiciada del planeta, el Istmo aumentó su valor geopolítico debido a su proximidad a los grandes yacimientos que aún controla México.
La distribución social de la zona abarca en nuestros días una población superior a dos millones de personas, que representan el veinticuatro por ciento del total de habitantes de Oaxaca. Comprende mil doscientos treinta núcleos agrarios, de los cuales el noventa y cinco por ciento son ejidos y sólo doscientos cuarenta y nueve están en municipios que tienen más del cincuenta y un por ciento de indígenas.
Setenta y tres núcleos más están en el rango del treinta y un al cincuenta por ciento de indígenas y novecientos ocho núcleos cuentan con el treinta por ciento de población indígena. Entre ellos encontramos chinantecos, mazatecos, zapotecos, mijes, nahuas, popolucas, ikoots, chontales, mixtecos, ixcatecos, tzotziles, chochos, zoques y huaves.

Indígenas y pobreza son dos realidades unidas. En el sureste del país habita el 74 por ciento de la población indígena nacional, en el 84 por ciento de sus municipios se vive la alta y muy alta marginación y es aquí donde se ubican más del 50 por ciento de las localidades del país cuyo número de habitantes es menor a 2 500. Almeyra y Alonso. (2002) P.33.

Esta variedad étnica y su riqueza biótica sufren una gran transformación a partir de los primeros acuerdos para el megaproyecto del PPP. Las resistencias que a lo largo de la historia han encarnado los habitantes del Istmo, se concatena con las actuales luchas que mantienen las comunidades ante el embate de la punta de lanza que el neoliberalismo ha trazado en la zona. La Asociación Popular de Pueblos de Oaxaca (APPO) tiene este origen.

Capítulo III “En busca de un paso”

La llegada de Hernán Cortés a las playas de lo que hoy es el Golfo de México, donde fundó él mismo la Villa Rica de la Verdadera Cruz en 1519, así como la derrota de los aztecas en Tenochtitlán el 13 de agosto de 1521, significaron el comienzo de un rumbo diferente para los pueblos establecidos en este territorio del planeta que comenzaban a descubrir los españoles.
Los europeos avanzaron conquistando a su vez territorios y tribus, sin saber a ciencia cierta dónde se encontraban. La búsqueda de riquezas, principalmente oro, ocupaban su interés. Todo lo demás pasaba a segundo término, salvo cuando se establecían en las encomiendas que les permitían poseer tierras y esclavos para trabajarlas conforme a las leyes impuestas a partir del coloniaje de las primeras islas americanas.
Sin embargo, el colonialismo en el continente tuvo que esperar a que la acción de los conquistadores culminara con el sometimiento y pacificación de los naturales, quienes fueron combatidos con la peor saña que se pueda concebir, según las narraciones de cronistas y frailes, como Bernal Díaz o el defensor Bartolomé de las Casas, así como los propios testimonios de los indígenas sobrevivientes a los tormentos o persecuciones a los que fueron sometidos.
Dichos acontecimientos quedaron narrados en códices que se conservan en museos y colecciones particulares como el Mendocino, el Celia Nuttal, Borgia, el Códice de Tlaxcala, entre otros que se hayan dispersos por el mundo.
Cortés venció y cautivó a Moctezuma y con ello acabó con el mayor poderío organizado en la región. A la postre obtuvo, directamente de Carlos V, el Marquezado del Valle de Oaxaca. Para entonces ya se pensaba en explorar la mar del Sur, recientemente descubierta por Núñez de Balboa.
El marqués del Valle de Oaxaca, y más tarde el sobrino Francisco Cortés de San buenaventura, iniciaron la exploración de dicho mar, sin despegarse tanto de la costa, dando su investigación en el golfo que lleva el nombre de mar de Cortés y cuyas tierras él mismo bautizó como Las Californias. Los barcos fueron armados en las bahías de Huatulco y la expedición culminó con un desastre al enfrentarse a los bravíos aborígenes de la península bajacaliforniana.
Cortés buscaba afanosamente las riquezas de Cíbola y Quibirra. Míticas ciudades cubiertas de metal precioso, según la descripción de otros expedicionarios náufragos que sobrevivieron y cruzaron desde las costas de la Florida, entre los que se recuerda a Albar Núñez Cabeza de Vaca y su ayudante Estebanico. El oro no fue encontrado y Hernán Cortés gastó sus últimos reales en la empresa. Posteriormente viajó a España donde murió.
