viernes, 20 de marzo de 2015

Enseñar náhuatl en las escuelas ¿qué valor puede tener?

¿Cuáles son los orígenes del náhuatl, quienes fueron los primeros que lo idearon y utilizaron como idioma? Seguramente esta forma de comunicarse tuvo una evolución fascinante que sin embargo ignoramos casi por completo, pese a que los mexicanos utilizamos en nuestra comunicación diaria un número importante de vocablos que provienen de ese lenguaje de agradable sonido. Sus orígenes, ya perdidos, fueron desperdigados o sepultados, en parte debido a las guerras de conquista que borraron la memoria que fue grabada, esculpida o escrita con pinturas y relieves hechos sobre superficies muy variadas, tanto en los materiales como en el tamaño de las obras realizadas. ¿Cómo y dónde se origina el náhuatl, cuáles han sido sus variantes y cómo es que los aztecas y algunos otros pueblos que tuvieron contacto con la gente de Hernán Cortés y demás conquistadores que le acompañaron o coincidieron en el afán de conquista en estos territorios durante el Siglo XVI, lo tenían como idioma principal o único? En esa época de referencia se hablaba, y se conservan aún, poblaciones cuya lengua es el totonaco, zapoteco, el otomí, el purépecha, el maya, y otros muchos y muy diversos lenguajes que no tenían escritura sino que eran representados con signos o símbolos, lo mismo que los números, hasta que fueron castellanizados, es decir, se les tradujo con escritura en idioma español. Ángel María Garibay K., en su trabajo que titula Llave del Nahuatl , comenta que “la principal dificultad para el estudio de la lengua náhuatl, mexicana o azteca, es la falta de escritos en ella, que pueden ser la base de su conocimiento. Mientras abundan Gramáticas y estudios parciales (cfr. Bibliografía), faltan textos, o son muy costosos o raros en su edición”. El náhuatl se enseña en algunos lugares en México, o en ámbitos religiosos, más como un programa de cultura general que como un idioma que se utilice en la interacción humana, aunque en algunos casos, como lo son los emprendimientos o “misiones” del clero, éste siempre ha mantenido la tradición de contar con políglotas que aprenden las distintas lenguas con las que se comunican los pueblos indígenas, por lo que lograron siempre entenderse con la gente a la que transmitieron el catecismo y la cultura católica, incluso grupos religiosos que provienen de Estados Unidos, como los Mormones, cuentan con traducciones de la Biblia en idioma Wirárica, Rarámuri y tal vez otros más. También es importante tomar en cuenta para una reflexión seria sobre la importancia o el valor cultural que tiene el náhuatl, que existen espacios que la mantienen viva, como el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas, (INALI) la Cátedra de Náhuatl en la Facultad de Filosofía de la Sorbona, en Paris e igualmente la UNAM y la Universidad de Colima cuentan con programas de seminarios o cursos permanentes de náhuatl. En Jalisco, la Secretaría de Cultura mantiene, desde hace aproximadamente quince años, un programa de enseñanza de Náhuatl, en el Instituto Cultural Cabañas. A través de las diferentes épocas y registros historiográficos, el náhuatl se ha mantenido en algunas comunidades, sobre todo en el centro del país y en la costa del pacífico, por la parte de Michoacán donde existen pequeños asentamientos como Maruata, en los que encontramos personas que lo utilizan además del español. Lo curioso es que en el Estado michoacano abundan las comunidades que mantienen al purépecha como una lengua igualmente viva, hablamos de la antigua nación purépecha cuyo último rey fue capturado, atormentado y finalmente asesinado por las huestes de Nuño Beltrán de Guzmán en 1527. A partir de aquellos años de conquista comenzaron a extinguirse los antiguos idiomas, junto con las multitudes que sucumbieron por las acciones de guerra o por los trabajos forzados y enfermedades que diezmaron pueblos completos, como sucedió en la llamada Guerra del Mixtón en el occidente mexicano, por los años de 1540-42. A dicha guerra acudieron huestes de españoles y mexicas o aztecas, comandados por el primer virrey de la Nueva España, Antonio de Mendoza, quien tomó posesión en 1531. Uno de los lugartenientes de Cortés, Pedro de Alvarado, también participó en esta contienda contra los guerreros caxcanes y otras tribus y líderes como Tenamaxtli, que se unieron en la llamada “Congregación Chimalhuacana”, para seguir la lucha contra los europeos. Se dice que el capitán Alvarado se abastecía de víveres en la Bahía de Chacala, ubicada en la costa de lo que hoy es Nayarit, cuando fue avisado sobre el levantamiento de las tribus en la Nueva Galicia. Cerca de las barrancas de Yahulaica tuvo lugar uno de los combates del que ya no volvió, le costó la vida esta empresa al temido “Tonatiuh” y sus restos fueron enviados a su viuda en Guatemala, lugar donde había gobernado después de la derrota de los aztecas en Tenochtitlán, ciudad esplendorosa y acuática que fue rendida el 13 de agosto de 1521. ¿Cuánto del idioma castellano o español, como lo nombramos, contiene elementos etimológicos o toponímicos provenientes del náhuatl? En realidad usamos un número importante de palabras cuyo origen es el náhuatl, tales como equipal, chocolate, papalote, mecate, elote, jilote, aguacate, itacate, cacahuate, molcajete, tepalcate, jitomate. Nombres de animales como tlacuache, tilcuate, tepocuata, ajolote, coyote y muchos más. Lo mismo tenemos nombres de pueblos como Nochistlán, Tonalá que deriva de Tonallan, Mezcaltitán, Tepotzotlán, etcétera. Algunas toponimias fueron por cierto adaptadas en tiempos muy posteriores al uso común del náhuatl utilizando la raíz etimológica “tlan”, cuyo significado es “lugar de”, por ejemplo: Autlán significa lugar de coyotes por la onomatopeya del aullido del coyote: “au”-autlán. En el siglo XIX, a partir de la Reforma, entre las acciones que llevó a cabo el cambio político, se puso en marcha un programa cultural-identitario que impulsó la sustitución de los nombres de santos y santas, que tuvieron casi la totalidad de las poblaciones del país durante el Virreinato. Ya en los años de la Revolución mexicana, con el plan Constitucionalista, el gobierno hizo acopio de símbolos e imaginarios nacionalistas que igualmente reforzaron la idea mestiza de una identidad a su vez vinculada con la otra idea que se tenía, y se tiene aún, sobre el pasado de los pueblos prehispánicos, aunque éste sea desconocido para el común de la gente e incluso para los expertos, continúa oculta una buena parte de lo que fueron las relaciones humanas, los ámbitos culturales, la religión, la cosmogonía, el orden social y político, entre otras dinámicas que tuvieron esas ciudades extintas que solamente muestran algunos vestigios de su esplendor. La mayoría de los conocimientos generados, incluidos los desciframientos de caracteres como son los símbolos que componen el idioma maya, al igual que investigaciones sobre el desarrollo y expansión del señorío o “imperio” azteca, corresponden a proyectos financiados por instituciones de otras latitudes interesadas en dichas culturas, de tal suerte que la mayor parte de lo que sabemos acerca del pasado precolombino ha sido obra de extranjeros, como el francés Jacques Soustelle quien comenzó a dar a conocer sus estudios en el libro “El universo de los aztecas”, cuya primera edición fue en 1982. Es realmente triste que ningún gobierno sexenal durante la segunda mitad del siglo veinte y lo que llevamos del veintiuno, fue capaz de entender la importancia, ni de tener la sabiduría y la visión para despertar las lenguas antiguas, comenzando por el náhuatl. Qué diferente destino tendríamos. El maestro Fernando del Paso en el discurso pronunciado en el marco de la entrega del Premio José Emilio Pacheco a la Excelencia Literaria se lamenta de no conocer esas raíces y lo dice a su manera: “Quiero decirte que a los casi ochenta años de edad me da pena aprender los nombres de los pueblos mexicanos que nunca aprendí en la escuela y que hoy me sé solo cuando en ellos ocurre una tremenda injusticia; sólo cuando en ellos corre la sangre: Chenalhó, Ayotzinapa, Tlatlaya, Petaquillas…¡Qué pena, sí, qué vergüenza que sólo aprendamos su nombre cuando pasan a nuestra historia como pueblos bañados por la tragedia! ¡Qué pena también, que aprendamos cuando estamos viejos que los rarámuris o los triques mazatecas, son los nombres de pueblos mexicanos que nunca nos habían contado, y que sólo conocimos por la vez primera cuando fueron víctimas de un abuso o de un despojo por parte de compañías extranjeras o por parte de nuestras propias autoridades! - See more at: http://homozapping.com.mx/2015/03/ay-jose-emilio-pacheco-que-le-hicimos-a-nuestra-patria/#sthash.nPgPSOJF.CNNlTLY6.dpuf