Imposible apostar a que Jalisco pueda volver a presumir liderazgos con esta clase de políticos que debieron pasar por exámenes psicológicos, antes de aspirar a cualquier cargo de responsabilidad mayor.
Ahora resulta que el presidente del comité ejecutivo estatal del PRI, Javier Guízar, le ayudó a Emilio González, quien se había ganado los reflectores por defraudar al erario con dádivas millonarias y sus insultos de borracho como respuesta a los reclamos ciudadanos.
¿Es un concurso de pendejadas? Así lo parece porque van muy seguidas.
El principal problema es que como siempre los ciudadanos pierden. No acabamos de llamar a cuentas al perverso des- gobernador, cuando salta otro chivo en la cristalería jalisciense para hacer añicos el trabajo político que tanto esfuerzo les costó a los vapuleados priistas. ¿Cómo está eso de que los dirige un sujeto que no puede controlar sus impulsos criminales? Nunca vamos a acabar de enjuiciar a nadie, porque enseguida surge otro tirador para ganarse el gordo de los escándalos.
Ahora la pelota cayó en la cancha del PRI y salpicó de estiércol que venía desde Ahualulco del Mercado, donde el dirigente tricolor de plano jugó en la letrina. ¿Quién le aconsejó meterse a la política?
Los hechos descritos por los testigos inequívocamente señalan a un psicópata peligroso para la sociedad. Qué momentos de terror hizo pasar este desalmado a los niños y adultos que se encontraban en el lugar donde acribilló a balzos calibre 380 a un perrito snauser de once meses de edad, solamente porque asustó y rasguñó a su hijo. Más aún: amenazó, encañonándole con el arma, al dueño del perro al reclamar éste por la muerte del animal.
Vaya espectáculo, degradado ejemplo para los niños, sobre todo los hijos que tiene. Podrán, desde ahora y para siempre, contar que su papá defendió a uno de ellos matando al perro que le rasguñó el brazo. “Idéntico a los videojuegos, donde matas personajes ficticios y figuras de toda clase, mucho más peligrosos y agresivos que ese pinche perro que jugaba con los niños en el patio”.
Para no hacer quedar mal al progenitor dirán que era una fiera tipo rot willer o un doberman que se volvió loco de rabia y atacaba a quien se pusiera delante de sus colmillos, tocando la mala suerte de encontrarse al menor quien aterrado corrió hasta donde estaba su papá y le mostró una gran herida. Dirán que él no amenazó a nadie, si no que el dueño del perro parecía estar atacado de la misma enfermedad que el animal y se puso agresivo, por lo que fue necesario calmarle los ánimos colocándole la misma pistola que ejecutó al perro, en el pecho. Lo malo para ellos es que la verdad se ha hecho pública. Existen testimonios que se investigan y personas que se mantienen en sus declaraciones y querellas.
Tendrá que responder ante la justicia y ante la sociedad este actor político que se cayó de la rama. Falta ver si siguen la receta panista de cerrar filas los de su partido y tratan de defenderlo, pero todo es muy claro y también será muy caro.
¿Cuenta con permiso de portación de arma de fuego? ¿Por qué motivo anda armado? ¿Qué antecedentes similares tiene? ¿Qué va a hacer la justicia?
Quien sabe, pero los panistas van a hacerle un monumento al perro en el Santuario de los Mártires. Por unos días Emilio respira tranquilo: la perra tarde de Ahualulco quita presión al lío en el que se metió con todo y su léxico de arrabal.
“Santo perrito que te atravesaste en el camino de un energúmeno que se había disfrazado muy bien”.
A ver quien sigue para llevarse un premio al dislate en este calentamiento de los Panamericanos o ¿será calor primaveral que se siente más este año? Es que andan desatados.
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