La costa americana del Océano Pacífico permaneció a la espera de nuevos aventureros y salvo algunos comerciantes de pieles, rara vez se navegada en recorridos extensos con barcos habilitados para grandes empresas.
El momento llegó a partir de la expedición de Manuel López de Legaspi y Andrés de Urdaneta. Pilotos que zarparon de la Bahía de Tenacatita en las costas del actual estado de Jalisco y encontraron las Islas que bautizaron como Filipinas en honor al príncipe español descendiente de Carlos V, Felipe II de España.
En ese momento comienza el comercio con Manila, capital del archipiélago y posteriormente se extiende hasta China.
El carey, el bambú, el marfil, la seda y otros productos, pronto invaden los comercios de la Nueva España y con ello da inicio una nueva época del comercio global.
Los puertos del Pacífico en México y América, tuvieron la posibilidad de ser lugares de reparto de mercancías y las modas cambiaron conforme al uso de los atuendos comerciados.
En México es un ejemplo clásico el traje de “China poblana”. Se le reconoce así a una mujer indígena, mestiza o criolla, ataviada con ropajes de seda de procedencia china. En los hombres el atuendo se llevaba con ropa o calzón de algodón, con ceñidor en la cintura y paño de seda rojo en la cabeza, espuelas y chaparreras. Esos eran los chinacos.
Ya estaban abiertas las puertas del oriente, solamente faltaba unir el tramo terrestre para complementar el viaje hasta Europa.
Quien lograra abreviar y facilitar dicho tramo se convertiría en el factor dominante. Por tanto, el afán ha sido y es mayúsculo, en términos de dominio y control mercantil y por tanto económico y político en América.
Los caminos, las rutas y puentes, han sido tradicionalmente estratégicos en el devenir humano. El posicionamiento de los turcos en los límites de Europa y anteriormente el avasallamiento romano en el Medio Oriente y África, se mantuvieron bajo este tenor. Las llamadas guerras púnicas por el dominio del comercio entre Cartago y Roma, obedecieron a lo mismo; un control militar estratégico y sistemático de las rutas y plazas comerciales.
Ya en nuestra época, el Mar Rojo y el Mediterráneo quedaron unidos por el Canal Suez, obra del francés Leseps.
La presión sobre los sucesivos gobiernos mexicanos por parte de los vecinos norteños, para ceder el libre tránsito a través del Istmo de Tehuantepec, como si fuese su derecho, ha sido una constante histórica que por momentos encuentra calma, como lo ha sido cuando se dio paso a la construcción del Canal de Panamá, inaugurado en 1914.
El desahogo por dicha ruta, permitió a México vivir cerca de cien años sin que los nubarrones de los intereses internacionales opacaran de manera determinante su destino, hasta llegados los días actuales en los que nuevamente se presentan las imperiosas leyes del mercado y de la milicia disfrazada de seguridad y es controlada principalmente E.U, nación que reclama concesiones, facilidades y privilegios de toda índole, ante la pérdida de la capacidad y la fuerza suficiente para mantener la soberanía, como sucede en la mayoría de naciones latinoamericanas.
Tehuantepec vuelve a ser un objetivo. El mundo comercial lo reclama para una dinámica que puede interpretarse en los tiempos actuales como el intercambio de millones de toneladas métricas de productos que van: de la electrónica, a los fertilizantes, al igual que armas de todo tipo, sin dejar de lado los miles o millones de contenedores saturados de materias primas e insumos para la industria y el comercio que envuelve a todo el orbe, además del disputado petróleo.
Este reclamo bien puede ser aprovechado a favor de millones de habitantes que verán alteradas sus formas de vida. Pudieran ellos acoplarse al nuevo mapa social que marcan los capitales, salvo por un detalle mayúsculo: no entran en el plan como iguales. Su condición de naturales los excluye. En este escollo se coartan las aspiraciones y expectativas que mantienen.
Las desigualdades existentes se agudizarían con una abrupta reconversión socioeconómica y cultural de gran impacto, como la que supone este plan de las trasnacionales y del gobierno de Estados Unidos.
La constante incapacidad del Estado para dar respuesta a las demandas de estos sectores y sus rápidos reflejos para disponer de los recursos a favor de los capitales, hacen doblemente explosiva la crisis del Istmo de Tehuantepec en nuestra época.
