jueves, 26 de marzo de 2009

México, país de pirámides







Entre las múltiples grandezas que tiene nuestro país aparecen, majestuosas y misteriosas, decenas de pirámides que varían de arquitectura, uso y época.
Como centros de reunión, culto o enormes mausoleos, cumplieron también con el propósito de ofrecer un lugar idóneo para escudriñar el cielo y discernir así la mecánica del movimiento de los cuerpos siderales.
Las pirámides mesoamericanas como lo son las de Teotihuacán y Chichen-Itzá, se encuentran asociadas a elevaciones que fungieron como puntos angulares de referencia en las constantes observaciones astronómicas.
Los desplazamientos solares y lunares eran cuidadosamente estudiados, al igual que la forma y ubicación de las constelaciones. Para ello se basaban en puntos de observación, donde se llevaban registros, a la vez que trazaban esquemas sobre diferentes superficies, lo cual les permitía cultivar una ciencia astronómica que les servía para marcar fechas donde se hacían ceremonias o bien organizar las actividades en torno a los ciclos agrícolas.
Teotihuacán, Monte Albán, Tula, Cholula y Tajín, son algunos de los lugares que más se conocen entre los que guardan el patrimonio de tiempos prehispánicos, aparte del fantástico mundo maya, que contiene cientos de zonas aún sin explorarse en su totalidad.
En el occidente no se tiene conocimiento de la existencia de pirámides o construcciones de gran estructura, salvo algunas muy interesantes en los estados de Nayarit y Colima. El Ixtépete, rodeado totalmente por la urbanización de la capital jalisciense, es uno de los lugares que guardan ruinas que pueden dar idea de algún tipo de organización y motivación que les llevaba a emprender tales construcciones.
Abundan en la región las muestras de elevado valor estético y significado histórico necesarias para armar los mapas que nos faltan para conocer el pasado, más allá de lo que nos permitieron saber los escasos códices de antes y después de la conquista y algunas crónicas mestizas o europeas.
A través de los hallazgos como lo son las tumbas de tiro, características de la zona occidental de México y otros vestigios como las extrañas pirámides circulares de los llamados guachimontones, en la bregión de Teuchitlán, notablemente investigados por los arqueólogos Phil Weigand y su esposa Celia, conocemos cada día un poco más sobre las culturas pretéritas que florecieron en donde ahora vivimos nosotros.
Con esa inquietud me involucré hace años en una serie de excursiones, al principio con el profesor Samuel Moya, arqueólogo autodidacta que vive y da clases en la preparatoria de San Agustín y quien conoce la zona gracias a sus constantes excursiones con alumnos e interesados en el tema de la historia regional. En dos ocasiones nos acompañó Otto Shondube y descubrimos algunas formaciones de piedra como muros y escalinatas; lugares de observación y culto utilizados por gente de hace unos mil quinientos años, aproximadamente, según los cálculos hechos por el arqueólogo al reunir varios restos de cerámica y molcajetes.
Alguna vez hice un recorrido por una zona no muy lejana de donde nos llevó el profesor Moya y al pasar por unos sembradíos que tenían la milpa ya crecida, vi recortarse contra el crepúsculo la silueta enorme y asombrosa de una gran pirámide. Averigüé días después con la ayuda de un mapa que se trataba de una elevación natural que se conoce como cerro de la Villita. Me hice de una carta Cetenal de las que proporciona el Inegi, y pude corroborar que efectivamente el cerro, junto con otro muy próximo llamado cerro de las Latillas, se consideran conos volcánicos.
De todas maneras fui a reconocerlos con mis propios ojos y me sorprendí mucho de la forma piramidal de ambos. Volví en varias ocasiones y cada vez constataba que algo había hecho la mano humana, pues encontramos que estaban en parte terraceados y casi a flor de tierra hallamos tepalcates y pedazos de figuras que el arqueólogo Luis Gastelum, de la UdG, les estimó una fecha de mil quinientos a dos mil años de antigüedad.
