lunes, 19 de marzo de 2012

México se desgarra entre el TLC y el Vaticano, mientras lo arrulla Televisa.

Dos acontecimientos recientes no dejan lugar a dudas de la aguda dependencia de los agentes externos que definen a México: el consenso de Washington y el Vaticano.

El vicepresidente de EU pasó revista hace días a los candidatos a la presidencia de México, evidentemente para tener un cálculo sobre el cual diseñar y operar la política que aplicarán cuando se elija alguno de ellos: el que mejores garantías ofrezca para que el tutelaje político y económico continúe, sin causar mayores dolores de cabeza, es el que van a apoyar.

¿Por qué México ha de permanecer sujeto a lo que señalen o “sugieran” coactivamente, los sucesivos gobiernos del norte? La respuesta que podemos imaginar es que así lo ha determinado la historia, o mejor dicho, quienes formaron parte de ella en los distintos momentos en que individuos, de ambos países, fueron los artífices de la relación bilateral, con resultados que dejaron enormes asimetrías a la vista, dado que las sociedades de ascendencia novohispana mestiza, estuvieron siempre, por sus propios errores o debido también a la veleidad y astucia de los vecinos norteños, en condiciones de inferioridad prácticamente en todos los aspectos socioculturales y, sobre todo en lo económico. Nunca ha sido equiparable el nivel sociocultural y el poder financiero de ambas naciones. La nuestra tiende más al estado de pobreza crónica, a la desorganización, y por ello a generar grandes desigualdades, en tanto que los que se definen como americanos demostraron con las armas, el dinero y una sed de progreso que se volvió insaciable, la supremacía de su nación sobre el mundo entero.

Se padece aquí un histórico rezago en prácticamente todos los órdenes de la cultura y de la sociedad, por lo que toda esa superioridad demográfica, tecnológica, militar y hasta cultural, que ostentan los estadounidenses, ha impuesto de ordinario su visión del mundo y que se haga su voluntad en este lado de la frontera, sin que haya algún impulso de soberanía capaz de enfrentar este nuevo coloniaje, aún en el tiempo pos moderno. Por su parte, la sociedad mexicana se ha imaginado a sí misma continuamente siguiendo la pauta que se le marca desde el “cerebro” de la región, al tiempo que vive negada de su pasado, circunstancia que analizaron o narraron en su obra varios preclaros filósofos, escritores y pensadores como Octavio Paz, Carlos Fuentes, Daniel Cosío Villegas o el norteamericano Alang Riding en el libro cuyo título es al mismo tiempo una advertencia: "Vecinos distantes".

No se han trasladado del todo hacia el futuro los imaginarios desde la época virreinal, circunstancia reflejada en las tradiciones y demás actividades que marcan culturalmente la vida de nuestras comunidades, por más heterogéneas que se muestren. Todavía existe una resistencia importante a los cambios culturales que impulsaron los medios, como el cine o la televisión extranjeros, junto con otras dinámicas del intercambio global, al igual que las nuevas tecnologías de la comunicación y la información.

Por su parte, la visita de Benedicto XVI conlleva una agenda de aspectos políticos encaminados a la apertura de espacios para el catolicismo en la comunidad mexicana. Esto significa conseguir facilidades para contar con licencias que permitan la operación de medios de comunicación de señal abierta y que además se incluya la enseñanza de religión católica en las escuelas públicas. Temas sumamente sensibles que requieren debates serios y sobre todo, mayor fluidez de información confiable.

El Vaticano tiene en México una de sus más eficientes fuentes de financiamiento, lo cual incluye una lista que no se conoce públicamente de bienes de toda índole, que van desde factorías hasta cadenas de supermercados, desarrollos, rentas de inmuebles, entre otros. Igualmente se han enturbiado las actividades de esta institución con la escalada del capital que deriva del narcotráfico, pesando la sospecha de que la iglesia igualmente se ayuda de estos dineros. Cuando aconteció el asesinato del Cardenal Posadas Ocampo se generó opinión pública en este respecto, después de la entrevista del nuncio apostólico Prigione con el capo del cártel de Sinaloa, Ramón Arellano Félix. La explicación que dio el clérigo como motivo del encuentro fue más bien ridícula: arguyó que el narcotraficante solicitó el servicio de la confesión. Después del crimen que tuvo lugar en el aeropuerto de Guadalajara, los asesinos viajaron tranquilamente durante más de dos horas en un vuelo comercial hasta la ciudad de Tijuana, sin que nadie los molestara. Como para Ripley.

Con estas evidencias difícilmente se puede dudar de los intereses oscuros que mueven estas redes de religiosos que jalan millones de dólares de todo el mundo, posiblemente al amparo de algún poder que recuerda la “cosa nostra”, el cual quita enemigos y obstáculos del camino, como el malogrado cardenal y el candidato Luis Donaldo Colosio, junto con el diputado Ruiz Macieu, quienes de acuerdo a algunas opiniones que se dejaron escuchar en aquel momento, analizaban la posibilidad de revertir estos efectos modificando las reglas del juego. Es algo irracional que las naciones golpeadas durante siglos por la pobreza, la injusticia y las desigualdades, alimenten los excesos de este imperio. Es posible suponer que por pensar así, les haya costado la vida en condiciones altamente extrañas, a los políticos mexicanos, al Cardenal, y otros que trataron de desentrañar los móviles de estas muertes.

El papa sin duda vendrá a dar apoyo explícito al partido identificado con la iglesia, para que tenga ventaja en el presente proceso electoral. Así cuida los intereses millonarios de su organización, ocupando este empobrecido país el noveno lugar en cuánto aportaciones al Vaticano.

Este modelo ya debe cambiar, sin embargo la tarea se vuelve cada día más difícil porque los principales medios también se suman en esta cruzada en favor de la ignorancia y la ceguera del pueblo, siguiendo la lógica de que dominando las conciencias se exprime más fácilmente el bolsillo.

Dos amos o nanas, las cuales junto con el monopolio televisivo llevan de la mano al país, a través de espinas y barrancos. Pobre México, con estos tutelajes infernales que lo mantienen en la miseria moral y material.

No hay comentarios: