Un gobierno que diseña y aplica su política económica únicamente en base a lo que señalan los mercados, queda en automático sujeto a ellos. Por ende, si los mercados sucumben la economía naufraga y en consecuencia la viabilidad del gobierno corre el mismo riesgo.
Eso es lo que sucede ahora en México y quizá no sea el único caso en el orbe según el impacto global del fenómeno, cuyas manifestaciones van en aumento. La semana pasada decenas de obreros, en su mayoría mexicanos y latinos, tomaron las instalaciones de la empresa que les empleaba (Republic Windows and Doors) en Chicago, al declararse ésta en quiebra debido a la suspensión de su línea crediticia por parte de Bank of America. El gobernador de Illinois, Rod Blagojevich, (coincidentemente detenido horas más tarde acusado de corrupción) ordenó que las dependencias del Estado suspendieran todo negocio con Bank of América, institución que acaba de recibir como rescate una inyección de 25 millones de dólares provenientes de fondos públicos. Hasta ahora los banqueros se han negado a restituir el crédito, argumentando ser ajenos a las responsabilidades y decisiones de Republic, como si el Estado lo hubiera sido de las decisiones de la administración del banco rescatado.
La situación se ha vuelto emblemática y hasta motivo de controversia social; se han unido en apoyo gremios sindicales y figuras de peso político como el senador Dick Durbin, los representantes federales Luis Gutiérrez, Jan Schakowksy, y el reverendo Jesse Jackson. De hecho, hay un número creciente de firmas que se encuentran muy cercanas de verse envueltas en la vorágine de la banca rota. Como si fuera una reacción en cadena en ambas fronteras, compañías armadoras, editoras, comercializadoras, entre otras, anuncian cierres. La epidemia ataca con fuerza y se extiende, por lo que una vez más se pone en duda la capacidad del gobierno de Felipe Calderón para seguir al frente de las instituciones de México.
A partir de la declaración que él hace donde afirma reconocer “las primeras señales de una recesión generalizada global”, podemos advertir la lentitud de los reflejos o el afán de seguir creando optimismo ficticio en base a la propaganda mediática. Después de varias semanas de estrepitosos “cracs” que retumban en casi toda la economía planetaria, podemos suponer una falta absoluta de proyecto económico local, que pudiera proteger el ingreso y el empleo.
La abrupta caída de los precios internacionales del petróleo, aunada a la crisis especulativa bursátil que arrastra la economía estadounidense, sin que todavía se advierta algo que la pudiera frenar, son razones contundentes que no dejan lugar a dudas: se avecina una recesión económica sin precedente en México, como si fuera poca cosa la inestabilidad provocada, sobre todo por la incapacidad para revertir el efecto inercial de la descomposición del sistema en todos los órdenes de lo económico, político y social.
El presidente recién advierte las señales o las había percibido y trató de ocultarlas -lo cual sería suficiente motivo de un juicio por falsear información vital- en tanto que cierran más de mil firmas en un año, provocando la desaparición de 189 mil empleos.
El que no miente es el presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (CANACINTRA) , Miguel Marón Manzur, quien da a conocer algunos datos que advierten un colapso generalizado: En el sector manufacturero se perdieron 64 mil empleos este año y dejaron de crearse 225 mil. En toda la industria se generarán solamente 150 mil plazas en 2009, el equivalente al 12.5 por ciento de las que se requieren en un año.
Sin una base social legítima, ni resultados que restablezcan algo de credibilidad, el gobierno ha mermado su apoyo. La delincuencia desatada, totalmente fuera de control penetró las instituciones hasta la médula: las hizo híbridas inyectándoles dinero y colaboradores. El hampa se encarga de precipitar la fragmentación y derrumbe del régimen, a menos que sucedan otras cosas, por ejemplo: acogerse a una junta de gobierno manejada desde Washington a través de militares y civiles de probada incondicionalidad hacia la Casa Blanca. Todo ello bajo el resguardo de las armas.
Así, el descontento popular contenido, tendería a amainar conforme a la recuperación de los mercados que, de no darse en el corto plazo, daría lugar a movimientos civiles incontrolables y desenfrenados que tendrían que ser reprimidos por fuerzas mixtas.
Por su parte la fuga de capitales conjuntamente acelera el proceso que impactará más crudamente, como siempre, en las clases de niveles económicamente bajos
Qué tan distantes nos encontramos de estos escenarios, no mucho, de acuerdo a los indicadores económicos y la incapacidad del gobierno para dar respuestas.
La dinámica electoral más próxima (2009), puede operar en dos sentidos; dar cauce legal y pacífico a los cambios de representantes conforme a los resultados de los comicios, lo cual ayudaría a distender el clima social o bien, llegar a ser el factor decisivo para un cisma generalizado.