Ya con estos datos me entusiasmé y acudí al INAH, y después de una inspección me entregaron una carta que de alguna manera daba a entender que no le vieron nada de importancia. Entonces guardé mis fotografías y deseos en un cajón y continué mi vida periodística y académica.
De cualquier forma esperé la estación más propicia para visitar las que yo consideraba y considero pirámides, para subir de nuevo y fue entonces que descubrí una plataforma rectangular o cuadrada con algunos gradientes señalando seguramente puntos cardinales. La estructura tenía curiosamente alguna intervención de fecha actual porque mostraba metal, sin embrago no deja de ser muy rara en medio de esa soledad y lejanía.
Además, mi intuición que se fascina con este tema, me llevó a pensar en la posibilidad de haber sido un lugar habitado por gente adelantada en cuestiones de agricultura y cierto orden social y de seguro militar: Eran los custodios del hierro de la época, es decir, la obsidiana.
El Bosque de la Primavera es una fuente inagotable del material vítreo que despidieron los volcanes. Tal vez una de las más importantes del continente. Con ello fabricaban armas para la guerra o utensilios para diversos usos incluido la cirujia.
Los dueños de las minas de obsidiana seguramente las defendieron con estrategia militar y se beneficiaron de su comercio. Así se hicieron grandes y lograron prosperar y llevar a cabo intercambios culturales con pueblos o repúblicas de elevada condición intelectual como lo fueron los teotihuacanos o los toltecas. Quizá fueran contemporáneos de los mayas u olmecas, difícil saberlo con tan poco que conocemos de ellos.
Hoy que disponemos de herramientas maravillosas como el Google Earth, decidí visitar virtualmente las pirámides y se me fue el sueño de las últimas noches ante lo que descubrí y comparto con mis amigos.
Son tres pirámides alineadas en un triángulo muy bien delineado. Dos de ellas están escalonadas, aunque la actividad moderna ha deteriorado bastante la superficie de ambas. Inclusive una de ellas estuvo concesionada al ferrocarril para extraer balastro.
Son cónicas, circulares y perfectamente delineadas buscando la forma piramidal. Se aprecian en las fotografías los relieves geométricos y en los trasfondos se observa claramente otras elevaciones que se utilizaron igualmente para la práctica astronómica y quién sabe qué más.
Casi me quedo sin aliento y me embriagué de emociones cuando descubrí gracias a la tecnología del zoom de esta herramienta de navegación, unos trazos en el suelo que resistieron el paso de los siglos con todo y la maquinaria agrícola moderna. ¡Figuras de planetas! Alineamientos y círculos, junto con trazos rectilíneos y otros más que hacen referencia ni más ni menos que al gran símbolo que utilizaron los mayas y otras civilizaciones: Hunab Ku. El círculo con otro círculo dentro. De acuerdo con el estudioso de pirámides mexicanas Peter Topkins, el complejo de la zona central ceremonial de una pirámide mesoamericana, se hacía en la forma de un cuadrado circunscrito por una esfera, símbolo de Hunab Ku.
Nos dice el autor que la concepción maya de la tierra era que había sido formada de una nebulosa mediante la combinación de fuego, agua y gases, que produjeron materia sólida creadora, era Can o Kan; siendo Huracán el vórtice rotatorio que hacía posible la condensación de elementos primordiales al incorporarlos en un núcleo, reintegrando así los elementos desintegrados por el caos.
Aquí les dejo estas fotografías de los círculos de Hunab Ku, en una zona adyacente a las pirámides desde cuya cúspide quizá eran estudiados por los ancestros mexicanos.
Cuando gusten visitar las pirámides me dicen para organizar una excursión.
Si tuviéramos autoridades capaces las buscaría para hacer algo, pero ni para qué perder el tiempo, así que honrando con todo cariño el precioso y riquísimo significado de nuestras raíces, les mando lo que he visto y comprobado. Ojalá pudiéramos organizarnos para crear un museo de sitio en el lugar y tal vez un parque temático.


