jueves, 15 de noviembre de 2007

Comunicación, religión y poder: ¿Medios laicos o confesionales?

CARLOS ANTONIO VILLA GUZMÁN.

INVESTIGADOR PROPONENTE
INTRODUCCION, JUSTIFICACION Y RELEVANCIA

En México, los dueños de algunos consorcios de medios de comunicación mantienen relaciones con el clero católico que van más allá del establecimiento de pactos comerciales por el uso de la pantalla, los micrófonos o la prensa.
Se encuentran grandes coincidencias entre los intereses que defienden los empresarios en la lógica neoliberal que les determina el capitalismo y el clero católico que a su vez promueve su autoconservación y expansión. Ambas instancias se utilizan mutuamente y consolidan cada una su poder patrimonial e influencia. Además, los gobiernos emanados de la corriente de conservadurismo capitalista como el que se tiene actualmente, se suman también a este bloque.
Los industriales mediáticos, quienes además se ostentan como creyentes, aprovechan los medios que poseen con la finalidad de poner un acento religioso en los productos que transmiten, sea como coberturas de actos litúrgicos, programas de corte clerical o como notas informativas que destacan, con el énfasis que les permite la tecnología, todo lo relacionado a dicha ideología. Es aquí donde encontramos la utilidad que tiene para el negocio de los medios de comunicación el barniz de religiosidad católica que se aplican para ser aceptados por audiencias y públicos que son parte de una sociedad que se muestra, al menos estadísticamente, mayoritariamente católica.
Por otra parte, es palpable el interés de cardenales y otros clérigos para opinar ante las pantallas y micrófonos sobre distintos tópicos del acontecer social y es común ver imágenes religiosas, ritos y hasta celebración de misas en los mismos estudios y oficinas de las empresas de medios de comunicación que son bendecidas inauguralmente.
Los frecuentes viajes al Vaticano por parte de los comunicadores de los distintos medios mexicanos alientan la aparición de notas y reportajes de contenido clerical que rebasaron, con mucho, en tiempo dedicado a otros temas como la violencia e inseguridad pública que impera en el territorio nacional o el aumento de precios a la canasta básica.
Las inversiones en espacios en los medios de comunicación por parte de las iglesias se han incrementado notablemente al contar con la autorización gubernamental de transmitir (por radio y televisión) sin restricción alguna sus mensajes de contenido religioso. “Aún cuando la ley señala que estos episodios deben ser sólo de carácter “extraordinario”, en los primeros nueve meses de la administración calderonista fueron autorizadas 5 mil 181 transmisiones de este tipo”. La Jornada 2007-12-01 ¿Y el Estado laico? Al parecer no es tomado en cuenta por dichos industriales de la comunicación, quienes mantienen vínculos con los grupos de corte conservador católico por medio de las escuelas donde asisten sus hijos o bien a través de las operaciones mercantiles que se realizan con a la venta de espacios que se utilizan para una suerte de adoctrinamiento mediado. “Lo que define los medios no es solamente el hecho de que sean prolongaciones más o menos precisas de los sentidos humanos sino que sean extensiones sociales de los individuos y de los grupos que los utilizan para reunirse y oponerse: se vuelven a encontrar todas las contradicciones sociales en un mismo medio”. Maigret (2005) p.171.


HIPÓTESIS.

Los empresarios mediáticos y comunicadores privilegian contenidos y coberturas que promueven el catolicismo, mismos que se venden como programas o noticias y al mismo tiempo mantienen y refuerzan el imaginario que se tiene acerca de una sociedad conformada mayoritariamente por católicos.
Las razones de esta alianza rebasan el interés primario de llevar o acercar a Dios a la gente e instaurar un mundo más acorde al dictado evangélico. Éstas se circunscriben más bien a reforzar los imperios y aniquilar enemigos. Las motivaciones obedecen sobretodo a factores que tienen que ver con sistemas políticos más allá de toda consideración de un orden sobrenatural. Son aristas de la lucha de poder y disputas ideológicas que distinguen el presente.

PROBLEMATIZACIÓN.

¿Debería respetar los preceptos laicos la comunicación masiva aún cuando sus directivos pertenezcan a la derecha clerical? En un Estado donde el laicismo es amenazado por el embate ideológico de las corrientes conservadoras en las que se hallan inscritos quienes manejan los medios de comunicación, es posible advertir que la disputa ideológica en los medios masivos estará marcada por esta circunstancia. Los dueños son creyentes o aparentan serlo y se vuelven defensores de su ideología gracias a las posibilidades que les ofrecen las industrias mediáticas que controlan.

OBJETIVOS.

Examinar qué tanto influye la alianza de la religiosidad y el capital en la construcción de la democracia en los medios de comunicación con los que contamos en México.

Explorar que tanto los medios juegan un rol importante en sus audiencias que los hace decisivos en el curso que toma la sociedad en sus vetas ideológicas.

