La caída abrupta de valores accionarios e inmobiliarios en Estados Unidos ¿se explica como una maniobra más de los grandes imperios financieros para desvalijar aún más a los débiles y darse oxígeno? o, ¿es realmente el fin de la variable del sistema capitalista que conocemos como neoliberalismo?
Como siempre sucede, esta no es una excepción, alguien sale beneficiado de los males de otros. Por supuesto que el colapso de firmas arrastradas por el vendaval financiero que azota buena parte del mundo, permitirá en cambio que otras crezcan. De acuerdo a esta lógica la crisis no es total sino parcial: unos pierden en tanto otros ganan gracias a este terremoto capitalista, controlado desde las resguardadísimas guaridas de los “Banksters”, como los llamaba el presidente F. D. Roosevelt.
El asunto es dilucidar quiénes se encuentran de cada lado, cuánto va a costar la caída y quiénes van a costear la recuperación. Esto nos puede llevar a nuevos escenarios bélicos por la lucha del control de la riqueza mundial. Las maniobras conjuntas de las fuerzas navales rusas y venezolanas que se realizarán en el Caribe en fecha próxima, son algo más que ejercicios de rutina. Los países defenderán con las armas lo que poseen, caso que no nos involucra directamente puesto que el gobierno mexicano actúa según la línea pactada desde los despachos neurálgicos del mundo político, militar y financiero de Washington.
Ciertamente ha sido estorbada la agenda del régimen mexicano, en cuanto a dar seguimiento y cumplir con los paquetes estipulados para acelerar y finiquitar el proceso privatizador de sectores estratégicos, como lo son el energético, los sistemas pensionarios y de seguridad social, que forman parte de los últimos reductos de la estructura de las paraestatales.
Ante la movilización de grupos y la quizá imprevista negativa masiva a las iniciativas gubernamentales, el gobierno ha incrementado considerablemente los recursos destinados a los rubros de policía y ejército. Es inminente el endurecimiento del aparato judicial y militar que sostiene la presidencia, junto con sus asuntos privados. Lo mismo sucede con el discurso, según los miles de spots contratados por el Estado y las constantes amenazas emitidas por el presidente y algunos funcionarios, como el secretario de gobernación o el procurador general de justicia.
En este sentido, los mandos militares han sido mucho más cautelosos, siendo los que ponen una parte importante de las víctimas, aunque también han sido victimarios, en algunos casos por errores de logística, como lo sucedido en los retenes donde han acribillado a civiles.
La primera gran crisis económica de los gobiernos de Acción Nacional pondrá a prueba lo que evidentemente es frágil, a saber: la capacidad de respuesta para llevar a cabo planes emergentes que palien los efectos de índices inflacionarios que amenazan salirse de control. Resolver la cartera vencida de los usuarios de servicios bancarios que ya rebasa el cien por ciento de deuda en créditos al consumo e hipotecas, sin crear otro Fobaproa. Generar fuentes de empleos “extras” (como si fueran suficientes las actuales) para los connacionales que previstamente regresen de EU. Recuperar la confianza para el retorno de capitales que huyeron y continúan emigrando ante la enorme incertidumbre que priva en todos los ámbitos, desde el mundo bursátil, hasta las zonas públicas donde difícilmente puede uno sentirse realmente seguro.
Lo más probable es que este gobierno no logre siquiera uno de los puntos anteriores, no digamos devolver la estabilidad y orden indispensable para estar al menos un poco cerca del crecimiento del PIB que tienen otros países en desarrollo. (Venezuela mantiene su 7%) Los cálculos más optimistas estiman para 2009 en México un PIB de 1.5 por ciento. Esto es terriblemente grave, pésimo. Lo peor se puede esperar bajo tal escenario. De por sí es insostenible el estado de cosas propiciado sobre todo por el grupo de empresarios y políticos que se hizo de la presidencia, así que preparémonos para lo peor. Lo que llegaremos a experimentar es digno de encender todas las alertas.
El verdadero peligro para México se hizo presente, sin lugar a dudas.
¿De dónde viene este golpe? ¿Nos dejará sin el petróleo?
En un mundo donde unos viven de prestar y otros de pedir prestado, los que tienen para prestar y endeudar, invariablemente ganan.
Esta pudiera ser en resumen la axioma del capitalismo bancario que ha funcionado más o menos equilibradamente, hasta que la variante de la especulación financiera que se había combinado con la economía se desfasó; se fue por su cuenta, es decir, las finanzas se divorciaron de la economía y el mundo especulativo tomó el mando, hasta que la falta del capital generado por el trabajo y los bienes producidos (la economía real) le quitaron el sustento, por falta de fuerza (insuficiencia) y va rumbo al suelo.
