martes, 8 de diciembre de 2009

El concepto de democracia: Democracia liberal y democracia participativa.

El presente comentario se enfoca en algunos conceptos que tratan el tema de la democracia, desde dos perspectivas que se tensionan entre sí: la primera de ellas considera que la democracia es un proceso de búsqueda de ordenamientos normativos, acuerdos o consensos, que protegen las libertades individuales en tanto estas se mantengan a distancia de la política y de los instrumentos de control; el estado o los gobiernos, o bien, según la otra perspectiva; dichas libertades han de estimular la participación ciudadana en las dinámicas que les representan políticamente.
Quizá la palabra democracia, a caso sea, uno de esos términos del lenguaje que más dificultades ofrecen para precisar su interpretación, al igual que sucede en su aplicación a la realidad, pues en tanto que para unos representa ideas o razonamientos sobre algo concreto, que puede ser ejercido como la mejor si no la única forma de establecer acuerdos, bajo los cuales es posible normar la vida comunitariamente, para otros, no es sino una falacia, una quimera donde se presume que tienen cabida la mayoría de los integrantes en un cuerpo social, en condiciones de equidad y relativa igualdad; es decir, se trata solamente de una idea fantasmal, algo engañoso e incierto, que además enmascara todo tipo de vilezas.
Lo que si es claro es que el ideal democrático ha evolucionado con las dinámicas sociales, con los avances científicos o tecnológicos y las implicaciones que éstos atraen en ámbitos como los medios de comunicación, el intercambio de mercancías o el movimiento de capitales. También la democracia es re pensada o innovada ante nuevas perspectivas sociales, en tanto suceden cambios en la cultura y con ello surgen diferentes fenómenos que se reflejan en formas de convivencia y movilidad social, entre otros.
Las democracias se han establecido en forma gradual llegándose con su implementación a distintos resultados. En algunos estados el ideal de democracia que tiene mayor aceptación, se encuentra más consolidado que en otros, tratándose de llevarse a la práctica en la mayor parte de las naciones, como eje que norma y articula los preceptos que hacen posible el desarrollo social. Habrá que preguntar qué se entiende por esta tipificación de desarrollo y como es que los modelos democráticos han servido o no, para posicionar más libremente al individuo frente al poder.
Si, como dice Francisco, 1 “Coordinar a dos personas no es tarea fácil. Hay que motivarlas y a veces poner en juego un sistema de sanciones creíbles. Hacer que dos personas interactúen y salgan bien preparadas y aun contentas de la experiencia tampoco es tarea fácil (…) Coordinar a tres personas puede ser ya un problema serio que reclame no pocas sutilezas de ingenio”.
La idea de democracia es tan antigua que la podemos encontrar desde los albores de la civilización occidental en la Grecia del siglo V, A.C., y, posiblemente desde mucho antes era ya objeto en el que se pensaba. Los antiguos se cuestionaban el ordenamiento bajo el cual vivían y al que se le atribuía una matriz de orden divino, que llegaba a encarnarse en las dinastías que lo representaban terrenalmente.
El término que inicialmente describe etimológicamente la democracia, mismo que utilizamos, es de origen griego y hace referencia al poder y al pueblo de manera conjunta.
G. Sartori en su texto ¿Qué es la democracia?, (2008) procura ofrecernos una definición que puede aceptarse como punto de partida en un ejercicio de análisis.
Para los griegos antiguos el término demos, que sirve como raíz epistemológica o literal, ya presentaba divergencias en cuanto a la forma en que era interpretado, pues para Aristóteles el demos expresaba a los pobres, la palabra remitía en modo variado al pletos, es decir, al plenum, entendido como el cuerpo entero de ciudadanos, al hoi polloi, los muchos, al hoi pliones, a los más o a la masa designada como ochlos.2 El autor señala que el hecho de explicarnos el significado literal del nombre, no ayuda a saber a qué realidad corresponde, ni de qué manera están constituidas y funcionan las democracias, pues media una gran distancia entre la palabra, lo que ésta expresa y el objeto que desea abarcar. “pero de ello no se concluye que el deber ser de la democracia sea la democracia y que el ideal democrático defina la realidad democrática”.3 La democracia requiere por tanto una definición prescriptiva en tanto es ideal, al tiempo que otra descriptiva que objetive lo real.
Sartori nos advierte que existe una gran equivocación al cambiar una prescripción por una verificación y que la frecuencia del error expone a las democracias a “mal entendidos” o trampas.
La democracia puede ser política, social, económica, según las formas lingüísticas y los significados a los que responde, en tanto que el término se refiere a una entidad política, que dota de sentido al Estado o al gobierno, entendido como la esencia o sustancia primordial de lo que expresa. Hoy hablamos de otras acepciones que amplían o complementan la noción de democracia, al hablar de democracia social, económica, participativa, liberal, republicana, etcétera. Existen, como vemos, varias subespecies.

