El final del ciclo de FRA en la cartera de gobernación no debe extrañarnos más que su llegada al despacho de Bucareli. Se le instaló en ese puesto no precisamente en agradecimiento a su audaz destape como afirma la mayoría de los que se han ocupado de seguir el desenlace de estos acontecimientos que tienen al ex gobernador de Jalisco como actor central. Opaco, como le nombra el cartón de Manuel Falcón, fue “invitado” a dirigir la secretaría de gobernación en previsión de mayores movilizaciones y frentes desde los grupos en disidencia o desacuerdo con los resultados de los comicios del 2006, además de los inconformes por las políticas de Estado que han remado en la corriente neoliberal. Como no hubo tales escenarios o no tantos como se esperaba, que reprimir con la probada experiencia de Ramírez Acuña, su presencia al frente de los mecanismos de control que representa el cargo ya no se hizo necesaria de acuerdo a lo que vemos.
Al margen de la señalada falta de estatura que mostró él y su equipo en la operación política que exigía y exige el momento que atravesamos, lo que realmente falla es la cabeza y por más que se ampute miembros y se ponga prótesis extranjeras, no será más que un cuerpo en estado zombie, medio frankesteiniano con tripolaridad angloibérica yunquista y además militarizado.
Así que no es aplicable ni recomendable toda la culpa en el político despedido o auto renunciado del gabinete y no nos extrañe verlo algún día alinearse con la oposición. Lo que sabe de las entrañas del neosistema con cimientos de la era PRI, puede cotizarse bastante al igual que sus relaciones y labia para obtener adeptos. Ahora se encuentra en la etapa de probar lealtades y ver con qué cuenta para seguir o no en las batallas por momentos aberrantes en la lucha por el poder en los distintos niveles y ámbitos locales y nacionales.
Quienes le conocen mejor seguramente apuestan por idear algo que los regrese a las arenas principales. Sin embargo falta conocer lo más importante: Qué es lo que el propio Francisco Ramírez tiene en su cabeza. Qué vio, qué sabe, con quiénes se reunió, con qué propósito. Todo eso es dinamita pura en manos que la sepan utilizar, léase en política negociar y recuérdese que en esta actividad y en otras, muchas veces lo que se considera un fracaso o caída no es si no el comienzo de la subida.
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