Quién sabe hasta cuándo van a reaccionar las huestes del tricolor jalisciense que no ven una desde que el caballo negro tomó las riendas del estado. Se les ha ido el tiempo desgastándose en elegir candidatos que más tardan en ser identificados por la gente que en salir derrotados por los cuadros del blanquiazul que no suelta prenda, así tengan que comprar los medios de comunicación. Entre rencillas internas y uno que otro acto donde asisten cada vez menos militantes cuyos rostros no ocultan la nostalgia por el poder, el otrora partido que dictaba los cómo, cuándo y de qué forma se llevara a cabo la vida política nacional, se conforma ahora con acompañar los trechos que recorren los nuevos dueños de la casa, por si algo se les ofrece. Muy semejante es lo que ocurre en el ámbito nacional; pareciera que el PRI asume no gobernar como una expiación y yéndonos más suspicazmente, hasta como una conspiración de ultraderechas que pretenden conservar el poder de manera bipartidista eliminando en lo posible al enemigo común.
La falta de propuesta del Revolucionario Institucional puede entenderse como aceptación tácita de lo que pretenden los de Acción Nacional, cuya esencia no es otra cosa que el continuismo neoliberal instalado con mayor ahínco desde comienzos de la década de los ochenta.
No puede atacarse lo que ideológicamente se comparte. De ahí que el surgimiento de una verdadera oposición por parte de quienes eran gobierno, es, en estas circunstancias, letra muerta.
Los que sí se mueven por aquí son los cuadros de la izquierda, principalmente los perredistas que pretenden la dirigencia nacional y otros que también buscan o traman algo en estas tierras llenas de jal. No parece una simple coincidencia la visita que hacen a la entidad líderes como Encinas, Mario de Constanzo y Claudia Scheinbaum, casi en la misma fecha.
Algo se conoce y seguramente de ahí deriva una trama o estrategia específica para Jalisco por parte de la dirigencia del partido del sol azteca. Tiene sentido además, dado el mosaico político nacional, hacer algo importante en estas latitudes y momentos.
Cuna del destape, llámese presentación extra oficial de las intenciones de quien encabeza el actual gabinete, el estado tiene fuertísimo arraigo clerical y conservador en términos amplios. No obstante es también históricamente centro de operaciones de grupos radicales de diferentes corrientes y se han desarrollado aquí conciencias reformistas y revolucionarias. Jalisco es emblemático en la vida del país, independientemente de los grupos e intereses de todo tipo que confluyen en esta tierra de próceres, charros, chivas futboleras y ahora domicilio de moda de las familias del narco, que ya se confunden entre la “alta sociedad tapatía”.
La red de resistencia civil contra el fraude electoral y las secuelas privatizadoras, tiene gran presencia en la región. Los movimientos como Redes Ciudadanas, Mujeres por la Democracia y otros que conforman el Frente de Redes Ciudadanas de Jalisco, mantienen comunicación entre sí donde transmiten información sobre agendas políticas, análisis inteligentes de los ataques que el gobierno de facto hace constantemente al Estado de Derecho y a los ciudadanos a través de las políticas fallidas para la reconciliación nacional y el desarrollo social y totalmente favorables para el enriquecimiento de la oligarquía. Organizan marchas, conferencias, talleres de instrucción política y democracia. Realizan copias de material video grabado, editan boletines impresos y electrónicos, en fin; llevan a cabo una labor pacífica bastante activa que busca frenar la venta de tianguis que ha emprendido el gobierno federal sobre los bienes de la nación, entre otros exabruptos producto de la mezcla de la ambición y la ignorancia que caracteriza a las huestes encumbradas de los partidos que cogobiernan. Enemigos del saber universal, del nacionalismo y amantes del billete, se desviven por enfilarse hacia los puestos donde exhiben su verdadera esencia mientras desgarran a México, de por sí bastante acabado por la miseria intelectual y espiritual de los dirigentes de los últimos sexenios.
La gente de Jalisco es de tendencia conservadora y no fácilmente se enrola en las agitaciones que conllevan los cambios de época. El propio Obregón renegó del escaso eco que tuvo entre los lugareños el llamado revolucionario. Sin embargo, hay registros en esta tierra acerca de hechos importantes durante los tres grandes movimientos de nuestra historia patria: la guerra de independencia, la reforma liberal y la revolución. Además, se desató aquí y en los estados vecinos la llamada Guerra Cristera donde se enfrentaron los extremos fanáticos que subyacen en el pueblo.
La aparente tranquilidad y conformidad de la gente puede transformarse en ímpetu arrollador y eso lo saben quienes vienen al estado a cubrir una agenda política.
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