La ruta para transitar de uno a otro océano por el Istmo, se mantuvo en la mira de los vecinos estadounidenses a través de la historia de ambos países. Forma parte de los acuerdos a raíz de las deudas contraídas por el hecho de perder la guerra México y ser vecino. El afán expansionista de Estados Unidos ubicó a México como puente geográfico natural entre los océanos Pacífico y Atlántico, en su ruta más corta después de Centroamérica.

Desde el punto de vista teórico el corredor del Istmo podría entonces reducir a la mitad el tiempo actualmente necesario para llevar mercancías por el Canal de Panamá desde Asia hasta la costa Este de Estados Unidos (de seis días se pasaría a 72 horas por el solo paso transístmico) y también el tiempo de transporte por la misma vía de las mercancías que van de Europa a la costa occidental de Estados Unidos. Almeyra y Alfonso (2004) p.59.


E.U y México tienen un conflicto histórico en Tehuantepec, semejante al que se tuvo en Colombia, antes de perder este país a su territorio de Panamá y muy similar también al actual Plan Colombia, que subordina la política de seguridad de dicho país a los dictados del comando militar estadounidense de la región.
La misión de regresar por los senderos de la historia no obedece en sentido alguno a revanchismos, sino a la posibilidad de tener una visión que se acople a las nuevas realidades que se configuran en el orbe, sin perder los valores identitarios, en términos de conciliar los momentos de transición cultural en los que se ha visto envuelta nuestra civilización en el capítulo concerniente a "las Américas”, como pueblos en transición.
La velocidad con la que se desvanece la cultura de los pueblos latinoamericanos, no nos exime de la obligación de hacer acopio de sus voces y expresiones para explicarnos el devenir actual. No hay comprensión posible al margen de las raíces étnicas y culturales que ciñen nuestro ayer.
“Yo no quisiera enriquecerme tanto como volver a esa tierra” escribió un navegante anónimo del siglo XVI.
Tal expresión no encierra otra cosa que el anhelo por estar nuevamente en el nuevo mundo, a pesar de todo, principalmente de la amarga lejanía para con la madre patria.
Retornar a las Indias se traducía en una empresa capaz de recompensar todo sufrimiento, así se tratase de vérselas con “infieles”, dispuestos a vender caro el “pellejo”, o el “ánima”. Ahí se estaba cerca de la ventura de encontrar fuentes prometidas, que conservaban el cuerpo jovial por eternidades, o minerales comparables a las riquezas de Salomón.
Si no se obtenía lo anterior, la recompensa que daban las hermosas mujeres morenas que abundaban en estas latitudes, era comparable a los ritos eleusinos o las caricias de las ninfas que habitaban los campos en tiempos de los reyes babilónicos. Todo ello fue el motor del coloniaje, aunado al ímpetu de los religiosos por adoctrinar y “salvar” las almas del averno.
El oro, la plata, la grana cochinilla y decenas de productos, llenaban las bodegas de las embarcaciones que partían bogando hacia el Viejo continente. Éstas retornaban cargadas de toneles de vino, jamones, mantas sevillanas, espadas, arcabuces, armaduras y muebles laqueados. Las mercancías se acomodaban entre sacos de correspondencia, baúles de ropa madrileña, vajillas, porcelanas y candiles de cristal veneciano.
Era frecuente ver en los puertos el desembarco de salterios y hasta órganos tubulares desarmados, para instalarse en los templos de la Nueva España.
Las piezas de mármol de Carrara y las imágenes de los santos, también se transportaban desde Europa, junto con los candiles checoslovacos, óleos y tapetes que habían viajado desde Persia.
La remota Catay o China, Manila, San Blas, Acapulco, Veracruz, Nueva Orleáns, La Habana, Sevilla y Londres, se unían con el comercio istmeño de Tehuantepec. Tal actividad era interrumpida por las frecuentes revoluciones y los saqueadores que merodeaban los caminos mexicanos, éstos acechaban desde la espesura de los montes cuando las mercancías eran llevadas de un océano a otro, para reembarcarse rumbo a su destino final.
Las escoltas no siempre garantizaban el resguardo de los carruajes y diligencias, ante la superioridad numérica de las gavillas y el conocimiento que los rufianes tenían del terreno.