1. de Francisco Andrés, (2007): Ciudadanía y democracia, p. 28
2. G. Sartori, (2008): ¿Qué es democracia?, p. 29
3. Ibid, p. 28
De acuerdo con lo que hemos revisado en cuanto al surgimiento y perfeccionamiento de la democracia, ésta puede ser considerada como parte del desarrollo del estado de derecho, toda vez que su propósito es defender al individuo de los abusos de poder, sin que se le coaccione y pueda así actuar libremente. Aquí encontramos dos conceptos que desde el punto de vista liberal son antitéticos: libertad y poder. Decimos liberal en tanto que su fórmula política sea la soberanía popular. N. Bobbio, (2000) El surgimiento del estado liberal “coincide con la terminación de los estados confesionales y la formación de los estados neutrales o agnósticos con respeto a las creencias religiosas de sus ciudadanos”.4 Esta etapa histórica significa además el final de la dominación de los vínculos feudales ante la exigencia de la libre disposición e intercambio de bienes, lo cual abre el paso a la sociedad mercantil burguesa.
Esta nueva forma de organización se contrapone a la idea que consideraba a los súbditos como menores de edad, por lo cual era necesario cuidar de ellos de la misma forma en que un padre cuida a sus hijos, es decir, el “Estado paternalista”, que fuera criticado por Kant, quien a su vez se preocupaba por la moral de los individuos ya que éstos en sus disputas “modelan sus virtudes”. Elogiaba la insociabilidad como un elemento del perfeccionamiento recíproco.
Por su parte Adam Smith, toma en cuenta los aspectos de la libertad económica, intereses materiales, que, “de acuerdo con el sistema de la ley natural, el soberano sólo tiene tres deberes: la defensa de la sociedad contra los enemigos externos, la protección del individuo contra las ofensas de otros individuos y el ver que las obras públicas no podrían ser efectuadas si fuesen confiadas a la ganancia privada”.5 Wilheim von Humboldt (1767/ 1835) escribe la síntesis más perfecta del ideal liberal del Estado en su trabajo: “Ideas para un ensayo de determinar los límites de la actividad del Estado” (1792). Menciona que el Estado no es un fin en sí mismo sino solamente un medio “para la formación del hombre”. De acuerdo con su postulado, los gobiernos persiguen la pasividad y el bienestar. “El hombre debe perseguir variedad y actividad”.6 La pasividad es concebida aquí como organicismo y entra en conflicto con la propuesta del antagonismo, entendido a su vez como la acción de opuestos para el crecimiento de los individuos, como sucede con el resto de las especies en su lucha por sobrevivir. Por ello Bobbio encuentra una liga en el pensamiento de Humboldt, Kant, Smith y Constant, al señalar que, de acuerdo con esta perspectiva, el liberalismo como teoría del Estado limitado, entra en oposición con el Estado de derecho, que plantea el Estado absoluto.
Desde el punto de vista europeo (Hegel, Maquiavelo) el Estado se vuelve una categoría política general, un criterio que sirve como interpretación de la historia.

