Si el agrupamiento
estudiantil #Yo Soy132 hubiera acudido a una agencia de comunicación con el fin de recibir
asesoría que ayudara a encontrar un nombre idóneo para esta manifestación
colectiva de jóvenes universitarios, los creativos quizá no tendrían mejor idea acerca de cómo llamarlos, que esta que surgió gracias a la espontaneidad y las circunstancias.
Los del #Yo Soy132 se
auto proclaman de esa manera cuando una de las formas del autoritarismo del
sistema, los redujo a un dígito inferior a 132, es
decir; únicamente 131 jóvenes que se grabaron en un vídeo mostrando su
credencial de estudiantes. Ellos simplemente quisieron quitar el estigma que trató de imponer la
cúpula priista, tildándolos de “manipulados”. “Son 131, no son estudiantes y los
tenemos ubicados”. Con palabras más o palabras menos, esto es lo que dijo el
presidente nacional del Partido Revolucionario Institucional PRI, en respuesta a la manifestación que tuvo lugar hace unas semanas en la Universidad
Iberoamericana.
Como un resorte apareció el #
132 y estos dígitos se imprimieron en el imaginario social, no como una cifra
sino como un símbolo: ahora son 132 multiplicados por decenas de miles.
¿Qué
buscan?
Todo fue tan espontáneo que
no se tuvieron en principio respuestas precisas, cuando interrogaba la prensa a
los muchachos, solamente era claro que las aspas que impulsaron desde el primer
segundo de vida a este consenso de jóvenes, consistieron en el rechazo a la figura
de Enrique Peña Nieto, candidato por el PRI a la presidencia de la República. La
chispa se dio en el campus cuando el candidato en calidad de conferencista, fue
interpelado por universitarios que ya alimentaban su encono hacia él y otros
miembros de su partido, como fue posible apreciar en las máscaras que tenían los
estudiantes y que probablemente estuvieron guardadas de antemano en la misma
facultad. Sería demasiada coincidencia que ese día a varios de ellos se les
haya ocurrido llevar cada uno por su lado la máscara con el rostro
caricaturizado de Carlos Salinas de Gortari. Con esos objetos escondían sus
propios rostros, pero no pueden ocultar que algunos tenían preparada la trama ¿trampa?
contra el invitado.
La sorpresa desencadenó un
movimiento nacional, que si bien los organizadores argumentan con demandas
legítimas, su grupo nació con algunas contradicciones y hasta cierta ingenuidad
como pensar que puede haber democracia en los medios de comunicación que
existen en México y en el mundo. Es como pedir que los bancos dejen disponible
el dinero que deseen o necesiten sus clientes, o sea, democratizar sus activos
y el negocio.
Acabar
con el cáncer mediático: la socialización de la comunicación.
Lo que sí es posible realizar,
además de ser urgente, es inventar otros medios; como única opción
para estabilizar al país. Es impostergable que se cancele el permiso que tienen los dueños de las
fábricas de conciencias, para que el pensamiento de la sociedad sea producto de
la propia sociedad y no un fruto, por lo regular contaminado o totalmente
descompuesto, de las élites oligárquicas.
Esto equivale a la
socialización de la comunicación y de los medios que hacen posible que ésta sea
masiva; para que el potencial
estratégico que representa la comunicación realmente sirva a los distintos
sectores de la población y no solamente a la visión mercantil, reduccionista,
moralina, en todo sentido antidemocrática, que distingue a la comunicación que padecemos.
Que la televisión no prime
la ignorancia bajo el supuesto de que se dirige hacia audiencias igualmente
ignorantes, como es su perfil, sería uno de los avances de la socialización de
la comunicación y los medios. El principal de ellos sería conseguir que la
política y lo político, incluyendo a los políticos, ya no sean manipulados por
el monopolio televisivo, sino que respondan al objeto para el cual están
destinados, que es el mayor bienestar posible para el mayor número posible de
ciudadanos, durante el mayor tiempo que se pueda continuar. En esencia ese es
el fin de la democracia.
Aquí ya hay unas ideas para
que aquellos que piensan y discuten el rumbo de ésta expresión política de
ciudadanos jóvenes, se ayuden a tomar decisiones. Es importante que conozcan
las entrañas del monstruo mediático, sus orígenes y trabazones con el sistema
que lo vuelven un actor estratégico, cuyo poder es urgente que sea desactivado
para rehacer otra comunicación que igualmente produzca dividendos a las mujeres
y hombres de negocios interesados en la industria mediática, pero que sirva fundamentalmente
a la cultura y el crecimiento integral de los sujetos en igualdad.
La televisión continúa
siendo el medio de mayor cobertura e impacto social, por lo que los jóvenes que
integran #Yo Soy 132, saben que es el factótum que estorba a la
democracia, más que cualquier otra entidad o movimiento social. Esto en parte
porque los grupos que controlan la comunicación en México, controlan a su vez
el gobierno, y son quienes mantienen el modelo económico de libre mercado que
asfixió a las clases en su conjunto, excepto las élites. A tal grado que la
presión acumulada durante tres décadas de ajustes, han generado descontentos a
gran escala; la gente se muestra sensible y fastidiada de estas formas de
control social que han llevado el estado de cosas a niveles altamente peligrosos:
Un México quebrantado por niveles de
corrupción y violencia nunca vista.
Un país sin medios de
comunicación democráticos es un país como México. Siempre habrá injusticias y
protección mediática para quienes las cometen. El gobierno de Calderón ha
acumulado más de 60 mil muertes y Televisa no le ha dedicado ni un segundo de
crítica. Ese poder mediático encarna un poder fáctico en connivencia con un
Estado fallido. Lo cual inconforma y enciende el ánimo de los jóvenes y de
otros actores sociales igualmente al límite de su tolerancia, con justa razón.