Siguiendo más o menos la misma tónica que en el ámbito federal, donde la incapacidad y la ilegalidad impera, el gobierno jalisciense que encabeza el señor de las mentadas, entró en etapa terminal de autoridad entre estertores y convulsiones, originados por el cáncer de la corrupción y la soberbia, aunado a una nula capacidad administrativa de bienes públicos y procuración de bienestar social.
La réproba actitud de los gobernantes ha llevado al estado a un estancamiento sustancial que se aprecia tanto en lo tangible como en lo intangible.
La capital de Jalisco está sumergida en una triple contingencia: vial, ambiental y delincuencial. Algo parecido viven otros municipios, donde las obras públicas de infraestructura generalmente resultan en fracasos o fallas que es necesario reparar o reconstruir, como el Nodo Colón, y los pasos a desnivel de la Avenida López Mateos y la Avenida De las Rosas, éste último totalmente inutilizado durante las primeras lluvias, a unos meses de su pomposa inauguración, al igual que sucediera con el puente construido junto a la planta de Solectrón. Ni qué decir del rehabilitado y dizque modernizado Camino Real de Colima, con las tormentas se dificulta el tránsito quizá igual, o hasta peor, que en tiempos de la Colonia cuando fue trazado: todo un desastre, como el que se ha convertido el periférico que ya no conserva nada de camino por la periferia, convertido ahora en una trampa mortal para los usuarios que no tienen escapatoria. Miles de vehículos, principalmente cargueros, se detienen y hacen fila todos los días, a cualquier hora, en los cruceros atestados.
Con la lluvia y el estado de somnolencia que en muchas ocasiones tienen los choferes, se vuelve un desafío detener a los tracto camiones de alto tonelaje, cuyas ruedas vemos patinar sobre la superficie impregnada de restos de hidrocarburos. Han embestido autos y fincas donde dejan muertos y heridos. Todo ello sin contar los toreros de coches y los perros que constantemente cruzan los seis carriles. Se ven los cadáveres de los animales como parte del paisaje natural de nuestras avenidas. No se diga la carretera de Chapala, convertida en parte de los potreros de la zona, donde se hallan vacas sueltas que andan en el asfalto por el rumbo de Ixtlahuacán. Dicen que pertenecen a los dueños de la “piedrera” del lugar y se han llevado vidas humanas en los frecuentes accidentes.
Los gobernantes no planifican porque se la viven en campaña, acomodando gente, inventando plazas o jugando golf. Les encanta lo social y no se diga viajar. Eso es gobernar con las "nuevas" formas pero idénticas, que buscó erradicar el PAN, mismas que padeció la sociedad desde muchos años atrás. Un estilo de administrar en forma etiquetada el presupuesto público y la fuerza del Estado para que resulte beneficioso a los dueños de las etiquetas.
Éstos pueden ser constructores que ejecutan las obras sin licitación alguna o concurso, fraccionadores que despojan de su tierra a campesinos o pescadores, o bien, proveedores que por lo regular son parientes o amigos de los funcionarios. También el clero católico lleva su tajada, como lo vemos con tantos limosnero millonarios que forman asociaciones que vuelven satélites de la iglesia.
Otra desventaja de tener la casa patas arriba, es el incremento de gastos y desgaste de personal asignado a tareas de vialidad o protección civil. Se encuentran esparcidos por la ciudad cientos de trabajadores y agentes de la Secretaría de Vialidad que dan auxilio a los automovilistas, generalmente en condiciones de trabajo sumamente adversas, como lo es la exposición a los gases que despiden los automotores, al sol, lo mismo que a la lluvia, el granizo o el frío. ¿Por qué? Porque las obras están mal planificadas, peor ejecutadas, inconclusas o de plano estorbosas y es necesario dedicar elementos humanos para contra restar las deficiencias ocasionadas por los abusos. Esto es el gobierno del cambio.
Deberíamos formar observatorios ciudadanos de obras y servicios públicos.