4. N.Bobbio, (2000), p. 23
5. Ibid, p. 25
6. Ibid, p. 28
De acuerdo con esta síntesis, es posible destacar una democracia de los antiguos y otra de los modernos. El liberalismo es moderno y es clave también para la interpretación de la historia, al dejarnos ver el fin de una etapa y el comienzo de otra, donde las libertades conllevan el interés de sobreponerse al poder del Estado. Sin embargo, la democracia, como forma de gobierno, es antigua.
Rousseau, admirador de la democracia directa de los antiguos, argumentaba que la soberanía no puede ser representada, en cambio los constituyentes franceses propusieron la democracia representativa, sin que degenerase el principio del gobierno popular.7 La democracia representativa nace de la convicción de que los representantes elegidos por los ciudadanos, son capaces de juzgar mejor que los ciudadanos “cerrados en sus intereses particulares”. Por tanto esta forma de democracia “indirecta”, que separa a los representantes del representado es mejor. (Siéyes, 1748/1836)
La Constitución francesa de 1791, señala la prohibición del mandato imperativo correspondiente a los representantes nominados, al establecer que “la disolución del Estado estamental libera al individuo en su singularidad y autonomía”.8. De esta manera se dieron las reglas del juego como ideales para que la democracia fuera inspirada bajo la diferencia entre: la democracia formal y la democracia sustancial, o bien, la democracia como gobierno del pueblo o la democracia como gobierno para el pueblo.
De los dos postulados, el primero es el que se relaciona con la formación del Estado liberal. ¿Qué libertad, qué igualdad? Aquí nacen las vertientes de: Liberalismo e Igualitarismo como valores, en este caso antitéticos, en cuanto que no es posible realizar plenamente uno sin limitar fuertemente el otro. Dice Bobbio que una libertad liberal librelista, es inevitable que sea inigualitaria, de la forma en que una sociedad igualitaria por fuerza es liberal. Liberalismo e igualitarismo tienen concepciones históricas diferentes: La concepción individualista es, en sí misma, conflictiva, en tanto que la igualitaria es totalizante, armónica y monista. Para el liberal el fin principal es el desarrollo de la personalidad individual, aunque la riqueza, como expansión de la personalidad más rica, actúe en detrimento del desarrollo de la personalidad del más pobre y menos dotado.9. Para el igualitario el fin principal es el desarrollo de la comunidad en su conjunto, aunque disminuya la esfera de libertad de los individuos: es igualdad en tanto compatibilidad con la libertad ajena.
Esta forma de igualdad entraña dos principios fundamentales: a) igualdad ante la ley; b) igualdad de derechos.
El primero se encuentra en las constituciones francesas: 1791, 1793, 1795. Enseguida en el artículo I de la Carta de 1814 y en el artículo sexto de la Constitución Belga de 1830.

7. Ibid, p. 34
8. Ibid, p. 35
9. Ibid, p.41
Por su parte la enmienda XIV de la Constitución de EU, asegura a cada ciudadano “la protección equitativa” de la ley, cabe decir que con excepción de los esclavos en su mayoría negros. De acuerdo con la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano en 1789, los hombres nacen y permanecen libres e iguales. La conclusión a la que llega Bobbio queda manifiesta en dos párrafos: a) que hoy el método democrático es necesario para salvaguardar los derechos fundamentales de la persona, los cuales son la base del Estado liberal y b) que la salvaguardia de estos derechos es necesaria para el estado de derecho.10
Ahora bien, el concepto “liberalismo”, tampoco ha sido entendido como una sola línea de pensamiento, que puede traducirse en sinónimo o condición sine cua non de la democracia, toda vez que para unos el peso de la democracia radica en la absoluta libertad del individuo, al cobrar mayor distancia posible del estado, para otros dicha libertad debiera estar condicionada a mantener el bienestar posible, no solamente para los individuos, sino a favor de los grupos. Es decir, la mayor libertad, por ejemplo económica o material de unos, puede contravenir o afectar los derechos de otros, llegar inclusive a dominarlos o hasta exterminarlos. En estos conceptos se fundamenta el liberalismo clásico, el que en principio aboga por toda facultad individual sin que se regulen o condicionen las acciones individuales, conforme a lo que pudiera imponer el stableshment o gobernment, como lo entienden los sajones. Estas posturas se consideran como herencia del liberalismo clásico y tanto Bobbio como Hayek se ubican en los extremos de la derecha y la izquierda liberal. Inclusive, de acuerdo con Bovero, (2002) se les puede representar como figuras emblemáticas de estos posicionamientos. Según Bobbio “el pensamiento liberal continúa renaciendo, incluso bajo formas que pueden impactar por su carácter regresivo y desde muchos puntos de vista ostentosamente reaccionario”. El liberalismo es progresivo, como lo ha señalado este autor, idea que se asemeja a una reflexión de Ralf Dahrendof, al ironizar sobre quienes discurren en la existencia de un nuevo liberalismo, toda vez que no hay en ello nada innovador políticamente.11 Las tesis que suscriben la compatibiidad entre liberalismo, y mercado son separables e incluso contradictorias, como lo son las tesis integristas de Hayek o Dahrendorf.
Bovero observa que las leyes del mercado permean cada esfera de la vida social, asignando a todo un precio, “tanto al cuerpo humano como al pensamiento”. Nos dice que el único principio compatible con la democracia que se fundamenta en la justicia social, es el de los derechos de la libertad individual.12
Siguiendo estas pautas, la democracia no puede dejar de significarse en las cuatro grandes libertades de los “modernos”: la libertad personal, la de opinión, la de reunión y la de asociación.

