Lo que le resta al 2008 sumado al 2009, es lo que falta para que concluya el período de las alcaldías. Es decir, los presidentes municipales solamente tienen veintiún meses para hacer algo por sus municipios, sus partidos o por sus bolsillos, como acostumbran muchos.
Apenas parece ayer cuando entraron a despachar los asuntos de su ámbito; medio comenzamos a conocer sus estilos de administrar bienes públicos y ya casi están a la mitad de la gestión. Es muy breve su paso por la primera jefatura municipal y el alcalde de Guadalajara y otros funcionarios ya piensan en la gubernatura. Los restantes munícipes habitualmente se descartan porque todavía es bastante grande la desproporción que guardan sus municipios respecto a los que componen la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG). Ha sido tradicionalmente el presidente que gobierna la capital jalisciense el más fuerte aspirante al cargo de gobernador del estado, aunque los últimos alcaldes tapatíos priístas no alcanzaron este objetivo.
Hace unos años un ex alcalde de Tonalá hizo el intento y casi logra quedarse a gobernar en tanto que otro de Ciudad Guzmán gobernó Jalisco por seis años y a partir de entonces no ha dejado de pertenecer a los gabinetes presidenciales en cargos de primer nivel, más por coyunturas y compromisos que por brillo personal.
Los dislates de Emilio González han adelantado el reloj de la contienda por los principales cargos políticos de Jalisco, que son la presidencia municipal de Guadalajara y el gobierno del estado.
Ha bajado tanto la figura oficial de la primera magistratura estatal, de la nacional ni se diga, que a muchos actores políticos se les antoja legítimamente desplazar – urge- a quienes ya tienen prácticamente lleno el cacharro de las regadas de tepache.
Mal y de malas ha transcurrido la administración del Santo Niño González a quien se le ha ido en doblarse o pagar favores ante el clero católico local y apapachar a Televisa.
Mal visto por las minorías que atacó verbalmente y por las mayorías que no le ven “patas de jinete”, precisamente por ser candil de la calle, este góber piadoso ya se quemó como cartucho presidenciable y quién sabe cómo le vaya durante el tiempo que le queda al frente de los designios políticos de este mal administrado estado.
El timbre de su voz y la tonadilla estilo pirrurris, le imponen un sello particularmente molesto a sus rupestres opiniones sobre cualquier cosa, al igual que las diatribas que suelta en defensa de sus millonarias dádivas.
No conozco de alguna encuesta, sin embargo, desde los distintos círculos, tanto de élites acomodadas como de sectores populares, se levantan voces que se dirigen a su persona con toda clase de adjetivos altisonantes. No ha dado una en más de un año de administración. Todo ha sido desencuentro y conflicto, desde sus pleitos y disparates por motivos de conducta sexual ajena, hasta su vehemencia en encubrir funcionarios señalados como delincuentes, entre otras tropelías como las clases bíblicas en la Casa de Gobierno y por supuesto los millonarios donativos con dinero público.
Por eso anda caliente la política y los grupos se mueven como enjambres. El primer paso es conseguir candidatos que reúnan el perfil necesario para hacerse del municipio tapatío y los que han de conformar el congreso local. Esos son los objetivos primarios de los partidos. En cuanto al primero de ellos, el PAN puede darse un respiro al haber encontrado en Petersen Farah lo que hasta el momento ningún otro político local de esta filiación ha ofrecido. En primer lugar prudencia, apertura, buen trato. No cabe duda de que la educación y los principios morales “se maman”, como dicen popularmente. Sin duda este médico será una carta fuerte para aspirar a gobernar Jalisco y deja además el camino llano para quien postule su partido a sustituirlo. Su hasta ahora buen desempeño es gran ayuda para mantener esta alcaldía. En este punto tendrá que trabajar muy fino la oposición.
Por otra parte, el ingrediente de los Juegos Panamericanos hará de la sucesión un caso especial porque envuelve muchos negocios y sobretodo acapara reflectores, tan cotizados en política. La elección para el 2009 se vislumbra bastante competida, tanto al interior de los institutos políticos como para aquellos que resulten electos a contender abiertamente.
Las tribus locales barajan nombres y se acercan a quienes consideran piezas clave en el proceso, sin descartar incluir en sus planillas personajes de la estatura del ex rector y ahora académico y funcionario de la Universidad de Guadalajara, J. Trinidad Padilla López. Él sería postulado por el PRI a la alcaldía de Guadalajara y vaya que tendrían un buen candidato gracias al prestigio que acumuló en su rectorado y sobretodo al carácter que posee y le ayuda tanto en esta compleja carrera. Quienes le conocen saben también de su amplia cultura, carisma y calidad humana. El asunto aquí es qué tanto interés pudiera tener en competir en una elección donde todo favorece al partido en el poder. Antes de ello, desde luego, faltaría superar la etapa del consenso al interior del tricolor donde algunos militantes no son precisamente padillistas y guardan sus distancias por viejos desacuerdos o rencillas -¿amarguras?- que se dan frecuentemente entre quienes luchan por las parcelas del poder.
Lo que si puede suceder en caso de darse esta designación es que el PRD organice su estrategia en torno a una alianza y entonces sí, cuídate PAN, aunque lleves a un candidato estelar.
Como sea, lo que acontezca en 2009 será decisivo para 2011 cuando la atención mundial estará enfocada en nuestra ciudad por motivo de los juegos, en medio de elecciones estatales y federales y a un año de haber celebrado el Bicentenario, vaya hervor político que se avecina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario