La
política es mitad oficio y mitad suerte.
Desde
mucho antes de que aparecieran los anuncios “espectaculares” visibles en
avenidas y carreteras, junto con la pinta de bardas que muestran el gadget # es
Claudia, a lo largo del país, inclusive no habían publicado las primeras encuestas,
y ya estaba en el imaginario de mucha gente la Doctora Claudia Sheinbaum, como
sucesora del presidente Andrés Manuel López Obrador.
No
hizo falta nada más que ser muy cercana a la 4T, al igual que sus compañeros de
partido también aspirantes, para posicionarse con mayores posibilidades de las que
tienen ellos de obtener la candidatura por Morena. De ahí, partiría hacia el
triunfo de junio del 24 que la convertiría en presidenta de México, hasta 2030.
Ella,
representa lo que podemos definir políticamente como la candidata natural. Se
hizo en el seno del movimiento que fundó el presidente, es decir, “la corriente
lopezobradorista”. Su trayectoria en parte es hechura directa de la mano que
conduce a México, lo cual no debiera entenderse como influencia o intervención en
el proceso para que sea la candidata de su partido para el 2024.
Algunos
se confunden con ello; el mismo Marcelo, hasta el diputado Fernández Noroña,
como aspirante que va por su propio sendero lo ha dicho en sus transmisiones
por redes sociales o en entrevistas. Señalan a Claudia como la “favorita” de
AMLO; se quejan porque “no hay piso parejo” No ocultan su malestar e
inconformidad por esta circunstancia, pero están equivocados. Es más, entre más
señalamientos y lamentos se hagan, menos bien los verá el verdadero elector: la
gente; esa multitud diseminada e invisible por todo el país y que tiene a
Claudia como su favorita, que no el presidente, que, si fuese así, no se
equivoca.
Quienes
tienen experiencia comprobada y además cuentan con equipos de asesores, hacen una
lectura sesgada acerca del momento que atraviesa la competición política: en
lugar de cuestionar lo que ante sus ojos es favoritismo presidencial, debieron
preguntarse por qué los ciudadanos en su mayoría van a votar por que sea
Claudia Sheinbaum la candidata de Morena: lo va a comprobar la encuesta.
Por
ahí es donde debieron trabajar; en lo que subyace en el imaginario de la gente que
reconoce a determinadas figuras públicas, como la todavía jefa de Gobierno de
Ciudad de México. Pero ya es tarde, el tiempo no les alcanza para recomponer su
mal comienzo.
En
lo que respecta a la encuesta, ésta debe ser cien por ciento confiable,
precisa, con mínimo o nulo margen de error. ¡Imagínense ustedes! De ahí va a
depender la decisión de abanderar por Morena al candidato, quien tendrá además muy
altas probabilidades de representar al Poder Ejecutivo de la República. O sea,
una casa encuestadora o varias tendrán en sus manos esta parte que representa
en buena medida lo que será el destino inmediato de los mexicanos. Que no se
equivoquen por favor.
En
el escenario de quienes no resulten favorecidos, las cosas no van a estar tan
tersas ni calmadas. ¿Cuál es la razón de renunciar antes a un altísimo cargo
por una todavía incierta candidatura, sin tener un panorama más claro del
posicionamiento que se tiene entre los potenciales electores -muy pocos-
encerrados en una encuesta?
Es
temeraria a la vez compleja, como para entender ampliamente la estrategia de
Marcelo Ebrard que consiste en anticipar la renuncia y obligar así a que los
otros dos aspirantes del partido hagan lo mismo; en el caso de Claudia, deberá solicitar
licencia del cargo y ausentarse para tener, según la idea de Marcelo, el
mentado piso parejo.
Pero
ni así lo será, y no es por culpa del presidente, como veremos. La decisión de
Ebrard me parece producto de un impulso con alguna desesperación por no verse
con el empaque que tiene Claudia, seguramente algo le dicen sus propias
encuestas. Considero esto como un error táctico del ex chanciller que le va a
favorecer al otro candidato: Adán Augusto. Él, seguramente va a sumar con
Claudia Sheinbaum una vez se dé a conocer el resultado de la encuesta que haga
Morena.
A
Marcelo posiblemente lo espere alguna embajada con el gobierno entrante. No le
resultará fácil digerir el proceso que le quita la posibilidad de ser el
presidente de los mexicanos. Se le vendrá la noche, como sucede cuando no se
logra un triunfo que representa un proyecto en el que participan un número
importante de ciudadanos y que se estuvo tan cerca de materializar. ¿Qué les
dirá? Su excelente imagen se pone en
entredicho por esta decisión anticipada. Me parece así por lo que vi en algunas
encuestas televisadas con ciudadanos de la Capital que así lo estimaron. Aparte
de que una ruptura con Claudia sería una falta grave, impropia de un político
de su estatura, lo sabe. Lo que no ha tomado en cuenta y debiera corregir, es
que atreverse a insinuar públicamente que el presidente la apoya abierta o
veladamente, es subestimar o poner en duda su proceder democrático.
Es
penoso que no lo entiendan así, porque AMLO ha sido muy enfático y claro al
afirmar que se mantiene y se mantendrá fuera del proceso, insiste en que no va
a intervenir “como era antes, con el dedazo”.
En
realidad, ha sido magistral la manera como el presidente ha dado la pauta para
que se perfile el candidato que mejor aceptación tenga entre el pueblo,
científicamente hablando; a través de un estudio demoscópico.
Saber
leer en clave política lo que dice el pueblo.
¿Cómo
se hizo popularmente fuerte la gobernadora Claudia? La respuesta es: en el imaginario
del pueblo. “Con el pueblo todo, sin el pueblo nada”, ésta ha sido una de las
frases más repetidas por el presidente, con toda razón. Él, como gran lector de
lo que dice el pueblo lee que éste estaría muy conforme con Claudia. Se
convierte así en el gran lector, en lugar de ser el gran elector, como fue
siempre que hubo elección.
¿Quién
hace favorita a Claudia, un solo hombre o gran parte de quienes integran o
simpatizan con un movimiento de millones de ciudadanos?
Claudia
ya no tendría que moverse mucho ante los reflectores, sólo esperar al resultado
de la encuesta que, si le favorece, habrá tiempo para llevar a cabo la llamada
“operación cicatriz” dentro de las filas del movimiento. Enseguida prepararse
para la que seguramente sería la campaña más difundida y comentada que se haya
conocido en varias décadas.
Al
parecer los únicos del grupo que lo han entendido son ella y el presidente, porque
él sabe perfectamente que el pueblo es muy entendido, no se equivoca.
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