10. Ibid, p. 46
11. Bovero, p. 97
12. Ibid, p. 112
De acuerdo con Dahl, (1999) la democracia debe reunir varios criterios para que los miembros gobernados sean considerados políticamente iguales: Participación efectiva, es decir, que la totalidad de los puntos de vista de los participantes es incluida en la agenda. Igualdad del voto, esto es, cuando se llegue el momento de las votaciones todo miembro debe tener oportunidad de ejercer su voto. Comprensión ilustrada, que en esta propuesta significa “que todos los miembros deben tener la oportunidades iguales y efectivas para instruirse sobre las políticas alternativas y sus consecuencias posibles. 13 Control de la agenda que se traduce en la oportunidad “exclusiva” de decidir, si así lo eligen los ciudadanos, en los temas que se han de incorporar en la agenda. Inclusión de los adultos, esto es, la mayoría o la totalidad de los adultos deben tener los mismos derechos que el resto de los ciudadanos. De acuerdo con este autor, los preceptos mencionados sirven para varias cosas: evitar la tiranía, dotar a los ciudadanos de derechos esenciales, conceder libertad en general, dotar de autodeterminación y autonomía moral, ayudar a conseguir desarrollo humano, brindar protección a los intereses personales esenciales, y conceder igualdad política. Además, de acuerdo con Dahl, la democracia produce “búsqueda de la paz y prosperidad”. 14
Los planteamientos de este autor parecen a simple vista poco realistas, sobre todo ante lo que están viviendo las democracias, lo que llega a contradecir en buena medida sus argumentos, pues ni todos tienen las mismas posibilidades de participación, así como tampoco se encuentran incluidos los puntos de vista de la totalidad de gobernados en las decisiones. No son partícipes de la agenda pública. Dahl pone énfasis en el “éxito” de los gobiernos democráticos y prima el occidentalismo: “Esta extraordinaria cualidad de los gobiernos democráticos fue en gran medida impredecible o inesperada (…) De treinta y cuatro guerras internacionales entre 1945 y 1989, ninguna tuvo lugar en países democráticos. Aún más, tampoco ha habido apenas una expectativa o preparación para la guerra entre ellos”. 16
No se hacen la guerra, simplemente llevan el conflicto a otro lugar. Estados Unidos ha participado en las caídas de regímenes que bajo su óptica amenazan sus intereses y propugnó por la instalación de las dictaduras en América Latina. La estrategia consiste en infiltrar y coaccionar las democracias de países más débiles. Los organismos “internacionales” que controla, actúan como árbitros, siendo a la vez dueños de las agencias financieras que endeudan a las economías menos consolidadas. Les imponen condiciones que desfavorecen su desarrollo, con lo que dejarían de ser simples proveedores de insumos baratos y clientes consumidores de mercancías caras.

13. Robert Dahl, (1999). La democracia: una guía para los ciudadanos, p. 56
14. Ibid. “
15.Ibid, p.93
16, Ibid. P. 69

A los representantes de las democracias colaboracionistas con el libre mercado, Dahl les llama “ciudadanos y líderes democráticos que aprenden las artes del compromiso”.
Lo que no se puede regatear a sus propuestas es la necesidad de incorporar, en cualquier tipo de democracia, la escolarización cívica de los ciudadanos. Entrenarlos en conocimientos para que participen en la vida política de la sociedad. ¿Cuáles serían las instituciones básicas para promover los fines de la democracia, así como las condiciones económicas y de otro tipo, que favorezcan el desarrollo y mantenimiento de estas instituciones? Este sin duda es un tema que conlleva de antemano muchas interrogantes y grandes desafíos para la democracia liberal o liberalismo. La razón del fracaso se haya en los dogmas en que se sustenta la doctrina liberal, como es el libre mercado, donde encontramos siempre ganadores y perdedores. Domina una ética a modo de los que ponen las reglas del juego.
El actual proceso de mundialización capitalista tiene en el liberalismo económico su principal afluente ideológico, al proponer las privatizaciones de servicios, recortes de derechos sociales, así como la promoción de un comercio internacional libre de barreras proteccionistas. De esta forma los países ricos protegen a sus ricos. Francisco (2007) señala que la fe liberal se levanta sobre la base de dos dogmas fundamentalmente: autorregulación espontánea de los mercados y benevolencia de los equilibrios de los mercados. Ambas creencias han arrastrado consecuencias funestas, el mercado no es un factor de integración social. “Pues bien, el principal perdedor de este liberalismo económico, tan dócil y adaptable a las necesidades del capital internacional, no es otro que el ciudadano y, por ende, la solidaridad y la concordia internas de la comunidad política”.18 De acuerdo con esta perspectiva crítica hacia el liberalismo económico, se concluye que no existe el equilibrio general del mercado y si existiera la teoría del equilibrio no lo podría determinar unívocamente. Por lo que el primer dogma del liberalismo no se verifica. Si hubiera una mano invisible, que no la hay, el equilibrio no tendría que ser necesariamente un buen equilibrio, pues el criterio de eficiencia económica de la economía del bienestar es éticamente muy pobre y poco exigente. El segundo dogma del liberalismo tampoco se verifica. “Si los estados eficientes de equilibrio fueran éticamente deseables o buenos, que no lo son, serían estados irreales, que sólo existen en la pizarra del economista matemático pero no en el mundo real, lleno de costos de transacción y asimetrías informativas.19 De acuerdo con estas conclusiones de Francisco, “la influencia política e ideológica del liberalismo económico ha tenido y tiene consecuencias sociales perversas, en la medida en que “la ingeniería liberal fragmentaria” es opuesta al ideal de ciudadanía”.