A propósito, hace unos días, reunido con amigos mantuve una conversación que de pronto adquiría los ríspidos tonos de una discusión. Expresé a mis interlocutores una idea, que por cierto he mantenido por años, sobre lo que para mí en lo personal reviste de importancia el hecho de que exista en las escuelas la enseñanza del idioma náhuatl y otros idiomas originarios de la antigüedad mesoamericana. Esto, de acuerdo con mi hipótesis, favorecería notablemente para llevar a cabo otra forma y resultados de la educación y sobre todo para recobrar el vigor identitario que es preciso mantener como mexicanos, sin caer en los nacionalismos acartonados maniqueos, generalmente oficialistas o de cualquier índole que han hecho de la nacionalidad un pastiche. Sobre todo a partir de que el PRI y los medios de comunicación se apropiaron a su manera de las ideas o imaginarios de nación, principalmente la controladora de masas y de la vida política del país que es Televisa. El “Vamos México” u otros slogans pretendidamente nacionalistas que pregonan las pantallas, en especial para acompañar espectáculos deportivos o como instrumentos para fomentar sosiego cuando la gente se muestra inquieta por situaciones de conflictos post electorales o por aumentos, devaluaciones, etcétera, es también un arma política que sirve para menguar fuerzas a la oposición. Cuestionaron mis amigos que me mantuviera en mi postura a favor de la pertinencia de enseñar náhuatl en las escuelas, en el nivel de primaria y educación media o secundaria. En principio como materia optativa, aunque la obligatoriedad seguramente redundaría en mejores y más rápidos resultados en el cambio social, de acuerdo con mi punto de vista. Lo interesante de ello y que hace aún más necesaria mi respuesta es que frente a mí tenía a un ex rector universitario y diputado, quien además tuvo la experiencia de ser coordinador de la Comisión de Educación en el Congreso de la Unión, hace un sexenio. Es importante aclarar también que se trata del mejor amigo que tengo, es como un hermano y esto vale para que sea más sincera y sobre todo seria y documentada la continuación a esa plática que hago ahora por escrito. Él tiene la idea de que es mejor enseñar y aprender mandarín. Yo pienso que el mandarín quizá fue necesario en un momento que pasó muy rápido y ya se aleja. Estados Unidos puso un fuerte manotazo para que el gobierno mexicano, obediente, retirara a China de la mesa de juego. Considero a quienes formularon los programas de enseñanza de ese importante idioma que hablan cientos de millones de asiáticos, que tal vez se precipitaron un poco, el juego de la geopolítica, ya lo vemos ahora, no operó tan a favor de la expansión China en México, como en cambio sí sucede en Centro y Sudamérica. ¿En qué baso mi teoría, de dónde me viene la idea? La formación de maestro normalista me dio la oportunidad de ver con ojos distintos el campo de la enseñanza en nuestro país, a los que tienen para mirar quienes miran por lo alto; es decir, aquellos que piensan la educación como un negocio y ponen escuelas como poner fábricas, u otros que ven en este campo una forma de lanzar a los jóvenes al mundo del mercado, únicamente con sus saberes y habilidades entrenadas, o también como un aparato burocratizado y sindicalizado, que opera al servicio del sistema cuyos políticos son cada día más rapaces. Todo esto es más o menos cierto, con sus excepciones y matices. Lo que es algo evidente es que el sistema educativo en México carga con una Secretaría de Estado que lamentablemente adolece de problemas de toda clase, comenzando con la falta de planes inteligentes para llevar a cabo programas educativos capaces de formar realmente alumnos. Aunado a ello se mantienen inercialmente las prácticas corruptas que de continuo producen desfalcos o fraudes, tráfico de influencias, conflictos de interés, nepotismo, y un largo etcétera que mantienen a la sustancia de lo que es realmente educar en un estado catatónico. A tal extremo ha llegado el desatino educativo que la misma Secretaría de Educación Pública no tiene un censo completo y actualizado del número de escuelas públicas que operan en el país. Mucho menos se cuenta con un atlas que registre analíticamente las condiciones en que se imparten las clases. Aquí cito el fraude más reciente ocurrido en la SEP, en este mes de agosto de 2015. Según cifras de la Cuenta Pública 2013 y de los Presupuestos de Egresos de la Federación, la Dirección General de Materiales e Informática Educativa “a cargo del Programa para la Producción y edición de libros, materiales educativos y culturales” recibió 250 millones 147 mil 678 pesos; pero de ese monto, el 90.24% no se ejerció y en particular, lo asignado a “otras asesorías” para contratar a autores freelance “como el caso de los afectados por adeudos”, no reportó el gasto de un solo peso de los 50 millones etiquetados.