¿Se dejarán estos aspectos que tienen que ver con la cultura y la conciencia de la sociedad al libre albedrío de los industriales mediáticos?




Metodología:

Se realizará un estudio cualitativo dividido en tres etapas:

- a) Escoger una etapa o corte de tiempo y analizar el contenido de mensajes en espacios y coberturas de tipo noticioso y que se han transmitido por las televisoras incluidas en el estudio.

-b) Se estudiará también el contenido y lo que se relaciona con la trasmisión de programas o mensajes en espacios contratados a las televisoras de paga o abiertas por parte de grupos o asociaciones religiosas

- c) Se incluye también un estudio de las prácticas culturales en los medios de comunicación por parte de los agentes que intervienen en la producción de noticias y espacios, con la finalidad de identificar la preferencia ideológica de dichos agentes.

PREGUNTAS DE INVESTIGACIÓN.

¿Qué tanto de la ideología que practican los directivos y periodistas que trabajan en los medios de comunicación se manifiesta en los productos mediáticos?
¿Está influenciada la comunicación por ideología religiosa, en este caso la católica? ¿Cómo interpretan estos agentes el Estado laico mexicano? ¿Por qué han decidido actuar en esta forma?
¿Tiene o tendrá consecuencias en el imaginario de las audiencias ésta práctica?
¿Desde cuándo tienen los medios de comunicación este lineamiento? ¿A qué obedece?




ACTIVIDADES DE INVESTIGACION A REALIZAR :

- Análisis preliminar de contenido de mensajes institucionales por parte de los medios analizados en el estudio.

- Análisis del discurso en los mensajes transmitidos en espacios pagados por agrupaciones religiosas

- Entrevista directa a alguno de los directivos y periodistas.

- Entrevista directa a representantes de distintas asociaciones religiosas en número de tres.

- Análisis antropológico de las prácticas culturales de orientación religiosa en espacios mediáticos (áreas o centros de trabajo de periodistas o comunicadores, tales como imágenes, símbolos, altares, rituales, etc.)



Tiempo estimado para realizar la investigación:


3 años a partir de la primera ministración de recursos.


Este proyecto de investigación se encuentra dentro del Marco del Cuerpo Académico 447, en donde el que suscribe: Mtro. CARLOS ANTONIO VILLA GUZMÁN es colaborador asociado.