martes, 17 de marzo de 2009

¿Qué nos gobierna, cómo? ¿Qué nos mueve en lo social? (segunda parte)

Nuevamente reflexionando sobre qué es lo que permite a unos tomar las decisiones por los demás, pienso en el poder de influencia que tienen los grupos y actores sociales que no propiamente manejan el mundo financiero, sino que sus actividades se hallan muy aparte.
La geografía social nacional incluye centros de convergencia, redes y circulación simbólica articuladas por variadas ideologías en constante movimiento y transformación. Las formas de pensamiento colectivo dan lugar a sociedades altruistas, deportivas, religiosas, científicas, ambientalistas, políticas, agrupamientos de género, profesionistas, asistenciales, lucrativas o de negocios, especulativas y hasta las pequeñas o grandes asociaciones delictivas tan de moda.
Las masas se fragmentan en infinidad de circuitos que pudiera llamárseles bits, chips o unidades mayores de almacenamiento y circulación de capital social, como son los partidos, los grandes corporativos o la iglesia de las mayorías en México, identificada como católica.
Los conglomerados sociales institucionalizados, fincados sobre procesos históricos comunes, como lo son el clero, las asociaciones de propietarios de medios de comunicación, empresariados, las universidades, algunos agrupamientos u organismos civiles que se han internacionalizado, en determinado momento coyuntural logran imponer si no la totalidad, al menos alguna parte de sus respectivas agendas en la mesa de negociaciones que finalmente determina presupuestos, partidas e iniciativas de desarrollo o cualquier asunto de carácter público.
Estos procesos son mucho más dilatados porque su gestión se basa normalmente en planteamientos propios de visiones subjetivas individuales o colectivas, en las que se refleja un posicionamiento ideológico, que consecuentemente contrasta, choca, pugna hasta llegar muchas veces al conflicto con las demás corrientes.
Se impone naturalmente la voluntad de los que llegan a posicionarse mejor en la escala social. Quienes cuentan con acceso a recursos económicos, comunicativos, tecnológicos, entre otros, tienen mayores posibilidades de incidir en la dirección social que aquellos otros que permanecen marginados de origen.
Esto significa que las desigualdades y desequilibrios no emanan solamente de los centros neurálgicos o de poder que aparentemente dictaminan el destino de las masas, sino que la propia dinámica sociocultural de las fuentes o núcleos en que se fragmentan las mayorías para volverse minorías, conlleva este fenómeno: la desigualdad, la exclusión, la marginalidad, son producidas y repetidas tanto en mínimas como grandes escalas y desde el pensamiento colectivo. Las diferencias comienzan en los mismos núcleos familiares, la escuela, el vecindario, los centros de trabajo, de investigación, áreas de recreación, deportivas, etcétera.
Esta idea me hace recordar un apunte del sociólogo Jesús Martín Barbero que incluye en su obra “Oficio de Cartógrafo. Travesías latinoamericanas de la comunicación en la cultura”, (2002) donde se pregunta: “¿qué en el dominado trabaja a favor del dominador? ¿Poniendo en juego qué contradicciones la dominación es también actividad y no mera pasividad en el dominado? Si se desmonta la complicidad del dominado con su dominador, nos dice el autor, “será posible romper con el verticalismo populista y comprender realmente que la liberación es problema del oprimido, que es en él donde se encuentran las claves de su liberación”.
Analizada de esta manera, la dirección de la sociedad fundamentalmente parte desde abajo, de la raíz del tejido humano. Por tanto, cualquier cambio que se piense necesario para mejorar el clima de convivencia ha de surgir desde este punto. El problema del desequilibrio entre la gente viene de la semilla del fruto. Entonces, gracias a la ayuda de la nueva biología molecular, es posible suponer con los mismos principios de modificación de los genomas, que será posible operar en los fractales que conformamos socialmente. Es factible ahora retirar, desde las células madre, los genes dañados que pueden a su vez dañar, para suplirlos por tejido sano ¿cómo identificarlos en lo social?