Abundan las crónicas de asaltos y muertes de viajeros o bandidos en estos recorridos. Se supone que los botines se ocultaban en cuevas, antes de ser repartidos y muchas veces se olvidaron dichos escondites, máxime cuando eran perseguidos o ejecutados los bandoleros.
Llevar cosas de valor ponía en riesgo la vida y debido a la agitación social del siglo XIX y buena parte del siglo XX, ninguna ruta era segura. Por este motivo se puso énfasis en el resguardo de los pasajeros y sus bienes que cruzaran a través del Istmo de Tehuantepec. Los tratados de Guadalupe Hidalgo (el 2 de febrero de 1848) y el tratado de La Mesilla, (30 de diciembre de 1853) así lo estipulan, al igual que el acuerdo que firmaron (sin que fuera ratificado por los presidentes de ambos gobiernos) McLein y Ocampo, el 14 de diciembre de 1859.
No solamente se concesionaría el paso de Tehuantepec, si no el tránsito hasta el puerto de Guaymas y la península de Baja California.
Santa Anna había vendido además el derecho de tránsito por Tehuantepec al español José Garaiz en 1853.
La guerra con México y la guerra de secesión en EU, incidieron en la exigencia de estas rutas por parte de los estadounidenses que, al estar divididos en norteños y sureños, requirieron los primeros salidas hacia el Pacífico, lo cual se logró al ocupar los territorios “cobrados” a México.
Por su parte, los sureños, necesitaban sacar y embarcar la producción de algodón, así como proveerse de armamento para continuar los combates. El conflicto entre confederados y unionistas, distrajo hasta cierto punto los asuntos que se enfocaban hacia el cumplimiento de los acuerdos con el uso de las rutas por territorio mexicano.
Sin embargo, al lograrse la paz, los enviados se multiplicaron para negociar con México ya no sólo el tránsito, sino la posesión de territorios que se pretendieron comprar en un afán expansionista, característico del país vecino durante la época y mucho después.
La constante negativa de los gobiernos de Juárez y Porfirio Díaz, para ceder soberanía sobre territorio nacional, mantuvo eficacia dado que en la práctica no se llegó más allá de concesiones, de ahí que los norteamericanos rechazaran la ratificación de los tratados, al parecerles insuficiente lo que ampara una concesión. Los emisarios regresaron siempre a Washington con las manos vacías.
Bajo tal esquema, se construyó y autorizó la concesión del ferrocarril trans –istmico, conocido como el Tehuano, inaugurado por el propio Porfirio Díaz pocos años antes de que fuera liquidado su régimen por la revolución maderista de 1910.
La ambición por Tehuantepec envuelve intentos de desembarco, ofertas y hasta sobornos, creando con ello una constante presión que trasciende el tiempo en que se configuran las naciones americanas hasta nuestros días.
El propio Benito Juárez, siendo gobernador de su estado, tuvo que detener y finalmente expulsar a los norteamericanos que osaron desembarcar en las costas del istmo sin ningún trámite previo de solicitud de permiso.
Lo mismo ha padecido Nicaragua, Costa Rica y Colombia, donde tuvo lugar un acuerdo en 1859 y que guarda semejanza con el que negoció McLein con Ocampo. Les mueve a estas “negociaciones” el mismo interés dominante que busca hacerse de cuanto recurso sirva a los planes de los poderosos.
En medio de cada acción que ha desencadenado esta historia, hay documentos y testimonios que tal vez sea interesante conocer y revelar.
Saber quienes y en qué forma han intervenido en el desarrollo de este complejo y no menos importante tema, es lo que se ha propuesto la presente obra.
La relación de por sí difícil, entre una nación fuerte y una débil, tiene que ver con la sustancia, es decir, los “cómo” y los “por qué, de lo que se realizó. No es sencillo explicar cómo y por qué tal país se anexionó más de la mitad del territorio de su vecino, empero se puede entender a simple vista. Basta revisar la historia y el origen de cada pueblo.
Tener lo que otro necesita y no ser lo suficientemente fuerte como para cuidarlo, puede ser muy peligroso. Por otra parte, carecer de algo que el vecino tiene y ser más fuerte que él como para arrebatárselo, debe poner a prueba las capacidades de compromiso y ética, para que finalmente logren obtener lo que se requiere sin llegar a lastimar su dignidad.
