martes, 20 de mayo de 2008

Laicismo y educaciòn ( I parte)

Amables lectores: a continuación estaré publicando en el Blog algunos capítulos que forman parte de un ensayo académico que realicé en 2004, bajo el título de: La escuela bajo el acoso fundamentalista. Una revisión a los valores del laicismo en la educación.
CAV
Laicismo y educaciòn (I parte)
“Es pues esencial que los oprimidos lleven a cabo un combate que resuelva la
contradicción en la que están apresados; y la contradicción no será resuelta
sino por la aparición de un hombre nuevo, ni opresor, ni oprimido,
sino un hombre en transe de liberación”...
Paulo Freire

Las circunstancias que envuelven al país hacen necesario alentar el análisis de algunos temas que, en más de un sentido, se relacionan con la tarea educativa de la que formamos parte.
El impacto de las políticas económicas, tanto internas como externas, acentúa los contrastes entre los diversos sectores de la población. Los rezagos en seguridad social, salud, empleo, educación, vivienda, entre muchos otros, acusan tendencias que se vuelven cada día más difíciles de revertir.
Todo signo de malestar y desequilibrio social en el entorno, nos debe hacer reflexionar acerca de las sociedades que estamos creando. Formamos complejas estructuras que incrementan volumen y cifras, mas no tanto la grandeza dirigida y proyectada para el bienestar común.
La capacidad de respuesta, por parte del gobierno en sus distintos niveles, se ve rebasada ante la magnitud y contundencia de una realidad reflejada en estadísticas que hablan por sí mismas: una cifra cercana a los cincuenta millones de personas sumidas en la pobreza, proyecta escenarios que debieran preocuparnos, sobretodo al Estado y a las familias que controlan la riqueza privada, porque en sus manos se encuentra, en buena medida, el poder económico, la institucionalidad y la capacidad organizacional necesaria para tratar de revertir el poco halagüeño futuro que se vislumbra como nuestro destino más probable, aunque menos deseable.
Existen razones de sobra para destacar que las políticas gubernamentales, cuando menos en los últimos treinta años, no han logrado consolidar el desarrollo de la economía, como tampoco ha sido posible elevar los niveles de cultura y educación de los ciudadanos. Vemos que el gasto público no atiende prioritariamente las demandas de las clases menos favorecidas y en gran medida estos recursos sirven a intereses ajenos a los legítimos y urgentes reclamos de la gente más desprotegida de México; Hago referencia a los grupos cuya situación cultural y socioeconómica, los aleja de toda posibilidad de integración debido a que se trata de etnias históricamente acosadas y despojadas de sus tierras, comunidades rurales apartadas y empobrecidas, así como cinturones de miseria en la periferia de las poblaciones, conocidos con el nombre de ciudades perdidas. Hablo en nombre de multitudes de niños, mujeres, hombres y ancianos, que se agolpan al límite de la subsistencia, mientras el llamado “capitalismo salvaje” acota las salidas.

La riqueza del pueblo, socavada por corrupción e incapacidad administrativa, entre otras causas, ha estado en manos insensibles a las verdaderas necesidades de la mayoría ¿De qué otra manera puede explicarse el enorme empobrecimiento y endeudamiento que amenaza la estabilidad del país?
Al margen de las decisiones que han llevado a México a donde se encuentra, los políticos que pertenecen a elites o sectores con mayor influencia y poder económico, sirven, velada, o abiertamente, a los intereses de las clases privilegiadas. Abandonan a su suerte a un número elevado de familias que viven con bajos salarios y escasas o nulas posibilidades de acceder a más y mejores servicios en educación, alimentación, salud, vivienda, transporte, entre otros bienes indispensables para vivir.
Evidentemente el Estado no ha tenido respuestas para resolver el urgente momento que atraviesa la sociedad.
Entre otros indicadores del rezago que padecemos en los distintos órdenes, nuestro PIB cada día se muestra más débil frente a economías avasalladoras como lo es la de China, cuyas ventas a Estados Unidos, de 1999 a 2001, crecieron 20%, en tanto que las mexicanas solo alcanzaron 1.5%. Por otra parte, las divisas que envían los emigrados que viven en el norte, significan la segunda fuente de financiamiento que tenemos después de la venta del petróleo, en tanto que el capital mexicano, invertido en giros industriales, de servicios y comerciales, se ve desplazado ante la competencia extranjera.
