lunes, 7 de diciembre de 2009

México se hunde por sus políticos y Bolivia surge ganancioso por los suyos

En tanto que el demencial gobierno de Felipe Calderón fracasa estrepitosamente, el del presidente de Bolivia Evo Morales se aseguró otro período gracias a una victoria electoral que superó todas las expectativas.
Ha ganado con un amplio margen tanto la presidencia como la mayoría del Congreso, de manera que los bolivianos se preparan para dejar atrás modelos que incrementan la desigualdad y la pobreza, como el que se empeñan en continuar los sucesivos gobernantes mexicanos, bajo mandato estadounidense. Con un PIB en crecimiento y una forma de gobernar contraria a los antecesores que trabajaban para el neoliberalismo, queda perfectamente claro que el más grande obstáculo para el desarrollo en América Latina ha sido por mucho tiempo la política imperialista de los Estados Unidos. Sustentada en un sistema basado en doblegar financieramente a sus vecinos o “socios”, en corromper funcionarios, desequilibrar democracias o aplicar la fuerza bruta, este país interventor ha sido causa de la zozobra de muchos pueblos en el mundo. Es de festejarse con todo el entusiasmo del espíritu libertario, el comportamiento patriótico de la sociedad boliviana, gracias al cual se le ha puesto una barrera al mal vecino, caracterizado por peligroso y artero, absolutamente desleal y enemigo de la paz. Esto es un gran ejemplo para otras naciones que todavía rinden pleitesía a los yanquis.
La crisis que han provocado los gobiernos de Acción Nacional dejó ya veinte millones de mexicanos en el desempleo. La economía mexicana es la peor de todo el continente y el gobierno actual ha sido un desastre en toda la amplitud del término. La fidelidad, obediencia o sumisión ante los norteamericanos, le ha costado al país vivir la peor época en los últimos setenta años.
A partir del gobierno de Miguel de la Madrid, el futuro de los mexicanos comenzó a ser incierto, situación que se agravó con la llegada de Carlos Salinas a la presidencia, quien sin escrúpulos de ninguna clase modificó artículos constitucionales como el 27º, que despojó a millones de campesinos de su único patrimonio, defendido durante siglos: la tierra.
El ardid que comprometió al país y lo ha dejado al borde del colapso total, tiene varias causales que son precisamente los clanes y mafias que, a través de un serial de políticos desde 1982, han dirigido los sucesivos gobiernos. Ni uno sólo desde entonces ha visto por el futuro de los gobernados. Al contrario, se han ensañado en desmantelar todo lo que representaba de alguna manera bienes nacionales por medio de privatizaciones, todas ellas a favor de grupúsculos de favoritos que compraron en subastas más de mil quinientas empresas, con lo que ha quedado prácticamente liquidado el estado mexicano.
La situación de caos que se vive en el país puede explicarse en las gravísimas faltas en que han incurrido los últimos gobiernos del PRI, y el sexenio y medio del PAN. Hasta pareciera que han sembrado el país de enemigos para hacerlo estallar después de un proceso sumamente doloroso, donde la fábrica de miseria y el salvajismo son solamente algunas de sus facetas.
Lo que se puede apreciar con mayor nitidez en México es un hartazgo colectivo que se encuentra buscando salidas. Surgen en la Internet constantes llamados a la desobediencia civil e inclusive hay quien exprese deseos de hacerse justicia por medios violentos.
No son pocos ni tampoco despreciables. Hasta pudiera reconocérseles que tienen razón. Ha sido ya mucho tiempo de ver con impotencia y amargura el constante deterioro que padecen las instituciones y el pueblo mexicano. El horror, la inseguridad, la incertidumbre, la pobreza, son algunas de las calamidades que cada día ganan más terreno. Ante esta realidad ensombrecida lo único que puede esperarse, dada la nula reacción de las autoridades, totalmente rebasadas, es más desajuste, inflamación colectiva que no tarda en hacer volar en pedazos el endeble aparato que la contiene.
Calderón debió salir de la presidencia para dejar el lugar a un gobierno de coalición, sin embargo, quienes lo impusieron y le manipulan, optaron por dejar que transcurra más tiempo tal vez porque les es más redituable operar en las ruinas, en medio de una nube de polvo que pueda hacer invisible su intervención. A río revuelto ganancia de pescadores, decían los abuelos, pero esto ya es más que un lodazal un torrente de aguas negras.
La furia de los defraudados, de los desesperados y provocados, anuncia con relámpagos y truenos la tempestad que se aproxima.
Cuanto peligro pueden acarrear los gobiernos inútiles para servir a las mayorías y prestos para hacer favores a los delincuentes de cuello blanco de cualquier nacionalidad. Este que todavía sigue tambaleante nos ha costado demasiado: una pérdida exorbitante. Es algo demencial.
Es lamentable que por no haberse respetado la voluntad de los mexicanos en 2006, no tengamos al frente a personas como Evo Morales, el presidente democrático que los bolivianos eligieron. Qué caro se ha pagado el fraude que dejó a Felipe del Sagrado Corazón de Jesús, en el lugar más importante del gobierno de México. La historia ya lo consignó entre sus páginas más desgarradoras.

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