domingo, 26 de septiembre de 2010

Los medios de comunicación y la acción política

Ponencia que por motivos de causa mayor me fue imposible exponer durante el seminario abierto del Congreso: Brasil Post-Lula. Oportunidades y desafíos para la integración. LLevado a cabo en la Universidad Belgrano en la ciudad de Buenos Aires Argentina. (15-09-2010)

Seguir de cerca el proceso del Brasil, sobre todo a partir de la última década, constituye un objeto de enorme atractivo para académicos, y/o periodistas, al igual que analistas políticos que desarrollan trabajos dentro y fuera de la región, en este caso aquellos interesados por analizar las implicaciones políticas y socio culturales que tienen a los medios de comunicación como actores centrales.

¿En qué forma cambiaría la acción política con la democracia de los medios de comunicación?

Las asignaturas que se relacionan con el control social de medios de comunicación, de su potencial protagónico, al igual que la mayor participación de licencias que permiten operar frecuencias o canales, principalmente de Televisión, dando cabida a la pluralidad de actores y/o puntos de vista en la circulación de la información, se vuelven temas que cobran prioridad tanto en las agendas gubernamentales como también para algunos núcleos civiles latinoamericanos. Se han venido como en cascada las propuestas y acciones por una transición que buscan la democracia mediática.
La cada vez más visible corriente de opinión que regionalmente promueve la tesis del derecho a la información y la democracia comunicacional, adquiere mayor legitimidad en la medida en que logra vencer las inercias creadas por el interés eminentemente comercial de los medios. Se han dado avances importantes en términos de apertura hacia la participación de las distintas entidades socioculturales que configuran los espacios sociales en nuestras naciones: Argentina, Ecuador, Bolivia, Venezuela y de manera especial Brasil.
Hasta los más escépticos ya no peden dudar de que “el fenómeno Lula” que logró posicionarse en el 80 por ciento de los electores brasileños, se inscribe entre los acontecimientos políticos más sobresalientes de lo que lleva transcurrida la era global. ¿Qué emana de este ex trabajador metalúrgico que se tornó invencible después de haber sido derrotado hasta en tres ocasiones, antes de alcanzar la presidencia en dos ocasiones en las cuales se crearon 14 millones de empleos? Las cifras hablan por si mismas pues no hay un solo renglón en el cual no sobresalgan números favorables, no tan sólo para los sectores que tienen menores estándares de calidad de vida en los que 20 millones de una población de 190, salieron de la pobreza por el efecto de las políticas sociales como la llamada bolsa social, al igual que la dinamización de la economía que incrementó el mercado de trabajo, sino también para los ricos que vieron incrementar sus capitales al constatarse que “la cantidad de individuos que poseían más de un millón de dólares” en activos financieros se había incrementado en un 19.1%, entre 2006 y 2007. (1)
La integración regional avanzó en medio de una crisis financiera, económica y social, que se agudizó de manera devastadora en las naciones que siguieron los lineamientos de ajuste estructural y las políticas anti redistributivas que marcó el consenso de Washington junto con el Fondo Monetario Internacional, durante tres décadas consecutivas y cuyas medidas hundieron a la población en la miseria. Solamente en América Latina, la cantidad de pobres casi se duplicó entre 1980 y 2001, pasando de 120 a 220 millones.
A unas semanas de los comicios, el liderzazo del presidente brasileño y él, personalmente, impulsaron con suficiente fuerza la candidatura de Dilma Rousseff, por lo que de acuerdo con algunas empresas que hacen estudios de opinión como la encuestadora Sensun, ésta ha tomado la delantera con amplitud para la primera vuelta, sobre el oponente conservador José Serra del Partido Socialdemócrata, cuyo proyecto ha sufrido un severo desplome que llevó a sus asesores a la idea de promocionar su imagen junto a la del presidente.
El previsto triunfo de Rousseff daría teóricamente continuidad al proyecto de Lula da Silva, quien, durante sus dos períodos de mandato y sobre todo a medida en que ganaba popularidad en amplios sectores nacionales e internacionales, señaló con especial énfasis la conveniencia de acotar el poder mediático brasileño, concentrado principalmente en la familia Marinho, -accionista mayoritaria del grupo Globo-.
Durante el Foro Social Mundial realizado en la ciudad amazónica de Belem en enero de 2009, Lula convocaba a una Conferencia Mundial de Comunicación, para la cual se organizaron asambleas en diferentes lugares del país contando con la participación de unas 10 mil personas que discutieron el rumbo de la comunicación y fueron además acordadas las bases sobre las cuales los delegados debatirían sobre la variedad de temas que surgieron en las mesas de trabajo que se llevaron a cabo el 14 de diciembre en Brasilia. (2)
A partir de la intervención que tuvo en la Conferencia Nacional de Democratización de la Comunicación, contando con la presencia que representaba la mayor parte de medios de comunicación, así como académicos, entre otras personalidades ligadas a sindicatos y grupos civiles, Lula insistió sobre la conveniencia de reformar el marco legal en el que operan los medios, el cual mantiene vigencia desde 1964, época en la que la naciente dictadura militar favoreció la conformación de lo que al paso del tiempo dio lugar al emporio informativo que controla la familia de su fundador Roberto Marinho.