Marco teórico

Los movimientos que buscan el regreso a los dogmas se hacen notar en diferentes partes del mundo. En los Estados Unidos por ejemplo, se ha fortalecido últimamente en ciertos sectores la idea del origen creacionista de la humanidad, en oposición a los postulados de Darwin. Faltaría demostrar qué tanto de estas corrientes corresponde a una estrategia mediante la que algunos grupos acoplan y justifican sus actividades, conforme a un “plan maestro” u “orden universal”, trazado desde la época bíblica. Es necesario entonces bajo esta lógica, aceptar, como mandato divino, los acontecimientos. Así se trate de arrasar bélicamente pueblos enteros.
No es nueva la fórmula de dar al exterminio un cariz de expiación que destierra a los infieles y demonios del Edén. Las potencias continúan cifrando el porvenir en la dinámica que finalmente puede traducirse metafóricamente en una “ley de la selva” donde el fuerte devora al débil y enseguida se da baños de pureza.
La diferencia entre las guerras ideológicas antiguas y los conflictos de esta “pos-modernidad”, además de los alcances letales de la tecnología, se encuentra en lo que difunden los medios de comunicación como armas paralelas a los ejércitos y bombas que estallan, destruyen y matan gente.
Las armas silenciosas de los medios masivos invaden previamente el terreno para aleccionar a propios y extraños. A los propios, los que son afines a la causa, se les enseña a fortalecer sus ideas y entender que el mundo puede ser un lugar mejor si se acaban los enemigos del orden dictado desde el cielo a través de los elegidos. A los extraños se les intimida y amenaza con el dedo flamígero de la intolerancia y la exclusión. Así, bajo esta perspectiva, se separan nuevamente las aguas para dejar paso a los rebaños que estarán a salvo en la tierra prometida, en tanto que los otros, los distintos y excluidos, sucumben bajo el peso de sus errores.
Esta puede ser, a grandes rasgos, la historia de las luchas que, por razones aparentemente sólo de índole ideológica, despojan a los perdedores pecadores de sus bienes.
Hacer creer a las masas que se hace lo correcto, es una práctica en la que se invierte una buena suma de dinero en propaganda mediática. Los receptores reciben más o menos de buen talante su alimento de argumentos y explicaciones sobre lo que deciden y hacen las cúpulas. Están convencidos de que todo ello no busca otra cosa sino su propio bienestar. Si mueren soldados o policías en la guerra contra el mal, en automático se vuelven héroes. Todo lo que se gasta y se pierde en las luchas contra tales calamidades se comparte solidariamente.
De esta manera se acumula y capitaliza el sentimiento de ira contra todo lo que altera el orden que inventaron y controlan los dominantes que a la vez se declaran creyentes.
Las tendencias globales por expandir o conservar dogmas religiosos tienen réplicas en nuestro país, según lo que muestran los medios que tenemos. Por ejemplo, el debate en torno a la medida de despenalizar el aborto en el DF no mereció más que la participación de los grupos opositores a la propuesta que ahora es ley, y muy pocas dosis de apertura a otros puntos de vista. Las televisoras han sido muy cautas para tratar de cerrar la discusión. Incluso a través de sus anunciantes transmiten mensajes en contra de ésta y cualquier iniciativa que desde el punto de vista conservador y eclesiástico sea ajena a su filosofía o mandato. Vemos frecuentemente a los ministros de culto condenando públicamente a quienes piensan distinto y todavía el clero católico exige más libertad para participar en las agendas públicas de la sociedad, como si hubiera sido poca cosa un sexenio encabezado por un político que besó los anillos de los jerarcas de la iglesia en actos de Estado y no tuvo ningún escrúpulo para mezclar imágenes y ritos eclesiásticos con actividades de gobernante. Este personaje se rodeó además de figuras que manifestaron una y otra vez su credo católico e impusieron un sello doctrinario en su quehacer, siendo funcionarios de un gobierno emanado de un Estado laico. De todo ello los medios electrónicos del dupolio hicieron mutis. No profundizaron en las razones del gran conflicto social que se generó por las irregularidades que desacreditaron la elección del 2006 y sí cubrieron meticulosa y extensamente la sucesión papal. No informan de la crisis que atraviesan las instituciones del Estado, pero son muy puntuales para dar cuenta de la agenda del arzobispo primado.
Sea fingida o auténtica la fe que aparentemente profesan, los dueños mediáticos la capitalizan bien. Se saben vistos y escuchados por la gente y le inyectan a la sociedad la sustancia que finalmente le mantendrá adicta a sus mensajes y a la forma de votar en los comicios. La religión y la política se reencuentran en las pantallas y bocinas para adoctrinar, convencer y vender. Así han vencido ellos a la razón y a los criterios democráticos.
La sólida alianza entre los medios de comunicación y los grupos hegemónicos que ejercen el control económico en México, dificultan la participación de corrientes de pensamiento ajenas a la visión única que pretenden imponer. El barniz ideológico que se calzan los propietarios de los consorcios mediáticos, es un señuelo más para formar el bloque de poder que hoy domina a la sociedad mexicana y que se conforma por el Estado, los empresarios que comulgan con esta forma de interpretación y práctica religiosa y clérigos asociados a grupos de ultra derecha. Así se enlazan el cielo, los medios y el gobierno.
La expresión: “Si Dios quiere” es contundente y frecuente en esta sociedad de tendencias atávicas. Ahí se deja todo el presente y el futuro. Solamente faltaría transformar la expresión en algo semejante a: “Si la televisión quiere”… o si los amos mediáticos quieren.
Entre el consumismo y la fe se juega un ejercicio híbrido bastante incómodo para los planes emancipadores y ajenos a las doctrinas ultraterrenas como sería una plural movilidad ciudadana en la agenda pública. Se acota la diversidad en aras del pensamiento único que propagan estos medios mexicanos tan acostumbrados a ser y hacer lo que les viene en gana. Junto con las tendencias mundiales de corte ultra conservador, se han vestido de creyentes devotos y con ello impregnan sus transmisiones. Ahora resulta que también esgrimen la verdad a tono con los discursos dominantes del planeta. ¿Y si de pronto el mundo se volviera ateo o de otra creencia? ¿Se pondrían la misma camisa?
Como periodista de televisión me llevé una sorpresa cuando de pronto uno de los estudios del canal donde trabajé se convirtió en templo donde ofició una misa el cardenal. Con sus hábitos y utencilios bendijo cámaras y bancos de edición, lo mismo que a reporteros y a cuanto fiel se acercó. También las cabinas de radio y otras instalaciones lucen en ocasiones estampas y objetos de culto, como pinturas de vírgenes y crucifijos. Los guiones de las telenovelas de pronto se inclinan hacia la presentación de rituales y vemos y escuchamos un alud de mensajes de índole religiosa que se transmiten por las frecuencias. Cabe preguntar después de observar este fenómeno, si tenemos medios de comunicación laicos o confesionales. Me parece que ya se puede anticipar una respuesta y solamente faltaría averiguar qué tanto impacta esta circunstancia en el comportamiento de las audiencias, sobretodo ante asuntos relevantes como la aprobación de leyes.
Se supone que la cultura moderna o posmoderna se dirige hacia estadios más adelantados que se caracterizan precisamente por la apertura ideológica y la posibilidad de convivir plena y pacíficamente entre diferentes. Eso al menos es lo que se observa en países o regiones que muestran mayores adelantos culturales y sociales. Allá no dominan tanto los fundamentalismos y las leyes que igualan a los individuos son más respetadas, aparentemente.
Aquí, los dueños y directivos son capaces de poner una circular en las cabinas donde, entre otros puntos de un reglamento, se contempla como prohibido “atacar la religión”, pero no se especifica qué se entiende por ataque a la misma y tampoco a cuál religión se refiere el texto, aunque sea esto algo bastante obvio.
El catolicismo tiene en los medios mexicanos, al menos en los más fuertes financieramente, un nuevo aliado para tener ingerencia en los imaginarios colectivos. Los empresarios y clérigos trabajan conjuntamente y sus acuerdos no solamente son para cubrir cuotas económicas de beneficio mutuo, sino para reforzar un poder que controla y manipula a millones de ciudadanos y quiere, a toda costa, prevalecer e imponer su voluntad.
El estudio que pretendo realizar tratará de dar cuenta de cómo se conforma esta articulación, sus orígenes, estrategias y propósitos. También se plantea hacer un balance sobre los efectos de este fenómeno y dar una perspectiva de lo que puede llamarse la audiencia fiel seguidora y la que prefiere utilizar su propio juicio y buscar otras opciones ante lo que le “ofrecen” los medios de comunicación.

