Si la cúpula del PAN no se equivoca, aunque suelen hacerlo, el capital político que es capaz de salvarles de la anunciada derrota y salida de la Presidencia de la República, es el que acumula en forma creciente la diputada por la LXI Legislatura, Josefina Vázquez Mota.
No hay otra candidatura de esta institución política capaz de remontar algunos factores más que visibles: Por una parte se tienen los magros resultados de dos sexenios que no lograron reflotar la economía, al igual que tampoco trazar un rumbo y mucho menos planificar o siquiera hacer un esbozo legible de cómo se pensaba el desarrollo, y por la otra, la imposibilidad de conectar con la gente, esa falta de entendimiento sobre las raigambres antropológicas e imaginarios múltiples, de este mosaico socio cultural que llamamos México. El panismo, como corriente ideológica, no ha sido el interlocutor sensibilizado ante el pueblo que permanece gravemente dividido, agraviado y atrasado. Lo ve en todo caso como un rebaño lastimoso, al que es necesario cuidar del mal, así como guiarlo sobre todo espiritualmente, y ponerlo a trabajar, lo cual no estaría mal si no fuese porque lo pretende hacer exclusivamente a través de la imposición del modelo neoliberal a ultranza, mismo que ha sido declarado en distintos foros mundiales como causante de las agudas crisis financieras y quiebras que, de manera constante, se repiten por el mundo.
Las sociedades se han convertido en fábricas de pobres y desempleados, por lo que, o se abandonan estas aguas turbulentas o nos precipitan a otros niveles de violencia e ingobernabilidad, que pudieran desatar situaciones aún más caóticas y cruentas, como ha sucedido en el pasado aquí y en el presente en otras latitudes.
Sería interesante conocer la opinión que tiene al respecto la política y empresaria Josefina Vázquez Mota, de quien su formación académica refleja una fuerte vocación por la libre empresa, en sus aspectos finos de liderazgo, competitividad, eficiencia, entre otros campos de la iniciativa privada. Ha fungido como asesora de corporativos de alto nivel y su desempeño en la administración pública en gobiernos con visión empresarial y fuertemente asidos al Consejo de Washington, es incuestionablemente positivo para las causas de los grupos con los cuales mantiene sinergia y comparte objetivos e ideales. Que yo recuerde, en medio siglo no ha habido otro funcionario que repita algún cargo del gabinete en dos sexenios continuados, desde Antonio Ortíz Mena al frente del Banco de México. Además, JVM, ha salido muy bien librada de los roces que por naturaleza tiene la política. Y vaya que enfrentó gente del calado de Elba Esther Gordillo. Nada más y nada menos. Es hábil y tiene otra cualidad que me comentó un amigo que ha llegado a conversar con ella sobre temas de la agenda nacional: sabe dialogar.
Por supuesto que también el gran electorado que estará presente en 2012, toma en cuenta la desatada furia de Calderón contra un enemigo ubicuo, una persecución que si bien ha servido para darnos cuenta de la capacidad de fuego que tiene la delincuencia, conformada por batallones de individuos que perdieron todo indicio de escrúpulos o moral, no convence en cuanto a que los esfuerzos y sacrificios de por medio, al menos cristalicen en una nación más liberada de esta clase de organizaciones criminales. Por el contrario, éstas se multiplican y aparecen con nuevos nombres y mensajes siniestros.
Aunque efectivamente hay quienes respaldan o apoyan lo que ha sido la impronta del sexenio, es decir, gente convencida de que el mandatario hace lo correcto al continuar con esta “lucha o guerra”, como parte del llamado Plan Mérida, hay mucho más que lo perciben distinto; rechazan categóricamente las medidas militaristas y policiales. El sentido común predominante entre ámbitos mejor formados e informados, se orienta hacia otra clase de políticas públicas o acciones para mitigar y finalmente revertir, el derrumbamiento social que padecemos. Estas entidades ofrecen como alternativas viables, elevar de manera sustantiva la inversión en educación, así como aplicar programas que incentiven oportunidades a los jóvenes, entre muchas otras ideas. La no violencia es también la bandera de una sociedad civil que parece despertar y más vale que se le tome, ahora si, en cuenta. También sería importante saber el punto de vista de Josefina en esta asignatura.
Considero que uno de los momentos clave de su búsqueda legítima de ser la presidenta de México, será cuando se pronuncie sobre este tema en particular. Difícilmente pudiera pensarse que Vázquez Mota pusiera la mayor parte de la energía que dispone el Estado para perseguir al crimen organizado, como lo hace Calderón. Difícil es también pensar que los grupos de interés detrás de todo este aparato bélico, judicial y financiero, dejen el negocio. Sin embargo, el país no puede y no debe continuar por este rumbo.