Años después el país vivió las movilizaciones que demandaron elecciones directas y en 1985 José Sarney, primer presidente civil desde el golpe de Estado (1964) impidió cualquier iniciativa reformista sobre la estructura de la propiedad mediática e inhibió el derecho a la información. Para ello trabajó conjuntamente con la familia Marinho, convirtiéndose en uno de sus socios. (3)
La Conferencia que de forma multidisciplinar fue organizada por el actual régimen, tuvo, entre otros resultados, algunas recomendaciones que el gobierno arropó con la finalidad de crear un diseño que sirviese para una futura ley de radiodifusión, en este caso orientada a primar el uso o “control social” de los medios de comunicación, por encima del interés meramente comercial que mantienen actualmente.
Los primeros pasos se dirigieron hacia un nuevo modelo de licitación para operar frecuencias televisivas, lo cual ha ocasionado más de una reacción adversa por parte de quienes han explotado las canteras informativas o aparentemente informativas de la comunicación. Es decir, los que obtienen beneficios gracias a los imaginarios que les son afines en el clima social. Aunque cabe señalar que en las márgenes de una auténtica democratización de dichos medios masivos, debieran tener cabida la totalidad de voces y actores que sirven como contrapeso a cualquier hegemonía.
Cuando comenzaba la década de los años 80 surgió de la sociedad brasileña un llamamiento donde cientos de miles de ciudadanos corearon “¡Globo, el pueblo no es un bobo!” en reclamo por la posición de censura que mantuvo el corporativo a través de la emisión de novelas y diferentes espectáculos como el futbol, concebidos para exacerbar la distracción masiva con lo que inhibió cualquier tipo de protesta social o movilizaciones contra el régimen militar.

