viernes, 21 de noviembre de 2008

Ni chuchos ni rotos

Muchos creímos que durante los meses que se vivieron previos y posteriores a las fraudulentas elecciones de 2006, vimos lo más descompuesto del sistema político junto con sus protagonistas: personajes inflados de soberbia cuya inmoralidad pensé que era insuperable, hasta que exhibió sus credenciales el tristemente célebre chuchismo que pasará a la historia como una de las corrientes más abyectas al poder capitalista que desintegra al país.
Dejan a López Obrador porque lo conocen y saben que de llegar al poder no lo compartiría y mucho menos utilizaría el aparato de Estado para que sus allegados se cobren con creces, como se acostumbra hacer con el presupuesto. Usos y costumbres de la política mexicana desde siempre.
Lo peor del clan presumiblemente revolucionario y democrático, es que hace alianza con quienes han tratado por todos los medios de borrar de la realidad todo lo que tenga que ver con López Obrador, lo cual significa hacer la guerra al pueblo comenzando por empobrecerlo más.
Andrés Manuel es el símbolo de los oprimidos, aunque suene retórico. Lo seguirá la gente que jamás ha sido tomada en cuenta más allá de esquilmarla con impuestos injustos o los necesarios votos para continuar exprimiendo los recursos humanos y naturales. Los pobres y no tan pobres pero con sentido común están con él.
Mucha gente es consciente de que los capitalistas sin escrúpulos, el clero que anda por los mismos pasos y los políticos de la corriente del conservadurismo reaccionario, han conformado algo semejante a un poderoso cartel.
Hacia allá se inclinaron los representantes “aiga sido como aiga sido” del PRD. ¿Sirve para algo honesto y justo con la sociedad este instituto político? Yo soy del parecer que solamente sirve a los intereses de los que tienen a México en esta letrina.
La mañosa telaraña de reglas y candados con la que está armado el entramado legal para la participación política no deja opciones. Los políticos, al menos el 99 por ciento, están en el oficio por dinero. De manera que renunciar a la plata no es algo que esté en sus principios más bien propios de mercenarios o vagos oportunistas de arrabal. Tahúres de la política.
Ellos han descarrilado a México. De su perversidad surgen las fisuras por donde la mafia penetró al Estado hasta ponerlo a su merced. Los huecos dejados por la ineptitud y la corrupción de los políticos de todos los partidos y filiaciones, principalmente los que han gobernado, sirvieron para que se incubara este cáncer social que se expande.
La falta de un programa de gobierno auténticamente social y personas para encausarlo y defenderlo es lo que nos mantiene en postración perpetua.
Es una actitud demasiado cobarde y pusilánime dejar de apoyar a un político cuya lucha está comprobada a favor de los intereses del pueblo. Sus movilizaciones y discursos han motivado la defensa de derechos ciudadanos, ante las fuerzas ciegas del mercado que coartan la subsistencia de los más desprotegidos que son mayoría.
Se vive un momento crucial, en enorme desventaja las clases sociales deprimidas se juegan con el líder lo último que les ha dejado una vida de pobreza y angustias. Creen todavía que el movimiento contiene elementos que pudieran librarlos a ellos o a sus descendientes, de este sistema opresivo totalmente insensible ante su condición. En medio de esta batalla abandonan las filas quienes pensamos eran valientes y estaban hechos de una pieza, gente que sumada podía inclinar la balanza a favor del pueblo. Resultaron marionetas del poder de los capitalistas y clérigos; se mueven y bailan con la musiquita que les pusieron de fondo. Los hilos que los manejan les extienden sus manitas que piden borrar cicatrices y unirse en la constelación de estrellas que luchan por México desde algún set de Televisa, blandiendo listones rosas y blancos. En lo que paró el PRD, sólo en México se dan estas paradojas y golpes bajos de la suerte.
Andrés Manuel no está sólo aunque se rajen éstos que le mueven sus colas al pelele. Algo tiene que surgir, un nuevo oxígeno que perfile el movimiento a distancia de los detractores y complotistas. La crisis económica y social que cada día se endurece se encargará seguramente de alimentar las fuerzas que más temprano que tarde acabarán por romper el muro.

Por la cuarta República seguimos los que estamos.

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