Lo que dice la ley
El laicismo es la fórmula de convivencia que hasta el momento ha ofrecido mayores garantías para la convivencia pacífica entre diferentes, dentro de un espacio sociopolítico. El Estado mexicano es laico desde el siglo antepasado. De ahí que los enfrentamientos religiosos e ideológicos hayan sido atenuados aunque no totalmente desterrados de la sociedad. Históricamente el catolicismo desde que se implantó con la conquista, ha dominado sobre otros cultos o doctrinas en cuanto a influencia cultural, económica y política. Consecuencia de ello fueron las leyes de reforma de mediados del siglo XIX, así como los conflictos que enfrentaron a la iglesia católica con el Estado durante los períodos presidenciales de Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles (¿1920-1928?) desencadenándose entonces la llamada Guerra Cristera. También debemos añadir a esta correlación de poderes la modificación constitucional que realiza el gobierno de Salinas en 1992 y que posibilita una política de mayor apertura con el Estado Vaticano y su representatividad en nuestro país.
La llegada al poder de un partido de orientación conservadora donde tanto militantes como simpatizantes son mayoritaria o totalmente católicos, ha puesto un acento ideológico en la forma como se conducen las instituciones gubernamentales que más acercamiento mantienen y por tanto más diálogo con la sociedad como son las de los sectores de salud o educación, en materia de prevención de enfermedades, control natal y educación sexual, entre otras.
El interés material y social de la iglesia católica llevado a la práctica por agentes que se declaran al servicio de ésta y a su vez ligados al gobierno, favorece a ambas instancias. Por una parte la primera se privilegia en el trato que recibe de la autoridad que representa al Estado. Ejemplo de ello es el nulo efecto que han tenido en la Secretaría de Gobernación las denuncias y señalamientos hechos al clero por su abierta participación en la elección federal de 2006 y la consecuente fractura que ha tenido la sociedad a partir de las irregularidades y actuación de los políticos y líderes que protagonizaron roles en los primeros niveles del proceso. Los editoriales de la diócesis primada de México se inmiscuyen abiertamente en temas que son materia de Estado y no aparece autoridad alguna capaz de llamar al orden a tal poder asentado desde el siglo XVI. Por el contrario, la autoridad más bien se presta para el discurso vaticanista.
Por otra parte, quienes ejercen cargos por méritos más ligados al ámbito ideológico que a las habilidades profesionales, en esta época de “transición” política, se mantienen en las nóminas públicas gracias al imaginario construido al amparo del círculo de poder que han formado las elites empresariales y el gobierno asociado al clero. En este núcleo hegemónico gravitan los medios de comunicación más influyentes del país. La preocupación por ello parte de la sinergia que mantienen éstos e imposibilita o limita la participación de las múltiples identidades ideológicas que conforman las audiencias.
En espacios pagados sí se ven y escuchan agentes de distintas prácticas religiosas ajenas al catolicismo. Pero es claro que las cadenas mexicanas restringen lo no católico. Por ejemplo, la única confesión que evidencian los actores en las ficciones es la católica, sobre todo si éstos representan roles que los distingan como “buenas personas”. A menudo los guiones y libretos ligan los ritos de esta especie con la trama. Y también la televisión y la radio ofrecen espacios gratuitos para mensajes de corte religioso desde el punto de vista de adoctrinamiento en la fe dominante.

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