domingo, 22 de noviembre de 2009

Cuéntele

Cuéntele, cuéntele, ingeniero, aquí le dejo dos sobres más, con setenta mil pesos cada uno. El regidor ecologista ya se conformó con lo que le di en la mañana, me firmó un papel y con eso lo tenemos agarrado. El que me preocupa es el síndico, no quiso aceptar ni un centavo. Le salió lo honrado, no se de dónde, si ya sabemos de qué parte agarró lana pa’ hacer su casa de dos pisos y la que construyó para la suegra en las afueras.
A los del periódico ese que nomás se la pasa tirando chingadazos, también les invité su cena y después se quisieron ir con las chamacas del bule que está ahí junto a la vía. La cuenta subió como a tres mil pesos, pero ya no van a molestarnos, ingeniero.
Ahora que usted ya no asiste a la oficina, por lo del nombramiento nuevo que le acaban de dar, me fui hasta su escritorio y me traje el sello y los oficios. Si quiere desde mi casa podemos seguir con el trámite de los permisos para los fraccionadores. Esos dejan más dinero que ni los dueños de los potreros, que son, ya ve usted, bien ladinos los canijos. Nos quedan como tres meses para seguir repartiéndonos dinero, mientras entregan la administración y toma posesión el nuevo gobierno ¿qué le parece?
¿Qué por qué me escondí unos días? Lo que sucede es que me mandó llamar el presidente, con su compadre Ezequiel.
Me presenté con él, preguntó por usted y por unos papeles que le había encargado. Le contesté que no lo veía desde las fiestas y de los asuntos de ustedes yo no me enteraba. Como que no me creía el viejo porque se quedó callado y luego me despachó diciendo: ya vete pues, no vaya a pensar aquél que te estás dando a la fuga.
Por eso me fui unas semanas a mi rancho, para que se calmara la cosa. Al cabo que si la gente quiere hacer negocio, me busca donde sea. Allá también se realizan buenas movidas, ingeniero, con los avigeos. Si viera usted cuánto ganado se roban y nos lo ofrecen en el potrero. Si uno se arregla con ellos, le llevan los animales en canal hasta donde les ordene. Tienen su rastro escondido en el monte. Trasladan las reses en camiones cerrados y ni quien les diga nada.
Lo mismo sucede con los bosques, ingeniero; ese es negocio como ninguno. Conozco a unos acerradores que le bajan lo que quiera, por mil quinientos pesos el viaje, más lo que cuesta la madera en pie. Ellos mismos le consiguen las guías y las trocas.
Me han ofrecido otra clase de negocios que dejan mucho más, pero yo no le entro a eso. No tengo necesidad de arriesgarme a una metida al bote, o que me den de plomazos. Para qué le buscamos, me gusta más mi trabajo que es hasta cierto punto decente, porque a nadie se le quita nada, ni al pueblo.
Quienes ofrecen dinero, lo hacen para poder trabajar, si no ¿cómo habría tanto progreso? A ver, dígame cómo, ingeniero.
El gobierno pone las reglas difíciles para que la gente se moleste con tanto trámite y batalle más para salir adelante. Hasta un permiso para un puesto de tacos, cuesta varias vueltas y mentadas de madre. ¿Usted cree que eso no le agote la paciencia hasta a los curas? Por eso hemos hecho un buen equipo, porque no somos como esos burócratas que para todo ponen trabas y no dan una. En cambio, nosotros somos prácticos y arreglamos las cosas como debe ser: nos dirigimos con los jefes, untándoles billetes hasta que se les pelen las manos. A ver qué permiso nos niegan, ¡carajos estos!
Qué bueno que lo ascendieron, ingeniero, y me da gusto que ganó otra vez su partido, la gente está conforme con el cambio. Además, si uno la lleva tranquilo, bajita la mano, no hay por qué andar a las escondidas, no le digo.
Si usted hace bien su papel en la secretaría, seguramente le van a caer muy buenos centavos, ya verá, déjeme pensar en algo que se pueda hacer en estos meses que faltan. Tengo un compadre en Hacienda y él está mucho más enterado que yo en estas cuestiones, con decirle que lleva tres sexenios allí y cada año le va mejor.
¿Me dijo usted que su nuevo nombramiento tiene que ver con medio ambiente y ecología? Seguramente muchos andan mal con eso, ya ve usted cuánta fábrica sin permisos. Ahí sí que vamos a ganar muy buenos billetes, pero tenemos que convencer al delegado que eleve las multas para que se acalambren los empresarios, si no cómo van a aflojar. A veces se mochan más arriba y ya no alcanzamos los que estamos comenzando, ni nos reciben los mendigos ricos estos.
Tengo una idea, voy a buscar a un amigo que está muy bien relacionado con un grupo de periodistas que se emborrachan en su casa cada semana. Hay que convencerlos de que hagan ruido diciendo que la nueva administración aplicará mano dura contra toda industria, o taller, que contamine el ambiente ¿qué tal? Dejamos correr la bola y después comenzamos a visitarlos uno por uno. Aquí hay varias empresas que van a ser fáciles de ordeñar, porque ni drenaje tienen, todo lo riegan al campo.

Qué suerte que ganamos las elecciones, si no, quién sabe. Me quiero construir una casa y otra para mi hija, antes de que se vaya con el novio. Además tengo otros compromisos que no he podido resolver, por más que hago enjuagues.
Los ranchos están perdiendo porque nadie compra bien lo que sembramos, así que no me queda más que seguir pegado a las ubres de la presidencia y lo que deja por ahí el Gobierno del Estado y el Federal.
Por eso no me separo de su lado, ingeniero,¿usted cree? me las vería difíciles, si no se hacer otra cosa que manejar trámites y cobrarlos bien.
No me diga que el puesto es en otro estado. No puedo creerlo, ingeniero, ¿cómo que se nos va?
Y quién le arrimará los buenos negocios donde se encuentre, ingeniero, si para eso se necesita gente de confianza. ¿Qué vamos a hacer si se aleja de aquí?
Va a ser muy difícil hallar con quien trabajar, con esa cualidad ¿cómo le diré? es porque usted tiene un aire de gente íntegra, honrada. No se vaya a ofender, pero quien lo ve, piensa que está tratando con un funcionario intachable y no con un empresario que no deja ir una, usted me entiende, ¿verdad?
Es que así debe ser su apariencia, para que le ofrezcan toda la confianza. Los grandes políticos se han distinguido por eso.
Bueno, ingeniero, ¿ya acabó de contar? ¿ que no es suficiente? Le doy mi palabra: dividimos en tres partes iguales, después de darle algo a la gente que nos ayudó. ¿Cómo? ¿No me lo cree? Por favor, ingeniero, pregunte a los muchachos, todos estaban presentes cuando nos entregaron la caja con los sobres.
¿Más cajas? ¿Duda acaso de lo que estoy diciendo? Mire, le voy a decir una cosa; cuando hablo de frente, dejo el dinero a un lado. Si no me cree, entonces para qué seguimos en esto: usted me acusa de algo que no puede probarme, en cambio yo si puedo demostrar que la carretera nueva la hizo la constructora que tiene a nombre de su primo. Además sus cuñados se quedaron con los terrenos que atravesó ese camino, después de expropiarlos a los ejidos. Eso sí es verdad y no lo que me trata usted de insinuar, ingeniero. Eso lo sabe medio mundo aquí en Las Llanuras y se sabe también que su esposa le prestó el nombre al obispo para que hiciera el fraccionamiento para la gente rica de por estos rumbos. Y usted me señala por menos de cien mil pesos que según eso le faltan a la cuenta. Ahora que, si no le parece suficiente lo que le traigo, pues muy fácil, ingeniero, se lo cambio por unos cuantos plomos ¿cómo la ve? ¿verdad que se siente feo que lo apunten a uno? Usted me acusó con el dedo y yo le pongo el ojo de mi prieta, ¿Qué le parece? ¿Qué no era su intención? Entonces no ande de hablador y confórmese que no lo mate aquí mismo, pero ya no le va a tocar nada y si lo vuelvo a ver, a lo mejor sí me lo echo. En vez de agradecerme todo lo que se ganó por mis contactos, me quiere llamar ventajoso ¿Qué pasó? No se le olvide que fueron varios años de jalar parejo y las cosas no tenían por qué acabar de esta manera, ingeniero. Yo siempre lo respeté y nunca me pasé de listo. Entonces no entiendo por qué desconfía de mi palabra. Ahora sí que me hizo enojar y discúlpeme si le hablé golpeado y hasta lo persigné con mi pistola, estaba embotado de coraje y la verdad uno no sabe cuándo puede cometer un acto serio.

¿Seguirle igual? Después de esto, quien sabe cómo nos vallamos a entender, ya no va a ser lo mismo. Tan bien que estábamos haciendo nuestro futuro.
¿Una copa para platicar? Hasta dos, ingeniero, sí hace falta, la verdad, brindar con los amigos para que se olviden los agravios. ¿a “La “Pascualita”? ¿Con las “Meches”? Donde guste, ingeniero ¿Qué le parece si nos vamos al “As de copas”? Ahí dan botana de chanfaina.
¡Ah! qué mi estimado ingeniero, tan centavero, ¡salud!

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