A falta de un plan de desarrollo viable y coherente, la economía se mantiene con un ritmo de crecimiento que difícilmente sobrepasa el 2.5 por ciento. Es increíble que a este paso todavía nos consideremos (y seamos de alguna manera) una nación estable.
Bajo este contexto, surge un factor que se incluye a las tensiones políticas de nuestros días: llega al poder una corriente de empresarios y políticos cuya visión de lo que debiera ser el rumbo en la conducción del país, se contrapone con la idea de un Estado que, en teoría, le corresponde velar por el bienestar del pueblo.
Desde la óptica de estos gobernantes, la nación ha de conducirse bajo un esquema empresarial; incluso el ex presidente de la república Vicente Fox, alguna vez manifestó que: “el gobierno es la empresa más grande de México al manejar el 25% de la riqueza”.
No obstante la aparente intrascendencia de una frase, en este caso conlleva un significado que confirma lo que se ha dicho del actual régimen; administra los bienes públicos bajo criterios empresariales conservadores y se privilegian intereses extranjeros. Octavio Paz, en su obra “El Ogro Filantrópico”, publicada en 1978, escribió lo siguiente acerca de esta comparación:

ªEl Estado no es una fábrica ni un negocio. La lógica de la historia no es cuantitativa. La racionalidad económica depende de la relación entre el gasto y el producto, la inversión y la ganancia, el trabajo y el ahorro. La racionalidad del Estado no es la utilidad ni el lucro sino el poder: su conquista, su conservación y su extensión"...

Un capítulo aparte merece la corrupción naturalizada que desgasta los puntos neurálgicos de la administración pública. Esta práctica (presente desde los primeros días de la colonia) se aplica en el gobierno, en los partidos políticos, instituciones y en algunos medios de comunicación (contando con la venia de buena parte de la sociedad) y sin duda este es uno más de los factores que precipitan el enrarecimiento del ambiente social de nuestros días.
Lo anterior nos indica que por lo menos existe confusión en la manera de conducir el Estado y se han tomado decisiones poco afortunadas, situación de la que se benefician únicamente quienes mantienen relaciones con el poder. Pero ¿qué tiene que ver todo esto con la educación y con la escuela?
Los grupos conservadores ligados a movimientos fundamentalistas que históricamente han aparecido en el mundo, sin faltar desde luego nuestro país, cobran vigencia y reafirman el interés por integrar a los pueblos dentro de sus ideologías. Estados Unidos, el poderoso dictador virtual de nuestro destino, siempre ha sido territorio donde proliferan corrientes fundamentalistas que actúan bajo posturas radicales en cuestiones de índole racial, religiosa, o incluso ideológica.
La maquinaria propagandística que opera ininterrumpidamente alrededor del mundo, ha sido creada con las finalidad de legitimar una sucesión de intervenciones y usos del poder, como lo han sido las crueles y arbitrarias movilizaciones bélicas en Asia, Latinoamérica y otras regiones. ¿Qué podemos decir del terror de estos días en Irak? ¿Quién defiende los derechos humanos, ante la cacería brutal que practican los rancheros fronterizos en los cuerpos cansados, hambrientos, extraviados, de los que huyen de la pobreza de México?
Nuestra juventud está recibiendo ejemplos que resultan contraproducentes para su crecimiento espiritual e intelectual y es necesario contrastar lo que es realmente denigrante y terrible, para que la desgracia sufrida por los atormentados a base de guerras y actos violentos, los perseguidos, torturados y asesinados en el nombre de ”la libertad y del bien”, no les resulte algo normal, como lo ven ellos, los fanáticos.
Los fanatismos como el que mueve al presidente estadounidense y demás seguidores, representan un enorme peligro para la paz y el orden mundial. En nuestras relaciones internacionales debería tomarse en cuenta el compromiso que, como nación libre y soberana ideológicamente, es necesario refrendar en la convicción de no respaldar políticas intervensionistas y agresoras.
Sin embargo, tenemos nuestros propios fundamentalismos y nunca han faltado a México fanáticos a lo largo de la historia.
El año 2008 nos encuentra con un gobierno dirigido por individuos cuya trayectoria política y personal, se identifica precisamente con las iniciativas más conservadoras y radicales de la sociedad, como lo es la agrupación “secreta” conocida con el nombre de “El Yunque”, cuya manera de operar es tema de seguridad nacional.