Vemos que las poblaciones nacen y crecen sin control o planificación alguna. Permitimos que incuantificables núcleos de población proliferen reproduciendo los agentes nocivos y contaminantes que han minado peligrosamente toda la estructura. Nada impide hasta hoy que se expanda lo dañino con todos sus agravantes colaterales.
Los embriones van fallidos de origen, surgen anómalos, se reproducen exponencialmente hasta formar campos de difícil acceso y control para cuerpos extraños como lo son las instituciones del Estado, que a su vez muestran grados de descomposición por contaminación sumamente alarmantes.
Es muy importante no confundir estas células con los cuadros de marginalidad, con la pobreza material que padece la mayoría de la gente de este país: la confusa multiplicación de células enfermas opera indistintamente en los ámbitos socioculturales.
Ahora que está de moda decir que el modelo económico que aplica en el mundo capitalista, que es casi todo el planeta, se ha agotado, al menos como ejercicio creativo sería conveniente pensar en otras dinámicas, como sería por ejemplo replantear los sistemas monetarios con base en metal, concretamente oro. Revaluar la plata y sobre todo el capital humano.
Lo más importante: pensar en un gobierno ético como salida plausible a la crisis sistémica que vivimos.

jueves, 12 de marzo de 2009

Pisadas de gato

Una vez más Estados Unidos le está hablando fuerte y directo a México. La violencia de apocalipsis en las redes del crimen sacuden las conciencias de quienes por diversas razones siguen los acontecimientos. Nuestro país entró al concierto de las llamadas guerras de baja intensidad desde hace tiempo, para ser exactos; a partir de la implementación radical del modelo económico privatizador de la economía.
Con cifras cuya exactitud desconocemos pero podemos suponer bastante aproximadas a la realidad, cierta autoridad vecina pondera la ayuda necesaria que pretende dar su país para continuar en esta extraña lucha, de la cual sólo vemos parcialmente la que se libra de este lado de la frontera.
Desde los tiempos de Al Capone o la Banda del Automóvil Gris, se ha perdido la pista de las mafias estadounidenses. ¿Cuál es el sistema norteamericano de tráfico y distribución de drogas de toda clase que parece como si fuera pisadas de gato?
¿Por qué la droga no topa en sus férreas fronteras, puede más la astucia de los narcotraficantes sureños que su elevado poder militar y tecnológico? Yo pienso que la estructura norteña coopera en cuanto a logística, así como todos los pasos que acompañan a las drogas desde su producción, es más, desde la raíz biogenética intervienen las fuerzas oscuras.
Modificar especies, perfeccionar técnicas de cultivo, entre otras características que faciliten operaciones e incremento de ganancias, es parte de este juego de bordes macabros.
Sin la tecnología, el capital y el consumo yanqui, el mundo de las drogas no fuera lo que es.
Los servicios de inteligencia del Estado Norteamericano proveen a su gobierno de la información necesaria que les facilita, hasta cierto punto, el manejo de incuantificables cantidades de todo género de productos asociados a las drogas. Esto abarca desde los lugares de origen, hasta el ingreso y ramificación en el territorio: de sur a norte y de este a oeste.
Las preguntas que surgen se configuran en torno a la imposibilidad de que sea detectado el inmenso movimiento que ha de representar el trasiego de miles de toneladas de drogas para llegar a los cientos de miles de poblaciones y finalmente a millones de usuarios o adictos de diverso estrato o condición.
Toda la escala social, desde los subterráneos de los barrios hasta los círculos dorados de las elites, es atravesada por esta saeta normal-delincuencial, que es una característica más de nuestras sociedades: un fenómeno cultural excesivamente globalizado; irradiado por las naciones de elevado desarrollo. Los imperios exportaron al resto del mundo este problema, reconvirtiendo el uso que los grupos autóctonos daban ancestralmente a lo que les daba la tierra, como parte asimilada en su cultura. Nada que ver con las prácticas hedonistas, morbosas y mercantilistas con las que las sociedades “avanzadas” denigraron estas sustancias que se utilizaron como medicina, alimento o fuente de inspiración.
