Es difícil de imaginar pero existe, una entidad macabra o
muchas, que al disputar entre sí la plaza seleccionan víctimas al azar para
darles muerte con toda saña y enseguida profanar los cuerpos, como muestra de
carácter sanguinario y perverso.
Se trata de bestias que desean provocar daño a otras bestias
y para ello usan métodos bestiales, que igual después son contestados
bestialmente. Un sinfín de muerte porque la muerte es nada para la escoria
asesina que nada parece poder acabar.
Estas bestias creen que hacen daño a las bestias enemigas destruyendo
vidas, cuerpos, familias de inocentes, pero se les olvida que el enemigo es
igual que ellos y no le importa si mueren miles más. La muerte y la vida es lo
mismo para estos muertos en vida. Cada uno sabe que vive hasta que otro igual
de muerto decida matarlo.
¿Quién y por qué despertó y enfrentó a las bestias?
Jamás imaginé que llegaría a vivir en una sociedad donde
cualquiera de los que vivimos puede ser llevado por la fuerza, ser torturado y
finalmente asesinado por el simple hecho de que alguien disputa el poder de
vender drogas, armas, o lo que sea en que se transmute el poder para hacer el
mal. O simplemente sin razón alguna.
Los asesinos matan a mansalva, escogiendo víctimas inocentes
e indefensas al azar, solamente para demostrar a sus enemigos que son bestias
temibles. Entonces, los enemigos en lugar de creer que están frente a unas
bestias superiores y contener la sed de sangre, repiten la misma fórmula y los
únicos que sufren son los martirizados y sus familiares. Las bestias continúan
sin tocarse un pelo. Son tan bestias que el sufrimiento que creen causar al
enemigo en realidad le causa hilaridad. Éste se queda campante, planeando tranquilamente
su siguiente venganza, aunque no tenga nada ni a nadie qué vengar. Matan
pensando que se hacen daño y no se hacen nada entre ellos. Matan con miedo que
es como morirse en el acto. Así son estos muertos vivientes que matan la
esperanza en México.
Esta espiral del terror tiene artífices, seguramente, no
brotó como la grama después de la tormenta, sino que es la consecuencia de un
plan estratégico en el que se pretende socavar la confianza ciudadana, reducir
a la nada los derechos, para finalmente traer el placebo, un ejército flamantemente
bestial que se introduzca al territorio a perseguir bestias y cuando acabe con
ellas se quedará para exigir su paga. ¿Es por ahí la cosa?, nos preguntamos.
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