Todos los latinoamericanos que tenemos sensibilidad y memoria sabemos que Estados Unidos, el gigante vecino, es el nido de una organización que ha sembrado el odio, la muerte y la miseria en nuestros pueblos: La CIA, ese ente oscuro y turbulento que tiene una fuerte vocación criminal y salvaje.
Los ciudadanos estadounidenses debieran sentir vergüenza por callar y admitir así que su país continúe siendo el enemigo de la democracia y la paz. ¿Dónde están? ¿Por qué su silencio cómplice? Seguramente prefieren mantener sus niveles de vida que les permiten ser turistas por el mundo, en tanto sus gobiernos destruyen pueblos y saquean sin piedad.
Prácticamente no existe un solo país latinoamericano que no haya padecido en alguna forma la voracidad de los clanes financieros que tienen en la CIA su mejor arma de convencimiento a la fuerza. ¿Se sienten satisfechos los ciudadanos que no ignoran de dónde proviene la riqueza de su patria, ganada no con inteligencia y trabajo exclusivamente, sino a través de hacer guerras y revueltas, como sucede ahora en Honduras? Qué desgraciada sociedad fincada en la sangre y sufrimiento de otros.
Hoy, uno de nuestros pueblos de Latinoamérica vive el terror de la intervención de sus fuerzas reaccionarias apoyadas en las armas que les brindan los halcones y el Pentágono, esa oficina infernal que funge como matriz de la violencia y el crimen deshumanizado. Es la cuna de lobos asesinos que amenazan a los que llevan siglos buscando estabilidad y desarrollo.
¿Agencia de inteligencia o clan de brutos? Estados Unidos es una nación de hombres titanes que destacaron por sus buenas obras, como Abraham Lincoln o Benjamín Franklin, entre tantos otros. Qué incongruencia que su memoria quede oscura ante tanta atrocidad que los dirigentes de esa nación emprenden sin descansar un solo día. Pisotean banderas y libertades a mansalva.
Como ciudadano nacido justamente en el país fronterizo en el sur: México, estoy consciente de que la historia consigna páginas terribles donde quedó asentada una de las más grandes atrocidades sufridas por mi pueblo: el arrebato vil del territorio que les hizo más grande la tierra y les empequeñeció la dignidad. Robaron, así dicho, hurtaron, arrebataron más de la mitad de lo que pertenecía a los mexicanos y sin vergüenza alguna construyen un muro que debió ser levantado por nosotros, para alejarnos de ellos, para tenerles como enemigos por siempre.
Enarbolan creencias que jamás cumplen, utilizan a Dios como pretexto hasta en el dinero que circulan. Cuanta mentira, ¿qué clase de hipócritas son los que han dirigido a los Estados Unidos de Norteamérica? Manada de asesinos infames. No se les puede llamar de otra manera. El dinero ronda en sus cerebros y por ello son capaces de matar hasta a sus propias madres.
México. Honduras, Guatemala, Colombia, Cuba, Venezuela, Chile, etcétera, etcétera ¿Quién se ha escapado de las garras de los buitres norteamericanos? Y seguirán porque su naturaleza biológica es de la misma genética de los piratas. Su bandera de rayas y estrellas es de mal agüero para a humanidad.
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