martes, 5 de febrero de 2008

Información industrializada: el infomundo oculto

Las áreas noticiosas de los medios de comunicación tradicionales se cuentan entre las agencias más informadas de la sociedad. En estos lugares confluye toda clase de información que llega regularmente por distintas vías, independientemente de que tienen a su servicio agentes especializados en rastrear y recabar datos en las fuentes donde suelen encontrarlos para convertirse en noticias.

Mas no todo lo que recogen o reciben estos centros sale de ellos como tal, puesto que alguna parte de lo que los periodistas conocen a través de sus indagatorias o informantes se queda en la agencia mediática y en ocasiones ni siquiera ahí, si no que lo conserva el propio agente, es decir, el periodista que lo investigó y esto también conlleva sus razones y efectos, dependiendo de los motivos, estrategia, e inclusive el grado de experiencia alcanzado en la profesión.

Las oficinas y salas de redacción o edición, se vuelven bancos concentradores de datos que son evaluados para determinar si se les aplica y de qué manera el carácter noticioso. También se deciden al interior de dichos departamentos los casos que es necesario archivar y lo que pudiera utilizarse en algún momento predeterminado, al igual que todo aquello que es menester invisibilizar o silenciar indefinidamente.

El sentido amplio de los acontecimientos, los contenidos completos de las declaraciones o acuerdos, los diálogos o documentos que constituyen la información que se genera en los ámbitos políticos, judiciales y económicos, entre otros, es algo que en ocasiones se desconoce públicamente porque no sale de los propios medios de comunicación. Toda esa suma de datos que obtienen o reciben tales organizaciones, constituye la información de la cual desprenden noticias en sus distintas variantes y estilos. Sabemos por los estudios sobre prácticas periodísticas, que los equipos humanos que forman los centros donde se recibe, procesa y transmite información, se ven envueltos en el entramado que tienen los acontecimientos, siendo ellos mismos los receptores en primera instancia, del acontecer de donde extraen y transforman, aunque muchas veces deforman, aquello que luego transmiten como noticia.

Casi siempre tratando de mantener un canon o línea editorial, se da a los acontecimientos que posteriormente se convertirán en mensajes, cierto tratamiento en función de los intereses, sobre todo económicos pero también políticos, que mantiene la empresa que comercializa los productos mediáticos.

Tanta importancia puede tener algún asunto que se divulga, como también otro que deliberadamente se deja bajo archivo en cualquier formato o en la memoria humana de quienes lo palpan. Las oficinas y los propios periodistas a menudo son destinatarios de informes que proporciona la gente sobre innumerables hechos que atañen a individualidades o colectividades y que muchas veces conllevan elementos de injusticia o violaciones de derechos humanos y hasta comisión de delitos graves. Es común que se reciban mensajes anónimos y también que acudan grupos o personas dispuestas a informar por razones que van desde problemáticas particulares, hasta cuestiones de índole comunitaria como salud pública, inseguridad u otras.

Por motivos que sería interesante analizar en otro artículo, hay quienes prefieren denunciar ante los medios de comunicación, en lugar de hacerlo directamente en las oficinas del ministerio público o en otras instancias correspondientes al caso.

Lo mismo sucede con los políticos cuando deciden deshacerse de un enemigo o simplemente para golpear al o los grupos contrarios; es muy recurrente la estratagema de filtrar información comprometedora a los periodistas u otros actores relacionados que puedan en determinado momento publicarlo y es lo que vemos aparecer en los medios bajo las formas o el estilo que guardan cada uno de ellos.

Cabe preguntarnos cuánta de esta información contiene elementos que atañen a la seguridad nacional, como las actividades de las organizaciones delictivas, el arribo o fuga de capitales, decisiones, fricciones, pugnas, pactos, irregularidades, autorías criminales y todo aquello que se encuentra parcialmente revelado o velado.

Los medios de comunicación reciben información “privilegiada”, en tanto la procedencia de la misma según la legitimidad de las fuentes y la oportunidad con que se capta. Quienes manejan información saben acerca de movimientos financieros u otros que impactan en la vida íntima o personal de los sujetos. Conocen antes que la mayoría acerca de lo que sucede y conlleva trascendencia en la comunidad. Dialogan con los actores que destacan en la toma de decisiones. Toman lecturas y a su vez las pasan a las audiencias bajo un troquel que las ajusta a los respectivos formatos y líneas editoriales. La transfiguración que sufre la información semeja las líneas industriales que fabrican y acoplan piezas. El amoldamiento mediático de los hechos que se narran se encuentra diseñado con la intención de causar impacto en los receptores, a quienes se pretende convencer de una realidad convenientemente construida por los grupos que controlan los medios de comunicación. Lo que se queda es la información oculta que se vuelve prácticamente inaccesible y solamente puede inferirse en mínimas porciones, con el inconveniente de tener piezas aisladas que pueden distorsionar aún más la verdad.

Otra forma de acercarse en forma abstracta a ese nicho escondido, el infomundo oculto mediático, es por contraste respecto de lo que publican los medios de comunicación alternativos como la televisión por cable, las radios independientes, los blogs, cada día más extendidos, los testigos anónimos que captan, gracias a la tecnología de imágenes y audio, cualquier cosa que pueda aportar datos, entre otros que se incluyen en la sociedad de la información en la era pos moderna. El trabajo que reúnen permite en ocasiones desnudar las verdades subyacentes, los trasfondos y auténticas causas o móviles de los acontecimientos.

Los sitios no controlados por los poderes que manejan la información que circula en los medios masivos, tanto de carácter público como privado, representan la antípoda del infomundo oculto mediático. Revelan indirectamente esta sedimentación del acontecer que tiene lugar al interior de los medios experimentados en manipular la información con recursos que van del ocultamiento total de hechos, testimonios y sujetos, al maquillaje con efectos especiales.

Los segmentos informativos libres ayudan a construir la realidad acontecida con elementos que la conforman o intervienen en el espacio y tiempo en que tiene lugar, sin que sea refinada por los ensambles mediáticos que se rigen por el dinero. Aún sin contar muchas veces con todos los cabos que dan cuenta de lo sucedido que permanece oculto, es posible realizar una tarea analítica que lo devele gracias a la información que circula por vías distintas a las que controlan las empresas. Los medios alternativos apoyados en sectores de la sociedad que se vuelven partícipes en el debate público, se ven emplazados a cubrir cada día con mayor eficiencia y creatividad los vacíos informativos que tratan de mantener los consorcios de la radio y la televisión comercial.

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