Es muy importante para la alternativa ciudadana que va a estar muy cerca de invalidar la próxima elección, gracias a la idea de anular el voto, que se aplique la misma lección contra el partido virtual que es Televisa. (Y también la otra televisora a cual más de antidemocrática y nociva para la educación y la equidad social)
Anulemos el voto porque se perdió la confianza en los partidos y en casi la totalidad de los políticos, pero hagamos lo mismo con las funestas fuerzas mediáticas que son corresponsables de la crisis, en tanto actoras del juego de intereses encubierto en el sistema político.
La lección ciudadana en ciernes estará en desventaja si no se cumple un plan de trabajo que al tiempo que propone una nueva plataforma constitucional, una reedificación pacífica de los acuerdos sociales, tenga definida la respuesta que sirva de contrapeso a la incidencia que ejercen las compañías televisoras, principalmente Televisa, en el vacío democrático que padecemos.
Anular el voto y anular también a Televisa, me parece que da más sentido a lo que un importante segmento de la población pretende hacer el domingo.
Sin las televisoras, los partidos quedan con muy poco margen para su promoción, de ahí que las industrias mediáticas vendan caro el servicio de pantalla para quienes tienen el presupuesto y lo compran. Posibilidad negada totalmente para los que no cuentan con las sumas necesarias o simplemente no están en el bando ideológico de Televisa y similares.
Es necesario coordinar esta acción con la negación a los canales que se ofrecen para intervenir sin restricción alguna en los procesos electivos. El gran elector que es la televisión mexicana tiene que ser tasado por el mismo criterio de los anuladores de votos, que se han convertido en una fuerza política, para que la democracia fluya en todos los órdenes, incluido el de la comunicación, que es hoy algo determinante.
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