No tan sólo pareciera que Guadalajara haya sido administrada o gobernada por quienes la detestan y se conforman con paralizarla y afearla urbanísticamente, sino que éstos se empecinaron en que tuviera el peor transporte público de la República y escondieron los botes de basura desde hace décadas, para que las generaciones no se educaran en la cultura que enseña a separarla y depositarla en los lugares adecuados. Las calles y banquetas están sucias, como la Veinte de Noviembre, por el rumbo de Analco, donde es posible ver numerosos baldíos llenos de inmundicia.
Hasta por la céntrica Calzada Independencia hay muladares inundados con las lluvias, huelen a orines las calles de los alrededores de San Juan de Dios y los respiradores hediondos del drenaje asoman en el ombligo de la ciudad, en el sitio donde estuvo el llamado popularmente ombligo de Ahumada.
Se encuentra impregnando de pestilencia uno de los lugares emblemáticos que tuvo esta capital.
Las colonias o asentamientos de los alrededores, parecen campos de refugiados o confinamientos que las pandillas someten a sus desmanes. El Estado, contraído, deja la asistencia social en manos de los grupos de la fe y otras marcas que derivan los fondos bajo su propio interés o conveniencia. Nada que ver con la figura garante de derechos y dignidad social, sino algo privado, de carácter particular y con barniz clerical, que hasta en el ejército pretende sembrar capellanías. ¿A dónde vamos así?
Por si fuera poco, el mal gobierno también es responsable de la proliferación de delincuentes y gente desquiciada que anda por las calles. El clima de desgobierno es propicio para que los antisociales se desenfrenen a tal grado, que hasta los juegos de fut bol resulten pretexto para las agresiones y destrozos, o cualquier incidente de tráfico termine en tragedia.
Se ha perdido mucho, sin duda por los errores de la clase gobernante, pero también por los ciudadanos que no se han educado en la cultura de la participación ligada a los asuntos de interés colectivo, que son la mayoría. Ese es el camino que es necesario recobrar y seguir.
Una ciudadanía pasiva permite que los que se dicen sus representantes se beneficien acostumbrándose además a no rendir cuentas. Eso es lo que se ha conseguido y ahora es necesario pensar cómo reinvertir el proceso. Por lo pronto hagamos circular información para tratar de crear consciencia.
El gobierno federal y estatal, están demostrando ser el verdadero peligro para México. En Tanto Calderón hace el ridículo con su falta de cultura y carácter para comportarse fiel a México, al optar por la línea entreguista de los antepasados que vendieron el país en cuanta oportunidad se les presentó, nosotros hagamos saber a la gente que está a nuestro alcance, de toda esta trama de la cual debemos salir cuanto antes, puesto que las cosas se pusieron catatónicas. Estamos en el umbral del colapso total de la sociedad, lo cual únicamente beneficiaría a los poderes fácticos, como los cárteles, al igual que al gobierno y empresarios norteamericanos y españoles. Es preferible restituir lo que ha provocado este clímax de incertidumbre, pobreza y violencia, en el que vivimos. Intentemos provocar que se realice un pacto entre todas las fuerzas para que Calderón suelte la presidencia espuria al cumplir tres años y deje los tres restantes a cargo de una junta de gobierno con los Poderes de la Unión y un representante del pueblo que puede ser Andrés Manuel López Obrador. Después de un paso así, es probable que estaríamos más tranquilos para las elecciones del 2011.
Por otra parte, pero igualmente relacionada, la iglesia sigue siendo el ancla del pueblo, su grillete que lo mantiene en la ignorancia y la superstición. Es urgente marcarle su línea constitucional para que no sobrepase sus atribuciones y cree conflictos como ha sucedido siempre.
