lunes, 16 de julio de 2018

¿Se abre paso otra revolución en México?




Los acontecimientos previos y posteriores al pasado día electoral 1 de julio de este año 2018, nos revelan que están sucediendo cambios que se perfilan a ser parte de una historia revolucionaria en nuestro país. Por lo que constatamos en los comicios hubo una respuesta contundente de treinta millones de votos, alrededor de un 53.17 % de las preferencias, el mayor que algún candidato haya obtenido en la historia; no hay duda que se comienzan a escribir nuevas páginas para México, con otra clase de actores estelares y desde luego diferente trama.
Viéndolo con un acercamiento más próximo nos damos cuenta que los cambios están ocurriendo sin alterarse el contínuum que lleva la nación; es decir, la marcha y el ritmo de los negocios, la marea financiera privada. Es más, de ahí surge el respaldo más importante para el cambio, sin menguar desde luego el gran factor; la esencia indispensable de la lucha social que desde abajo ha impulsado a López Obrador a la conquista del poder. Esto significa alianzas, sumas, incremento en las filas de personas de distintos perfiles, filiaciones y trayectorias, incluso contrapuestas, en un proyecto unificado.
Todo ello debe servir tanto para las agendas de ayer como también llevar a cabo la acción de la justicia para los familiares de los estudiantes de la escuela Isidro Burgos, los miles más de desaparecidos, los desplazados o muertos a causa de las descontroladas luchas de los poderes fácticos junto con las fuerzas represivas del Estado, como para cimentar aquello que sostendrá el futuro.
Hoy se comienza con la advertencia de que habrá guerra total contra los corruptos. Es buen principio. Se parte de una tregua de pacificación, de diálogos junto con diagnósticos conjuntos para mirar de frente lo que pasa. Poner todas las cartas en la mesa para observar detenidamente el panorama en toda su imbricada gama de dinámicas, objetos, instancias y sujetos que intervienen de diferente manera en este cáncer social. Lo que sigue es que cada quien guarde un comportamiento adecuado a las nuevas circunstancias o de lo contrario, enfrentará al Poder Judicial.
Por otra parte, el ánimo es propicio para el aporte ciudadano en esta etapa crucial que puede revolucionar el estado de cosas que tenemos. Desde el micro ámbito de cada quien es plausible inferir con acciones y decisiones que pongan a flote el bienestar: aquí juega un rol decisivo el empresariado que, según los acuerdos cupulares, actuará en beneficio de la capacitación de jóvenes estudiantes para incorporales en los sectores productivos, tomando en cuenta la importancia de las áreas científicas enfocadas a lo social, para no incurrir en desequilibrios, sobre todo los que causan las proyecciones que de forma pragmática por años se han hecho en beneficio único del capital. Tiene que haber futuro para la gente por encima del que se construyen para sí mismas las grandes firmas corporativas; el beneficio de las personas va por delante de cualquier otro propósito. Al menos esa es la idea que nos ha de acompañar en cualquier intento de transformación como ciudadanos.
Políticamente todo está girando alrededor de los resultados electorales, los ciudadanos hemos cumplido cabalmente una tarea, mas no solamente con el propósito de realizar un cambio o relevos de autoridades y/o representantes, sino que conformamos un impulso para imponer soberanía popular de aquí en adelante. Más le valga al nuevo gobierno y los poderes que le acompañarán ajustarse a nosotros, el pueblo. Entonces si habrá otra revolución, la del siglo XXI, la pacífica.

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