18. de Francisco (2007) Ciudadanía y democracia. Un enfoque republicano. Libros de la Catarata. Madrid. Cap. 1, p. 51
19. Ibid, p.52

Pluralismo y democracia moderna.
Chantal Mouffe, (2003) hace un aporte significativo al hacer una propuesta de valorización de las diferencias, según la cual la pluralidad no debería tener límites. Esta politóloga de origen belga, pone un acento que revoluciona el pensamiento político y sociológico contemporáneo, junto con el argentino Ernesto Laclau, han sido considerados dentro de la corriente del pos marxismo. Su propuesta filosófica en materia política se orienta hacia la validez del disenso como posibilidad de que los ciudadanos escojan. Por tanto describe los consensos como inciertos y hasta peligrosos. Las diferencias, desde su visión, se construyen como relaciones de subordinación. Por tanto es imprescindible estudiar las relaciones de poder y poner en perspectiva cómo es que se instalan y articulan, en síntesis, propone reconocerlas.
“En vez de tratar de borrar las huellas del poder y la exclusión, la política democrática nos exige que las pongamos en primer plano, de modo que sean visibles y puedan adentrarse en el terreno de la disputa”21 . Esto es lo que ella entiende por política, un proceso sin fin que ha de continuar y propone que no es conveniente “desesperarse” ni buscar un destino final, un estado de consenso que deje satisfechos a todos, pues además de ser imposible, esta búsqueda tiende a eliminar lo político, a destruir la democracia. Para Mouffe, los conflictos, las confrontaciones, de ninguna manera son un signo de imperfección o amenazas, por el contrario, son los indicadores de que “la democracia está viva y se encuentra habitada por el pluralismo”.22 Se destaca en su argumentación que es necesaria la sospecha de “todo intento de imposición de un modelo unívoco de discusión democrática”. La posición es alejarse del racionalismo que pretende dominar la indeterminación a la que considera más bien como condición de la democracia. Nadie posee la razón absoluta y tampoco es necesario buscarla, por lo que, paradójicamente, la diferencia es la materia prima del tejido social.
“Desde que las ciencias naturales salieron con leyes que gobiernan el universo físico, los pensadores que se ocupan de de la sociedad humana se han lanzado a descubrir leyes generales que gobiernen el mundo social”.23
Esto es, a grandes rasgos, lo que significa este sinfín filosófico que aplica a la sociología política.
Aquí pongo un fin temporal a estas reflexiones que no tienen otro fin que seguir la búsqueda, sin pretender llegar a final alguno, solamente contribuir al pensamiento de lo social.







21.C. Mouffe (2003): La paradoja democrática, Gedisa. Madrid, p. 49
22. Ibid, p.50
23. A. Hirschman (2001): Retóricas de la intransigencia, FCE, México, p. 173
Bibliografía:


G. Sartori (2008): ¿Qué es la democracia?, Taurus, Madrid. Cap. 1

N. Bobbio (2000): Liberalismo y democracia, FCE, México. Cap. 4,8

M. Bovero (2002): Una gramática de la democracia, Trotta, Madrid, cap. 5

R. Dahl (1999): La democracia: una guía para los ciudadanos, cap. 4, 5, 6 y 7,.Taurus, Madrid.

A. de Francisco (2007): Ciudadanía y democracia. Un enfoque republicano, Libros de la Catarata, Madrid. Cap.1

C. Mouffe (2003): La paradoja democrática, Gedisa, Madrid. Pp 35-50.

A. Hirshman (2001): Retóricas de la intransigencia, FCE, México. Cap. 5

No hay comentarios: