domingo, 6 de enero de 2008

Ampolla y golpe bajo

El nombre de Carmen Aristegui acaba de ganar mayor fama gracias a la exitosa e involuntaria campaña en su favor emprendida por quien decidió sacar del aire su noticiero. Indudablemente hoy más mexicanos y extranjeros la conocen.
Seguramente hay quienes preparan, si no es que han hecho ya, ofertas para contar con el raiting de tan notable personaje que se ha distinguido por dar voz y por tanto visibilidad mediática a quienes encuentran denegado este acceso en los medios de comunicación que controlan el mercado y gran parte de la política. A menos que cierren filas, lo cual es difícil entre competidores aunque no imposible, los empresarios del gremio no lograrán impedir que Aristegui continúe con su labor informativa en su estilo objetivo y ético.
Algo va a suceder que rebase el control de daños que tal vez tienen previsto sus justificados por “incompatibilidad editorial” ex - jefes.
Las voces que se manifiestan en el país en contra de esta decisión van en aumento y en los próximos días muy probablemente veremos multiplicar las expresiones lanzadas desde la sociedad a los magnates que dirigen tal empresa que se negó a renovar el contrato que nos permitía su programa de informaciones y reflexiones sobre temas de relevancia para la sociedad, en un contexto de apertura y pluralidad.
Esto va a dar pie quizá a que estos reclamos conformen vías alternativas por donde llevar a cabo la labor fundamental que realiza Carmen Aristegui para beneficiar a la democracia. Pudieran surgir “programas” al aire libre, foros, giras con visitas a universidades y no faltarán quienes se presten a distribuir los contenidos. Además ya se cuenta con suficientes recursos tecnológicos como para reproducir sus excelentes programas y generar a su vez redes de información por canales ciudadanos, donde desde luego se incluye la Internet y sus posibilidades en la gama multimedia. El mismo Mandoki pudiera crear otra obra cinematográfica de la calidad de “El Fraude”, pero en esta ocasión dedicada a lo que padecen los periodistas mexicanos que investigan y divulgan sobre lo que daña a su país.
A esta profesional de la comunicación no tan sólo se le ve y se le escucha con interés, si no que también se le aprecia. Indudablemente se tiene hacia ella un afecto y confianza infinitamente superior que el que pudiera sentirse por quienes son incomodados por su trabajo. Cuenta con mucho más que el respaldo moral de la gente que prefiere que se le diga la verdad sin tapujos en lugar de admitir y creerse lo que las industrias culturales fabrican para mantener el letargo de sus audiencias o públicos y que lamentablemente dominan este terreno en México.
Independientemente de su enorme capacidad y de la gran aceptación que sin duda le abrirá muchas puertas, lo que ha sucedido con esta extraña y abrupta salida sugiere algo más grave aún que el despido de una notable: se trata de una vuelta de tuerca más de un aparato construido para ejercer el control social en nuestro país desde las cúpulas de las trasnacionales en contubernio con algunos burócratas, políticos y otros actores identificados con círculos como las cámaras industriales y el clero.
Quitar estorbos por medio de la fuerza es una forma burda de hacerse del poder o mantenerlo, sin embargo “ni la fuerza superior ni la fuerza aplastante fueron nunca suficientes para implantar una dominación duradera. Los poderosos han necesitado ganar siempre una cierta legitimidad para las ventajas y los privilegios que vienen siempre con la dominación”. Inmanuel Walerstein (2006).
En la decisión que pudiera dadas las circunstancias considerarse como de Estado, está en juego la práctica del periodismo serio que se ejerce como actividad enfocada a dar luz sobre los asuntos de interés público, primordialmente. También se pone en vilo la credibilidad que escasea hacia las instituciones al ser éstas utilizadas en beneficio de intereses meramente económicos de unas cuantas elites.
Y ya que entramos en el terreno de la credibilidad pues ésta también sufre merma ante la opinión mundial respecto de quienes controlan y dirigen, aunque no se sepa hacia donde, la nación.
La desgastada imagen de México sufre otra ampolla en pleno rostro y un golpe bajo a sus valores democráticos labrados que no por incipientes pueden considerarse de menor importancia.
Nuevamente nos encontramos ante nosotros mismos y ante el mundo en medio de otro escandaloso asunto que se volverá seguramente como bola de nieve.
Se nos retrasa otra vez el reloj de la democracia porque la clausura o salida del aire de un espacio donde la verdad sobre los acontecimientos tiene preponderancia, significa que agazapada o abiertamente hay quienes pretenden volver a los regímenes brutalmente asilenciados.
Vivimos en este inicio de 2008 un hecho más eslabonado en una cínica y vergonzosa sucesión de peligros para México.

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