Lujo del estatus para unos en tanto que para otros es un recurso que simplemente sirve para obtener ciertos estados mentales, el uso de drogas conlleva una formidable demanda cuyas fortunas se elevan exponencialmente con la prohibición legal, toda vez que se trata de un mercado y como tal es sujeto a las leyes que lo caracterizan. Las dificultades para su producción y manejo encarecen el producto.
Arma de muchos filos. La legalización del uso de drogas planteada en diversos foros pudiera ser considerada como un factor para distender la enorme problemática que se ha enfocado desde múltiples instancias, desde la medicina social, pasando por la economía y por supuesto algunas ramas del derecho.
Sin embargo, las razones que se han presentado para pensar más en profundidad esta iniciativa, son igualmente significativas, por ejemplo la manera como se controlarían las drogas para evitar el uso en menores de edad o individuos bajo tratamiento médico o en proceso readaptación social. Esta posible solución plantea múltiples inconvenientes que tendrán que ser exhaustivamente analizados.
Por ahora, una de las partes más visibles del problema es lo referente a la violencia que surge a partir del control de las plazas o mercados y la consecuente descomposición de instituciones y autoridades. Sólo que esto se ve únicamente en un sólo lugar: México.
Hacia México se dirige un número desconocido de cargamentos de armas de toda especie que puedan ser utilizadas por bandas criminales. Es otra faceta del negocio y no se dice quién las acerca hasta la frontera y mucho menos menciona alguien los nombres de los proveedores. Es posible que se les pague con droga, todo puede ser admisible con tal de cubrir la formidable y cotidiana demanda que significa Norteamérica.
El gran policía del mundo alza la voz y quizá tenga razón, sin embargo, dentro de su territorio se mueve un gato. Sería conveniente e indispensable para recuperar la credibilidad, la confianza, que le pusiera un cascabel.

jueves, 5 de marzo de 2009

De qué manera se gobierna en México a partir de sus regímenes neoliberales (Primera parte)

En la historia del siglo XX mexicano podemos señalar un momento, hacia finales de la centuria, cuando el discurso y las prácticas del sistema político se definieron sin reservas por el neoliberalismo a ultranza, lo cual significó, entre otras consecuencias, que México quedara económica y políticamente aún más ceñido al destino y la voluntad del eje de Estados Unidos.
Esta etapa representa el viraje que forzó al Estado para que abandonara abruptamente la dirección de una amplia gama de empresas que participaban de la economía distribuida en los distintos sectores productivos: desde la minería al comercio, pasando por industria marítima, pesquera, siderúrgica, producción, almacenamiento y distribución de alimentos, transportación en todas sus modalidades, banca fiduciaria y de servicios, comunicaciones, entre muchos otros giros que llegaron a sumar más de dos mil organismos que formaban las llamadas paraestatales.
En lugar de salvarlas de los elevados índices de corrupción que a muchas de ellas hacía volverse costosos lastres o simplemente mantenerse a flote o a favor de sus ocupantes en turno, los sucesivos gobernantes a partir de Miguel de la Madrid decidieron venderlas muy por debajo de su valor real, después de someterlas a un proceso de inanición que no tenía otro fin que justificar la operación que las dejó en manos de quienes, hasta la fecha, acumulan fortunas que contrastan con la exagerada pobreza en que se encuentra sumida más de la mitad de los habitantes que tiene el país.
Las empresas del gobierno eran señaladas y exhibidas desde las cúpulas del poder como ineficientes, males necesarios que compraban cierta paz social por medio de generar miles de empleos, muchas veces injustificados, que engrosaron la burocracia. Ahí se daba lugar lo mismo a liderzuelos o “agitadores”, que a recomendados que llegaban a conformar un tropel de ayudantes que manejaban las campañas -con todo y elecciones- prácticamente en todos los estados de la Federación.
