jueves, 7 de mayo de 2009

Ahora sigue lo anti chino

La fascinación del juego de salón conocido como billar, consiste en que los jugadores expertos saben dónde y de qué forma golpear la bola con el taco, para que ésta choque con otra o bien rebote en las bandas de la mesa y de ahí golpee a la o las demás bolas. Carambolas les llaman a ciertas jugadas en esta especialidad de billar.
También está el pool que se juega con esferas numeradas del 1 al 8, además de una de color blanco utilizada para hacer las jugadas al estrellarla con las demás y procurar que caigan en las “buchacas”, según el plan que lleva en la mente el jugador cuando llega su turno y estudia de qué forma quedaron dispuestas en la mesa las bolas después de la jugada anterior.
Viene al caso esta breve referencia del famoso juego para dar una explicación de ciertos efectos de la crisis real o mediática, de la influenza A/H1N1. Leo en el medio impreso que reviso a diario así como en los correos electrónicos recibidos, que unos mexicanos fueron confinados, tratados como pestilentes y finalmente expulsados de China y Singapur.
Obviamente han de venir de regreso en el avión que el gobierno mexicano fletó para sacarlos de esos lugares, jurando rechazo total a todo lo que sea de origen asiático, sea chino, coreano, japonés, o tailandés, puesto que los mexicanos por costumbre resumen toda esa variedad racial en un sólo origen: chino.
En los años recientes el número de establecimientos de toda índole, desde comida hasta ropa o baratijas de origen asiático, ha tenido un incremento bastante notable, no se diga la cantidad de manufacturas que abastecen a la industria. Asia literalmente invadió los mercados mundiales y América Latina de forma especial gracias a la cuenca del Pacífico que se comparten ambos continentes. Alrededor de veintidós países latinoamericanos diversificaron sus economías, de ser clientes y/ o proveedores casi exclusivos de Estados Unidos, pasaron a serlo de los países asiáticos. México, como buen patio trasero del vecino, no se propuso siquiera cambiar de condición y ahí está: anegado de calamidades y sujeto al patrón de la casa que se conoce como América del Norte.
Sin embargo, el poder chino que radica en vender más barato, aunado a una ayuda de los políticos y funcionarios mexicanos, abrieron de par en par las fronteras a quienes con todo y sus familias abren negocios en México. Los tiempos de la Nao de China regresaron con un ímpetu que seguramente inquietó al dueño de la casa, no la cabaña del gerente de los pinos, sino la del norte, quien sin chistar ordenó poner orden.
Ahora sigue de este lado lo anti-chino y ya comenzó según la iniciativa de los industriales de Jalisco, quienes han propuesto un veto al consumo de productos de procedencia china.
Una carambola de tres bandas, tan rápida y sutil que ni se vio, solo se sienten los efectos. ¿Quién se anotó el punto?

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