domingo, 8 de septiembre de 2013

Educación en crisis por el nuevo orden mundial que dicta el mercado.


La maniobra sucia del gobierno federal para imponer un recambio en el sistema educativo con una visión de carácter mercantil-utilitaria, contempla provocar a los maestros y sus bases populares, seguramente con algunas infiltraciones o acuerdos oscuros, para que aflore la parte menos presentable de los órganos magisteriales y de esta manera justificar la represión y pérdida de legitimidad del movimiento. Todo ello con el acompañamiento de campañas mediáticas que igualmente estigmatizan la protesta y rebajan a los maestros a la categoría de holgazanes, desocupados o abiertamente delincuentes. Lo más grave del asunto es que una gran parte de ellos ha caído en el juego y se han echado a la sociedad encima, hasta el grado de repudiar todo lo que huele a maestro de escuela pública.
El tema de la educación no se circunscribe a lo que puedan hacer los maestros, como intenta hacerlo creer en sus campañas el gobierno federal al desacreditar el trabajo de los docentes, sino que es indisociable del estado que guarda la sociedad en su conjunto, que ya por varias décadas ha visto aumentar la corrupción, la pobreza, la desigualdad, la inseguridad y otras pérdidas como la incipiente democracia hecha añicos, que menguan gravemente la calidad de vida de la mayoría de los mexicanos.
En tanto que países latinoamericanos que padecieron dictaduras al igual que severas crisis económicas en años recientes, ahora convertidos en democracias que se preocupan y apoyan verdaderamente la educación, México se encuentra seriamente rezagado en este rubro. El sistema educativo se debate en un pantano movedizo y maloliente del que no asoma nada estable o digno de fiar; todo se reduce al interés cupular de las élites financieras, al corporativismo sindical cooptado por el oficialismo, o a factores externos que son como arietes de los embates neoliberales que arrasan con las políticas y los bienes de carácter público.
No se consigue llevar a cabo reforma o proyecto alguno, que redunde en algo que realmente pueda ser reflejado en mejoras sustantivas en cuanto a ampliación de cobertura en programas educativos, rendimiento escolar, niveles de docencia o infraestructura. En Argentina, por ejemplo, el Estado apoya a las familias con 120 pesos mensuales (el equivalente a 300 pesos mexicanos) por cada hijo que asiste a la escuela pública donde recibe educación gratuita, de buena calidad y además con alimentos incluidos. La mayoría de ellas cuenta con servicios de comedor que mantienen un control alimenticio excelente.
Por supuesto que allá la visión sobre los objetivos de la educación, son muy distintos; en primer lugar este país junto con sus vecinos, ha optado por el prudente distanciamiento de los organismos internacionales y la Casa Blanca. Los intentos de acuerdos comerciales de la era Busch, se hicieron añicos en la Cumbre de Buenos Aires en 2005, cuando el presidente norteamericano regresó con las manos vacías y un mensaje elocuente de las naciones donde antes imponían sus directrices y mandatos. Se trata de que la educación no se planifique en función de la mano de obra técnica que demandan las maquiladoras trasnacionales, o de los negocios que gravitan en torno a los presupuestos que se destinan a este renglón, como intentan hacerlo en forma integral en nuestro país, acabando por medio de unos cuantos acuerdos legislativos con lo que se viene construyendo desde el siglo XIX para garantizar la gratuidad y laicidad de la educación a todo ciudadano por igual.
La corrupción, los daños estructurales del sistema, más la apatía y el desinterés por la superación a través de la educación que mantienen las mayorías de las distintas clases sociales mexicanas, hacen que este aspecto de los sujetos sea sumamente raquítico, de acuerdo a lo que podemos observar.
Elevar la calidad educativa, o mejor dicho, rescatar la educación que ha caído hasta los últimos sitios mundiales, depende de múltiples factores donde debemos destacar aparte de un auténtico compromiso del Estado, la comprensión y el interés ciudadano por lo que representa la educación, que no es solamente mandar a los hijos a la escuela con sus útiles y uniformes.
La crisis que vive el sistema estatal de educación, desde sus bases magisteriales y sindicato, hasta el último escalafón de la Secretaría, que incluye al propio secretario, quien por cierto no puede presumir de buena reputación, se encuentra en una fase de punto de quiebre donde las fuerzas en abierta oposición a la reforma del gobierno federal, están por doblegar los acuerdos de la Cámara Legislativa con una serie de estrategias que finalmente terminarán por sentar a las autoridades a negociar con los líderes de la Coordinadora Nacional de las Bases Magisteriales y el propio CNTE.
De no ser así, el conflicto esperará al próximo año pre electoral donde habrá candidaturas independientes y éstas pudieran favorecer a candidatos ajenos al PRI, principalmente, es decir; el partido gobernante perdería posiciones en el 2015 en caso de continuar la línea impositiva de la reforma, cuya operación no fue suficientemente hábil como para dejar abiertas algunas puertas o mantener puentes de diálogo, sin llegar a escalar el conflicto hasta la toma de lugares de la capital, el asedio al aeropuerto, más lo que se acumule en los días venideros.
La agudización de los enfrentamientos sería como un segundo Atenco y esto no conviene en absoluto al presidente Peña, porque los maestros no están focalizados en un solo lugar, como el caso de los ejidatarios, sino que se distribuyen por todo el país, aunque ahora solamente hayamos visto manifestaciones en Oaxaca, en Guerrero y por supuesto en el Distrito Federal. Aunque en la capital de Jalisco y otras más, ya hicieron lo propio los maestros con algunas marchas.
Si llegara a extenderse la inconformidad y la protesta de las decenas de miles de maestros y trabajadores de la educación, será muy difícil contenerlos y quién sabe en qué pueda resultar, porque hay más ímpetus contestatarios que pueden convertirse en encadenamientos de acciones populares que acompañen a los maestros. O sea, no estamos lejos de una crisis como la sacudió al Brasil hace unas semanas, con la diferencia de que el gigante latinoamericano mantiene un fortalecimiento industrial, financiero y político mucho mayor que el nuestro. Además allá no tienen frontera con Estados Unidos que ha sido históricamente algo mucho más que un dolor de cabeza.

Estamos quizá a las puertas de una escalada de desacuerdos, enfrentamientos y rupturas que puedan desembocar en una gran inconformidad generalizada que se extienda a otras latitudes. Un incendio social de consecuencias incalculables.