¿Y qué pasó con el dinero? (Fuente Animal Político. 17-02-2015) Del sindicato de los maestros ni conviene hablar mucho por ahora, se trata de un engendro del sistema de gobierno unipartidista que se especializó setenta años en las artes de la simulación, por lo que todos los sindicatos del sector público devinieron en agencias corporativas con capacidad movilizadora, incluidos grupos de choque, que sirvieron para manipular y operar elecciones, mítines, marchas, desfiles y toda actividad política que favoreciera al partido del poder. La CTM y otras centrales obreras han sido precisamente el garante de las inversiones privadas e intereses capitalistas, dejando a los obreros a merced de los patrones. Además, los cambios en la correlación de fuerzas impulsados sobre todo por los mercados globales, han hecho de los sindicatos mexicanos agencias que sirven a los intereses patronales de las trasnacionales, básicamente, en el caso del sector privado. Por su parte, en el sector público, pueden definirse los sindicatos con el término que les ha dado el vulgo de “sindicatos blancos”. El obrerismo en el país está desarticulado, débil, totalmente desideologizado y esto también tiene que ver con la educación. El punto de contacto que imaginariamente tiene el mexicano común con su pasado se agota con unas cuantas nociones, como retazos, de una realidad mítica en la que varios individuos osados hicieron la Patria. Independencia y Revolución, constituyen los imaginarios con los que más familiaridad tiene la gente. Algunos más tienen una noción sobre la Reforma y lo que significó para la República. Cada día se habló menos en las escuelas del pasado anterior a la llegada de los españoles. Hace décadas se informaba vagamente a los alumnos de la primaria acerca de aquella gente de piel oscura que comenzó a poblar el continente. El relato, con la versión eurocentrista, que sostiene el arribo de humanos provenientes de Asia pasando por el Mar de Bering cuando está congelado. Se repasaba también un discurso que partía de los olmecas, como cultura madre, y algo se estudiaba sobre los mayas. El episodio de la Conquista traía imágenes de personajes como Moctezuma y Mallinalli Tenepal o Malinche, como la nombraban los que llegaron en los barcos provenientes de la isla de Cuba. Con ese nombre también se refirieron posteriormente a Cortés, a quienes los indios llamaban igualmente Malinche, al verle acompañado de la joven muchacha. Se veían en los libros de textos algunas gráficas que mostraban penachos, armas de las tribus al igual que las armas europeas. También se veían frailes junto a los soldados y capitanes que mostraban sus armaduras, espadas, caballos, estandartes, crucifijos. Se enseñaba todo eso en las escuelas, como sucede ahora; un relato sobre un pasado remoto, casi olvidado. Y muy poco se enseñó a los alumnos acerca del náhuatl, ni una clase formal, pese a que comenzaban a dominar un lenguaje veteado de dicha lengua. ¿No es esto una enorme omisión, un abandono equívoco? Los niños cantaban y cantan ahora letras bilingües en inglés y español, aunque un porcentaje sumamente reducido de ellos llega a dominar o siquiera darse a entender un poco en dicho idioma. Es realmente mínimo el número de personas en México que pueden entender o hablar inglés y sin embargo, la inmensa mayoría de los ciudadanos en México lo han estudiado como materia obligatoria. ¿Cuántos recursos materiales, financieros, humanos y técnicos se han dedicado a la enseñanza del inglés en México, para que casi nadie lo entienda y mucho menos lo hable? Y no se ha dedicado ni un centavo a enseñar náhuatl en el sistema educativo mexicano, pese a que se utiliza algo de su origen y esencia en la comunicación del día a día. Vaya contradicción que seguramente obedece a alguna trama vinculada con el poder, con alguna o varias formas de poder o con la más plena ignorancia.