Vemos como han sido fortalecidas las alianzas entre grupos radicales identificados con la extrema derecha y el actual régimen. Se hacen notar con mayor insistencia los reclamos de espacios para el clero católico. El material religioso que difunden los medios de comunicación, tanto privados como oficiales, se incrementa notablemente, llegándose a transmitir romerías y misas bajo un criterio proselitista que promueve abiertamente el culto a través de las estaciones de radio y televisión gubernamentales. Este es un asunto muy delicado que no ha sido suficientemente expuesto al debate público.
En suma, estas corrientes pretenden edificar un modelo integrista –que no integral– fundamentado en la práctica de una religión única: la católica.
En estos días, no tan solo las escuelas privadas controladas por el clero, deben ser, conforme a su visión, el único campo para la ideología que practican, sino que se ha visto que pugnan a su manera por llegar a transformar la instrucción pública y para lograrlo consideran necesario acabar con el esquema laico, gratuito, popular y nacionalista, que tanto le ha costado construir al pueblo mexicano.
Existen sectores que, en el nombre de una libertad de creencias mal orientada, demandan que en particular la religión católica y la iglesia que la representa, ocupen un sitio destacado en los programas de estudio y en la dirección del sistema educativo. Operan bajo el currículum oculto cuyos objetivos, no siempre afines a la educación, subyacen en las prácticas escolares y se transmiten, sin hacerse explícitos, por la propia estructura jerárquica de la institución.
La Iglesia católica tradicionalmente se mantiene en su postura (encíclica Divini illius magistri, 1931 y Catecismo de la Iglesia católica, 1993, p.404) y propone que:
"Los sistemas educativos y en particular la organización de la educación pública, deben procurar proporcionar una educación integral y por tanto abarcar la formación en la fe, en el caso de los alumnos creyentes; para que los principios religiosos puedan inspirar todo el currículum, es de desear que las escuelas públicas acepten que los alumnos creyentes reciban instrucción religiosa y moral congruente con su fe. Se invoca en apoyo de esta tesis el artículo 26.2 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU".
Hace más de seis décadas Bertrand Russell advirtió que:”Ha sido costumbre de la educación favorecer al Estado propio, a la propia religión, al sexo masculino y a los ricos”.
En fecha más reciente, Michel Foucault ha mostrado los engranajes según los cuales:
"Todo saber y también su transmisión establecida, mantienen una vinculación con los poderes que actúan normalizadora y disciplinariamente en el campo social".
La coyuntura no pasó desapercibida hace aproximadamente un cuarto de siglo por Octavio Paz. En una conversación publicada en la revista proceso (núms..57 y 58, del 5 y 12 de diciembre de 1977) el escritor comenta a Julio Scherer García:
"El panorama político no es alentador. La derecha mexicana ha dejado de pensar en términos políticos desde la derrota de Miramón. Es una clase acomodaticia y oportunista. Su táctica, lo mismo en la época de Díaz que ahora, consiste en infiltrarse en el Gobierno. Es una clase que hace negocios pero que no tiene un proyecto nacional. El país, para ellos, no es el teatro de su acción histórica sino un campo de operaciones lucrativas"...

El acoso que padece la educación pública por parte de individuos y grupos integristas que, bajo distintas posturas y estrategias, buscan transformar su esencia, es un tema que requiere un estudio serio que ponga de manifiesto el estado actual de la escuela en cuanto a su contexto ideológico y pertinencia.
¿Hasta qué punto los intereses conservadores y religiosos han ganado terreno en nuestras escuelas?. Igualmente es válido preguntarnos ¿Y la instrucción religiosa para aquellos que la deseen o quieran que la reciban sus hijos? Para responder este cuestionamiento haré referencia a un comentario de Fernando Savater, tomado de su obra “El valor de educar”:
"La instrucción religiosa es una opción privada que el Estado no debe obstaculizar en modo alguno pero que tampoco está obligado a costear a los ciudadanos. La catequesis es libre en una democracia pluralista, pero sin duda gana en libertad y diversidad cuando el ministerio público ni la financia ni la administra. Quizá los planes de estudio puedan incluir alguna signatura que trate de la historia de las religiones, de símbolos y mitologías, con preferente atención si se quiere a la tradición greco-romano-cristiana que tan importante es para comprender la cultura europea a la que pertenecemos. Pero no será prescriptiva sino descriptiva: no se ocupará de formar a los creyentes sino de informar a los estudiantes...Y desde luego no debe estar a cargo de un cuerpo especial de profesores vinculado al obispado (ni a los ulemas, ni a los rabinos, ni a los derviches...) sino de especialistas en filosofía, en historia o en antropología"...

En Francia ha tenido lugar recientemente un debate que ha llamado la atención de los ministerios de cultura y educación de otras naciones, así como de los interesados en el laicismo: Por acuerdo legislativo, a las mujeres que practican la doctrina islámica y que por lo tanto se cubren la cabeza, se les ha prohibido asistir de esa manera a la escuela, considerando que exhiben ostentosamente su preferencia religiosa. Las protestas no se han hecho esperar, sin embargo la escuela pública francesa mantuvo el principio laico que adoptó en 1905, evitando que su ámbito se convirtiera en un sitio de proselitismo y segregación ideológica. La Asamblea Nacional francesa aprobó, el 10 de febrero de 2004, el proyecto de ley gubernamental que prohíbe el uso de signos religiosos “ostentosos en las escuelas”.
En un artículo del embajador de Francia Philippe Faure, publicado por la Jornada el 18 de marzo de 2004, bajo el título:“Francia renueva su concepto de laicismo” ”Se privilegia la libertad de conciencia frente al aumento inquietante de integrismos”, se lee lo siguiente:
"El principio de laicismo, inscrito en el artículo 1° de la Constitución francesa, en el cual se manifiestan los valores de respeto, de diálogo y de tolerancia, está, desde hace cerca de un siglo, en el corazón de la identidad republicana francesa. Sus más remotos orígenes se remontan a la lucha por la tolerancia y la libertad religiosa en Francia. Jules Ferry, en aquel entonces ministro de educación, colocó la primera piedra en 1886, instituyendo la escuela pública, gratuita y laica. La ley de separación de las iglesias y el Estado, aprobada el 9 de diciembre de 1905, instauró la neutralidad del espacio público, permitiendo la coexistencia armoniosa de todas las religiones en Francia. Al lograr la adhesión de todas las confesiones y de todas las corrientes de pensamiento, el principio del laicismo es uno de los pilares de la democracia francesa: garantiza la libertad de conciencia, protege la libertad de creer o no y reconoce a cada uno la posibilidad de manifestar y practicar serenamente su fe.
Sin embargo, a pesar de la fuerza de este logro republicano, la aplicación del principio de laicismo se ha visto enfrentada, durante los últimos meses, a nuevas y crecientes dificultades que han suscitado un amplio debate en la sociedad francesa. Este fue en particular el caso en ciertos servicios públicos, como las escuelas o los hospitales. En algunos casos hubo tensiones que alimentaron conflictos de naturaleza racista, xenófoba o antisemita que no pueden ser tolerados.
El gobierno francés ha percibido claramente el peligro de ciertos comportamientos que, en nombre de una interpretación tendenciosa del laicismo y de la libertad, querían hacer prevalecer las reglas de vida de ciertas religiones sobre la ley de la república, sobre la ley común"...
Nuestro sistema escolar manifiesta una realidad propia. Afortunadamente nos encontramos lejos de ser un estado confesional que obliga a todo individuo el acatamiento religioso. Sin embargo, la Iglesia católica, independientemente de su importante lugar en la historia de nuestro país, actúa prácticamente en todos los órdenes y niveles de la sociedad mexicana. Bajo esta circunstancia, es difícil separar los valores formativos de los fundamentos morales de los ciudadanos. Existe, de hecho, una mayoría que se asume como creyente y practicante del catolicismo, que vive y piensa bajo un esquema que se desenvuelve en torno a la vida cristiana, por costumbre, hábito, tradición, referencia familiar, o todo a la vez.
La libertad de practicar, creer, ser, o hacer, lo que dicte la conciencia de los seres humanos, es un valor esencial para la existencia. Ser libres y no someter el espíritu a lo que otros creen que debe ser nuestro modo de pensar y actuar, es una condición básica para crecer y adquirir conocimiento. Esta libertad es la que trata de poner en relieve el presente trabajo, para utilizar su significado en las escuelas.
La escuela debe mantenerse como un espacio libre de adoctrinamientos, es abierta a las ideas, plural y universal. Es neutral ideológicamente, sin embargo, se compromete abiertamente con las causas humanas por medio de la ciencia y los fundamentos del saber.
Esta riqueza de valores que caracteriza nuestras escuelas debe prevalecer, a pesar de la oposición de quienes tratan de imponer su cosmovisión y conducir la enseñanza pública bajo criterio religioso, sin que esto signifique cerrar la escuela a las distintas corrientes de pensamiento, ya que nada puede justificar que se deje de convalidar la pluralidad en nuestras instituciones.
Algunas organizaciones identificadas como conservadoras, en sus posturas más radicales de alguna manera justifican la privatización de la enseñanza y la apertura exclusivamente a la religión católica en los espacios escolares, como sucede en el ámbito escolar privado que se encuentra asociado directa o indirectamente con la Iglesia.
Cabe en el presente trabajo, analizar la ideología que ha caracterizado la instrucción pública en nuestro país en el último medio siglo. Así mismo, sin dejar de lado los nuevos paradigmas sociales, es necesario reflexionar acerca de los aspectos constitucionales y los fundamentos del laicismo en la educación, para que no sea agredida la historia al incurrir nuevamente en conflictos de índole ideológico-religioso. Es importante evitar que el actual régimen ceda ante a la presión de los particulares y funcionarios promotores de corrientes ideológicas que pretenden convertir a la escuela pública en un lugar donde se imparta educación religiosa, pasando por un proceso privatizador. No es conveniente regresar a etapas superadas en el país y en el mundo.
La alternancia política que vive la sociedad mexicana, si bien no ha hecho posible plantear alguna respuesta que ayude al pueblo a salir del enorme atraso social que padece, tampoco impulsa decididamente la educación pública. Por el contrario, ha faltado el respaldo que reclama urgentemente este renglón que, pese a todo lo que se diga, ha significado históricamente una de nuestras principales y escasas fortalezas.
En nuestros días vuelven a presentarse reclamos sobre los privilegios que dispuso el clero para impartir educación religiosa en las escuelas, o al menos obtener beneficios del Estado para imponer sus criterios y llevar a cabo el adoctrinamiento al margen de contrapesos políticos e ideológicos. Entre otras facilidades, se ha otorgado apoyo económico gubernamental a instituciones educativas cercanas al clero, tales como el Opus Dei, entre otras asociaciones. Como ejemplo, menciono el caso que llegó al Congreso de la Unión en el año 2003, en el que se presionó para que la agrupación que se denomina “Provida”, obtuviera financiamiento de treinta millones de pesos a costo del herario público. Hoy, gracias a la investigación del periodista Álvaro Delgado, sabemos que detrás de estos grupos se encuentra la cofradía extremista conocida con el nombre de “El Yunque”, cuya influencia en el actual gobierno es inocultable y sumamente riesgosa para la estabilidad social.
En el estado de Jalisco y en la presente administración de Francisco Ramírez Acuña, fue “indemnizada” la Universidad Panamericana, (ligada al Opus Dei) con veinte millones de pesos relacionados con una compra (no consumada) de una fracción de terreno del Parque Metropolitano de Guadalajara. La partida presupuestal que liquidó esta suma, se tomó de la Secretaría de Educación, Jalisco. Por cierto, no recuerdo si fueron escuchadas o no, las voces en contra de esta acción ilegal, por parte de los gremios magisteriales y de las agrupaciones de padres de familia que llevan a sus hijos a escuelas públicas que se encuentran en estado deplorable. No me consta que fueran muchos quienes alzaran la voz ante esta injusticia. Hubo, ciertamente, pocos reclamos.
La Fundación “Vamos México”, que dirige la esposa del presidente Fox, ha consolidado una “alianza”, al margen de las estructuras federales, con el SNTE que encabeza la profesora Elba Esther Gordillo, quienes promovieron con esta “suma de voluntades”, la publicaciòn de la “Guía de padres”, cuyo contenido no es representativo de la sociedad mexicana, (de acuerdo al análisis que llevó a cabo un grupo especializado de maestros del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Monterrey) . En tal iniciativa participaron la Asociación de Padres de Familia, empresarios y representantes del clero. ¿Por qué se convocó al clero?
La clase política que gobierna actualmente, pertenece a sectores conservadores y ultra conservadores. Se trata de personajes y grupos que pretenden vender la instrucción al mejor postor y dar a la Iglesia católica las mentes y conciencias de los educandos, mientras continúan haciendo negocios desde el gobierno. Estos individuos y sus cofradías, actúan bajo el respaldo de presidentes que exhiben públicamente y sin recato, su preferencia religiosa; algo que debería mantenerse con las reservas que exige la investidura presidencial en un Estado no confesional, laico, plural y democrático.
Así mismo, los grupos integristas mexicanos y extranjeros, entre los que se encuentran los Caballeros de Colón, la Orden de la Cruz de Malta, el Opus Dei, el Yunque, los Legionarios de Cristo y otros como la Asociación Nacional de Padres de Familia, ven en la actual época una oportunidad para ejercer el poder e instruir conforme a su antiguo esquema de índole religioso y de negocios.
Las alianzas entre fuerzas conservadoras, de perfil fundamentalista o integrista y algunos políticos-empresarios que han ocupado cargos públicos en los períodos recientes y en los distintos niveles de gobierno, consideran a la escuela pública entre los bienes que deben transformarse, siguiendo pautas del modelo de la iniciativa privada conservadora.
En este controvertido y discutido tema, la historia nos ha demostrado los graves inconvenientes que conlleva la falta de acatamiento al precepto constitucional de laicismo, suscrito en el artículo tercero.
Es necesario reafirmar conceptos y traer el tema al debate público, para evitar acciones radicales que pongan en entredicho la instrucción pública, así como sus orígenes y propósitos.
Mantener la escuela al margen de cualquier ideología religiosa, o que sea ajena a los propósitos escolares, es saludable a la formación de los alumnos.
Los espacios de la institución escolar se encuentran bien definidos en la ley de instrucción pública y no es necesario ni siquiera hablar de la posibilidad de abrirlos (si no es como material de estudio) a cuestiones ideológico- religiosas que tienen, desde siempre, sus propios ámbitos.
Las nuevas autoridades educativas, hasta ahora han declarado que respetan la educación laica, aunque este tema no se menciona en el Plan Nacional de Desarrollo. Por otra parte, hablan de una revisión en los programas y en los libros de texto que, de no llegar a manejarse con criterio abierto a las ideas diferentes, puede llegar a alterar los contenidos de la educación pública, poniendo en riesgo la formación de conciencias libres, generosas, responsables y respetuosas del derecho ajeno.
El presente material, no pretende suponer una anti religiosidad, o neutralidad ideológica en las Escuelas Públicas, en todo caso propone que, una vez definida la separación absoluta de los contenidos escolares y cualquier culto religioso, no debe negarse a los educandos información elemental y graduada, acerca de la historia de las religiones y su presencia en el mundo contemporáneo.
En este sentido, Henry Pena-Ruiz en su libro “La Laicidad”, expone que:
La memoria de la humanidad, en la escuela, implica el interés por las humanidades. Para formar el juicio y dar a los hombres su identidad y referencias críticas, hay que concebir una cultura escolar abierta al conjunto del patrimonio humano; la memoria de la humanidad reside en sus obras, tales como las ha transmitido la diversidad de herencias espirituales, incluidas las que las grandes religiones inspiraron. El estudio de esas obras y de sus significados tiene un valor formador siempre y cuando se excluya su reducción a documentos muertos, y también a toda lectura proselitista implícita o manifiesta.
En un razonamiento atento a rechazar el oscurantismo, no hay sitio para una “cultura religiosa”, ya que la religión reglaría así, desde el interior, el punto de vista adoptado, lo cual contradice la laicidad. No se puede, entonces, hablar de religión “revelada” sin poner las comillas requeridas para precisar que la “revelación” es tal solo para los que creen en ella..
En México, como en otras partes del mundo, la secularización de la sociedad ha dado el lugar a la religión como asunto que concierne a las conciencias individuales y por lo tanto dentro del contexto del ámbito privado. Igualmente, el aspecto religioso constituye un factor presente en muchas actividades de la vida social y pública. Esta manifestación de nuestra cultura requiere un análisis informado para su adecuada evaluación y diseño de políticas públicas fundamentadas y acordes a nuestra realidad social.
En un país donde históricamente han tenido lugar múltiples expresiones culturales y religiosas, muchas de ellas con raíces prehispánicas, es necesario procurar una convivencia armoniosa, incluyente y tolerante, amparada bajo las leyes civiles que rigen a todos los ciudadanos.



























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