En buena medida los problemas que se viven tienen relación con el carácter injerencista y expansionista, de esta institución europea que se sustenta en un esquema trasnacional, teniendo en nuestro país un ascendente cultural histórico, al igual que un peso político y económico determinante en sectores amplios de la población. Pudiéramos decir que en estos momentos el clero católico vaticano cogobierna en México, junto con las trasnacionales españolas y norteamericanas, a quienes han apoyado servilmente un puñado de políticos registrados en los tres institutos principales.
En todo este juego no pueden faltar con su papel estelar los duopolios televisivos y los medios de comunicación controlados por dos o tres familias identificadas con la derecha. El bloque resultante de esta alianza entre el clero, los medios de comunicación y los partidos políticos, no va a permitir el avance de la democracia.
En Jalisco deberíamos hacer algo semejante con el adicto y mitómano gobernante que tenemos. Es riesgoso esperar a que complete el trienio, pero de ahí no debe pasar. Si fuera antes, mucho mejor. Está demostrado reiteradamente por él mismo que es incompetente para el puesto.
Las asociaciones de empresarios, quienes también tienen participación en la toma de decisiones, juegan a la especulación y apuestan políticamente por lo que les beneficia por las vías posibles. Si acaso han emitido alguna expresión de crítica sobre la conducta del gobernador, pero no han pasado de ahí. Nada que afecte sus negocios. Aunque nada puede afectarles tanto como las políticas neoliberales que han servido en bandeja de plata el banquete mexicano de oportunidades de rentabilidad, como en pocos lugares del mundo.
De estos gremios no podemos esperar más que su repliegue con el poder político en turno, como lo han hecho hasta ahora con los dos partidos que han gobernado en Jalisco.
Fuerzas aparte, en ciertos momentos, para demostrar el peso que tienen, sin embrago, aliados del Estado, para sobrevivir y consolidarse. Un doble juego donde la sociedad no cuenta.
La Universidad de Guadalajara sería el contrapeso idóneo si no fuera por su pérdida de la representatividad de la consciencia crítica de la sociedad. Ese es su papel, abandonado casi por completo en este período tan identificado, al menos en los hechos y discursos de sus dirigentes, a los poderes mencionados en los párrafos anteriores de este artículo.
La fuerza política universitaria hubiese bastado para impedir que una persona de tan corta o nula capacidad e interés para representar a la sociedad de Jalisco, continuara en el puesto o cuando menos hubiera presionado para que fuera observado por un comité o concejo especial del congreso. Algo a favor de la ciudadanía se pudo haber dado en respuesta a la cadena de agravios que le infieren las autoridades, de haber asumido su papel la universidad.
Lo que vimos fue todo lo contrario, incluida la censura de los medios de comunicación, lo cual provocó una penosa renuncia de alguien que se distingue por su trayectoria académica.
El gobierno de la Universidad está a favor de las causas de la hegemonía asociada que mantiene el poder en el estado de Jalisco y en el país.
Se entiende la pertinencia de que las relaciones se formulen en el mejor tono posible con quienes representan, de la forma que sea, al gobierno federal. La enemistad o confrontación, se vería de inmediato reflejada en atrasos burocráticos o cínicas y francas negativas hacia la dotación de recursos. Si así, en concordia se atreven estrangular los programas, imaginemos qué sucedería bajo un clima hostil.
Sin embrago, también debe entenderse que la Universidad de Guadalajara se debe a quienes en esta etapa que atraviesa la sociedad, son despojados sistemáticamente de sus niveles de vida, entiéndase el entorno ambiental, la capacidad del presupuesto y patrimonio familiar, los derechos humanos, cada vez más ignorados y estigmatizados, el derecho a la información, a la salud y muchos derechos más.
El discurso y la postura universitaria habrían de ser críticos ante el sistema-mundo creado por el neoliberalismo y el capitalismo salvaje que le secunda. En lugar de esconder sus principios ideológicos y fácilmente congeniar con los que tienen a su favor los dados en esta sociedad convertida en casino donde la mayoría de los apostadores perdieron el crédito.
¿Quiénes van a señalar la salida y cómo vamos a ir por ese camino?
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