Los países latinoamericanos han facilitado suministros que ayudaron a enriquecer a otros, lamentablemente sin salir ellos mismos de su pobreza. La paradoja de la mina de oro y el jacal de quien trabaja en ella subyace en nuestros pueblos.
La magnífica abundancia que posee la patria no nos exime de que, millones vivan aislados de la cultura que permite a otros el acceso a estudios, servicios y beneficios, que les ofrecen niveles de vida aceptables y/o privilegiados.
No es una ocurrencia pesimista decir que en Latinoamérica casi todos son pobres. Es que en realidad la mayoría lo es. La disfuncionalidad social se agrava en proporción a las distancias entre los que tienen en abundancia y los que carecen de casi todo.
No es problema nuevo y tampoco el único que enfrentamos, aunque sí el más importante de todos.
La fórmula que eligieron los gobernantes, des- regula y libera los términos y los flujos del mercado. Los tratados comerciales “libres”, destraban y desconocen obstáculos para colocar la mercancía donde conviene que esté y en las condiciones que más favorezcan en cuanto a transportes, embalajes, aranceles y las indispensables rutas.
Se cree que con esta dinámica aumentan los movimientos del capital y de allí se desprende el crecimiento de la economía. Esto es real para quienes tienen medios de estar en el juego, gracias al ingreso que perciben o los bienes que heredan o acumulan, vía negocios, desarrollo profesional o inversiones.
Lo deseable y esperado teóricamente por quienes mantienen esta expectativa es que, paulatinamente las clases subordinadas accedan a los peldaños superiores. Sin embargo, el desencantamiento llega pronto y la sociedad no se iguala, ni siquiera en los países más desarrollados. Se da en ellos, eso sí, una mejor distribución del gasto público en términos de equidad y pertinencia de servicios para los ciudadanos. Otra característica de los que tienen mejores estadísticas en niveles y calidad de vida, es la aparentemente menor corrupción, en contraste a lo que ocurre en México, por ejemplo.
Evidentemente se acentúa la crisis económica aunada a la política en este país. Las razones de los conflictos son hasta cierto punto claras, porque las fuerzas que se disputan el poder han manifestado sus intenciones y más que nada la estrategia con las que cada fracción busca presidir el destino de los mexicanos en el futuro inmediato.
Unos, se han hecho a la idea de que no debe interrumpirse la inercia del neoliberalismo que opera desde hace años. El compromiso es tanto internacional como nacional, ya que en base a capitales mixtos o totalmente extranjeros, es como se busca reactivar y crecer económicamente. Esto significa también que el Estado libere sectores considerados estratégicos, como el energético, la transportación de mercancías y los hidrocarburos. Tal liberación no es otra cosa que la privatización.
El impacto que conllevan las políticas des reguladoras y privatizantes, trastoca los equilibrios, incluso ambientales y de no tener bases que aseguren gobiernos estables, que lleven a cabo reformas en beneficio de las clases menos favorecidas, los estallidos sociales, como los que han brotado históricamente serán la constante, hasta llegar a la ingobernabilidad total y en el peor de los casos; una nueva guerra civil: la primera en el presente siglo.
Las luces de alerta se han encendido porque las decisiones tomadas no dieron resultados, es más, ni siquiera se acercaron a las expectativas. Se desploma la credibilidad y se multiplica la inconformidad. La economía no se aleja del anémico 2 por ciento de crecimiento, mientras que se ordenan más sacrificios de parte de los desposeídos.
El trato privilegiado al empresario aniquila el porvenir de varias generaciones de mexicanos y latinoamericanos, sometidos a políticas del mercado. No se trata de aludir al discurso que la izquierda utiliza y repite sin tregua y muchas veces con razón, sino de poner al día nuestra visión sobre las constantes antropológicas y socioeconómicas que, con variados tintes, dibujan nuestra realidad.
Evidentemente no se han agotado los embates neoliberales alentados por la derecha. Su fuerza es capaz de crear ambientes virtuales y burbujas económicas que cuando llegan a estallar reproducen en serie la banca rota.
En la era del auge del comercio mundial, la disputa por el control de los puentes internacionales y las rutas de tránsito, como amplios corredores de flujos humanos y de mercancías, se vuelven prioridades junto al acceso a los recursos naturales.