A groso modo esto es lo que sucede de lo cual se desprenden otros fenómenos como las devaluaciones de monedas menos cotizadas internacionalmente, como el peso mexicano, frente a las fuertes: dólar, euro, yen, libra esterlina, etcétera.
El costo del crédito se dispara como consecuencia de este torbellino que eleva también los precios de insumos, bienes y servicios, en términos absolutos.
Las empresas que no cierren ante el endeudamiento contraído, principalmente en dólares, harán recortes porque también enfrentarán la falta de solvencia de sus clientes y proveedores que ya no estarán en capacidad de dar facilidades de pago. Se estima que desaparezcan aproximadamente dos millones de empresas en un lapso que ha comenzado a correr y llegará cuando menos hasta el dos mil nueve.
El único que queda para sortear la marea, sin que se hunda la sociedad en un mar de tinieblas, con vientos gélidos de carestía y miseria aguda, es el Estado. La política social está obligada a plantar cara ante el problema. Malo, porque en este sentido tenemos muy poco que esperar. Casi no tenemos Estado. Los gobiernos de los últimos treinta años han desmantelado corruptamente esta institución de instituciones, hasta reducirla a una llana agencia que resuelve asuntos pensando primordialmente en el interés de las trasnacionales, con las que mantiene contubernio. Esta práctica recurrente, ilícita, inmoral y peligrosa, nos llevó a una circunstancia altamente explosiva, tremendamente crítica.
En este tenor, no tenemos más que el petróleo para entregarlo sin chistar a cambio de empobrecernos más lentamente.
Esta etapa se vislumbró como un mal presagio cuando se pensaba en la posibilidad de otro triunfo, a como hubiera lugar, de la derecha, que siguió tan cumplidamente las reglas del PRI, siendo prácticamente lo mismo.
Ha sido asfixiante para la mayoría de mexicanos la condición satelital de EU, y por supuesto que los países de Latinoamérica cuyas economías están por encima de la nuestra en la clasificación del PIB, no serán tan golpeadas, principalmente debido a que ya diversificaron sus mercados, sobre todo con China y otros países asiáticos. Nosotros no; nos han convertido en laboratorios, literalmente hablando, de productos alimenticios transgénicos, guerras de narcotraficantes o grupos criminales para que se exterminen entre sí, fábricas de piratería, laboratorios de drogas, entre otras calamidades de la posmodernidad del capitalismo a ultranza en su fase neoliberal.
El panorama que es sombrío como nunca lo estuvo en la historia moderna, nos plantea al menos dos rutas: una de ellas es armarnos de valor e internarnos por el infierno al menos otros veinticinco años, para ver si funciona o no el neoliberalismo implantado; o sea, acostumbrarnos a aguantar más de todo lo que sufrimos: inseguridad, desempleo, violencia y demás consecuencias del elevado costo de la vida, a fin de que los capitalistas terminen de engrosar sus imperios y nos dejen algo para no morir.
El otro rumbo es semejante al que emprendieron los países de ALBA que prácticamente desafiaron la tutela norteamericana y buscan su propio camino, mucho más seguro y despejado, según los resultados que ya obtienen, como podemos constatar al revisar sus indicadores. Hasta han formado su banco y seguramente harán algo parecido a la Unión Europea, con moneda única, créditos, apoyo solidario y todo lo demás necesario para impulsar el desarrollo que incluya a los más débiles.
México pudo ser el hermano mayor entre el grupo de países unidos por la historia y la cultura, de haber contado con gobiernos inteligentemente nacionalistas en lugar de gerencias domesticadas, fácilmente corruptibles.
La salida, obviamente, es instaurar una república soberana y democrática. Como se pueda, con lo que se pueda y hasta donde se pueda, como bien lo dijo uno de los líderes más auténticos y honestos que por fortuna ha tenido el país: Andrés Manuel López Obrador, quien, dígase lo que se diga en la prensa y demás medios tarifarios al mejor postor, es la persona que ha demostrado saber cuál es la solución y cómo arribar a un mejor destino para el país, comenzando con los más desprotegidos y humildes.
En pocas palabras; no dejemos pasar más tiempo y revoquemos el mandato al espurio Felipe Calderón. Hagamos presidente lo más pronto posible a Andrés Manuel.
Somos más y nos asiste la razón. Viva la IV República, Viva México.
Por favor todos los contactos hagan un acto por el país y circulen toda la información que puedan para decir a quienes tengan por ahí, que llegó la hora de sumar a la lucha pacífica que encabeza este representante popular la participación de todos los ciudadanos.
No es conveniente permanecer pasivos y esperar a ver qué sucede. Las cosas se vienen serias, el presente inmediato y el futuro están en el aire, como una moneda lanzada por manos sucias.
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