Cualquier actitud, discurso o “acuerdo cupular”, que recuerde los delitos y trampas electorales de 2006, aplicados en contra de López Obrador, desataría en cuestión de horas una protesta masiva que pudiera paralizar el país. Dos mil nueve es un año de pronóstico difícil, por donde se lo vea.
Una derrota electoral en la intermedia significaría para el régimen su final anticipado, prácticamente no tendría más que hacer en el resto del sexenio que no fuera continuar con el desgaste, que ya parece pago de penitencias. De ahí que la tentación de poner en marcha todo el aparato del Estado para asegurarse la permanencia en el poder, sea mayúscula.
Apuesto pesos contra tostones que nuevamente AMLO será el factor central de la elección. Lo que suceda con la militancia del PRD, de aquí a entonces, será decisivo para el acomodo o desacomodo de fuerzas. Hay indicadores de una escisión masiva en la recta final o en cuanto pase el proceso (para alcanzar a acomodar cuadros) que dejaría a la llamada corriente chucha disminuida hasta la inanición. Con esa maniobra el lopezobradorismo recobraría fuerzas para prolongar la campaña hacia 2012, obviamente con el líder a la cabeza, con otra coalición y quizá un nuevo partido. En ese tenor, lo seguidores del tabasqueño tienen muy presente una misión fundamental: cuidar celosamente la totalidad de las casillas.
Realmente sería un futuro inmediato bastante positivo si llegaran a darse las cosas tan fácilmente como se menciona. Uno no deja de ser optimista, sin embargo, los acontecimientos cotidianos obligan a ver las cosas con más cautela y menos emoción.
La preguntas obligadas son en varios sentidos: qué tanto puede durar el clima relativamente estable que todavía permite que llevemos a cabo nuestras actividades. En ello el flujo del dinero juega un papel determinante. Cuánto más durará la relativa paz social. Qué harán las multitudes desesperadas, empujadas por el hambre y la carencia de todo. Hasta dónde llegará el crimen organizado. Qué o quién detendrá la fuga de dinero hacia el exterior. ¿Hay una trama diseñada, dirigida, detrás de todo esto?
En el supuesto caso del triunfo del movimiento de la izquierda que apoya a AMLO, ¿qué va a suceder con el narcotráfico, los cárteles y todo lo que está implicado y conduce directamente al sur y al norte? ¿Reducirá paulatinamente el narcopoder en base a la fuerza del Estado, políticas y programas coherentes, sin llegar a provocar sus instintos criminales? En la medida en que una sociedad se vuelve socialista se alejan las plagas como el horror del crimen organizado que tiene en el neoliberalismo su verdadero paraíso. Este es todo un tema.
2010 es simbólico y puede haber grupos preparándose para esa fecha. Esto es una simple suposición, sin embargo se sostiene por el número creciente de incertidumbre y violencia. Perder la seguridad significa para la población que existen razones de peso para apoyar el uso de la fuerza, lo cual en manos de un régimen que ha perdido la brújula, que no construyó ningún liderazgo y lo peor; desconocido por sectores sociales que son básicos para cualquier gobierno, se vuelve pólvora con estopa.
No puede haber buenos augurios para un país con su economía arrastrándose por los suelos, elevando cada minuto el número de pobres y enfermos sin atención, manteniendo los más retrasados niveles educativos que se dan en el mundo y por si fuera poco el peso del subdesarrollo, manteniendo una costosa e inútil clase política parasitaria, capaz de endosar y comprometer el presente y el futuro de las generaciones de ciudadanos, con tal de vivir del poder. Un abanico de partidos dominado por dos institutos (el tercero está convaleciente) que medran con el presupuesto y el favor de los medios de comunicación anodinos e igualmente corruptos, ahora también lucran con los capitales de las trasnacionales que les sobornan.
Ni qué bueno esperar de algo que controlan las mafias del dinero y las mafias de toda especialidad que abundan en el país; desde los cárteles, hasta los grupos de políticos y empresarios, funcionarios, burócratas, sindicatos y el propio clero henchido de privilegios, aprovechando el libre albedrío para apropiarse de las conciencias y acrecentar los ríos de dinero que fluyen hacia Roma, después de costear toda clase de lujos para los altos prelados.
El sistema social, político, económico, educativo, asistencial, con todo y el aparato en los distintos niveles, desde el federal hasta los ejidos y comunidades agrarias, se halla completamente podrido; salvo uno que otro tejido, algunos grupos de células que luchan con todo denuedo por sobrevivir, el resto se ahoga en su propio detritus.
Es que, gobiernan, deciden, ordenan, los más rapaces, en lugar de hacerlo los más capaces. Por lo que espero que 2010 sea año ciudadano y no patriotero orquestado por el cartel de los pinos y sus sucursales en los estados de la República. Es la única manera de conseguir la estabilidad necesaria que nos pondría nuevamente en el progreso.
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