Además de servir para el montaje electivo gracias a su indispensable dotación de recursos, las direcciones y altos puestos gerenciales de dichas empresas gubernamentales, constituían premios o pagos de favores políticos. Aún así, muchas de ellas operaban con utilidades, independientemente de sus cualidades estratégicas como lo es el renglón alimentario o el ferrocarril, dos importantes instituciones que daban la posibilidad de que millones de mexicanos de las comunidades más aisladas tuvieran alimentos a bajo costo, gracias a la Coordinadora Nacional de Subsistencias populares (CONASUPO) y acceso a un transporte seguro y económico por medio de la red ferroviaria que ahora solamente se utiliza para carga, siendo propiedad de estadounidenses que a su vez son empleadores o socios del ex presidente Ernesto Zedillo, en cuyo período se dio dicha operación.
¿Qué hizo cambiar las decisiones que dieron lugar a que el Estado prácticamente se volviera una especie de socio promotor de los capitales externos de cualquier origen, inclusive los no muy claros? ¿Por qué desechó la intervención en la economía a través de las empresas nacionales, cuál fue la intención o el motivo que llevó a retirar los créditos y subsidios al trabajo agrícola u otros indispensables para la subsistencia y el desarrollo de las sociedades rurales y urbanas, como lo son el transporte de personas y mercancías?
¿Fueron causadas por la presión proveniente de los organismos financieros internacionales como el FMI o el Banco Mundial, con la cual tejieron sus propias redes los gobernantes, empresarios y políticos mexicanos?
¿Cómo se dieron estas ordenanzas, bajo qué condiciones y quiénes estuvieron dentro de de los acuerdos transaccionales que pusieron el acento a lo que se ha vivido económicamente durante casi tres décadas? ¿Equivocaron los presidentes junto con quienes les sostienen y promueven, la política económica de acuerdo a lo que ocurre con el clima social de crisis que se vive actualmente en México, mismo que se agudiza por la situación financiera mundial? ¿Fuimos y somos víctimas de la política económica únicamente o hay otros factores que determinan lo que ya se nombra como Estado fallido?
¿Qué papel juegan los poderes fácticos en la presente tensión social?
Los estados que se fortalecen en Latinoamérica como lo es Brasil o Venezuela, no son algo que deje tranquilos a quienes dirigen desde Washington y Wall Street, al contrario, la historia guarda los ejemplos suficientes para comprender que EU no ha escatimado recursos económicos, militares y hasta terroristas, contra todo aquello que obstaculice sus intereses. La organización y desarrollo de estos pueblos limita la hegemonía sobre ellos y por tanto se ejercerá presión toda vez que contengan recursos estratégicos y sean capaces de ejercer su auto determinismo.
En el caso mexicano, hacia finales del siglo veinte fueron liquidados prácticamente todos los núcleos de insurrección en contra del sistema, dejando a sus líderes dispersos, acotados o eliminados. La presidencia de la república dictaminó en hechos que el país fuese un modelo de libre mercado, estableciendo tratados comerciales en los cinco continentes, aunque en realidad sea el TLC el que absorbe la mayor parte de los movimientos de la balanza comercial.
Solamente el movimiento del EZLN surge en estos tiempos, correspondiéndole a su gente vivir las penurias de la presencia del ejército en la zona de las comunidades indígenas que sirvieron de base social. Las fuerzas zapatistas menguadas, sometidas al desgaste mediático, incluido su célebre líder, ya no figuran como al principio, después de catorce años, en el mapa político, mucho menos en la correlación de fuerzas que llevan a cabo el ejercicio del poder donde jamás han participado más allá del discurso, las minorías.
Acerca del EPR, otro de los movimientos armados que se forman en los años recientes, se sabe muy poco, inclusive persisten dudas de su autenticidad como organismo beligerante en contra del sistema.
El camino fue allanado para el ejercicio potencializado del libre mercado global y con ello se atrajo a las trasnacionales con sus modelos de operación y contratación bastante lejanos de cualquier política laboral, industrial o comercial, equitativa. Estos aparatos capaces de doblegar cualquier marco legal gracias a sus enormes fortunas, no han sido la solución, toda vez que se mueven y despachan como entes autónomas que nadie es capaz de frenar. Cambian de sitio sus instalaciones con la misma soltura con la que trasladan las utilidades e inversiones.
A estas dinámicas especulativas y altamente antinacionalistas le apostaron los sucesivos gobiernos de México. ¿Por qué?
Vale la pena preguntar e investigar las razones por las cuales los grupos de poder en México asumen como el camino correcto lo que tanto ha minado la economía de las mayorías, causando además un irreversible deterioro ambiental.
Entre las posibles causas, podemos hallar que de alguna forma estos grupos de interés hacen colaboracionismo con EU porque esto les facilita gobernar en su propio país, gracias a la ayuda logística como lo son servicios de inteligencia, tener acceso a la llave de los créditos u otros que les hacen posible mantener el control.
Por su parte las fuerzas armadas desde hace tiempo trabajan conjuntamente con las de EU, por lo que los altos mandos mantienen lazos estrechos ideológicos, al haber los connacionales recibido instrucción y entrenamiento en las academias militares del norte. Los que no, seguramente han sido investigados y dependiendo el rango, se les toma en cuenta para ser vigilados y en consecuencia ubicados en las distintas plazas militares.
Desde la Guerra Cristera el ejército mexicano no ha participado en ninguna lucha ideológica. Poco se sabe de su postura respecto a la actual crisis del Estado, más allá de ciertas declaraciones a través de la SEDENA, donde se manifiesta la posibilidad de la inviabilidad del actual régimen y sus instituciones. Es un asunto bastante delicado, por cierto.
Además del estrecho margen de maniobra y presupuesto que lo agobia, aunado a la falta de modernización en todo sentido, el ejército mexicano se haya fuertemente desacreditado ante la opinión pública mundial por sus niveles de permeabilidad ante el crimen organizado: poder fáctico que avanza de manera siniestra sin que se halle a la vista qué pueda contra restarlo, de no ser nuevamente un acto de intervención proveniente del exterior.
Sean lo que fuere, las fuerzas que dirigen desde hace décadas a la sociedad mexicana la han acercado demasiado al peligro, por tanto es bueno saber de qué se trata. Exponer de una buena vez en medio de la mesa las distintas manos y puños cerrados que acometen sus propias partidas para llevarse todas las ganancias posibles.
Se trata obviamente de grupos cuyas cabezas visibles han pasado por la presidencia de la república unos, en cambio otros se manejan subterráneamente y muchas veces sirven de puente entre las mafias, ahora conocidas como cárteles, los banqueros e inversionistas que son piezas fundamentales de la industria del lavado de fortunas que se traducen en formidables centros vacacionales, casinos, aerolíneas y dicen que hasta universidades particulares. Es factible y creíble. Vaya, hasta la iglesia vaticana ha sido cuestionada en ese sentido.
El capital producto del narcotráfico y demás delitos de los grupos criminales es asimilado por el sistema económico y político que lo pone a circular para convertirlo, junto con otros ingresos, en estadísticas de crecimiento y desarrollo. ¿Cómo pues los van a erradicar?
La lucha sobre representada y sobre todo discursiva, es evidentemente una estratagema que igual sirve para mantener en funcionamiento los actuales dispositivos del control social, financiero y político, para dar garantías a la marcha de los negocios que se manejan desde los centros financieros de E.U, mancomunados con los capitalistas mexicanos ya bastante contaminados por los poderes fácticos y muy próximos a la ingobernabilidad o crisis sistémica que pudiera comenzar con estallidos seriados. ¿Qué nos gobierna? Una red de intereses externos e internos, cada día más imbricados, que crean fuerte tensión entre sí, cuyas secuelas repercusivas nos mantienen en vilo.