Por ahí va de boca en boca una pregunta que me parece un tanto vacía o fuera de contexto: ¿Está México preparado para tener una presidenta? Yo considero que las sociedades no se preparan en función de ser gobernadas por tal o cual género. No existen parámetros para sondear o medir opinión en ese sentido. Mucho menos hay puntos de apoyo para sostener semejante cuestión. El hecho de que en determinado momento histórico o coyuntura política surja un liderazgo encarnado en una mujer, no va necesariamente ligado a algún tipo de preparación cívica en particular, ya sea psicológica, moral o de cualquier índole, que abarque a la sociedad en su amplio conjunto. Esta idea es por decir lo menos desfasada, se trata de un imaginario que no tiene peso ni trascendencia en un proceso político. Aunque se dibuje la caricatura de un país predominantemente controlado por hombres de cultura machista.
Varias naciones latinoamericanas que tienen bastante semejanzas y hasta analogías histórico-culturales, han experimentado presidencias dirigidas por mujeres y según lo que es posible observar en toda la gama de indicadores, han sido más que eficientes.
Lo que es más fácil suponer es que la condición de mujer será un punto clave a favor. El voto femenino puede venir desde fuera de las fronteras de la propia militancia del PAN. Esto lo deben tener en cuenta los posibles oponentes.
Y, por otra parte, algo que pudiera eventualmente complicar las simpatías hacia su perfil político, sería enarbolar el conservadurismo un tanto extremo, que caracteriza a la corriente ideológica de pertenencia. Una postura más receptiva hacia las distintas maneras de pensar y comportarse en la sociedad, donde se manifieste pluralidad y reconocimiento por las diferencias, en lugar de tolerancia o intolerancia, sería recomendable. En este aspecto los asesores de comunicación, imagen e ingeniería electoral, tendrán que demostrar toda la destreza posible. Sería entonces necesario trazar rumbos originales que incluyan otra forma de llevar a cabo el arte de gobernar y sobre todo acorde a nuestra topografía y tipología política y social. Coincido con la polítóloga Chantal Moufe, quien se pronuncia por la poliarquía y la presencia del conflicto en las democracias modernas, en lugar de las visiones omnímodas y/o sesgadas que pretenden imponer estilos de vida e ideales unilaterales, todos esos imaginarios nucleados en una religión, secta o en el peor de los casos, como el nuestro, sometidos a los lobbies internos y externos que cuidan intereses muy específicos que nada tienen que ver con el proceso de la nación, así mismo los poderes fácticos que se vuelven cada día más difíciles de controlar.
No hay problema alguno en que gobierne una mujer a un país en desarrollo, con fuertes retrasos sociales y elevados índices de marginalidad y delincuencia. Como sucede en la mayor parte de los países de América Latina. Por el contrario, las gestiones realizadas permiten apreciar cambios favorables.
Si los votantes inclinan el triunfo electoral a favor de Josefina Vázquez Mota, la incluirían en la lista de mujeres que han presidido naciones latinoamericanas:
- Violeta Barrios de Chamorro (Nicaragua: 1990-1997)
- Mireya Elisa Moscoso de Arias (Panamá: 1999-2004)
- Michelle Bachelet (Chile: 2006-2010
- Cristina Fernández de Kirchner (Argentina: 2007- en funciones)
- Laura Chinchilla (Costa Rica: 2010- en funciones
- Dilma Rousseff (Brasil 2011, en funciones)
Nicaragua, Panamá, Chile, Argentina, Costa Rica y Brasil son los únicos países donde se ha logrado satisfactoriamente llevar a una mujer al poder por medios democráticos.
Esto no significa que no hayan sido meritorias las gestiones de otras mujeres que de manera interina, por herencia o inercia política también han llegado a representar a sus países al ascender a la Primera Magistratura. Se trata de los casos de María Estela Martínez de Perón (Isabelita) quien gobernó Argentina de 1974 a 1979, después de la muerte de su esposo y presidente Juan Perón.
Enseguida fue la boliviana Lydia Gueiler Tejada, quien mantuvo el cargo entre 1979 y 1980. Posteriormente llegó el turno para Haití con Ertha Pascal Trouillot como primera ministra, posteriormente Janet Jagan quien gobernó la Guyana entre 1997 y 1999 y finalmente Sila María Calderón, quien se convirtió en la primera presidenta elegida de Puerto Rico. En este grupo se incluye a Rosalía Arteaga, quien gobernó durante dos días en Ecuador en 1997. Ella había ocupado la vicepresidencia en la administración de Abdala Bucaram, el cual fue destituido de su cargo por supuesta o real incapacidad mental para gobernar, de manera que Arteaga, amparándose en la constitución de su país, se convirtió en presidente.
Josefina Vázquez Mota sin duda es el mejor cuadro político del PAN, y será una fuerte opositora para cualquier candidato de los partidos que contenderán en 2012. Su presencia en las elecciones federales como aspirante a la primera magistratura, será también un ingrediente valioso para lo que pretende la democracia en nuestro país.
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