jueves, 6 de marzo de 2008

Corrupción con alas

La nueva legalidad y ética que presume el secretario de gobernación calderonista Camilo Mouriño, admite que los funcionarios y servidores públicos respalden y hasta firmen contratos que benefician comercialmente a sus propias empresas o las de sus familias.
Terminó hace unos minutos un programa en el que López Dóriga dirige algunas preguntas al empresario político donde éste afirmó al responder que efectivamente siendo funcionario público firmó los contratos entre la paraestatal y los negocios donde funge él mismo como apoderado legal y no veía en ello ningún ilícito. Bueno, si no se conoce la ley, pues tampoco sabe uno cuando se le inflige.
Ante la pregunta de los contratos directos que no pasaron por licitación como lo señala la ley, simplemente contestó que se hicieron como se hace cualquier contrato. O sea, todo está bien, las fortunas vertiginosas, los contratos entre
PEMEX y los negocios familiares, todo!!! Bienvenidos al paraíso de las leyes invisibles o maleables.
La lógica torcida del funcionario-empresario juzga además a quienes advierten de los delitos y saqueos, como gente interesada en que “México no salga adelante”. Como si la salida fuera el enriquecimiento ilimitado de quienes rodean a Calderón y las familias que le heredaron el cargo para seguir en su eterno agosto.
Al tratar de lavarse las manos “limpias”, se refirió en específico “al ama de casa que nos está viendo” para demostrarle, convencerle, de que él es una blanca paloma iberoamericana.
Le dieron sus cinco minutos en el estelar de Televisa y seguramente piensa que con eso es suficiente para continuar incrementando los negocios sin que los ciudadanos nos molestemos en protestar.
El señor Mouriño invita con su ejemplo a que toda la burocracia se desquite y aproveche el cargo para hacer o multiplicar su patrimonio.
La era Mouriñista-calderónica, avala las firmas de los funcionarios en contrataciones de obras, servicios o hasta vicios como las tangas del sexenio pasado.
De aquí en adelante es válido, “perfectamente legal”, según la nueva Constitución de esta mancuerna, el enriquecimiento que puedan procurarse los “servidores públicos”, gracias a las ventajas de contar con un hueso, aunque éste no sea de mucha importancia. Vaya aliento a la corrupción.
Seguramente se frotan las manos miles de trabajadores que se “sacrifican por la patria” ya que por fin un funcionario de alto rango sale a dar la cara por una práctica que se mantenía como tabú. ¡Sí se puede! ¡Sí se puede! ¡Sí se pudo!!! ¡A hacerse de cuanto contrato se pueda, entre socios, familiares, inversionistas y el gran papá gobierno!
El Estado, convertido en el gran cliente o proveedor, abre sus puertas de par en par a los visionarios que le puedan comprar o vender lo que sea. Mejor aún si esa gente está dentro o tiene algún contacto en el aparato que lleva las riendas. Ya nada más faltan unos spots para “motivarnos” a respaldar el esfuerzo y compromiso de sacar ese otro tesoro profundo que tenemos los mexicanos.
Jodidos los pobres que no tienen empresas para venderle algo o comprar aunque sea la chatarra de la
CFE
La corrupción se legaliza a la par que el petróleo se privatiza o termina de privatizarse y cualquier razonamiento que se incline a señalarlo se juzga como “ataques mediáticos” por parte del secretario de gobierno quien no abandonó el estudio sin darnos un buen chiste –menos mal- dijo que se “habían metido hasta con mi madre” y que “fueron hasta la tumba de mi abuelo y se trajeron su acta de nacimiento”. Vaya, un sepulcro con archivo y toda la cosa. Humor involuntario de un millonario más que se divierte y saca provecho de la política.

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