domingo, 30 de marzo de 2008

Gobierna o patina

En vista de que no entiende razones que se le han ofrecido por numerosos medios ni parece interesado, alguien debería tomar de la solapa a Emilio González y preguntarle en medio de unas buenas sacudidas si está para gobernar el estado o de plano va a continuar en las nubes celestiales sin darse cuenta cabalmente del significado de su investidura.
Ahora resulta que el dadivoso de Jalisco abrió las arcas del gobierno, esas mismas que son de todos los que las medio llenamos, para regalar noventa millones que se destinarán a la azarosa construcción del Santuario de los Mártires.
¿Cómo podemos catalogar los ciudadanos el hecho de que los reclamos urgentes de la población en materia de servicios básicos, como son agua potable, centros de salud, escuelas y una infinidad de asignaturas que llevan años sin resolverse, tengan que aplazarse porque a esta gente se le ocurre que es prioritario construir templos?
Es un atropello más a la diversidad de la ciudadanía, al laicismo y además constituye una ofensa al pueblo que padece tanta miseria. Hasta dónde llegan los compromisos a puerta cerrada que inclusive se les olvidan las verdaderas funciones del Estado.
Podemos suponer que el regalo millonario del año pasado a Televisa fue un escudo para cubrir, al menos de la pantalla, las tropelías como esta que a diario suman estos funcionarios que mejor se hubieran dedicado a llevar hábitos, serían más útiles en el claustro, sin duda.
Ya es demasiado abuso del poder que se les dio como para encima tolerar decisiones que no concuerdan con lo verdaderamente urgente: No es correcto ni adecuado regalar el dinero a las causas que no tienen relación con el servicio público ni con el bienestar social.
Se trata de intereses particulares o grupales que son solventados con el dinero de la colectividad y eso no es justo ni ético. Eso no es gobernar, al contrario, denota una escasa visión del servicio público y de paso ignorancia sobre los preceptos constitucionales y la historia de la patria. Es un enorme desatino, uno más y lo pagamos todos. ¿Por qué los clérigos no piden ayuda al Vaticano o a comunidades religiosas de países ricos? ¿Acaso cobran facturas por la ayuda que dan en las elecciones? ¿Se les paga sin pedirlo?
Podemos esperar que el señor González y su gente quizá no nos puedan brindar alguna satisfacción a los ciudadanos como sería resolver cabalmente una vialidad de la importancia del anillo periférico, o construir un hospital regional infantil o una verdadera autopista a Chapala o de perdida ampliar el tren ligero, seguramente que nada de eso harán, pero tratándose de quedar bien con las élites, no importa que sea dinero ajeno. Lo sueltan con gran facilidad.
Esto se presta para que La Iglesia de la Luz del Mundo, Los Testigos de Jehová, Mormones, Bajais, Judios, islamitas, y todas las agrupaciones religiosas que tengan presencia en el estado también puedan exigir sus milloncitos del gobierno para sus templos. Es más, qué esperan, vayan haciendo solicitud en Casa Jalisco, quien quite y San Emilio afloje la alforja. ¿A eso se destinarán nuestros impuestos? ¿Y la educación?
Además, la historia de la construcción de dicho santuario está plagada de incidentes no tan piadosos como la huída de Monseñor Barba, un recaudador de donativos quien se adjudicó una camioneta regalada para la causa, a más de algún dinerillo por ahí y de pronto se esfumó.
También es importante recordar el violento desalojo que sufrieron las familias de condición humilde que habitaban en la zona del cerro donde ahora se construye este edifico para el culto católico.
Fueron golpeados y desalojados en la madrugada por decenas de policías que arrojaban sus pertenencias y hasta les llegaron a robar. Enseguida metieron las máquinas y destruyeron los hogares construidos de cualquier cosa como tablas, cartones, bloques de cemento sueltos, láminas y plásticos. Los niños y las viejitas lloraban en la oscuridad, rodeados de polvo y destrozos mientras lo policías les aluzaban con linternas y farolas de las patrullas. Estos fueron los verdaderos mártires, junto con el pueblo que exprimen y engañan. Pertenecían a la Comunidad Indígena de Santa María Tequepexpan.
¿La iglesia persiguiendo a los pobres? ¿El reverso bíblico? Difícil de comprender.
Cubrí este hecho como reportero en ese entonces, allá por 1996. La noticia fue vetada por la televisora local y por supuesto que no salió al aire en su totalidad. Los medios que tenemos no están para enterarnos de estas cosas, sirven a otros fines.
La Iglesia de la Luz del Mundo, por cierto arquitectónicamente impresionante, no utilizó, que se sepa, un centavo del erario para su magnífica edificación. Quizá su organización, el orden que se observa en esta gente, muy discretos, prósperos -tengo entendido que cuentan con preparatorias y facultades en su colonia- es lo que ayudó a construir este magnífico templo. Enhorabuena porque no comprometieron obras sociales si no que ellos por sus propios recursos lograron materializar el proyecto. En cambio aquí tenemos algo muy distinto, que se lleva a cabo sin una consulta pública, aunque estas no existan de hecho. Ya nos estamos acostumbrando a financiar vidas de ricos que según esto trabajan de políticos y de paso obras monumentales a las que probablemente no asistiremos jamás. Todo por lo que anida en las cabezas de los que gobiernan para ellos. El hambre, el caos social, la inseguridad, pueden esperar. Sus compromisos y creencias no.

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