La posición geopolítica es propicia para las tensiones por múltiples causas; nos toca vecindad con un país que triplica en número de habitantes al nuestro, es decir, son alrededor de 300 millones de estadounidenses, que demandan recursos como es agua, energía, alimentos y de todo lo que el mundo produce. Nos encontramos inmediatamente en el sur de su frontera y los bienes que aún contamos como nuestros, son altamente cotizados en el mercado internacional por su gran rentabilidad; tales como sectores energéticos, rutas de transportes, forestales, pesqueros, hidrológicos, entre muchas otras vetas de riqueza que aún mantiene en abundancia nuestra nación.
El asunto se vuelve cuestionable cuando nos percatamos que, de todo ese potencial, una mínima parte llega a ser de alguna manera traducido en mejoras para la vida de las tres cuartas partes de la población mexicana.
Asistimos a una disolución de antiguos contenedores o moldes que se reemplazan por nuevas fuerzas fusionadas y a su vez desprendidas de sus viejas “amarras”, quedando tan a su libre albedrío como para volverse poderes en sí mismos, desgobernados, deslocalizados, autónomos y muchas veces invisibles.

“La desintegración de la trama social y el desmoronamiento de las agencias de acción colectiva suelen señalarse con gran ansiedad y justificarse como “efecto colateral” anticipado de la nueva levedad y fluidez de un poder cada vez más móvil, escurridizo, cambiante, evasivo y fugitivo (…) Para que el poder fluya, el mundo debe estar libre de trabas, barreras, fronteras fortificadas y controles”. (Bauman, 2002:19)

Mas todas esas rupturas, el acabar con los “grilletes”, las tramas éticas y corresponsabilidad social que hace a los sujetos y a las instituciones partícipes integradores del desarrollo mutuo, son sustituidas por un nuevo orden que censura, reprime o excluye, a los que no logran situarse en sus dinámicas y exigencias.
De ello desprendo el requerimiento para investigar las tramas y los escenarios que se han relacionado a la historia del Istmo de Tehuantepec. Lo analizo como una coyuntura y una constante o la confluencia de varias constantes. Ha sido y es factor de riesgo y amenaza de la estabilidad social.
Un recurso en pleno auge, como lo sería un moderno paso a través de vías y autopistas para trasladar mercancías entre los océanos Pacífico y Atlántico en México, es capaz de generar riqueza que coadyuve en el desarrollo social de la una nación.
Panamá vive de su canal y le costará mucho dinero y tiempo ponerlo al día. Más de cinco mil millones de dólares y siete años de trabajos. Además, se tiene que considerar la pérdida de agua dulce en cada embarcación que pasa por las esclusas. (50 millones de toneladas en cada navío que cruza).
El proyecto de Tehuantepec revive, pero con carácter neoliberal. Esa es la amenaza y las consecuencias pueden calcularse en base a lo que se ha visto de lo que resulta del ejercicio de gobiernos que favorecen la dictadura del mercado. Regímenes gerenciales que cambiaron la política por la administración.
Lo que es difícil saber es qué sucederá con los imaginarios de la población y sus representaciones simbólicas, sus tradiciones emanadas de cultura milenaria, cuando la transformación industrial se haga presente en el Istmo de Tehuantepec.
La industria y el comercio en su máxima expresión ¿lograrán desarticular los muros de Mitla? Desde lo alto de las construcciones de Montealbán, que sirvieron para observar y dominar los horizontes, por donde aparecían las columnas de mercaderes o guerreros ¿se verán ahora columnas de ferrocarriles, tractocamiones y todo ello custodiado por fuerzas armadas?
Han sido centurias recibiendo extraños y luchando. Las tensiones humanas en Oaxaca son ordinarias, desde tiempos que no alcanza a cubrir la memoria y se han olvidado.
Las razones que les mueven a pelear van de la conservación de la identidad, entendida como idioma y tradiciones, básicamente, hasta las inercias de un aparato político que se instaló en el imaginario de los mexicanos durante siete décadas y amenaza con permanecer e inclusive reforzarse.
La pobreza en que vive la mayor parte de la gente de Oaxaca, es equiparable a la que se padece en los más atrasados rincones del orbe. El conflicto que se manifestó en las calles de la capital, con la conformación de la APPO, obedece a algo mucho más que choques entre grupos de diferente filiación política. Se ha fermentado algo más grave aún y puede ser leído con ayuda de indicadores como el hecho de ocupar el último lugar en la distribución del PIB per cápita y el penúltimo en desarrollo humano, según la ONU.
