Exigir transparencia y equidad electoral en un país que
carece de instituciones democráticas o son éstas débiles, equivale a pedir un
hot dog en un barrio chino.
El dumping
mediático que favoreció la candidatura de Peña Nieto es legal, más no legítimo.
La democracia se fundamenta en legitimidad, que en este caso es sinónimo de
equidad y transparencia.
¿Qué es el dumping mediático?
Tal como sucede en el mercado con las prácticas desleales (condenables
pero no prohibidas) del comercio internacional, de donde procede la palabra
dumping, igualmente se utiliza el término en las justas deportivas donde
ciertas prácticas son consideradas como ilegales para la normatividad que rige tales
actividades. En la competición política también se incurre en conductas o
actividades que pudieran ser calificadas como ventajosas y por tanto ilegales,
mas no se encuentra reglamentado su ámbito, desafortunadamente.
Si el dumping para un atleta equivale a dotar el cuerpo de
sustancias que le dan más capacidad física o resistencia durante la competencia
y con ello estar en ventaja sobre sus oponentes, en el caso de una contienda
política el dumping consiste en contar con el mayor tempo de exposición
favorable en los medios de comunicación, esto es; haber aparecido como cliente
frecuente en programas o spots, asimismo promocionar mediáticamente actos de
gobierno, eventos privados o cualquier actividad que logre construir
imaginarios colectivos en gran escala. Esto es el dumping mediático y su
medición se basa, entre otras técnicas, en las encuestas que se realizan en
forma paralela a los procesos políticos, independientemente de que éstas ya
también sirven al dumping.
Cuando un juez detecta dumping, inmediatamente el competidor
queda incapacitado a participar en la prueba. En el caso del juez electoral y
los árbitros que regularon parcialmente la elección que se llevó a cabo el 1°
de julio en México, no hubo manera de sancionar lo que sectores de la sociedad y
algunos medios de comunicación sí detectaron: que se estaba cometiendo dumping.
La promoción de la imagen del candidato del PRI, se adelantó cerca de seis
años. El posicionamiento o branding, estuvo logrado con antelación a otros
candidatos, salvo el caso de López Obrador quien a su manera mantuvo la proyección
de su imagen pública por medios no convencionales. La candidata del PAN entró
tarde a la contienda y además lo hizo con una estrategia de comunicación y
personalidad muy por debajo de los niveles de una campaña presidencial.
Cuando se comprueba que un medallista obtuvo la presea por
medio del dumping, ésta le es retirada en medio de escándalos que se publicitan
como si fuese un crimen. En cambio, en el caso del dumping que impulsó a Peña
Nieto, las autoridades reguladoras y calificadoras de las elecciones, no tan
sólo no eliminaron de la prueba antes de competir en las urnas a este
competidor dopado, sino que después de obtenido el triunfo se lo reconocen de
forma unánime, sin ninguna cortapisa. Los medios patrocinadores esperadamente
opacaron todo.
En el colmo del desbarajustado desequilibrio electoral, a
quienes protestan desde la tribuna y a través de diversos frentes por la evidencia
del dumping al que se sumaron otras trampas, en este caso el intento de la
compra masiva de votos en niveles superlativos y ultramillonarios, se les
señala como incapaces de dar una prueba.
Sin embargo esto sucede porque la ley se queda corta, es fácilmente
desbordada por quienes aplicaron el dumping sin ningún impedimento o escrúpulo.
Por esta ocasión no van a retirar la medalla los jueces porque no está
estipulado en sus reglamentos que se prohíba el dumping.
Quizá para las próximas elecciones se dé con los mecanismos
que impidan estas prácticas desequilibrantes que ponen seriamente en entredicho
la democracia.
Por ahora el daño ya está hecho sin posibilidad de retroceso,
por lo que quienes conforman la opinión pública en contra del desenlace, tendrán
que acatar finalmente el resultado, ya que esta gran falta cometida de alguna
forma es conjunta entre los distintos actores que participaron en la elección. Es
un vacío legal el que impide (a pesar de la Reforma de 2007-2008 que reglamentó
equitativamente los pautados de los tiempos en los medios de comunicación) que
la exposición de una candidatura reciba un trato preferencial mediático
soportado en los formatos que tienen los medios, especialmente la televisión.
En el caso de este candidato electo el dumping fue más intenso aún, dado la
especie de libreto donde tiene una presencia destacada la esposa y actriz que
lo acompaña y hasta el propio accionista mayor del monopolio televisivo que se
ha retratado en varias ocasiones con el elegido.