¿Cuál sería la estrategia idónea y quienes son o pudieran ser los agentes y las agencias mejor posicionadas para llevar a cabo esta transición? ¿Los grupos o cúpulas de poder político y económico o la sociedad civil organizada? ¿Ambos por medio del consenso? ¿Es conciliable la democracia de los medios con los intereses de quienes dirigen y operan los que se tienen actualmente en Brasil?
A tres décadas de distancia un efervescente sector del público brasileño manifiesta su rechazo hacia el grupo mediático dominante, toda vez que éste ya da muestras de desgaste de acuerdo a las encuestas, entre otro tipo de mediciones de audiencias, así como las conclusiones a las que llegan algunos investigadores. Para ciertos observadores ya es cuestionable el control cuasi absoluto de la opinión pública a través del poder omnímodo atribuido al grupo.
A diferencia de la época en que el presidente mancomunaba intereses con los directivos o socios, el saliente Luis Ignacio Lula hizo su propia marcha en dirección opuesta, es decir, generó, mediante el impulso de nuevas leyes, un esquema propicio al surgimiento de medios de comunicación como el recientemente inaugurado canal sindical que con el rubro de Televisión de los Trabajadores, (TVT) comenzó sus transmisiones tanto por aire como a través de cable a partir del pasado 25 de agosto desde sus estudios situados en la ciudad industrial de Sao Bernardo do Campo, el principal bastión político del Partido de los Trabajadores.
Es posible inferir que el presidente reafirmó con este lanzamiento el interés explícito de revolucionar los medios informativos, al potenciar la participación de actores ordinariamente excluidos de los medios o en todo caso tratados con el desdén propio de los grupos hegemónicos hacia las clases trabajadoras o populares, lo mismo que a los movimientos civiles. Se trata de una disputa por la verosimilitud que, sin embargo, conlleva también el interés político de las facciones que históricamente han estado en pugna: la teorizada ad infinitum lucha ideológica o de grupos con diferente estrato social. La diferencia es que ahora la medición de fuerzas se lleva a cabo, sobre todo, en las arenas mediáticas.
La reflexión a este respecto tiene como eje cuestionar qué instancias serían apropiadas para comenzar los cambios en las configuraciones comunicativas, si pudieran ser éstas las dinámicas que modelan los imaginarios prevalecientes, mismos que favorecen y son favorecidos por la sociedad de mercado bajo las directrices neoliberales, o, las iniciativas legales, así como acciones o emprendimientos gubernamentales y/o civiles que ofreciesen acceso a la creación y uso de medios con un perfil de participación y dirección desde la base social, clase trabajadora, instituciones educativas, foros ciudadanos, entre otros. ¿Qué es necesario sustituir o deconstruir ya sea contando con la ayuda o a pesar de los grandes medios de comunicación para perfilar una sociedad más justa y equilibrada en términos de justicia social, oportunidades de desarrollo y derechos humanos?
Al igual que sucede en la mayor parte si no en la totalidad de países de Latinoamérica y aún en otros que muestran distinto desarrollo o estatus socio económico y cultural, en Brasil las propagandas televisivas han sido históricamente el factor de decisión más influyente para elegir al presidente y más aún, para crear o reforzar el imaginario tan hecho a la idea de que los medios de comunicación, ante todo, deben cumplir con el objetivo de ofrecer entretenimiento. Las grandes mayorías no los consideran esencialmente como entidades que pueden proporcionar flujos de información balanceados. El sesgo, la predominancia del grupo que mayor influencia tiene sobre el universo comunicativo, hace que la audiencia dé por sentado que eso que pasa por sus pantallas constituye la única verdad posible, porque corresponde a su propia realidad pensada.
Expertos consultados por BBC Mundo afirmaron que la campaña que comenzó en los medios podría definir los próximos comicios.
"Históricamente en Brasil las propagandas televisivas han sido decisivas para elegir al presidente", afirmó el politólogo Vicente Palermo.
La televisión es considerada la principal herramienta de comunicación en el país, en particular con los sectores carenciados que aún son mayoría en Brasil.
Según el sistema que aplica en ese país, el espacio en televisión para las campañas es otorgado de forma gratuita por el Estado, que distribuye el tiempo entre los candidatos de acuerdo con el caudal de votos que consiguió su respectivo partido en los comicios anteriores.
Es por eso que este año Rousseff será la que más presencia televisiva tendrá, seguida de Serra.
La estrategia de Lula para promover actos de gobierno junto con su propia imagen, se basa en gran medida en el contacto directo con la gente, lo cual ha tenido un buen efecto multiplicador que le favorece. Actualmente tiene el 80 por ciento de popularidad, no obstante que su política internacional, concretamente los lazos que mantiene con los presidentes venezolano e iraní, Hugo Chávez y Mahmud Ahmadineyad, que derivaron en fuertes críticas por parte de sectores que le han sido adeptos, y por supuesto con más fuerza desde la oposición. Hasta se han tachado sus políticas de “sovietizantes” e inhibitorias de la libertad de expresión, etc., sin embargo Lula da Silva no tan sólo los ha superado sino que ya los trascendió.

(1) El Dipló. Argentina. Año XII, No. 135, septiembre 2010
(2)Darío Pignotti. Página 12. Respecto de la victoria de Lula en los comicios de 2006 véase Bernardo Kucinski, “O antilulismo na campanha de 2006 e suas raízes”, en Venício Lima (compilador), A mídia nas eleições de 2006, Perseu Abramo, San Pablo, 2007.

(3) Darío Pignotti. Página 12. En 1989 el entonces aspirante a la Presidencia Lula fue objeto de un golpe mediático, perpetrado por Globo, que para impedir su victoria fabricó la candidatura de Fernando Collor de Mello, quien dejaría el mandato en 1992 hundido en escándalos de corrupción. Véase Darío Pignotti, “Globo: el partido más poderoso de Brasil”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, Buenos Aires, septiembre de 2007.

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