Un tercio de las viviendas en el estado de Oaxaca cuenta con piso de tierra, el treinta y ocho por ciento carece de drenaje y veintinueve por ciento no cuenta con agua corriente.
La crisis llegó a convertir a Oaxaca en un “estado de Excepción”, lo cual significa que pudieron desaparecer los poderes y redoblarse el plan que coordina la policía y el ejército.
La acción represiva contra los manifestantes posicionados de las calles y algunos edificios públicos e instalaciones de medios de comunicación, no ha llegado a desalentar los ánimos de mucha gente que se replegó para organizar una nueva ofensiva en contra de las autoridades estatales. Lo más probable es que veremos en esta región más acontecimientos, donde estarán en juego el propio Estado mexicano y la estabilidad social del país.
Lo que sucedió a mediados del siglo XIX, y que contrastó la ambición del Istmo de Tehuantepec, como asunto vital para el expansionismo norteamericano, sirva para hacernos reflexionar sobre el modelo utilizado para hacer posible y controlar el paso de uno a otro océano; un puente diseñado bajo la perspectiva del mercantilismo que caracteriza el mundo moderno ¿quién se lo apropió?
La apertura del Canal de Panamá en 1914, con el consecuente sacrificio de colombianos, desahogó en ese tiempo la presión ejercida sobre el uso de la ruta por el Istmo de Tehuantepec.
Hoy, Panamá se haya en situación distinta al cumplir casi cien años como vía marítima. Los gigantes de los mares no intentan cruzar porque su calado rebasa con creces la magnífica tecnología y dimensiones del canal. Tendrán que esperar la inminente ampliación que llevará siete años a las empresas de Carlos Slim, empero se construirán buques de mayores dimensiones.
Los “Pos-panamax” irán por las rutas que se abran y esto puede significar la habilitación de dos puertos clave en México: Salina Cruz y Coatzacoalcos, en Oaxaca y Veracruz respectivamente. Además, será necesario ampliar y posiblemente construir dos vías para ferrocarriles de alta velocidad. El puerto de Manzanillo es la fábrica de contenedores más grande de la región y constituye otro punto clave en esta reconversión geopolítica.
La autopista “trans- istmica” ya está construida. Es muy reciente, no tiene más de dos años de haberse completado. El nuevo mapa del país en su edición INEGI- 2006, la marca como autopista de cuota.
La gente habla de inversiones extranjeras en la zona y existen estudios que documentan dichas afirmaciones. Adentrarse en Oaxaca en estos días de incertidumbre, es un desafío sociológico interesante y peligroso a la vez. No están visibles todas las fuerzas, ni tampoco aparecen fácilmente las intenciones que mueven y motivan a los agentes enfrentados. Se ve lo obvio, el añejo reclamo, los clamores de las víctimas del abandono y la inequidad. Nadie habla de la razón de construir las autopistas, ni cuál es el sentido de las mismas. Se trazaron en medio de las comunidades y seguramente se cierne un destino diferente al darles un uso.
El ansiado paso hacia “La Mar del Sur”, en el que se afanaron los aventureros que exploraban América en el siglo XVI, cobra vigencia. Se busca un nuevo paso a través de las mismas tierras. No tanto porque el que se tiene viva sus últimos años, si es que no se llega a transformar y modernizar, sino porque al jugar sus piezas, los poderosos no escatimarán acciones para satisfacer a su majestad “El Mercado”.
El gubernamental y estadounidense Plan Puebla Panamá, ratifica que existe un plan y al mismo tiempo lo oculta. Se muestra la punta del iceberg y la parte sumergida contiene la explicación de lo que se vive en México, particularmente en Oaxaca y Chiapas.
En otro escenario, se alinean quienes dicen buscar la restauración, una vez más, de la República: Liberales versus neoliberales o neoconservadores. El pensamiento de Juárez en oposición a la visión del FMI. En el pasado fueron los Polk, Pickett, Buchanan, Santa Anna, Díez de Bonilla… en el presente están los Bush, Tony Garza, Zedillo, Salinas, el PAN… Ayer fueron los confederados y los unionistas, hoy son los demócratas y los conservadores. Ayer y hoy, lo que deciden y hacen unos y otros, impacta en nuestras vidas como latinoamericanos.
La diferencia es que hoy existe un elemento que no se tuvo ayer, o al menos no con la misma intensidad, no estaba imaginado y mucho menos definido. Me refiero a la organización civil en defensa de los derechos y causas de los grupos humanos. Oaxaca no es solamente su comunidad, sino se refleja ahí nítidamente el perfil de México y en algún sentido el mundo tiene presencia en los acontecimientos recientes que suceden en este suelo.
La interconectividad de los medios de comunicación y sobretodo la movilidad social, cada día más entrenada, han dado un cariz distinto al problema oaxaqueño que ya se comparte, al menos a nivel informativo, por millones de sujetos y grupos sociales. Las redes de solidaridad y apoyo, dentro y fuera de las fronteras, son una prueba más de este sentir colectivo que revela la caducidad de las formas y los discursos que sobreviven en países subdesarrollados como el nuestro.
De igual forma, el acceso a los proyectos con la finalidad de transparentarlos desde que son concebidos, ha de formar parte de la cultura, como sucede en el primer mundo.
Ha sido muy alto el precio de la libertad democrática que se vislumbra apenas en nuestros pueblos, como para retroceder por el capricho mercantilista que mueve los hilos del poder.
La tiranía del mercado puede resultar más costosa de lo que imaginamos, aún para los propios mercaderes.
Los contrapesos se hayan en la ley cuando se aplica, aunque ésta ya muchas veces es rebasada por la vertiginosidad de la dinámica económica que opera con este signo.
Otra forma para contra restar la opresión, se basa en formar opinión que llegue a cuestionar los proyectos cuando se considere necesario, sin detenerse a causa de quienes están detrás de los mismos.
Privilegiar la participación ciudadana en la toma de decisiones, es finalmente la mejor opción para construir un país.
Vivimos procesos de ciudadanización bastante claros y elocuentes. Es común que se mezclen movimientos reivindicativos con personas que asumieron, de motu propio, la tarea de contribuir a los cambios sociales que mejoren las condiciones de vida de ellos y sus conciudadanos.
En ese orden de ideas el caso de Oaxaca no es ajeno a muchos que siguen de cerca los acontecimientos y procuran formarse una opinión diversificada en cuanto a las fuentes de información. Cada día se supera el número de ciudadanos críticos, que se mantienen alerta a lo que sucede en este entorno de confrontación.
Muchos nos preguntamos las razones que llevan a esta tensión social y los agentes que las provocan ¿quienes y con qué fin?
Tehuantepec puede contener el futuro de México y ser al mismo tiempo un modelo para repetirse o desecharse. Alguien se ha referido a la región como el laboratorio del sistema, donde se pone a prueba la forma en que se controlará y dirigirá el país en los tiempos venideros.
Me parece incorrecto permanecer solamente como espectadores y esperar a lo que suceda. Es tiempo de la imaginación para inventar un futuro donde nadie tenga por qué ser sacrificado en aras de unos que se consideran privilegiados o superiores.
El invento de ese mañana puede comenzar a partir de saber qué se trama para transformarlo en algo mejor para la mayoría.
Los planes elaborados de espaldas a la opinión pública, necesariamente conllevan malas noticias para los que los padecerán. Su ocultamiento pretende aplazar las protestas con el fin de llevarlos a cabo con la menor interrupción posible.
Sí se hubieran sometido los sucesivos proyectos de la zona del Istmo de Tehuantepec a un plebiscito entre la población, como lo hicieron los panameños con el proyecto de ampliación de su canal en 2005, seguramente hubiera habido cierto respaldo popular hacia los mismos en tanto dejaran de ser amenazas, sin embargo, sucedió todo lo contrario: se impuso la coacción y las fuerzas represivas del Estado para desplazar a las comunidades de sus tierras.
Los sucesivos presidentes mexicanos, a partir de Salinas, negociaron esta operación trasnacional con la Casa Blanca al margen del congreso, como sucede con el acuerdo llamado ASPAN, que elaboró el gobierno de Bush para aplicarse en México con la rúbrica del ex presidente Fox y ahora apalancado en el aval personal de Calderón.



Bibliografía

- El codiciado Istmo de Tehuantepec. Manuel González Ramírez (1973) Colección Metropolitana. Departamento del Distrito Federal, 1973, México.
- El Plan Puebla Panamá en el Istmo de Tehuantepec. Guillermo Almeyra y Rebeca Alfonso Romero (2004) Universidad de la Ciudad de México.


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