jueves, 1 de julio de 2010

El peligro para México

El peligro para México pide unidad

A estas alturas de un sexenio exorbitante ya no hace falta explicar cuál es el verdadero peligro para México, puesto que se ha hecho evidente por sí mismo, como un artefacto de tormento exhibido en un aparador.
El peligro para México, siendo una de las figuras clave que dividieron al país con el resultado de aquella cuestionadísima jornada electoral de 2006, ahora pide unidad. Aclama por unir las piezas desperdigadas que se fragmentaron ante la imposición, le necedad de que haiga sido como haiga sido, se pusiera, según eso, a realizar el trabajo de un presidente.
El exgobernador de Jalisco, Francisco Ramírez Acuña, fue uno de los principales promotores responsables de que el peligro para México se instalara en la primera magistratura y desde ahí se convirtiera, cada día más, en el vergonzoso funcionario que amenaza con empeorar la situación en el periodo restante de su infame desgobierno. Imposible olvidar aquél “destape”, envuelto de estilo tan característico del sistema largamente ejercido por el PRI: Una reunión de individuos alimentando en sus cabezas las expectativas de algún puesto ideal o relaciones que les ayudasen a incrementar sus capitales. Un llamado a darle cobertura a quien en lo futuro les daría vía libre y toda clase de facilidades para que cosechen en el campo de la política mexicana, por entonces cultivado en gran parte por el PAN.
Fox hizo un gran berrinche contra esta camarilla que se le adelantó, dejando a su gallo Santiago Creel, fuera de los reflectores, pese a los convenios con Televisa, la otra protagonista que invariablemente sumerge sus cámaras en los fangos propios de estas lides. La cita tuvo lugar en el rancho cuyo propietario, un millonario lechero jalisciense, a la postre se hizo de un cargo en gobernación, de la mano de su amigo Ramírez Acuña, un político con pésima imagen en la sociedad por los abusos de poder que fueron la impronta de su gobierno; desde las cruentas represiones contra manifestantes opositores a las posturas vertidas en la Cumbre Iberoamericana, celebrada en mayo de 2004, en Guadalajara, con infiltrados incluidos para “reventar” la protesta que en principio se acordó pacífica y que gracias a esta estrategia justificó los golpes y violaciones de derechos hacia los afectados, incluida una periodista de origen español, quien fue tratada de manera salvaje y amoral, como le sucedió a otras mujeres detenidas y vejadas por los policías. Quienes por cierto, días después recibieron una medalla por su “conducta honorable”.
Es conocida la inclinación de este personaje a expiar, mediante insumos tecnológicos y profesionales expertos, a quienes representan alguna importancia política o cuentan con capital social considerable. De ahí que obtuvo bastante información que, como buen operador de la política estilo gángster, ha sabido capitalizar.
En México se gobierna a golpes, secuestros, amenazas o asesinatos y las víctimas por supuesto son los grupos más vulnerables: gente humilde que vende en las calles, puesteros como los de Atenco, indígenas y jóvenes, como aquellos que fueran detenidos y golpeados en Tlajomulco al acudir a una fiesta.
Al igual que en otros episodios ya cotidias, se repitió la rienda suelta de la lascivia y salvajismo primitivo que caracteriza a los policías, aplicado en las y los jóvenes que fueron sus víctimas.
Esta es la regla del juego sucio que jefatura el poder. Se criminaliza la protesta social, se solapa la corrupción en las altas esferas, con lo que se favorecen empresarios que ni siquiera pagan impuestos, se permite que las compañías trasnacionales saqueen recursos o exploten empleados con salarios miserables, todo ello a cambio de sobornos a los funcionarios, en fin, se deja destruir al país en todos los rubros. En realidad ya no se sabe quiénes y cómo es que sus tareas burocráticas evitan la parálisis total, que se presiente cercana.
Los medios de comunicación más importantes sirven de parachoques o corazas, para que la opinión pública reciba solamente buenas noticias como goles en el mundial o presentaciones de estrellas en los shows televisivos. Son como la “adormidera”, que mantiene a la gente contenta con buenas vibras, gracias a sus entelequias como la reciente ocurrencia de “Iniciativa México”, donde insólitamente el rector de la UNAM, José Narro Robles, mordió el anzuelo y acudió como aval. También es un peligro para México que la masa crítica se deje seducir, a cambio de quién sabe qué beneficios, por estas fuerzas destructivas. Tal vez por miedo o por comodidad, es que se presta este personaje y otros de quienes no se hubiera esperado tal respuesta, al juego.
Mientras persista este régimen, no hay rescate posible para el país y no solamente es el régimen, sino el sistema, la inercia y la lógica con la que operan los actores y sus recursos, lo que ha llevado a esta barbarie caótica. El peligro para México en lugar de pedir unidad en torno a él y su grupo de ineptos, debiera unirse a otros con mayor coherencia; las asociaciones civiles que tanto ha afectado, como son los sindicatos u otros en resistencia.
El peligro para México ha conseguido que otros peligros iguales o peores que él, se postulen para hacerse del poder, como los sicarios que asesinan políticos porque perciben acotamientos a su amplia libertad de delinquir. El peligro para México revolucionó el accionar fatídico que opera en contra de la tranquilidad y el bienestar. Lo único que queda es resignarnos y esperar para el golpe final o, emprender la difícil, pero posible tarea de construir un nuevo acuerdo social unificador y tan equitativo como sea necesario. O todas las fuerzas que conservan el estatus de legalidad y armonía se unifican o, la mayoría, si no es que todos, padeceremos de un estallido generalizado.
Esto desde luego ha de ser distinto en sus principios y en sus dinámicas a las ofertas mediáticas que no salvan nada y solamente sirven para la autopromoción de quienes las organizan o se involucran. Son simples fuegos de artificio, euforias efímeras, que lo único que liberan es un poco de estados de ánimo y dejan una que otra conciencia tranquila.
Espero que en alguna parte surja esa voz, ese llamado a la unidad desde las antípodas del peligro para México que lo único que consigue es más fracaso. Ojala que este peligro ya guarde silencio y se dedique a escuchar y observar atentamente, si es que le da su capacidad, lo que realmente sucede. Que detenga sus impulsos pueriles e insulsos y deje actuar a los que verdaderamente pudieran hacer algo para conjurar el enorme mal que nos aqueja, que no es otro que la eclosión de las larvas que dejaron tantos años de corrupción, indolencia política y apatía social.