El
político, filósofo y escritor renacentista, Nicolás Maquiavelo, advirtió de las
“dificultades que se ofrecen para conservar un Estado recientemente adquirido”,
como sucedió con Alejandro Magno, dueño de Egipto y del Asia Menor, en pocos
años, quien “habiendo muerto a poco de
haber conquistado esos territorios, sus sucesores, en circunstancias que
parecía natural que todo aquel Estado se rebelase, lo conservaron, sin embargo,
y no hallaron al respecto más obstáculo que el que su ambición personal ocasionó
entre ellos”.
La
ambición personal sin ideales o principios éticos, puede ser enemiga de
proyectos nobles, de la unión entre familias, o de los esfuerzos colectivos. Se
trata de una debilidad de la gente ante el impulso de sus más egoístas deseos.
Debido
a los intereses que se encuentran en juego, su peligro, tristemente, se hace
visible en el actual proceso de selección de aspirantes a la coordinación del
movimiento “transformador” y posteriormente a la presidencia de la República por
el partido Morena.
¿Por
qué, Marcelo? Nos preguntamos con asombro. Quizá esta magnífica opción para la
continuidad de la 4T se dejó seducir por incompetentes promotores publicistas,
además de la ambición de políticos que se creen expertos, no lo sabemos con
certeza, pero de que habrá consecuencias en el corto plazo no hay duda.
Lo
único que lograron, ya que no pudieron aumentar sus preferencias ni un solo
punto durante el tiempo transcurrido en las giras, fue alejarlo aparentemente
en forma definitiva de la presidencia, a menos que millones de ciudadanos de
los que siguen cada momento del proceso de selección primaria perdonen la falta
enorme que ha cometido, que no sólo hiende en el movimiento, sino en las
instituciones con las cuales gobierna el presidente.
Ni
siquiera como candidato opositor le alcanzaría para vencer. Es un golpe bajo, como
se desee ver, inesperado, provoca un incendio en su propia casa. ¿Es el
político que promete cosas buenas para el país el mismo que da ese puntapié
tramposo a sus compañeros? La gente no va a permitir que se acerque más a las
filas de Morena. No hay marcha atrás, el error está consumado.
“Con
la cabeza fría y el corazón ardiente” dice la máxima que nos da a entender la
actitud correcta ante las vicisitudes que plantea el destino, la vida, sobre
todo en la política. Los asesores de Marcelo Ebrard y él mismo, actuaron de
manera contraria: lo calentaron, le subió el hervor a la cabeza, se heló su
corazón y soltó el flamígero golpe. ¿A cuánta gente decepcionó, me incluyo,
esta coartada inesperada? Ni los opositores han sido tan ladinos.
En
lugar de admitir que se rodeó de unos torpes, además muy arrogantes asesores
que retomaron viejos clichés, de viejas campañas que incluyen formas de
comunicación basadas en una supuesta ñoñería de la gente, a la que fácilmente
pueden manipular, desacomodó el tablero y hasta tiró las piezas al suelo.
Ya
no responde a ello la opinión pública; ahora, en lugar de tratar de imponer enmarcados
mentales creados en las agencias y estudios publicitarios, se debe dejar que la
gente construya la imagen idónea para que tenga formas de elegir. Es un
mecanismo mediante el cual se construye, de lo que se percibe del candidato
-asociado al imaginario colectivo-, aquello con lo que logre dialogar; esto es
lo que hacen las redes sociales. No se puede hablar con un espectacular que se
mira a la pasada y de forma incompleta, tampoco con los spots de 20 segundos, pero
en cambio es muy fácil, además necesario, hacerlo a través de las redes digitales.
Las
giras han sido otro obstáculo, no conectó en las reuniones con gente distinta a
los allegados que lo han sido de tiempo atrás, no atrajo adeptos nuevos, lo
reflejan las encuestas. En otro aspecto,
los videos fueron demasiado simplistas, chuscos, en lugar de transmitir una
mentalidad receptiva, sensible a las necesidades y demandas urgentes o básicas
de las distintas poblaciones visitadas, lo enseñaron bailando o con trajes
típicos que parecían un disfraz. Todo lo enlatado resulta artificial.
Aun
con una promoción tibia de la aspiración a la coordinación y candidatura
presidencial, continuaba en el segundo lugar, de acuerdo con estas mediciones. Es
tan conocido como la aspirante Claudia. Cuando sean publicadas las que se elaboren
a partir del exabrupto, lo van a situar en un tercer o cuarto sitio, esto lo
vamos a ver en las próximas horas.
Los
comentarios que hacen al respecto algunos reconocidos periodistas y comunicadores
que cuentan con grandes audiencias, hablan de la tristeza que experimentan; se
manifiestan dolidos e igualmente sorprendidos por tan desairada respuesta de
Marcelo Ebrard. Se miró descontrolado ante las dificultades y desavenencias que
surgen de un proceso de esta naturaleza. Se lamentan por lo que este político hizo
con palabras y símbolos tan desmesurados e hirientes hacia los camaradas de su
misma corriente.
Evidentemente
también les da munición a los miles que vociferan desde la oposición; crea un
incendio peligroso, que expone a todo lo conseguido hasta ahora. Ya MC hizo
suyo el conflicto, va a denunciar ante el INE las presuntas faltas de
funcionarios del gabinete. Todo ello pone en entredicho la confianza hacia AMLO
respecto de su participación en la sucesión, hasta pareciera un chantaje
político que no tiene cabida ni tampoco explicación, o un error de cálculo que
puede ser el último. Incluso la candidatura se expone a ser retirada por la
gente del INE. Lo mismo le puede suceder a Claudia Sheinbaum. ¿Pudo pensar en
todo esto con su impulso emocional don Marcelo?
¿Con
qué irá salir este personaje políticamente semihundido? ¿Cómo y con quien va a
querer reflotar? Por principio, si desea sobrevivir dentro del movimiento será
necesario que renuncie a sus ambiciones, con todo y la aspiración presidencial,
nadie va a volver a creer en él. Tendrá, además, que ofrecer disculpas, y por
supuesto despedir y tal vez demandar a sus ineptos asesores, tan poco
actualizados profesionalmente según el resultado que hasta parece que lo
hicieron a propósito, con dolo. Aunque Ebrard fue el más culpable, se dejó
calentar la cabeza, eso lo hace ver pusilánime además errático: el fuego es
contra la oposición, no para quemar la casa; eso sucede cuando la ambición se
vuelve enemiga.